Cumbre
en Bali sobre cambio climático
El
mundo propone, EE.UU. dispone
La conferencia sobre calentamiento global en Bali,
Indonesia, con la participación de representantes de casi
todos los países e infinidad de organizaciones ambientales
y ONGs, terminó una vez más en una frustración. El
documento final, la llamada “Hoja de ruta de Bali”, a
instancias de EE.UU. –que amenazó en algún momento con
retirarse de la reunión–, no hace casi referencia a
cifras concretas de reducción de la emisión de gases de
efecto invernadero. La administración Bush, siguiendo la línea
iniciada desde la época del protocolo de Kyoto, busca a
todo trance abortar toda iniciativa, incluso de las más tímidas,
para enfrentar la tremenda amenaza que se cierne sobre el
planeta en un plazo no tan lejano.
Así, el carácter destructivo y antihumano del capitalismo
imperialista se pone de manifiesto no en los discursos, sino
en los hechos: el principal responsable de las emisiones de
gases que están provocando un calentamiento global de
catastróficas consecuencias, EE.UU., boicotea y socava
cualquier intento de abordar el problema, por insuficiente
que sea. La consigna de Engels y Rosa Luxemburgo,
“socialismo o barbarie”, que le da nombre a nuestra
publicación, adquiere entonces un significado adicional: si
la voracidad capitalista por el lucro a cualquier precio no
tiene freno, no sólo la organización de los hombres en
sociedad sino el propio entorno natural en que se desarrolla
la vida humana están en peligro cierto de condena.
Presentamos un resumen de dos artículos sobre la cumbre de Bali,
disponibles en socialismo-o-barbarie.org: “Bali: el día
después”, del analista y profesor de la Universidad de
Filipinas Walden Bello, y “Farsa trágica en Bali”, de
Alejandro Nadal, publicado en el sitio La Haine.
Un
día después del borrascoso final de las negociaciones
sobre el clima en Bali, muchos se preguntan si en realidad
el resultado era, de hecho, el mejor posible. Es cierto que
EE.UU. regresó al redil, pero al precio de eliminar del
documento final cualquier referencia a la necesidad de
reducir del 25 al 40 por ciento por debajo de los niveles de
1990, hasta al año 2020, las emisiones de gases de efecto
invernadero, a fin de mantener el aumento de la temperatura
global promedio en 2.0 a 2.4 grados centígrados durante el
siglo XXI.
La
mención de las cifras cuantitativas fue reducida a una nota
de pie de página, que hace referencia a algunas páginas
del Informe 2007 del Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que se
limita a enumerar varios escenarios de la estabilización
del clima. Los escenarios alternativos van desde un aumento
de 2,0 a 2,4 grados de temperatura, hasta uno de 4,9 a 6,1
grados. Esto incitó a un participante de la sociedad civil
a comentar que “la Hoja de ruta de Bali es un mapa para
llegar a cualquier lugar”.
(...)
Podríamos preguntarnos qué habría sucedido si Washington,
permaneciendo fiel a sus inclinaciones ideológicas, hubiese
decidido marcharse de la sala, cuando el delegado de Papua
Nueva Guinea destapó la reprimida frustración colectiva de
la conferencia, al emitir su desafío: “Pedimos y buscamos
su liderazgo. Si no están dispuestos a conducir, por favor
quítense de en medio”. Después de consultas de último
momento con Washington, el negociador norteamericano ablandó
la línea dura que su país había mantenido respecto de la
enmienda propuesta por India, que buscaba que la conferencia
reconozca la diversidad de capacidades de los países en vías
de desarrollo para abordar el cambio climático, y dijo que
Washington “procederá a unirse al consenso”.
El
objetivo único de conseguir la participación de Washington
se tradujo en los escasos acuerdos en la reunión respecto a
obligaciones firmes (...).
Muchos
delegados también se sentían ambivalentes frente a los
arreglos institucionales acordados después de una semana de
duras negociaciones Norte-Sur.
-
Se implementó un Fondo de Adaptación, pero fue puesto bajo
administración de la Facilidad Ambiental Global (GEF) del Banco
Mundial, ente dominado por EE.UU. Es más, se estima que
los fondos iniciales de los países desarrollados sumarán
apenas entre 18,6 y 37,2 millones, montos seriamente
inadecuados para apoyar los esfuerzos de emergencia
orientados a tratar los estragos que ya está causando el
cambio climático en los pequeños estados isleños y en
otros ubicados en la “primera línea” del cambio climático.
Oxfam estima que será necesario un mínimo de US$ 50.000
millones anuales para asistir a todos los países en vías
de desarrollo a adaptarse al cambio climático.
-
Se aprobó, asimismo, un “programa estratégico” de
desarrollo y transferencia de tecnología, que también
significó ceder posiciones. Pero (...) el programa fue
asignado al GEF sin asignaciones claras de financiamiento,
para una empresa que se espera costará cientos de miles de
millones de dólares. (...)
(Walden
Bello)
La
conferencia de Bali sobre cambio climático terminó en gran
farsa. Claro, muchos diplomáticos y críticos dóciles
presentarán los resultados de Bali como algo positivo y
parte de un proceso en construcción. Hasta la aceptación
de Estados Unidos del plan de negociaciones futuras ha sido
descrita como muestra de flexibilidad y anuncio de una
actitud constructiva para el futuro. Lo cierto es que lo
único que se está construyendo es una gran tragedia. Y
si alguien lo duda, veamos los resultados.
En
Bali se tenía que definir un plan para el futuro inmediato
de las negociaciones sobre cambio climático. Había un
sentido de emergencia. La cantidad de bióxido de carbono
que hoy existe en la atmósfera rebasa el rango natural de
los últimos 650.000 años. El cuarto informe del Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) señala
con toda claridad que si se quiere mantener el aumento de
temperatura promedio global alrededor de los dos grados centígrados
en las décadas siguientes, los países más
industrializados deben recortar drásticamente sus emisiones
de gases de efecto invernadero (GEI) para 2020.
Esas
reducciones deben ser entre 25 por ciento y 40 por ciento
inferiores a los niveles de emisiones que tenían en 1990.
El mensaje científico es directo: sin esas reducciones, se
rebasará el umbral de los dos grados, con gravísimas
consecuencias. Lo triste es que el mensaje no ha sido
escuchado.
La
conferencia de Bali estuvo dominada por las divisiones entre
bloques de naciones. Estados Unidos, Australia, Japón y
Canadá rechazaron desde el principio la inclusión de metas
cuantitativas para la reducción de emisiones de GEI. Por su
parte, la Unión Europea, China, India y otros países
apoyaron la inclusión de esas metas cuantitativas como
parte del texto final. En respuesta, Washington siguió
exigiendo que las economías emergentes adopten compromisos
firmes de reducciones de GEI. Estos estados exigen cooperación
técnica real y asistencia financiera para comprometerse.
Al
final, el plan negociado en Bali es una desaliñada
mescolanza de planteamientos vagos sobre todos estos puntos.
Su retórica reconoce que se necesitan reducciones profundas
de GEI para las economías desarrolladas, pero sin
calendarios o metas. El máximo logro fue incluir una
referencia de pie de página al documento técnico del IPCC
en el que se explicitan las reducciones de 25 por ciento-40
por ciento en GEI. Gran victoria: un asterisco contra el
cambio climático. (...)
¿Europa vs. EE.UU?
Apenas
concluida la conferencia de Bali, la Casa Blanca emitió un
comunicado aclarando que el texto aprobado no cambia en nada
la posición de los estadounidenses. Bush continúa
comprometido con el lobby petrolero. Y esa posición cae
como anillo al dedo a la Unión Europea. En efecto, frente a
la terquedad estadunidense, la UE proyecta una imagen de
lucidez y seriedad en el tema ambiental. Sin embargo, Europa
está tan dominada como Washington por intereses comerciales
mezquinos y de corto plazo. En especial, lo que más le
importa a la UE es mantener los lucrativos negocios del mercado
de bonos de carbono.
El
mercado de bonos de carbono descansa sobre la base de
asignar cuotas a las empresas. Si una empresa no agota su
cuota, puede vender ese sobrante a las empresas que sí
rebasaron el cupo que les fue asignado. Al amparo de este
esquema de asignación de cuotas, el sistema europeo de
transacciones de bonos de carbono (ETS) se ha convertido en
uno de los negocios más lucrativos en materia de especulación
financiera. Casi todos los bancos europeos importantes, y la
mayoría de las grandes corporaciones multinacionales de la
UE, están involucrados en la especulación con bonos de
carbono.
Por
su dinamismo, el mercado de bonos de carbono se está
convirtiendo en uno de los espacios de especulación más
grandes del mundo. Por eso no sorprende que la Asociación
Internacional de Transacciones de Emisiones, el lobby
principal de los especuladores en el mercado mundial de
bonos de carbono, haya sido uno de los organismos con mayor
presencia en la conferencia de Bali.
Este
año se intercambiaron bonos de carbono por 30.000 millones
de dólares en el ETS. Pero el sistema de mercado de bonos
de carbono ha sido un fracaso: entre 2001 y 2004 las
emisiones de GEI en Europa crecieron 3 por ciento, y en 2006
el aumento fue de 1,5 por ciento. Definitivamente, los países
europeos no tienen autoridad para dar lecciones al mundo
sobre responsabilidad ambiental. (...)
(Alejandro
Nadal)
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