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El retorno del debate estratégico
¿Chavismo
o marxismo revolucionario?
Por José Luis Rojo
Venezuela es un inmenso laboratorio
y / o crisol de las tendencias políticas-ideológicas en
obra. Tanto por sus alcances como por sus límites. El
“rojo-rojito”, los “motores a toda revolución”, los
banderines del PSUV y la prédica acerca de las “comunas
populares”, le da él tono a un amplio debate entre
importantes sectores de masas.
Como la sombra al cuerpo,
esto va acompañado por expresiones intelectuales que
reflejan casi todos los matices de opinión del
pensamiento “socialista”. Casi, porque claro está que
el “matiz” que está ausente, es el del marxismo
revolucionario (dada la relativamente poca tradición
del trotskismo en el país).
Es decir, incluso en los exponentes más “serios” del
marxismo “bolivariano” (como es el caso de Michael
Lebowitz, vinculado a Marta Harnecker), lo que se ve es una
combinación de un acendrado reformismo, con elementos
“utopistas”, condimentado con la prédica guevarista del
“hombre nuevo” y algo de maoísmo... Pero lo que
queda fuera del cuadro es la tradición
revolucionaria del socialismo, particularmente Lenin,
Trotsky y Rosa Luxemburgo y el trotskismo como tal!
Porque en él limite, toda
la “astucia” de los “estrategos” del chavismo se
puede resumir en la orientación del “rodeo”. Es
decir, la puesta en pié de las llamadas “comunas
populares” (claro que por “decreto” y desde arriba),
pero esto sin destruir el Estado existente; o
“paralelizar” la propiedad privada y el trabajo
asalariado (que permanecen sin cambios a la vista), con
estatizaciones y propiedad “social” para el desarrollo
“endógeno”.
Es decir, una estrategia reformista
sin ruptura revolucionaria que –por lo tanto- no acaba con
el Estado patronal ni con la clase capitalista. En palabras
de El Troudi: “El poder ya no se sitúa en el Estado o
en una institución, tampoco en los círculos económicos,
de allí que ‘la toma del poder’ en términos clásicos
no es posible. El poder esta en la vida misma, en los hábitos
y las costumbres, en los pensamientos, en las maneras de
corresponderse, en la identidad, el lenguaje y la cultura.
En todos los ámbitos y relaciones sociales esta presente el
poder, sin importar la condición de clase de quienes se
relacionan entre si”...
Lebowitz, que
correctamente rechaza la idea de Holloway de “cambiar el
mundo sin tomar el poder” (aunque su ‘toma del poder’
sea un operativo meramente reformista), señala en
sentido convergente: “Pero ¿qué es la producción? No
es algo que solo ocurre en la fabrica o en lo que
tradicionalmente identificamos como lugar de trabajo. Toda
actividad que tenga por objetivo proporcionar aportes para
el desarrollo de los seres humanos (...) tiene que ser
reconocida como producción”[3]. Si en el camino queda el “pequeño”
problema del trabajo específicamente productivo y el
imprescindible desarrollo de las fuerzas productivas
para el progreso socialista, bueno, eso no es más que un
“detalle”!
Claro que todo esto está
acompañado por el redondo desprecio al papel de la
clase obrera como “protagónica”; clase a la que se
busca una y otra vez, disolver en lo “popular”,
al tiempo que se destroza la UNT y se busca someterla al
directo escrutinio del Estado chavista.
El propio Lebowitz se hace
eco de la permanente campaña chavista de que la clase
obrera seria “egoísta”. Crudamente señala que: “Chávez
comento la orientación de los trabajadores organizados.
‘Los trabajadores organizados –dijo- muchas veces exigen
salarios y otros beneficios; y tienen derecho a exigirlos.
Pero la clase trabajadora esta obligada no solo a exigir sus
derechos, sino a constituirse en un factor transformador de
la sociedad’. Los trabajadores, en resumen, tienen que
mirar mas allá de sus necesidades especificas y considerar
las necesidades de la sociedad en su conjunto, y específicamente,
de aquellos mas excluidos entre los pobres. ‘Si tu vas con
tus tres hijos y tu mujer en un carro con aire acondicionado
y pasas por el lado de un niño de ocho años (...) que esta
en la calle a media noche ¿no es un problema tuyo?,
pregunto inmediatamente antes de decir esto: ¿si ese no es
un problema tuyo, en que sociedad vives tu?”... Esto ocurre en un país donde la burguesía no ha
sido expropiada y cuya desigualdad de riqueza es símil sino
mayor al resto de Latinoamérica!
Por esto mismo es tan criminal
la política de las corrientes que proviniendo del
trotskismo, se han pasado –con armas y bagajes- al
“socialismo nacional”. En ese pasaje, lo que ha quedado
en el “limbo”, son conquistas como la propia UNT, la
C-CURA e incluso el pequeño embrión de partido que fue el
PRS. Todo en mor de una supuesta “estrategia” de
“alcanzar peso de masas” en el PSUV; lo que, en
realidad, no ha significado más que una gota de agua en un
desierto.
Es decir, su disolución
lisa y llana en el chavismo, a la espera que este
“expropie” al capitalismo “como hizo Castro en Cuba”
olvidándose –entre otras cosas- que este previamente había
destruido las fuerzas armadas y el aparato de Estado
burgués, cosa que Chávez esta muy lejos de haber llevado a
cabo.
Por esto mismo, ante los peligros
que se puedan cernir en la coyuntura, poner en pie una
fuerte corriente independiente del marxismo revolucionario
en Venezuela, es la tarea del día. A ello vamos a
intentar contribuir desde CI-SOB.
[1]
En la década de los ’80, el grupo mas fuerte llego a
ser el PST integrante de la vieja LIT y que llego a
tener una importante acumulación de dirigentes obreros
(de esa experiencia vienen compañeros como Orlando
Chirinos); sin embargo a comienzos de los ’90 entro en
la misma vorágine de la crisis de la corriente
morenista.
[2]
“Ser capitalista es un mal negocio”, Haiman El
Troudi, Editorial Monte Ávila, Caracas, junio 2997, pp.
124.
[3]
Michael Lebowitz, Construyámoslo ahora. El socialismo
para el siglo XXI; Centro Internacional Miranda,
Caracas, octubre 2006, pp. 65.
[4]
Lebowitz, idem, pp. 105.
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