Carta
abierta al PO, al PTS y a las organizaciones sindicales,
movimientos sociales, estudiantiles y compañeros clasistas
e independientes.
¡Pongamos
en pie un bloque de
independencia de clase!
Días
atrás en Página 12 salió una nota dedicada a la
izquierda; básicamente, la misma se consagra a las
posiciones del MST, el PO, el PTS y el Nuevo MAS frente al año
que se inicia (se la puede consultar en www.mas.org.ar).
Dicho artículo nos ha servido a modo de “disparador”
para esta Carta Abierta en la cual estamos llamando a la
formación de un frente único de clase para enfrentar las
exigencias del año que se inicia.
Está
claro que probablemente esté arrancando un año
histórico para la lucha de clases mundial. La depresión
en la que se está sumiendo la economía del mundo y la
ruptura de los equilibrios entre estados y clases sociales
que la misma está suponiendo han abierto una
nueva situación mundial. Se podría estar frente a la
eventualidad de grandes sucesos de la lucha de clases pero
ahora en los países centrales del capitalismo. Algo sin
precedentes en las últimas décadas y que requiere de una
respuesta específica tal cual planteamos desde nuestra
corriente internacional Socialismo o Barbarie alrededor de
la necesidad de
realizar una Conferencia Internacional de las corrientes
marxistas revolucionarias para comenzar a articular una
respuesta de conjunto a la misma; propuesta que desde ya está
dirigida, en nuestro país en primerísimo lugar a los compañeros
del PO y el PTS.
Esta
misma crisis está comenzando a impactar en Latinoamérica y
en la Argentina. Este proceso está recién en sus comienzos
y ha comenzado a golpear en países de inmensa importancia
como Brasil donde empieza a haber despidos en masa. Y cuando gobiernos,
patronales y burocracias sindicales como las de Argentina se
interrogan acerca de qué harán cuando –ante la
profundización imparable de la crisis– se
vean “obligados” finalmente a producir despidos lisos y
llanos entre el personal efectivo de las diversas fábricas
y lugares de trabajo.
En
la Argentina es evidente que la crisis mundial introduce una
clara ruptura de
uno de los principales pilares del equilibrio y la
estabilización del país de los últimos años: él
crecimiento económico a “tasas chinas” y la importante
recuperación del empleo aun en condiciones de flexibilización
laboral y aguda división entre efectivos y contratados. Esto
se terminó. Esta es la primera y más importante
tendencia que está impactando sobre el país como un todo y
que apunta a la eventualidad de que en algún punto en las
próximas semanas o meses emerja un renovado ciclo de lucha entre los trabajadores con centro en
el proletariado industrial. Perspectiva para la cual
posiciones ganadas como las del Subte, el SUTNA San
Fernando, Zanon, los SUTEBAS recuperados, el Hospital
Garraham y otras podrían adquirir toda su estratégica dimensión.
Pero
junto con la tendencia anterior, que digamos viene desde el
mundo hacia el país, hay otra tendencia que está en curso:
la división que se ha producido en las alturas entre el
gobierno K y la fracción agraria de la burguesía, a la que
se le ha adosado la oposición patronal y que desde
hace ya un largo año viene monopolizando –con sus
posiciones neoliberales– la oposición al decadente
gobierno de los esposos Kirchner.
Esta
problemática tiene su gran importancia dado que ha sido
consecuencia de un proceso anterior: el rol de Néstor
Kirchner en sacar de escena al movimiento de masas que venía
en ascenso (más allá de sus debilidades estructurales) a
partir del Argentinazo del 2001. Este gran logro burgués de
los K generó, por así decirlo, un “vacío” político
que terminó siendo
llenado por el movimiento social conservador de la patronal
agraria y por la emergencia de una oposición patronal de
derecha al gobierno K.
Es
decir, es cómo que el país esta sometido a dos
tendencias contradictorias; una, que tiene que ver con
la crisis que viene desde la economía mundial y que apunta
a hacer saltar por los aires uno de los últimos pilares de
la estabilidad K; otra, que tiene que ver con la dinámica
política del país del último año donde no
es la clase obrera la que viene capitalizando la decadencia
K, sino una oposición burguesa con marcados rasgos
reaccionarios; oposición burguesa que está de espaldas a
la dinámica de la crisis mundial, pero no por esto ha
dejado de ser una
formidable mediación sacando de escena las reivindicaciones
y proyección de la clase obrera en la vida política
nacional.
No
somos estúpidos. Estamos hablando aquí no de un problema
meramente electoral, sino de un problema político global. En él señalado artículo en Página
12 señalábamos el hecho de cómo Alberto Piccinini, en
oportunidad de la lucha de Paraná Metal, había corrido a
pactar con la FAA del derechista Eduardo Buzzi la realización
del corte de ruta decidido por los obreros de la fábrica
como un corte “conjunto” de la ruta Buenos Aires-Rosario
de manera tal de evitar
que el mismo fuera una acción obrera independiente de todo
sector patronal.
En
el mismo sentido, días atrás en Armstrong la historia se
ha repetido: trabajadores metalúrgicos de empresas de
maquinaria agrícola salieron a cortar la ruta de la mano de
“productores” rurales.
Es decir, tanto el oficialismo (incluyendo la CGT y
parte de la CTA) como oposición (incluyendo el otro ala de
la CTA) trabajan para
subordinar las luchas y la cabeza de la clase obrera detrás
de uno u otro sector patronal. No hay como negar o
desestimar esto.
Sin
embargo, efectivamente es un hecho que la “taba” se podría
dar vuelta. Es que en la medida que la crisis termine
pegando de lleno en nuestro país (la cosa comienza a ir
para ese lado), toda la situación de la clase obrera podría
darse vuelta y emerger un renovado proceso de lucha.
Para eso hay que irse preparando interviniendo en las luchas
en curso como la de los obreros de Massuh en la zona sur del
gran Buenos Aires o IVECO en Córdoba, o como la de los
docentes en más de 15 provincias.
Esta
tarea, que es la primera que está planteada en el año,
tiene dos vectores: él de la lucha contra las suspensiones,
los despidos y por el salario; el proceso de libre
organización de la clase obrera que tuvo últimamente uno
de sus momentos culminantes en el plebiscito realizado por
la formación de un nuevo sindicato entre los compañeros
del subterráneo de Buenos Aires.
Sin
embargo, subsiste una aguda contradicción que no hay como
esconder (como la mano que intenta tapar el sol) con
argumentos del tipo que “falta mucho para las
elecciones” (PO) o que “el eje son las luchas” (PTS).
Lo que viene más atrasado del proceso de recomposición de
la vanguardia obrera de nuestro país es la carencia de toda perspectiva política independiente.
Como
hemos mostrado con el ejemplo de Paraná Metal, no se trata
de un problema meramente “electoral”, sino de un perentorio
problema político cuando las reivindicaciones de la
clase obrera se pretenden poner bajo siete llaves; cuando el
único problema del país parece ser él de los
“productores agrarios” y sus problemas de
“rentabilidad”;
cuando uno u otro sector patronal se esfuerzan por subordinar a la clase
obrera como furgón de cola de uno u otro proyecto burgués.
Tan
complejo es el problema anterior, que él año pasado,
alrededor del conflicto del campo, la
misma izquierda se dividió dramáticamente. Sectores
enteros como el PCR-CCC y el MST capitularon a la fracción
agraria de la patronal (otros ya venían siendo cooptados
desde años atrás por los K). Incluso ahora se habla de que
la CCC se sumaría al “armado” de Carrio; mientras
tanto, el MST hace vergonzosamente
parte del proyecto de “reforma política” burguesa de la
oposición. En este contexto no es casual que esta
organización diga que la cuestión del campo “no debería
ser un factor de delimitación al interior de la
izquierda”…
Desde
el nuevo MAS opinamos lo contrario: no
hay unidad posible con aquellos sectores que han renunciado
a la independencia de clase de los trabajadores, que los
confunden o arrastran detrás de algún bloque patronal con
tal de sacar algún votito más. Esto lo señalamos
–sobre todo– por los compañeros del PO, los que al ver
que el MST es despreciado por la centroizquierda (a la que
le viene haciendo dulces llamados hace un largo año) quizás
se ilusionen con un frente con esta organización (esto sí
sería realmente electoralismo puro y duro).
Opinamos
que la izquierda independiente debe tener una doble
orientación a lo largo del año, dos planos íntimamente
combinados desde ahora mismo: él
impulsar con todo el proceso reivindicativo que todavía tímidamente
comienza a emerger conjuntamente con la extensión de la
libre organización independiente de sectores de la clase
obrera, al tiempo que la lucha por la conformación de un
polo político de frente único independiente de ambos
bandos patronales.
Esto
no quiere decir forzar acuerdos tácticos a la hora de las
luchas (en este plano hay muchísimas diferencias entre
nuestras tres corrientes); pero sí al menos pelear de
manera conjunta porque estas se expresen, emerjan y se
desarrollen de manera independiente
como expresión del poder socio-político de los
trabajadores y no detrás de alguna movida patronal tipo la
de Piccinini-Buzzi en Paraná Metal.
Junto
con lo anterior, el pelear de manera conjunta por romper
el monopolio gobierno K-oposición campestre patronal
(en sus diversas versiones desde la centro derecha hasta la
centro izquierda incluyendo la CCC y el MST) de la vida política
del país, expresándose esto también en un bloque común
en las próximas elecciones.
En
la señalada nota de Página 12 (y también las últimas
editoriales de su periódico) los compañeros del PO aducen
que todavía “falta mucho para las elecciones”. En el
caso del PTS, lo que se ve es una deriva auto-proclamatoria
que no se sabe en que bases materiales se apoya y que podría
terminar estrellándolos contra la pared. Hablan de “la
construcción de un partido en común”; pero siempre les
ha resultado imposible dar un paso previo concreto en esa
dirección.
Desde
el nuevo MAS somos claros, frente a la polarización
patronal: hace falta
desde ahora mismo formar un bloque de clase. Esta es una
necesidad política del momento, no una mera necesidad
electoral, aunque las elecciones como tales también van a
tener su importancia y no hay porque negar esto de manera
infantil.
¿Y
si no se llega a las elecciones? o, en todo caso, más
probablemente, cambiara todo porque cayera el gobierno de
Cristina incluso antes de octubre. Pues muchísimo mejor:
construiremos juntos los organismos de poder de los
trabajadores. O, en su defecto, constituiremos un bloque de
clase que no sólo sea de vanguardia –como es la
posibilidad en las actuales condiciones– sino que pueda resultar un punto de referencia para franjas de las masas
más allá del salto que pudiera haber en el proceso de
recomposición.
Pero
lo que no se puede hacer es responder a esta problemática
de manera infantil o sólo mirando (y con lentes de aumento)
el propio ombligo. El Nuevo MAS deja sentada con esta carta
abierta claramente sus posiciones frente a la vanguardia
obrera, estudiantil e intelectual. Los compañeros del PO y
el PTS tienen la palabra.
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