Cuba
Las
coordenadas nacionales e internacionales de
la crisis
Por Roberto Ramírez
En el artículo “Cuba ante una encrucijada” (revista SoB Nº
22) analizamos extensamente las complejas contradicciones
que enfrenta la isla.
Una combinación muy especial de factores –desde la aún restante legitimidad
de la Revolución de 1959 hasta la estúpida política
del “todo o nada” que jugó el imperialismo
yanqui– determinó que Cuba, excepcionalmente, no siguiese
el camino de la restauración capitalista que transitaron
desde fines de los ’80 la URSS, China y el resto de los países
que se decían “socialistas”.
Pero, en los últimos años, las tensiones y contradicciones internas y
externas se han venido incrementando. Cuba superó la catástrofe
del “período especial” y fue registrando un importante
crecimiento en los últimos años. Sin embargo, esto se
tradujo finalmente en un aumento cualitativo de las
desigualdades, que está en la base de una desmoralización
social y pérdida de legitimidad del régimen, en
especial frente a las nuevas generaciones.
Por eso, las presiones restauracionistas volvieron a ser más fuertes que
nunca, a través de dos variantes: 1) la que
siempre auspició desde Miami la
burguesía cubano-norteamericana y su sponsor, el
imperialismo yanqui: el de un colapso político-social
del régimen. 2) la de una restauración “a la
China”: la casta burocrática que administra el estado
cubano, encabezada por los especialistas militares que
administran los principales sectores de la economía,
marcharía, en primera instancia, hacia un capitalismo de
Estado... bajo el cual se irían cobijando formas de capital
privado.
Pero ahora, en
este cuadro se cruzan los dos nuevos factores que señalamos: la crisis mundial
y el posible cambio de la política de EEUU hacia
Cuba.
• La crisis mundial tiene efectos contradictorios.
Por un lado, significa una profunda deslegitimación del
capitalismo, sobre todo en su versión neoliberal.
Configura una situación opuesta a la de
1989-91, en los tiempos del “Muro de Berlín”, donde el
capitalismo, en especial el de EEUU, resplandecía como el
sistema “exitoso” ante el fracaso del “socialismo”.
Pero la crisis mundial tiene también
otra cara: puede impactar muy negativamente en
la economía cubana, en varios aspectos: los ingresos del
turismo, de las exportaciones de materias primas como el níquel
y, además, por la caída de los precios del petróleo,
afectar seriamente a Venezuela, que viene siendo un punto de
apoyo fundamental.
• Sin embargo, es un fenómeno
político –el giro esbozado por Obama en relación
a Cuba– el que podría tener asimismo impactos notables, a
mediano o largo plazo.
Como lo reconocen no sólo los demócratas sino también figuras importantes
del partido Republicano, la política del “todo o nada”
y de lograr el colapso de Cuba mediante el bloqueo ha sido un
completo fracaso. Por otra parte, es evidente que si los
imperialismos de EEUU y Europa hubiesen actuado así en los
años ‘90 frente las burocracias de la URSS, China y demás
países “socialistas”, difícilmente habrían logrado su
“reabsorción” por el capitalismo mundial.
Ahora Obama ha abierto el juego hacia Cuba. En vez del fracasado
“todo o nada”, anuncia un aflojamiento del bloqueo. Por
el momento, esto es sólo una señal para tender cables: el
propósito evidente es abrir negociaciones con la
burocracia cubana, sin exigirle previamente la
“rendición incondicional” como hacían Bush y los
anteriores presidentes.
En esto, ya estaría jugando la mediación de otros gobiernos
latinoamericanos, en primer lugar, el de Lula.
Una primera respuesta oficiosa pero favorable la ha dado la ministra
cubana de Justicia, María Esther Reus. En Ginebra, al
reunirse el Consejo de Derechos Humanos de la (ONU), declaró
que “el gobierno de Cuba tiene expectativas en el nuevo
gobierno de EEUU presidido por Obama” y que “espera que
podamos responder colectiva y efectivamente a esas grandes
expectativas...” (AFP, 03/03/09)
Si llegara a abrirse realmente una nueva política del
imperialismo yanqui hacia Cuba, esto también va a
determinar en la burocracia una nueva política hacia
EEUU.
Las tendencias restauracionistas que operaron y operan en la burocracia
cubana (como en el resto de las burocracias
“socialistas”... que terminaron pasándose al
capitalismo), siempre estuvieron en grave contradicción con
las exigencias de Washington de regresar al sometimiento
colonial de la isla (con un gobierno “de transición”
nombrado a dedo por Washington) y, además, devolver la
propiedad nacionalizada a la burguesía
cubano-norteamericana de Miami y las corporaciones yanquis.
Si EEUU deja de lado estos disparates y además comienza a
levantar el bloqueo de la isla, veremos hasta dónde la
burocracia cubana resistirá las presiones para una
“asociación” con capitales estadounidenses (como ya la
tiene con las corporaciones europeas y canadienses). En todo
caso, vistos los antecedentes del resto de las burocracias
“socialistas”, no apostaremos un centavo a sus virtudes
anticapitalistas.
La única alternativa segura frente al peligro de restauración
en Cuba, es que sea la clase obrera cubana y no la
burocracia la que lleve la riendas.
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