Desmitificando el campo
argentino
¿Que representan CONINAGRO y la
FAA?
Por
Marcelo Buitrago
El “paro del campo” ha
dividido aguas en la izquierda argentina, y ha obligado a
profundizar, por lo menos a los que quieran no marearse con
el “reclamo popular”, en el estudio de las complejas
relaciones sociales en el campo argentino, su marco teórico
y todas las implicancias políticas que se desprenden del
conflicto.
Las cuatro entidades históricas
representativas del sector, y que dirigen unidas el
conflicto, junto con las que aquí analizaremos, son la
Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales
Argentinas (CRA).
No nos extenderemos demasiado
sobre estas dos. La SRA fue creada en 1866, representando a
los grandes propietarios y es el símbolo por excelencia de
la oligarquía terrateniente, y sus dirigentes formaron
parte de los sucesivos gobiernos entre 1880-1943, incluida
la Presidencia de la Republica.
La CRA nació expresando los
serios conflictos en el interior de la Sociedad Rural, hacia
los años 30, producto de los cambios en el mercado mundial
de carnes, que quedó en manos de los invernadores,
articulados con los frigoríficos exportadores y por otro
lado los criadores, que formaron una red de federaciones a
partir de asociaciones locales en el interior del país,
articulándose en 1942 en esta Confederación.
Federación
Agraria
Argentina y CONINAGRO
La cosa cambia cuando hablamos
de la Federación Agraria y CONINAGRO. En general, estas
entidades, son la “prueba” para demostrar que este
conflicto es protagonizado por los pequeños y medianos
productores, los chacareros, por lo que habría que
apoyarlos a pesar de la SRA y CRA, ya que sólo estarían
haciendo “unidad de acción”...
A partir de su creación en
1912, la FAA fue la expresión de los pequeños y medianos
productores familiares, los chacareros, que arrendaban la
tierra a los grandes propietarios, dedicándose a la
agricultura. Precisamente su origen (el Grito de Alcorta)
fue la protesta por la continua elevación de los
arrendamientos, en abierta confrontación con los
terratenientes agrupados en la Sociedad Rural. La Federación
Agraria impulsó un poderoso movimiento cooperativo para
mejorar las condiciones de compra de insumos, venta de
cereales y asegurar las cosechas.
La importancia de este
movimiento, más el desarrollo durante el gobierno peronista
(se pasó de 350 a 1.500 cooperativas agropecuarias)
llevaron a fundar en 1958 CONINAGRO como organización de cúpula.
El número de integrantes de esta confederación creció
hasta los ‘90 cuando representaba a 1.300 cooperativas y a
partir de allí caen en picada, producto de la quiebra
generalizada de cooperativas llegando a 500 en 1995, retrayéndose
su participación en el negocio agropecuario. Las
federaciones más importantes que la integran son ACA, uno
de los cinco grandes agro-exportadores, que agrupa a 180
cooperativas y SanCor que agrupa unas 100.
Mario Lattuada describe el
proceso que debieron enfrentar las cooperativas en el
menemismo (*) y cómo conciliar sus principios doctrinarios
con la apertura económica y la desregulación, en
competencia en los mercados globalizados. Da como ejemplo el
caso de SanCor, que en los 90 se consolidó como la
principal empresa láctea del país, con participación en
empresas de insumos, seguros, previsión y publicidad
requiriendo este poderío una fuerte coordinación
empresarial, expresado en las fusiones de cooperativas que
la integran y que SanCor impulsó pasando de 353 asociadas a
100. En este proceso no todas las cooperativas pudieron
incorporarse. Lattuada las define como organizaciones donde
priman los intereses de la institución, controladas por un
cuerpo de directores y funcionarios, subordinando las
cooperativas de primer grado al “interés empresario”
Hoy
CONINAGRO está dirigida por dos pulpos (ACA y SanCor) que
en función de estrategias empresariales han sobrevivido en
el mar de tiburones capitalistas. Del beneficio al asociado
y la solidaridad y el bien común… no
queda ni el recuerdo.
El
desvanecimiento del mundo chacarero
En el largo periodo desde fin de los 30 a fines de los 80,
muy bien descriptos por Javier Balsa en “El
desvanecimiento del mundo chacarero”, profundas
transformaciones se dieron en la región pampeana. Del
predominio de los arrendatarios familiares, se pasó primero
al de los propietarios familiares, los agricultores hicieron
ganadería, los criaderos e invernadores diversificaron sus
actividades y se produce la concentración
de la agricultura avanzando las explotaciones medianas
sobre las más pequeñas, acompañado por una creciente
disminución de explotaciones, el aumento de su superficie y
en las inversiones de capital, basadas en la fuerza de
trabajo asalariada, reducida, pero ya
sin ser explotaciones familiares.
El abandono de las explotaciones como lugar de residencia
y los cambios en los modos de vida, producen el despoblamiento del campo. Todo este proceso se potenció con el
nuevo marco de apertura y desregulación de los 90. Los que
sobrevivieron, en la región pampeana, o
son rentistas, o tienen un capital y un nivel de ingresos
que los califican muy lejos de la tradicional “pequeña
burguesía” que explota su propia fuerza de trabajo.
La Federación Agraria expresó este proceso con su
propia reconversión en los 90 producto de su crisis
económica por la reducción en un 50% de los aportes de sus
asociados, y de un 70% de sus afilados directos. El otro
rubro ha correspondido a los aportes del Complejo Federado,
empresas fundadas por la Federación pero sin vinculación
jurídica. Estas contribuciones cayeron en un 90% en 10 años
según el citado Lattuada.
Son parte de este complejo la cooperativa Agricultores
Federados Argentinos, que llegó a facturar 500 millones de
dólares en plena convertibilidad, controlada por la
agrupación opositora Chacareros Federados.
Las diversas empresas de Seguros, Créditos, de producción
agrícola que durante muchos años sostuvieron a la Federación
Agraria debieron ser liquidadas, originando despidos
masivos, y un gran endeudamiento bancario, lo que sumado a
la quiebra de FACA en el 2000 (federación de cooperativas
que llegó a ser la primera exportadora nacional de granos),
hizo temblar el complejo.
La salida se orientó al ofrecimiento de servicios técnicos,
informativos y especialmente empresariales a los
productores emergentes, destacándose
el convenio con el BID (Banco
Interamericano de Desarrollo) capacitando unos 20.000
productores.
Lattuada destaca finalmente una tendencia hacia la búsqueda
de coincidencias y acciones sectoriales comunes de las
cuatro entidades, desde los 90, como también la búsqueda
de mecanismos comunes de financiamiento de sus actividades,
reconociendo todas las necesidades de mayor capacidad técnica
para ofrecer servicios empresariales a sus asociados.
Como se ve, la unidad de acción es más profunda y
permanente y los intereses, si bien contradictorios, están
cada vez más lejos de ser opuestos, tal como sueñan los
que ven “campesinos” en la pampa húmeda.
(*)
Acción colectiva y
corporaciones agrarias en la Argentina.
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