La sinuosa negociación campo-gobierno K
Buscando acordar ante la crisis
Por Manuel Rodríguez
Presionados por sus bases e intentando no romper la unidad
que tantos frutos le trajo, los dirigentes de la Mesa de
Enlace están recorriendo un camino de doble vía. Por un
lado, buscan lograr en la mesa de negociaciones con el
gobierno aspectos “reivindicativos” concretos; por el
otro, la ida es lograr sus puntos “programáticos”
liberales más sentidos en el parlamento: la eliminación de
las retenciones a la soja y la libre apertura exportadora.
Por su parte, el gobierno, ha hecho en estos días lo
habitual: poner el
grito en un lado y los huevos por el otro. Es decir,
raquítico y debilitado, sin veleidad alguna de tomar
realmente medidas “nacionalizadoras” del comercio de
granos tipo el IAPI o Junta Nacional de Granos del viejo
peronismo (no tiene fuerza para hacerlo ni verdadera vocación,
se trata sólo de bravuconadas), lo único que busca es
bajar los decibeles de un conflicto que lo está horadando
políticamente y que lo deja desguarnecido frente a la
inestabilidad que viene de la mano de la profundización sin
límite de la crisis mundial.
Cuando la crisis manda
En el contexto de la crisis que llega, la dirección del
“ruralismo” –como representación patronal que es–
está tratando de evitar
desbordes desestabilizadores de la situación en su
conjunto tipo nuevos cortes de ruta o el desencadenamiento
de un conflicto liso y llano como en el 2008. De ahí la
mesa de negociación con los K y el intento de hacer pasar
su programa liberal por la vía parlamentaria, amén de
prepararse para participar en las elecciones de octubre próximo.
Es que la crisis mundial está llegando al país, y por lo
tanto, al “campo”. No se trata tanto ahora de la “sequía”
a la que la Mesa de Enlace utiliza más bien como excusa,
sino que la debacle del capitalismo internacional ha puesto
en cuestión los
precios y renta extraordinaria de las commodities que él
campo exporta y a las que se habían acostumbrado cual
don de la naturaleza.
Ni tampoco bajo el contexto de la crisis mundial, la
dirigencia campestre quiere ser quien con su enfrentamiento
con el gobierno K termine ampliando la grieta entre los de
arriba y produciendo un desborde por intermedio del cual otros
actores sociales podrían traer otros reclamos y llevar las
cosas a otro plano. Mal se las verían con el resto de
su clase capitalista las patronales del campo, si, con su
movilización, contagian
al resto de las clases a hacer lo mismo.
De el otro lado de la mesa, es evidente que el gobierno K,
conjuntamente con las patronales y burocracias sindicales,
están cada vez más pendientes frente a la eventualidad de
la crisis y el peligro de “desestabilización social”
que significarían despidos masivos, un retraso mayor de los
salario y el constante aumento de la carestía de vida.
Diálogo complicado
Por estos motivos, ante el pedido del gobierno y el inicio
de negociaciones, la Mesa de Enlace levantó el plan de
lucha, prometiéndosele una reunión con Cristina (Clarín
14 de Febrero). Imaginando en esto un momento de fuerza
propia más que la fuerza de la crisis, los K autorizan a
Verbitsky a “develar” en la edición del 15 de febrero
del boletín oficial parelo, Página 12, las negociaciones
secretas que el ministro de Planificación De Vido mantenía
con el dialoguista presidente de la Sociedad Rural, Biolcati,
sobre… el paquete de medidas que el gobierno venían
prometiendo públicamente desde diciembre, ¡vía el mismo
Verbitsky y Página 12!
Tal jugarreta cayó muy mal y enturbió efectivamente las
negociaciones en curso, lo que repercutió en la primera
reunión del martes 24 entre ruralistas y el gobierno.
Siguiendo con su agenda, y para no perder la oportunidad de
la marcarle la cancha al gobierno, al día siguiente de la
reunión, la Mesa de Enlace acude una audiencia-agasajo en
el Congreso Nacional invitada por las oposiciones
patronales. La oposición prestó la tribuna para darle plafón
a los reclamos de los ruralistas y sus planteos de economía
de mercado neoliberal y libre comercio. Una foto de
doble conveniencia: los opositores se muestran con la nueva estrella de la política
nacional y los ruralistas muestran el “quórum” político
(también medible en votos/encuestas) que tienen sus egoístas
intereses.
Tal fue el desagrado que generó esta combinación para el
gobierno, y encima en un escenario tan sentido como el
propio Congreso nacional, que hizo circular el rumor de que
se iba a estatizar el comercio exterior de granos…
Los límites de las palabras
“¡Vuelve el IAPI!” Seguro que más de un nostálgico
del nacionalismo burgués afín al kirchnerismo, de esos que
hoy se encuentran en extinción, se puso a saltar de júbilo.
Pero con el correr ya no de los días, sino de las horas, el
rumor se fue deshilachando.
Lo que comenzó con el monopolio del comercio exterior de
los granos, pasó a ser luego un ente mixto regulador de
precios, para después dudarse de la existencia misma del
proyecto, luego de las declaraciones del ministro del
interior, Randazzo.
¿El kirchnerismo estatizando el comercio exterior? ¡No!
Si ni el peronismo y su Instituto Argentino para la Promoción
del Intercambio impusieron el monopolio del comercio
exterior, sino más bien intervinieron para apuntalar la
renta y acumulación de diferentes sectores capitalistas (¡incluso
la renta agraria!).
El nacionalismo burgués, por definición, tomará medidas
contra uno u otro capitalista o mismo tal o cual
imperialismo, pero
siempre en función del desarrollo del capitalismo local (público
o privado) y/o de algún imperialismo amigo. ¿Qué se
puede esperar entonces de un gobierno con un desgaste
imparable y que día a día va perdiendo apoyos tanto
parlamentarios como políticos y sindicales? Si ni en lo más
álgido del conflicto, el año pasado, el gobierno puso en
juego semejantes medidas de nacionalismo burgués ¿Por qué
habría de hacerlo ahora? No está en sus planes ni puede
hacerlo: no tiene una base social movilizada, ¡si apenas
tiene base social!
En el caso de que el kirchnerismo atisbe a acortar la
distancia entre el cacareo y los huevos, se creará una
nueva EnArSA, algo como una nueva empresa fantasma estatal
(o mixta) de intervención en el mercado de grano dedicada a
asegurar algunos negociados y servir para los discursos y
fechas patrias como ejemplo de “nacionalismo” y proyecto
de desarrollo…
Acuerdo
anti-crisis
En el contexto que venimos señalando, el martes 03 de
Marzo Cristina finalmente se reunió con los ruralistas y le
puso su firma al bendito acuerdo que se venía gestando
desde diciembre. Claro que no es todo lo que el campo
quiere, esto es, libre juego de la oferta y la demanda, y más
subsidios, más subsidios y más subsidios; de ahí la
bronca que se expresa en sus “bases” y en opositores
neoliberales como Carrió y Morales.
El gobierno busca aparecer serio, dialoguista y reflexivo,
cuando en realidad lo que pasa es que está preocupado y
bastante solo a la hora de enfrentar lo que pareciera ser la
más fenomenal crisis del capitalismo en cien años. De ahí
que le sea imprescindible sumar al campo en el enésimo
intento de Pacto Social, esta vez llamado “Consejo Económico
y Social”, con la insistencia de hacerlo por parte sus ya
no tan amigos de la UIA.
Si bien en estos momentos el gobierno no parece contar con
el apoyo explícito
de ningún sector patronal en particular, no está solo en
compartir esta preocupación. Frente al conflicto ruralista,
la Asociación Empresaria Argentina, que nucléa a la plana
mayor de la burguesía argentina alistada en título
personal, expresó brevemente en un comunicado del 23 de
febrero la necesidad de un acuerdo entre el campo y el
gobierno de cara a la crisis mundial. Simple, concreto y
contundente.
A todo nivel los actores sociales y políticos se preparan
ya sin dudas a enfrentar las consecuencias de la crisis
capitalista mundial. Los partidos de la izquierda clasista
no podemos estar ajenos: es
nuestra responsabilidad poner en pie un bloque de clase
desde los trabajadores para que la crisis no la paguen la
clase trabajadora y el pueblo.
|