Socialismo o Barbarie, periódico Nº 147, 19/03/09
 

 

 

 

 

 

El significado del adelantamiento electoral

Balanceándose cerca del abismo

Poner en pie un bloque de clase

Las tareas de la izquierda revolucionaria

De lo señalado se desprenden de manera clara las tareas de la izquierda independiente en las próximas semanas o meses. En el terreno de las reivindicaciones y luchas de los trabajadores, la tarea es romper con esta lógica de inercia que lleva a que la clase obrera sea la que pague la cuenta de la crisis.

En este sentido, es un ejemplo lo resuelto en la seccional San Fernando del SUTNA: los compañeros –reflejando una presión en ese sentido de la base de la fábrica– se niegan a la maniobra de Wasiejko de postergar la discusión del convenio de trabajo que vence este mes “para más adelante”… La revisión de ese convenio antiobrero hay que hacerla ahora; hay que parar los ataques patronales para que los obreros paguen la crisis ahora y no esperar a no se sabe qué y cuándo.

Junto con esto se coloca un segundo andarivel. Desde estas páginas hemos venido insistiendo –con toda la  razón que los hechos han demostrado– que era un error manejarse con la idea de que “para las elecciones falta mucho”… Un error que desarmó concretamente de cara a la jugada que los K hicieron.

Sin embargo, lo importante ahora no es discutir este balance sino dar pasos inmediatos en poner en pie un bloque de clase que al mismo tiempo sirva para dar la batalla en las elecciones que se avecinan desde una perspectiva de intransigente independencia de clase de toda fracción patronal.

En este sentido desde el nuevo MAS hemos trazado nuestra “raya”: nada se puede hacer con corrientes como la CCC y el MST que sólo han venido yendo a la rastra de la oposición patronal.

Porque además, como está visto en todos los escenarios de actuación de la izquierda, esta delimitación es una necesidad cotidiana. Una durísima batalla hubo que dar –encabezada por nuestro partido en la Comisión Memoria, Verdad y Justicia– para simplemente denunciar a la Sociedad Rural –por su complicidad con la dictadura– en el documento de convocatoria al acto, cuestión a la que se siguen negando abiertamente (a estas horas) el PCR-CCC, seguido por el MST y otros grupúsculos de “izquierda” menores: ¡Se trata de un verdadero escándalo! ¡Algo sin precedentes que hay que denunciar a viva voz! Si para muestra basta un botón...

Reiteramos entonces la absoluta urgencia de nuestro llamado al PO, PTS y agrupaciones y activistas obreros, estudiantiles e intelectuales de poner en pie de inmediato un bloque de izquierda por la independiente de clase.

El pasado viernes 13 de marzo Cristina anunció formalmente el adelantamiento de las elecciones. Con esta audaz iniciativa política que nadie en la oposición esperaba, los esposos K pretenden conjurar varios fantasmas. Pretenden realizar las elecciones antes que impacte de lleno la crisis mundial, retomar la iniciativa frente a las entidades del campo, evitar una situación de “crónica de una muerte anunciada” en las elecciones de octubre. Es decir, una derrota electoral dado el creciente deterioro gubernamental y la acelerada pérdida de las bases de sustentación política-social.

“Con el adelantamiento electoral, el gobierno de Cristina K acelerará medidas para evitar la fuga masiva de votos por la inseguridad y por el eventual desempleo, mientras tanto intentará congelar los conflictos más tensos, como el del campo y la prensa –Ley de radiodifusión– para redoblar la apuesta sobre ellos si obtiene un triunfo en las urnas”[1].

La jugada no deja de ser arriesgada: a priori, el gobierno tiene el número para ganar la votación en el Congreso. Mejor para ellos. Porque perder los pondría al borde de la caída como ya ocurrió en oportunidad de la derrota de la 125 en el Senado.

Todas estas “fintas” en las alturas de la política patronal confirman una tendencia más de fondo: la delicada  situación gubernamental en la cual el interrogante acerca de si Cristina podrá terminar su mandato o no, alude a un problema real.

Cuando se busca conjurar una confluencia de varias crisis

Los K adelantan las elecciones en un comienzo del año político en el que la “condensación” y confluencia de un conjunto de situaciones y tendencias económicas, políticas y sociales críticas, podrían efectivamente terminar barriéndolos fuera del gobierno.

Por un lado, si bien la crisis económica mundial no ha terminado de pegar de lleno en el país y el deterioro social está –en cierto modo– todavía “mediatizado”, todos los analistas serios están previendo que esto cambiará radicalmente a partir de mediados de año a más tardar. Ésta es la primera y más importante tendencia que está impactando sobre el país y que el adelanto electoral busca conjurar.

Aquí operan determinaciones que exceden al propio país. El Banco Mundial acaba de alertar acerca del próximo impacto de la crisis mundial en los “países en desarrollo” y ha remarcado tres elementos. Uno: la retracción del crédito internacional, lo que sumado al retiro de capitales, dejará a estos países este año con un déficit de financiamiento del orden de los 250.000 a 750.000 millones de dólares. Dos: la caída a pique de la demanda de materias primas, y por tanto del precio de las commodities, con lo que los saldos exportables también se verán sometidos a una presión extrema. Tres: el eventualmente dramático incremento del desempleo como subproducto de la reversión de las tendencias a la creación de empleo de estos últimos años, producto el dinamismo del mercado mundial y de las exportaciones. Este último elemento, supuesto fundamental de la estabilidad K, lisa y llanamente ha desaparecido de la escena. Junto con esto, también se indica la presión sobre los superávits fiscales ahora que estas fuentes de financiamiento (y de divisas) se están secando.

Entonces, el primer motivo del adelantamiento electoral busca conjurar la presión de una situación económico-social que se irá deteriorando a ojos vista, y aún a pesar del rol –convicto y confeso– estabilizador que vienen jugando la CGT y la CTA (que incluso podrían ser desbordadas por las bases aquí, allá y más allá aún).

En definitiva, y más allá que esto efectivamente opere como excusa de parte de los K, no deja de ser un factor de preocupación real de toda la clase dominante del país: “Lo fundamental es la gobernabilidad’, argumentó cuando le preguntaron a Néstor Kirchner por la nueva fecha de elecciones. ‘Se derrumbó el mundo, estamos ante una situación límite y no podemos colocar al país en una actitud sucesiva de elecciones”[2].

El factor “campo”

En segundo lugar, está la división burguesa en las alturas y la constante presión la patronal agraria, de la mano de la oposición, que ha sometido al gobierno. Esta fracción patronal y reaccionaria es la que hasta ahora, lamentablemente, ha recogido la justa bronca popular contra el gobierno K. Desde estas páginas ya hemos señalado (y dado un conjunto de evidencias teóricas y políticas[3]) que el modelo que encarnan es una especie de “restauración neoliberal” frente al gatopardismo “progresista” y vacío de toda veleidad verdaderamente nacionalista burguesa de los K. Como ejemplo reciente de esto último, sólo falta recordar la agitación realizada por los K alrededor de la “estatización del comercio de granos” cuestión que rápidamente quedó solo en esto: palabras. El gobierno siquiera se asemeja a un Chávez o un Evo Morales, gobiernos capitalistas puramente reformistas pero que se apoyan en una movilización real –encuadrada y no independiente– de sectores de masas.

El hecho es que a un año de la derrota de la 125 y ante la nula vocación –¡al menos reformista “light”!– de los K y la inexistencia de auténticas concesiones –¡así sean mínimas!– al movimiento de masas, el gobierno de Cristina no ha logrado recuperar prácticamente aire alguno. Sólo se aferra a la “gobernabilidad” y al hecho que, históricamente, el peronismo es el que ha tenido el “oficio” (y el aparato…) para controlar al movimiento obrero, tal como lo sigue haciendo (aunque con crecientes dificultades desde el punto de vista histórico) la CGT de Moyano y –en menor medida– de la CTA de Yasky.

Sin embargo, desde esa derrota de la 125 nunca han logrado recuperar la iniciativa política: ésta quedó en manos de los campestres. Así las cosas, ahora está funcionando una “mesa de negociación” que no impide que las patronales del campo le estén marcando permanentemente la cancha al gobierno K. Lo que se les torna crecientemente necesario, y aún contra su burguesa voluntad, ya que sus “bases” reaccionarias de “productores agrarios” se están acercando, montados en 4x4, cada vez más “peligrosamente” al costado de las rutas.

En estas condiciones, el gobierno se ha debido tragar eso de que “no negociaría con cortes de ruta”… Sigue negociando mientras la tendencia a un nuevo conflicto parece estar creciendo a vista de todos.

Al servicio de sacar el conflicto con las patronales del campo también está –y en un rol protagónico– el adelantamiento electoral.

Otro desdoblamiento de los motivos instalados por la oposición de derecha es el de la “seguridad”. Los “otros derechos humanos”, como gustan referirse a ellos los cogotudos reaccionarios. ¡Los que les interesan a los capitalistas por oposición y en abierta y reaccionaria descalificación de la histórica lucha por los compañeros desaparecidos que cumple un nuevo aniversario el próximo 24!

Se trata de una campaña que es pura basura, que apunta a las fibras más reaccionarias de las clases medias y a darle una respuesta que incline la vida política del país hacia la derecha. De ahí la basura esa de que “el que mató debe morir” de la farándula podrida del país, farándula comprometida hasta los huesos con la dictadura militar y a la que sólo le interesa asegurar –con alambre de púas– su status social y su enriquecida ignorancia mientras sirven a pie juntillas al sistema estupidizando cotidianamente a los televidentes.

Crisis política en puerta

Entonces son la eventual confluencia de todas estas tendencias aunada a la pérdida del apoyo político-social de los K de importantes porciones de la población los motivos que están detrás del adelantamiento electoral. Con esta maniobra estiman llegar menos deteriorados que si las elecciones fueran en octubre. Y que si por alguna razón salen mínimamente bien parados, podrían enfrentar en mejores condiciones el escenario inevitablemente más convulsionado que se viene en los próximos meses.

En realidad, ante un escenario de crisis, como es la situación mundial actual, lo que más le convendría al gobierno y a la patronal como un todo es poner en pie un mecanismo de unidad nacional burguesa simultáneamente a la famosa firma del tan mentado “pacto social”. Sería lo más coherente, para la clase dominante como un todo, ya que –como ya hemos señalado en varias oportunidades– las divisiones entre ellos en las alturas pueden tener su reversibilidad, en el sentido de que se cuelen por entre sus intersticios las reivindicaciones y luchas de las masas trabajadoras.

Pero este volver a cerrar filas a nivel de la patronal –cosa que se intentó con la actual mesa de negociaciones con el campo– tiene un problema real y de fondo: cada vez se ha ido abriendo más y más paso el debate por el “modelo” capitalista para el país. Con el debilitamiento de los K y la emergencia de una dramática crisis mundial y tendencialmente nacional, junto a la polémica por el reparto entre ellos de los ingresos de la renta agraria extraordinaria, el frente burgués se ha dividido duraderamente. “Alrededor de la apropiación de estas ganancias extraordinarias, así como ante los crecientes signos de una crisis económica de magnitud, se desató la más grande puja vivida en el país en los últimos años. Una disputa feroz que generó una fractura en la burguesía alrededor del modelo de acumulación. Al comienzo del conflicto agrario esto no estaba claro. El planteo comenzó siendo puramente ‘sectorial’. Pero con el desarrollo de la ‘lógica objetiva’ de la crisis, lo que se terminó abriendo es un debate global: una abierta pelea acerca de la orientación económica de conjunto para el país”[4].

Al combinar las presiones “extraparlamentarias” y la orientación de dirimir todo en el terreno electoral-institucional se pretende dirimir esta diferencia real con la fracción agraria de la patronal, que es la que aparece cuestionando más de conjunto lo que queda del “modelo K”[5].

Ahora, este cuestionamiento incluye más elementos que solamente el reclamo de rebaja de las retenciones (o de “retenciones cero” como exige De Angeli) y libre exportación. Por la boca del economista de Carrió, Prat Gay, suma pedidos de maxi-devaluación (una jugada que al tiempo que les devolvería renta agraria a las patronales del campo, reventaría aún más los salarios reales por la vía del aumento de todos los precios beneficiando a la industrial) al tiempo que un retorno a las supervisiones y “préstamos” del FMI.

¡Receta reaccionaria si las hay! Si el movimiento de los trabajadores en la Argentina, que aunque confundido viene de hacer la experiencia del Argentinazo, soportaría la suma de un aumento del desempleo combinada con un aumento general de los precios y un agudo deterioro salarial, nos permitimos dudarlo…

Y el escenario no puede dejar de ser paradójico: en todos los casos la gobernabilidad podría estar en riesgo, tanto si gana el oficialismo como si lo hace la oposición. Porque en cualquier escenario que salga del 28 de junio (o de octubre), lo más previsible es –en un sentido, salvo alianzas más de conjunto– una mayor fragmentación política patronal.

Aquí la contradicción es la siguiente: es la oposición patronal campestre la que en lo inmediato está capitalizando el deterioro K. Pero de ninguna manera está claro que esta misma oposición se maneje bien en las artes de la “gobernabilidad” y menos que menos si intenta aplicar el programa reaccionario que esboza.

Todo esto por no hablar acerca de lo que significaría sí al gobierno no le dan los números para el adelantamiento (pero esto es lo más improbable) o si hace unas elecciones el 28/6 lo suficientemente exiguas como para quedar debilitado teniendo que afrontar todavía dos largos años y medio de gestión…

Adelantamiento electoral y clase obrera

El adelantamiento de los K implica otra maniobra de enorme importancia, directamente relacionada a la clase trabajadora. El adelantamiento de las elecciones también busca darle más argumentos a la orientación de las burocracias de todos los colores de “postergar todo hasta que aclare”.  Es decir, nada de paritarias, nada de aumentos salariales, nada de enfrentar realmente los despidos de los compañeros contratados y mucho menos de discutir los convenios (como es el caso de Wasiejko en el SUTNA).

En estas condiciones lo que quieren imponer es una línea de completa adaptación a la ofensiva patronal. Su mensaje es más o menos así: “Nada se puede hacer, sólo adaptarse a la crisis, esta fatalidad que, naturalmente, exige aceptar el deterioro y la rebaja salarial, los despidos de miles de compañeros, los “planes de emergencia” de las patronales, etc., etc.”

Pero qué pasará si, como parece más probable, la crisis en lugar de “amainar”, se profundiza en los próximos meses. A este simple interrogante no hay ninguna respuesta. En todo caso, luego de las elecciones y si el gobierno logra pasarlas de manera mínimamente airosa, la ofensiva sobre los trabajadores tendrá un salto brutal. Las elecciones habrán pasado, el gobierno emergerá “legitimado” y sin elecciones a la vista y entonces saldrá a aplicar con todo un durísimo ajuste a los trabajadores que pondrán a la hora del día, ahora sí, despidos en masa.

¡Ésta es la otra lógica de clase de la maniobra del adelantamiento respecto de la clase obrera! Lógica a la cual, la burocracia sindical se adapta sin pestañear, sólo viendo si mete un diputado más o menos en algún “armado” electoral patronal…


[1] La Nación, 15-03-09.

[2] La Nación, 14-03-09.

[3] Ver el trabajo “La nueva cuestión agraria” en www.socialismo-o-barbarie.org, de próxima edición.

[4] La nueva cuestión agraria, ídem.

[5] Las organizaciones industriales como la UIA siempre han apoyado al gobierno de los K; sin embargo ahora con la elección de nuevas autoridades están tomando algo más de distancia; igualmente su exigencias parecen ser más “circunscriptas” (aumento del dólar, protección a la industria, congelamiento de salarios) y no cuestionando todavía el modelo de conjunto. No olvidar que este “modelo” les permitió los últimos años hacer ganancias realmente extraordinarias sobre la base de la explotación obrera.