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Se abre un debate nacional
¡Hay que prohibir los despidos!
“Nadie va a echar caprichosamente a nadie. Sólo lo hará
cuando no tenga más remedio...”.
(Héctor Méndez, presidente de
la Cámara Empresaria del Plástico).
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5 medidas para que
los capitalistas paguen la crisis
El debate nacional que se está abriendo respecto de los
despidos, pone el dedo en la llaga alrededor de un problema
central: ¿quién debe pagar la cuenta de la crisis? Porque
está ocurriendo la típica paradoja de las crisis
capitalistas: las mismas son generadas este sistema de
hambre, explotación y ganancias insaciables que beneficia a
los capitalistas; pero siempre, indefectiblemente, se
pretende que la paguen los trabajadores. Hay medidas que se
pueden tomar para dar vuelta la tortilla.
Cualquier programa para enfrentar la crisis debe comenzar
por la prohibición de los despidos, sea de efectivos,
contratados o en “negro”. Hay que imponer que esto se
logre por ley. A partir de ahí, frente a la reducción de
turnos y / o caída de la producción, hay que imponerle a
las patronales la reducción de la jornada laboral de todos
los trabajadores sin reducción de salarios.
Luego está el problema de los procedimientos preventivos
de crisis: que las suspensiones sean al 100%; que cualquier
empresa que apele a este mecanismo abra sus libros contables
para que los trabajadores puedan ver su real situación.
Pero no sólo los libros del último año: que se abran los
libros contables de los últimos 5 así queda demostrado cómo
se llenaron de plata a dos manos súper explotando a los
trabajadores.
Que se imponga la estatización bajo control obrero de toda
empresa que pretenda despedir masivamente o se declare en
quiebra.
Que el estado ponga en marcha un verdadero plan de obras públicas
bajo control de los trabajadores; lo mismo que se
instrumente un seguro universal de desempleo acorde a la
canasta familiar.
Para estos objetivos, comenzar ya mismo a realizar
asambleas, a organizarse en los lugares de trabajo, buscar
la coordinación cuando se salga a la lucha, al tiempo que
ver la forma de imponerles a los dirigentes de la CGT y la
CTA la realización de un paro general contra las
suspensiones y los despidos.
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La crisis económica mundial está pegando con fuerza en
nuestro país. Renault, que despidió 350 trabajadores sólo
días atrás, mantiene suspendidos a los restantes 1.000 de
su planta de Santa Isabel (Córdoba). Esto ocurre desde el día
17/11 y se extenderá a lo largo del 18, 19, 20, 21, 24, 25,
26, 27 y 28 de noviembre, así como el 1, 23 y 26 de
diciembre. Durante esos días, los obreros cobraran sólo el
70% de sus salarios. En Villa Constitución, Acindar informó
que anticipará las vacaciones de sus empleados para
comenzar el 1º de diciembre y hasta el 31 de enero. Además,
señaló que la caída estimada de las ventas del 15% para
el 2009 podría causar “la disminución de 4 a 3
turnos”. Fiat adelantó el período de receso anual de su
personal, 3.200 trabajadores, a partir del 9 de diciembre
“a la espera de la evolución de Brasil”. Volkswagen de
Córdoba despidió a 200 trabajadores eventuales y,
supuestamente, a 168 le “reasignarán tareas”. Iveco
decidió paralizar su producción durante dos días por
semana hasta fin de año con pagos al 75%. En General Motors
(Santa Fe) subsiste la situación de 436 despedidos, de los
cuales la empresa pretende que la friolera de 300 compañeros
efectivos queden en la calle. La crisis también está
pegando en el neumático. Pirelli despidió a decenas y
decenas de contratados y efectivos en las últimas semanas.
En el caso de Fate, han comenzado las suspensiones de un día
por semana al 75% y, a la brevedad, se concretizará el
adelanto de las vacaciones.
Es claro que si ésta es la realidad en las grandes fábricas,
sólo basta imaginarse lo que estará ocurriendo en el resto
de las industrias y sectores económicos. Esto por no hablar
del universo de trabajadores contratados, eventuales, por
agencia o simplemente en negro, verdaderos “parias” cuya
situación atañe –ni más ni menos– que al 45% de toda
la fuerza laboral del país.
Empresarios y gobierno: que los trabajadores paguen la
cuenta de la crisis
A lo largo y ancho del país campea la reducción de horas
extras, el cierre de turnos, las suspensiones, las
vacaciones adelantadas y los despidos; despidos que ahora
comienzan a afectar a los mismísimos planteles efectivos
como está mostrando el caso de General Motors. Esta situación
implica una profunda modificación respecto de la
situación laboral de los últimos años; es decir, respecto
de la recuperación del empleo que actuó como enorme factor
de estabilización post-argentinazo del 2001.
Precisamente, la escalada de suspensiones y despidos, y los
temores respecto de la “paz social”, es lo que ha
abierto una creciente discusión política: empresarios,
gobierno K y dirigentes sindicales se han enfrascado en una
querella alrededor de qué hacer con los mismos.
Para la UIA, las cosas están meridianamente claras: dicen
que “no les gusta despedir”... pero cuando “no hay más
remedio”, hay que dejarlos correr. Sostienen que cualquier
medida que se quisiera tomar cercenaría sus “derechos de
contratación” y sería “contraproducente: sólo traería
mas incertidumbre”.
¿Cuál es la lógica que opera detrás de este argumento?
Es muy simple: como si de una “ley de la naturaleza” se
tratara, las patronales pueden dejar en la calle a miles y
miles de trabajadores porque así lo establece el respeto a
la ley del mercado y la propiedad privada ¡Contratar y
despedir trabajadores es un “derecho” de los empresarios
que no puede ser limitado por ninguna prohibición!
Al mismo tiempo, dan otro argumento, éste más “pragmático”:
si no se les permite despedir, a la postre sería peor,
porque las empresas se verían obligadas a, lisa y
llanamente, “bajar la persiana dejando a la totalidad del
personal en la calle”... Pero esta argumentación tiene un
“pequeño” problema: tanto a lo largo de la década del
’90, como luego del “interregno” de la crisis a
principios de los 2000, las patronales obtuvieron ganancias extraordinarias,
se hicieron de un verdadero “colchón” de dinero con la
explotación obrera. ¿Por qué no son ellas las que
“sacrifican” ahora ese colchón afectando parte de estas
inmensas ganancias al servicio de no dejar en la calle a
miles y miles de trabajadores? Está claro que no se trata más
que de un chantaje para garantizar que seamos los
trabajadores, y no los empresarios, los que paguemos la
cuenta de la crisis.
Veamos ahora qué pasa del lado del gobierno
“progresista”. En el fondo, los K comparten, punto por
punto, el argumento de los empresarios. Por boca del jefe de
gabinete, Sergio Massa, han salido a rechazar el planteo de
duplicar o triplicar la indemnización por despidos. Mucho
menos aceptan que los mismos sean prohibidos. Sólo están
hablando de instrumentar “soluciones prácticas”...
¿En qué consisten estas “soluciones prácticas”? Por
decirlo de alguna manera, tienen un claro “sello de
clase”:
su objetivo no es evitar la degradación de las condiciones
de vida y empleo de la clase trabajadora, sino ayudar a
los empresarios mediante la puesta en práctica de
variados instrumentos: desde los “procedimientos de
crisis” (suspensiones al 75% y despidos al 50%); el
“subsidiar” parte de los salarios; tomar medidas de
“proteccionismo” comercial; rebajas impositivas para
determinadas industrias, etc., etc. Como informa La Nación
(17-11-08): “Para enfrentar la crisis del sector
automotor, el gobierno impulsará medidas pro-activas que
podrían incluir la entrega de algún tipo de subsidio a las
terminales. Sergio Massa admitió que ‘no es momento para
distribuir el ingreso sino para cuidar la actividad económica
y el empleo’, aunque descartó una vuelta al sistema de
doble indemnización para evitar despidos”. Linda
manera de “cuidar el empleo”...
Es decir, el gobierno defiende medidas que sólo apuntan a
favorecer a los empresarios. Sólo “indirectamente” se
“favorecería” la manutención de los niveles de
empleo... De la doble o triple indemnización, de la
prohibición por ley los despidos, o de la reinstalación de
los que ya hayan sido dejados injustamente en la calle, ni
hablar: eso afectaría los derechos propietarios, a la
ley de la oferta y la demanda propia del capitalismo, a sus
amigos empresarios.
Los dirigentes sindicales: curándose en salud
A todo esto, ¿qué opinan la CGT y la CTA? Como es público
y notorio, ambas centrales han dado un vuelco de 180
grados en las últimas horas. Días atrás todavía se
podía escuchar cómo Hugo Moyano defendía a capa y espada
que aquí “no pasaba nada”, que la situación estaba
siendo “exagerada por los empresarios y los medios”, que
“no se veía por ningún lado suspensiones ni despidos
masivos”. En ese marco, había archivado la exigencia de
reapertura de las paritarias, la compensación salarial de
fin de año y el reclamo de retorno de la doble indemnización.
Por su parte, a la CTA, tampoco se le había escuchado ningún
planteo de conjunto frente al problema de las suspensiones y
despidos. Por ejemplo, en el SUTNA, y muy suelto de cuerpo,
Pedro Wasiejko acaba de firmar suspensiones al 75% para los
compañeros de FATE sin siquiera dignarse a consultarlos.
¿Qué es lo que ha pasado para que esto se haya dado
vuelta? ¿Cómo es que ahora, tanto la CGT como la CTA, han
comenzado a hablar del tema? El fallo de la Corte sobre
“libertad sindical” (ver nota aparte) y la presión al
gobierno para que restrinja sus efectos lo más posible, es
una razón en el caso del camionero. Pero esto vale para la
CGT y no para la CTA que salió a festejarlo.
La razón de fondo hay que buscarla, entonces, en otro
lado: el rápido deterioro de la situación social
eventualmente está encendiendo una señal de alarma
ante la eventualidad de que, próximamente, comiencen a
desarrollarse durísimas luchas que terminen desbordando a
los dirigentes.
Como para curarse en salud, la CGT produjo entonces un giro
en redondo y ahora amenaza con presentar un proyecto de ley
en el Congreso que podría contener la prohibición de los
despidos para los que ya están empleados (pero no para los
nuevos empleos...) entre otras medidas. Por su parte, la CTA,
haría lo propio con uno de su autoría, y está hablando de
convocar a una marcha contra los despidos para comienzos
del mes que viene.
Lo primero que hay que hacer, entonces, es exigirles e
imponerles que pasen de las palabras a los hechos: que no se
trate de otro capítulo más en el habitual toma y daca con
gobierno y empresarios a la que acostumbran estos burócratas:
¡ambas centrales deberían convocar a una movilización
multitudinaria y un paro general para imponer la inmediata
prohibición a los despidos y que los patrones paguen la
crisis!
Prepararse para un verano caliente
Hasta ahora, al gobierno, los empresarios y los dirigentes
sindicales venían “administrando” la crisis. Mediante
el corte de horas extras, vacaciones anticipadas,
suspensiones y despidos, todavía no se han desatado
conflictos de verdadera envergadura. Pero, ahora, la situación
podría estar comenzando a cambiar: el debate
nacional que sé está abriendo alrededor de la situación
laboral puede estar expresando una anticipación del
salto en la conflictividad social que se puede venir.
Aunque de manera todavía controlada, está el ejemplo de
la multitudinaria movilización de los obreros mecánicos
del SMATA el pasado lunes 11 de noviembre. Hace rato que
no se veía la fuerza de 10.000 obreros industriales en
pleno centro de la ciudad. Compañeros de Volkswagen, Ford,
los jóvenes obreros de la Toyota, de varias autopartistas,
de decenas de concesionarias, etc. Una importantísima
marcha que a pesar de estar controlada, mostró el poder
y el entusiasmo que exhibe la base obrera (y, sobre todo,
las jóvenes generaciones) cuando se encuentra luchando toda
junta.
También, y por la negativa, el nefasto rol de la
burocracia sindical, que reprime, contiene y administra la
fuerza que muestran los trabajadores cuando salen a la
lucha: es cómo que los “sacan a pasear” sólo muy de
vez en cuando: ¡no vaya a ser cosa que se sientan
fuertes y desborden a los dirigentes poniendo contra las
cuerdas a patronales y gobierno!
Sin embargo, es precisamente este “control” de la
situación de la base obrera por parte de la burocracia la
que va a ser puesta en cuestión en los próximos meses. Por esto es que la CGT y la CTA quieren “curarse en
salud”. Porque ante la dinámica imparable de la crisis
mundial, a la vuelta de las vacaciones lo que va a ocurrir
es una prácticamente inevitable ola de enormes despidos,
ahora ya entre el personal efectivo, es decir, entre el núcleo
de trabajadores de las empresas, como ya sé está
anticipando con el caso (testigo) de General Motors en
Rosario.
Porque las medidas tomadas por los empresarios hasta el
momento, son para evitar la acumulación de stocks; pero si
la recesión mundial continúa y se profundiza, como parece
ser lo más probable, entonces las patronales van a tomar
medidas de cirugía mayor. Como dice al comienzo de
este artículo un empresario textil: van a despedir cuando
“no tengan más remedio”...
Ni hablar del panorama que se va a terminar enfrentando, si
como parece cada día más probable, las tres grandes
automotrices norteamericanas se terminan declarando en
quiebra.
Esto afectará no solo a sus terminales aquí, sino también
en el Brasil, mercado con el cual Argentina está tan
conectada, así como a siderúrgicas, autopartistas, e
incluso lo que ya se está viviendo alrededor de la
industria del cuero.
Cuando esto ocurra, a los trabajadores, como se dice
popularmente, se les va a terminar de caer la ficha: ya no
funcionará ese típico mecanismo por el cual el compañero
se ilusiona qué por alguna mágica razón “a él no le va
a tocar”. Tampoco el displicente control que exhibió la
burocracia mecánica en la movilización del 11... Pueden
venir grandes luchas y con desborde de los dirigentes: ¡el
verano se puede poner bien caliente! Para eso hay que ir
preparándose desde ahora empezando a realizar asambleas,
impulsando la organización independiente del activismo, la
coordinación efectiva de los que salgan a luchar, medidas
como marchas y cortes de ruta, y estando incluso dispuestos
a la ocupación de las plantas donde se pretenda despedir
masivamente. Y junto con esto, aprovechando la actual
y tremenda crisis capitalista para hacer avanzar la
conciencia de fracciones de vanguardia de los trabajadores
en la perspectiva del poder obrero y el socialismo.
En estos mismos momentos está en curso el que podría ser un verdadero caso
testigo: los 436 despidos en General Motors de
General Alvear, provincia de Santa Fe. Porque en este
caso, no se trata ya de “meramente” compañeros
contratados: la empresa pretenden despedir 150
efectivos, muchos de ellos por ser los que “participan
activamente en asambleas gremiales” y efectivizar 80
contratados... ¿Por qué decimos que éste es un caso
testigo? Bueno, precisamente porque aquí se está
pasando una importante raya al pretender despedir una
importante porción de compañeros parte del núcleo
central de la empresa.
Ver nota aparte.
Las automotrices están con muchas dificultades en el orden mundial. La
restricción de los créditos ha impactado de lleno
sobre el mayor bien de consumo durable. Y no se trata sólo
de la eventual quiebra de las automotrices yanquis. En
Europa la producción ha caído dramáticamente. En
nuestra región, la gran productora es Brasil: 3.3
millones de autos al año, lo que la convierte en uno de
los mayores mercados en el ámbito mundial. Y claro, su
evolución impacta directamente en nuestro país, que
exporta casi de la mitad de su producción anual
(alrededor de 600.000 unidades) a ese país.
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