El significado del adelantamiento
electoral
Balanceándose
cerca del abismo
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Poner en pie un bloque de clase
Las tareas de la izquierda revolucionaria
De
lo señalado se desprenden de manera clara las tareas de la
izquierda independiente en las próximas semanas o meses. En
el terreno de las reivindicaciones y luchas de los
trabajadores, la tarea es romper
con esta lógica de inercia que lleva a que la clase
obrera sea la que pague la cuenta de la crisis.
En
este sentido, es un ejemplo lo resuelto en la seccional San
Fernando del SUTNA: los compañeros –reflejando una presión
en ese sentido de la base de la fábrica– se
niegan a la maniobra de Wasiejko de postergar la discusión
del convenio de trabajo que vence este mes “para más
adelante”… La revisión de ese convenio antiobrero
hay que hacerla ahora; hay que parar los ataques patronales para
que los obreros paguen la crisis ahora y no esperar a no se
sabe qué y cuándo.
Junto
con esto se coloca un segundo andarivel. Desde estas páginas
hemos venido insistiendo –con toda la
razón que los hechos han demostrado– que era un
error manejarse con la idea de que “para las elecciones
falta mucho”… Un error que desarmó
concretamente de cara a la jugada que los K hicieron.
Sin
embargo, lo importante ahora no es discutir este balance
sino dar pasos
inmediatos en poner en pie un bloque de clase que al
mismo tiempo sirva para dar la batalla en las elecciones que
se avecinan desde una
perspectiva de intransigente independencia de clase de toda
fracción patronal.
En
este sentido desde el nuevo MAS hemos trazado nuestra
“raya”: nada se puede hacer con corrientes como la CCC y el MST que sólo han
venido yendo a la rastra de la oposición patronal.
Porque
además, como está visto en todos los escenarios de actuación
de la izquierda, esta delimitación es una
necesidad cotidiana. Una durísima batalla hubo que dar
–encabezada por nuestro partido en la Comisión Memoria,
Verdad y Justicia– para simplemente denunciar a la
Sociedad Rural –por su complicidad con la dictadura– en
el documento de convocatoria al acto, cuestión a la que se
siguen negando abiertamente (a estas horas) el PCR-CCC,
seguido por el MST y otros grupúsculos de “izquierda”
menores: ¡Se trata
de un verdadero escándalo! ¡Algo sin precedentes que hay
que denunciar a viva voz! Si para muestra basta un botón...
Reiteramos
entonces la absoluta
urgencia de nuestro llamado al PO, PTS y agrupaciones y
activistas obreros, estudiantiles e intelectuales de poner
en pie de inmediato un bloque de izquierda por la
independiente de clase.
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El
pasado viernes 13 de marzo Cristina anunció formalmente el
adelantamiento de las elecciones. Con esta audaz iniciativa
política que nadie en la oposición esperaba, los esposos K
pretenden conjurar
varios fantasmas. Pretenden realizar las elecciones
antes que impacte de lleno la crisis mundial, retomar la
iniciativa frente a las entidades del campo, evitar una
situación de “crónica de una muerte anunciada” en las
elecciones de octubre. Es decir, una derrota electoral dado
el creciente deterioro gubernamental y la acelerada pérdida
de las bases de sustentación política-social.
“Con
el adelantamiento electoral, el gobierno de Cristina K
acelerará medidas para evitar
la fuga masiva de votos por la inseguridad y por el
eventual desempleo, mientras tanto intentará congelar
los conflictos más tensos, como el del campo y la
prensa –Ley de radiodifusión– para redoblar la apuesta
sobre ellos si obtiene un triunfo en las urnas”.
La
jugada no deja de ser arriesgada: a priori, el gobierno
tiene el número para ganar la votación en el Congreso.
Mejor para ellos. Porque perder los pondría al
borde de la caída como ya ocurrió en oportunidad de la
derrota de la 125 en el Senado.
Todas
estas “fintas” en las alturas de la política patronal
confirman una tendencia más de fondo: la delicada
situación gubernamental en la cual el interrogante
acerca de si Cristina podrá terminar su mandato o no, alude
a un problema real.
Cuando
se busca conjurar una confluencia de varias crisis
Los
K adelantan las elecciones en un comienzo del año político
en el que la
“condensación” y confluencia de un conjunto de
situaciones y tendencias económicas, políticas y sociales
críticas, podrían efectivamente
terminar barriéndolos
fuera del gobierno.
Por
un lado, si bien la crisis económica mundial no ha
terminado de pegar de lleno en el país y el deterioro
social está –en cierto modo– todavía
“mediatizado”, todos
los analistas serios están previendo que esto cambiará
radicalmente a partir de mediados de año a más tardar. Ésta
es la primera y más importante tendencia que está
impactando sobre el país y que el adelanto electoral busca
conjurar.
Aquí
operan determinaciones que exceden al propio país. El Banco
Mundial acaba de alertar acerca del próximo impacto de la
crisis mundial en los “países en desarrollo” y ha
remarcado tres elementos. Uno: la retracción del crédito
internacional, lo que sumado al retiro de capitales, dejará
a estos países este año con un déficit
de financiamiento del orden de los 250.000 a 750.000
millones de dólares. Dos: la caída a pique de la
demanda de materias primas, y por tanto del precio de las commodities, con lo que los saldos exportables
también se verán sometidos a una presión extrema. Tres:
el eventualmente dramático incremento
del desempleo como subproducto de la reversión de las
tendencias a la creación de empleo de estos últimos años,
producto el dinamismo del mercado mundial y de las
exportaciones. Este último elemento, supuesto fundamental
de la estabilidad K, lisa y llanamente ha desaparecido de la
escena. Junto con esto, también se indica la presión sobre
los superávits fiscales ahora que estas fuentes de
financiamiento (y de divisas) se están secando.
Entonces,
el primer motivo del adelantamiento electoral busca conjurar
la presión de una situación económico-social que se irá
deteriorando a ojos vista, y aún a pesar del rol
–convicto y confeso– estabilizador
que vienen jugando la CGT y la CTA (que incluso podrían ser
desbordadas por las bases aquí, allá y más allá aún).
En
definitiva, y más allá que esto efectivamente opere como
excusa de parte de los K, no deja de ser un factor de
preocupación real de toda la clase dominante del país: “Lo fundamental es la gobernabilidad’, argumentó cuando le
preguntaron a Néstor Kirchner por la nueva fecha de
elecciones. ‘Se
derrumbó el mundo, estamos ante una situación límite
y no podemos colocar al país en una actitud sucesiva de
elecciones”.
El
factor “campo”
En
segundo lugar, está la división
burguesa en las alturas y la constante presión la
patronal agraria, de la mano de la oposición, que ha
sometido al gobierno. Esta fracción patronal y reaccionaria
es la que hasta ahora, lamentablemente, ha recogido la justa
bronca popular contra el gobierno K. Desde estas páginas ya
hemos señalado (y dado un conjunto de evidencias teóricas
y políticas)
que el modelo que encarnan es una especie de “restauración neoliberal” frente al gatopardismo
“progresista” y vacío de toda veleidad verdaderamente
nacionalista burguesa de los K. Como ejemplo reciente de
esto último, sólo falta recordar la agitación realizada
por los K alrededor de la “estatización del comercio de
granos” cuestión que rápidamente quedó solo en esto: palabras.
El gobierno siquiera se asemeja a un Chávez o un Evo
Morales, gobiernos capitalistas puramente reformistas pero
que se apoyan en una movilización real –encuadrada y no
independiente– de sectores de masas.
El
hecho es que a un año de la derrota de la 125 y ante la
nula vocación –¡al menos reformista “light”!– de
los K y la inexistencia de auténticas concesiones –¡así
sean mínimas!– al movimiento de masas, el
gobierno de Cristina no ha logrado recuperar prácticamente
aire alguno. Sólo se aferra a la “gobernabilidad” y
al hecho que, históricamente, el peronismo es el que ha
tenido el “oficio” (y el aparato…) para controlar al
movimiento obrero, tal como lo sigue haciendo (aunque con
crecientes dificultades desde el punto de vista histórico)
la CGT de Moyano y –en menor medida– de la CTA de Yasky.
Sin
embargo, desde esa derrota de la 125 nunca han logrado
recuperar la iniciativa política: ésta quedó en manos de
los campestres. Así las cosas, ahora está funcionando una
“mesa de negociación” que no impide que las patronales
del campo le estén marcando
permanentemente la cancha al gobierno K. Lo que se les
torna crecientemente necesario, y aún contra su burguesa
voluntad, ya que sus “bases” reaccionarias de
“productores agrarios” se están acercando, montados en
4x4, cada vez más “peligrosamente” al costado de las
rutas.
En
estas condiciones, el gobierno se ha debido tragar eso de
que “no negociaría con cortes de ruta”… Sigue
negociando mientras la tendencia a un nuevo conflicto parece
estar creciendo a vista de todos.
Al
servicio de sacar el conflicto con las patronales del campo
también está –y en un rol protagónico– el
adelantamiento electoral.
Otro
desdoblamiento de los motivos instalados por la oposición
de derecha es el de la “seguridad”. Los “otros
derechos humanos”, como gustan referirse a ellos los
cogotudos reaccionarios. ¡Los que les interesan a los
capitalistas por oposición y en abierta y reaccionaria
descalificación de la histórica lucha por los compañeros
desaparecidos que cumple un nuevo aniversario el próximo
24!
Se
trata de una campaña que es pura
basura, que apunta a las fibras más reaccionarias de
las clases medias y a darle una respuesta que incline la
vida política del país hacia la derecha. De ahí la basura
esa de que “el que mató debe morir” de la farándula
podrida del país, farándula comprometida hasta los huesos
con la dictadura militar y a la que sólo le interesa
asegurar –con alambre de púas– su status social y su
enriquecida ignorancia mientras sirven a pie juntillas al
sistema estupidizando cotidianamente a los televidentes.
Crisis
política en puerta
Entonces
son la eventual confluencia de todas estas tendencias aunada
a la pérdida del apoyo político-social de los K de
importantes porciones de la población los motivos que están
detrás del adelantamiento electoral. Con esta maniobra
estiman llegar menos deteriorados que si las elecciones
fueran en octubre. Y que si por alguna razón salen mínimamente
bien parados, podrían enfrentar en mejores condiciones el
escenario inevitablemente más convulsionado que se viene en
los próximos meses.
En
realidad, ante un escenario de crisis, como es la situación
mundial actual, lo que más le convendría al gobierno y a
la patronal como un todo es poner en pie un
mecanismo de unidad nacional burguesa simultáneamente a la
famosa firma del tan mentado “pacto social”. Sería
lo más coherente, para la clase dominante como un todo, ya
que –como ya hemos señalado en varias oportunidades–
las divisiones entre ellos en las alturas pueden tener su reversibilidad,
en el sentido de que se cuelen por entre sus intersticios
las reivindicaciones y luchas de las masas trabajadoras.
Pero
este volver a cerrar filas a nivel de la patronal –cosa
que se intentó con la actual mesa de negociaciones con el
campo– tiene un problema real y de fondo: cada
vez se ha ido abriendo más y más paso el debate por el
“modelo” capitalista para el país. Con el
debilitamiento de los K y la emergencia de una dramática
crisis mundial y tendencialmente nacional, junto a la polémica
por el reparto entre ellos de los ingresos de la renta
agraria extraordinaria, el
frente burgués se ha dividido duraderamente.
“Alrededor de la apropiación de estas ganancias
extraordinarias, así como ante los crecientes signos de una
crisis económica de magnitud, se desató la más grande
puja vivida en el país en los últimos años. Una disputa
feroz que generó una fractura en la burguesía alrededor del modelo de acumulación. Al
comienzo del conflicto agrario esto no estaba claro. El
planteo comenzó siendo puramente ‘sectorial’. Pero con
el desarrollo de la ‘lógica objetiva’ de la crisis, lo
que se terminó abriendo es un debate global: una abierta pelea acerca de la orientación económica de conjunto para
el país”.
Al
combinar las presiones “extraparlamentarias” y la
orientación de dirimir todo en el terreno
electoral-institucional se pretende dirimir esta diferencia real con la fracción agraria de la
patronal, que es la que aparece cuestionando más de
conjunto lo que queda del “modelo K”.
Ahora,
este cuestionamiento incluye más elementos que solamente el
reclamo de rebaja de las retenciones (o de “retenciones
cero” como exige De Angeli) y libre exportación. Por la
boca del economista de Carrió, Prat Gay, suma pedidos de
maxi-devaluación (una jugada que al tiempo que les devolvería
renta agraria a las patronales del campo, reventaría aún más
los salarios reales por la vía del aumento de todos los
precios beneficiando a la industrial) al tiempo que un
retorno a las supervisiones y “préstamos” del FMI.
¡Receta
reaccionaria si las hay! Si el movimiento de los
trabajadores en la Argentina, que aunque confundido viene de
hacer la experiencia del Argentinazo, soportaría la suma de
un aumento del desempleo combinada con un aumento general de
los precios y un agudo deterioro salarial, nos permitimos
dudarlo…
Y
el escenario no puede dejar de ser paradójico: en todos los casos la gobernabilidad podría estar en riesgo, tanto si
gana el oficialismo como si lo hace la oposición.
Porque en cualquier escenario que salga del 28 de junio (o
de octubre), lo más previsible es –en un sentido, salvo
alianzas más de conjunto– una
mayor fragmentación política patronal.
Aquí
la contradicción es la siguiente: es la oposición patronal
campestre la que en lo inmediato está capitalizando el
deterioro K. Pero de ninguna manera está claro que esta
misma oposición se
maneje bien en las artes de la “gobernabilidad” y
menos que menos si intenta aplicar el programa reaccionario
que esboza.
Todo
esto por no hablar acerca de lo que significaría sí al
gobierno no le dan los números para el adelantamiento (pero
esto es lo más improbable) o si hace unas elecciones el
28/6 lo suficientemente exiguas como para quedar debilitado
teniendo que afrontar todavía dos largos años y medio de
gestión…
Adelantamiento
electoral y clase obrera
El
adelantamiento de los K implica otra maniobra de enorme
importancia, directamente relacionada a la clase
trabajadora. El adelantamiento de las elecciones también
busca darle más argumentos a la orientación de las
burocracias de todos los colores de “postergar
todo hasta que aclare”.
Es decir, nada de paritarias, nada de aumentos
salariales, nada de enfrentar realmente los despidos de los
compañeros contratados y mucho menos de discutir los
convenios (como es el caso de Wasiejko en el SUTNA).
En
estas condiciones lo que quieren imponer es una línea de
completa adaptación
a la ofensiva patronal. Su mensaje es más o menos así:
“Nada se puede hacer, sólo adaptarse a la crisis, esta
fatalidad que, naturalmente, exige aceptar el deterioro y la
rebaja salarial, los despidos de miles de compañeros, los
“planes de emergencia” de las patronales, etc., etc.”
Pero
qué pasará si, como parece más probable, la crisis en
lugar de “amainar”, se
profundiza en los próximos meses. A este simple
interrogante no hay ninguna respuesta. En todo caso, luego
de las elecciones y si el gobierno logra pasarlas de manera
mínimamente airosa, la
ofensiva sobre los trabajadores tendrá un salto brutal.
Las elecciones habrán pasado, el gobierno emergerá
“legitimado” y sin elecciones a la vista y entonces saldrá a aplicar con todo un durísimo ajuste a los trabajadores que
pondrán a la hora del día, ahora sí, despidos en masa.
¡Ésta
es la otra lógica de clase de la maniobra del
adelantamiento respecto de la clase obrera! Lógica a la
cual, la burocracia sindical se adapta sin pestañear, sólo
viendo si mete un diputado más o menos en algún
“armado” electoral patronal…
La nueva cuestión agraria, ídem.
Las organizaciones industriales como la UIA siempre han
apoyado al gobierno de los K; sin embargo ahora con la
elección de nuevas autoridades están tomando algo más
de distancia; igualmente su exigencias parecen ser más
“circunscriptas” (aumento del dólar, protección a
la industria, congelamiento de salarios) y no
cuestionando todavía el modelo de conjunto. No
olvidar que este “modelo” les permitió los últimos
años hacer ganancias realmente extraordinarias sobre la
base de la explotación obrera.
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