Causa
AMIA: Un ataque a Irán a la medida de los yanquis y el
sionismo
Kirchner,
el mejor aliado de Bush e Israel
Por
Marcelo Yunes
La
resolución del fiscal Nisman y del juez Canicoba Corral de
pedir la captura internacional de nueve ex funcionarios iraníes,
incluido un ex presidente, se tomó a instancias del
gobierno. No busca avanzar un milímetro en la búsqueda de
“verdad” o “justicia”, sino satisfacer las
exigencias políticas de EEUU y el lobby israelí.
Poniendo
desodorante al pescado podrido
En
la jerga periodística, se llama pescado podrido a información
de dudoso origen y/o imposible de verificar que suele
terminar revelándose como falsa, pero que tiene la ventaja
de beneficiar claramente a un sector político o de
negocios.
Pues
bien, la información sobre la que se basaron el fiscal
Nisman y el juez Canicoba Corral para dictaminar los pedidos
de captura de los ex funcionarios iraníes fue oficialmente
declarada pescado podrido por Interpol hace poco más de un
año, en agosto de 2005. En su momento, Interpol (¡que
no es precisamente un organismo “progresista”!) dijo que
no daría curso al pedido de captura por dos razones: a) el
juez de la causa –Galeano– estaba desplazado por
irregularidades, y b) las pruebas eran poco creíbles.
Galeano ya no está; de nuevas pruebas, ni noticias.
Pero
hay más. En agosto de 2003, cuando Galeano todavía estaba
a cargo de la causa, fue detenido en Londres (por otras
razones) uno de los 12 iraníes a quienes el juez había
pedido captura, el ex embajador en Buenos Aires Hadi
Soleimanpur. En septiembre, la justicia inglesa liberó a
Soleimanpur y declaró que la acusación argentina no se
sostenía. La lista de Canicoba Corral y Nisman tiene nueve
nombres: ocho ya estaban en la lista de 12 de Galeano,
y el que se agrega es nada menos que el ex presidente iraní
Rafsanjani.
Hasta
la prensa más amiga del gobierno (y mucho más amiga de
EEUU y el lobby sionista) admite que no hay nada nuevo en
la causa, aparte de la hipótesis que el atentado a la
AMIA no fue una venganza por la participación argentina en
la Guerra del Golfo, sino por un supuesto incumplimiento
de Menem de ayuda para desarrollar un proyecto nuclear.
Al
respecto, es como mínimo altamente sospechoso que esa
cuestión –la del plan nuclear iraní– se agite justo
ahora que se trata del caballito de batalla de Bush e
Israel en su cruzada contra Irán. ¡Desde 1994, jamás
nadie había hecho la menor conexión entre el
atentado a la AMIA y las intenciones nucleares de Irán,
pero cuando ése es casi el único argumento que tiene Bush
para buscar “ayuda” internacional contra el régimen
iraní, ahora resulta que todo tenía que ver
con eso! ¡Qué casualidad tan oportuna!
A
todo esto, las “pruebas” que esgrimen el juez y el
fiscal son de lo más objetables. ¿En qué consisten? Básicamente
en información proveniente de dos fuentes. La
primera son cataratas de invenciones de la CIA y el
servicio secreto israelí, el Mossad. Todo lo que salga
de esas cuevas de bandidos, mercenarios y torturadores
merece de entrada, si no desprecio, por lo menos una enorme
desconfianza. En todo caso, le cabe a esas venerables
entidades la carga de demostrar que esta vez, a diferencia
de las mentiras que fabrican todos los días al servicio de
EEUU e Israel, la información que aportan vale más que el
papel en que están escritas. Mientras tanto, ningún
juzgado serio puede considerar semejante “evidencia”
como prueba válida en ninguna causa.
La
otra fuente de la causa son los testimonios de cinco
“disidentes” iraníes, colaboradores a sueldo de
cuanto servicio secreto occidental anda por ahí, que viven
en Europa y que dicen –sin haber sido testigos
presenciales ni revelar cómo se enteraron– que el
atentado a la AMIA se decidió en una reunión de altas
autoridades iraníes en agosto de 1993. Para tener una idea
de la confiabilidad de estos personajes, uno de ellos es el
famoso “Testigo C”; el mismo que acusó a Menem de
quedarse con un vuelto de un soborno iraní de varios
millones de dólares. ¿Qué pasó con eso? Después de que
el ex jefe de la SIDE Jaime Stiuso –otro dechado de
probidad y transparencia– se reuniera con él en Berlín,
en 2002, el “Testigo C” dijo que había sido...
malinterpretado.[1]
Alineamiento
con la derecha mundial
Es
sobre estas bases tan endebles que el gobierno se juega a
alinearse con EEUU e Israel no sólo contra Irán, sino
contra China y Rusia –que apoyan a Ahmadinejad–, contra
Europa –que no quiere sumarse a la cruzada bushista– y
hasta contra lo que es probablemente parte importante del establishment
yanqui. En efecto, el Partido Demócrata, tras su
victoria electoral, sin pretender ningún gran vuelco en la
política exterior, ya dio señales de que una de las
jugadas para intentar salir más o menos dignamente del
pantano iraquí es olvidarse de jugar a la guerra con Irán
y, por el contrario, abrir una vía de negociación con
el régimen persa. Lo propio está intentando hacer, de
manera muy discreta, el gobierno británico, uno de los
mejores aliados de Bush.
En
ese sentido, se puede decir que esta decisión judicial
–que es, por supuesto, una decisión del poder político;
a ver si todavía queda alguien que se cree la fábula de la
“independencia de poderes”–, además de tener un muy dudoso
sustento técnico, va totalmente a contramano
de los tiempos políticos. Porque justo en el
momento en que el gobierno de Bush en general y muy en
particular su política en Medio Oriente están más
cuestionados y tienen menos consenso que nunca, incluso
entre los propios imperialistas, la “movida antiiraní”
del gobierno argentino le da una mano enorme.
Y
esa mano no sólo es para Bush y la derecha republicana,
sino para Israel y el poderoso lobby pro israelí en EEUU,
que venían de capa caída desde la retirada sionista con
pena y sin gloria en el sur del Líbano. Así lo demuestran
las alborozadas declaraciones de la Casa Blanca, el
Departamento de Estado yanqui, las autoridades israelíes y
las entidades sionistas de EEUU y Argentina.
Hay
que ser claros al respecto: la Justicia argentina dio este
paso bajo presión e instigación directa del gobierno
argentino, en particular de la senadora Cristina Kirchner.
Y esto fue así porque la esposa del Presidente fue quien
asumió un compromiso al respecto. Esto es, cedió a la
presión de las entidades sionistas con las que
se reunió el 22 de septiembre de este año en Nueva York.
Así
lo dicen los propios interesados.
Abraham Foxman, de la Liga Antidifamación (entidad sionista
de EEUU), declaró: “Yo creo que la primera dama prestó
atención a nuestra angustia. Quiero creer que el
fallo es resultado de eso” (Ana Barón en Clarín,
19-11-06). Y la directora para América Latina del poderoso
American Jewish Committee (Comité Judío Americano) sostuvo
que el anuncio del fiscal Nisman fue posible “gracias a
la reunión con Cristina Kirchner”, a lo que agrega el
revés de Venezuela en las Naciones Unidas, que contribuyó
al aislamiento de Irán (ídem).
Inclusive,
Dan Mariaschin, de la B’Nai’ Brith, tuvo el cinismo de
decir que “la atención internacional sobre el tema
nuclear en Irán ayuda al caso argentino”. Por
supuesto, políticamente el orden es el inverso: es
“el caso argentino” lo que ayuda a sostener la cruzada
yanqui-israelí contra Irán. De hecho, el vocero sionista
no puede menos que admitir que el gran favorecido del
anuncio es Bush. El colmo es la reflexión final de
Mariaschin: “Es un momento en que se está dando
todo junto”, dijo, como si todos fuéramos imbéciles
que nos asombramos ante las coincidencias que tiene la vida.
Al
respecto, la corresponsal de Clarín en Washington,
que recabó estos testimonios, no puede menos que
preguntarse: “¿Sabía el gobierno de Kirchner lo
importante que era esta resolución para Estados Unidos? ¿Tuvo
alguna influencia el gobierno de Bush? Al menos, la
dirigencia judía de Nueva York parece creer que sí”
(Clarín, 19-11-06).
Y
así nomás es la secuencia: el lobby sionista presionó,
exigió y obtuvo compromisos del gobierno argentino en el
sentido de culpar a Irán por el atentado a la AMIA, lo
que le vino de maravillas al alicaído gobierno de Bush y su
no menos alicaída política en Medio Oriente. El nexo
entre el lobby yanqui-israelí y la Justicia argentina
–que ahora, según los yanquis, es “un ejemplo para el
mundo”– fue la senadora Cristina Kirchner.
¿Dónde
quedó el supuesto “antiimperialismo” K?
Que
estas decisiones contribuyan o no a esclarecer los
verdaderos autores y móviles del atentado a la AMIA es lo
que menos les importa al gobierno yanqui y al lobby
israelí. Hay que decir las cosas como son: si en una guerra
la primera víctima es la verdad, acá se trata de una
guerra entre EEUU y su aliado Israel, por un lado, y los
pueblos de Medio Oriente, por el otro. Y ni al gobierno
de EEUU ni a las entidades sionistas les importa un rábano
llegar a la verdad del caso AMIA o proteger a los
“ciudadanos judíos”, que en este caso son rehenes
de las instituciones que dicen defenderlos. Lo que sí
les importa, y para eso se embarcan en estas operaciones
políticas y judiciales, es salvaguardar sus intereses
políticos y de Estado, incluyendo las relaciones con
otros Estados. A EEUU y a Israel les conviene que el
autor del atentado haya sido el gobierno iraní, y en ese
sentido vienen manipulando datos e inventando pruebas desde
1994.
Si
Irán tuvo o no responsabilidad
sobre el atentado, es algo que nosotros no sabemos ni
podemos discernir con los datos reales y confiables que
hoy existen. Por otra parte, es un despropósito poner las
manos en el fuego por el gobierno reaccionario de
Ahmadinejad, como hacen Luis D’Elía y Hebe
de Bonafini.
Por
supuesto, defendemos incondicionalmente a Irán de todas las
maniobras y agresiones (diplomáticas y también militares)
de EEUU e Israel. Pero eso no significa otorgarle un cheque
en blanco a un gobierno y un régimen que, más allá de sus
roces reales con el imperialismo, son enemigos de los
trabajadores y el pueblo iraní. Y no sólo iraní, porque
Ahmadinejad ya se ha manifestado proclive a un acuerdo con
EEUU y Europa si preserva los intereses “nacionales” de
Irán. Esto demuestra, de paso, que la causa palestina sólo
puede confiar en la movilización independiente de los
pueblos árabes, y nada se puede esperar de la política de
“acuerdos de Estado” entre gobiernos burgueses (lo que
incluye al de Irán… y al de Venezuela).
En
todo caso, respecto del atentado a la AMIA lo único que se
ha probado hasta ahora es que los gobiernos y
servicios secretos de EEUU, Israel y Argentina hicieron todo
lo que pudieron para embarrar la causa, a punto tal que
se está ahora más lejos de la verdad que antes.
El
gobierno “progresista” de Kirchner se está cargando una
mochila muy pesada sobre sus espaldas que puede tener
gravísimas consecuencias. Al mejor estilo Menem, está comprometiendo
al país no en una acción “antiimperialista”, sino en
una cruzada contra una nación independiente de los yanquis.[2]
Y no lo hace en pos de la “justicia”, sino en aras de un
objetivo mucho más mezquino y rastrero. Que no es otro que cerrar
filas con los principales responsables de la opresión, la
violencia y las masacres que se viven en Medio Oriente: el
imperialismo norteamericano, Israel y sus voceros.
Notas:
1.
Gerardo Young, Clarín, 19-11-06.
2.
No es la primera vez que lo hace: ya hemos denunciado en su
oportunidad la voluntad del gobierno de hacer un Tratado de
Libre Comercio con Israel, e incluso de venderle armas al
Estado sionista.
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