La polémica alrededor del 8 de
marzo
Triunfó
la unidad contra la autoproclamación y
el oportunismo
Para el acto del 8
de marzo, Día Internacional de la Mujer trabajadora, como
todos los años, se sucedieron distintas reuniones entre
corrientes de izquierda para intentar organizar un acto común.
Por supuesto, las discusiones que allí se dan son
discusiones políticas
y de lo que se trata es que a pesar de las diferencias que
podamos tener, logremos hacer unidad en algún punto convocante.
Este año tuvo dos particularidades. Por un lado, la
discusión sobre la centralidad del problema de la crisis y
las responsabilidades de los distintos sectores patronales
que divide aguas en la izquierda.
Esas diferencias se reflejaron en los debates sobre
el eje del acto. Las Rojas, junto con las compañeras del Plenario de Trabajadoras (PO) dimos una batalla por el eje político
de que la crisis no
la paguen las y los trabajadores sino los capitalistas.
Otras corrientes (que apoyan a la patronal del campo),
plantearon que para “no dividir” sólo es
necesario levantar las consignas que “importan para las
mujeres” e “insistieron con la consabida responsabilidad principal” del gobierno como pantalla
para mencionar solamente el gobierno de Cristina K y no al
otro sector patronal cuyas posiciones políticas polarizan
el escenario
político nacional.
Por nuestra parte, nos
oponemos a la machista clasificación según la cual hay
temas que interesan a las mujeres y temas que no. ¡Cuando
el “tema que no”
es nada menos que una crisis mundial sin precedentes que está
arrojando a millones de trabajadoras y trabajadores a la
desocupación, la miseria salarial, y la pobreza y que como
denunciamos en nuestras intervenciones, el conjunto de las
patronales y sus representantes políticos coinciden en
intentar que la paguemos las/los trabajadores.
Para ser más precisas: se combinaron las que no ven que la crisis sea el elemento ordenador (porque no
sería “específicamente femenino”), con las que
cualquier barco les viene bien para hablar solamente contra
el gobierno y juntar aguas para el molino del otro sector
patronal.
El ombligo como punto
de referencia
Hasta aquí las diferencias políticas, que se han
reflejado ya en el Movimiento de Mujeres, en el Encuentro de
Neuquén, donde por ejemplo desde la organización del
mismo, y con la colaboración activa de agrupaciones que
fueron parte de este llamado, se regimentó el acto de
apertura con las posiciones de defensa de uno de los bandos
patronales en pugna y como consecuencia se impidió
levantar una posición clara por la independencia política
de los patrones y en definitiva ¡por la independencia política
de la clase trabajadora!
Lejos de colaborar en la clarificación de los debates, las
compañeras de Pan y Rosas han jugado un rol netamente confusionista y divisionista en los mismos. Las compañeras
no tomaron posición en la discusión política salvo para
ocuparse de reservarse lugares en cualquier acto que sea y
para propagandizar el suyo propio, un día antes de la fecha
acordada para la convocatoria.
Pero al no tomar posición en el debate: ¿está bien
ordenar el acto alrededor de la crisis capitalista y la
lucha contra la misma?, ¿está bien o no señalar
claramente que a la crisis la tienen que pagar los
capitalistas?, ¿o deberíamos referirnos solamente a
Cristina? Insistimos: el no tomar posición en el debate les
permitió después unirse a los que por diversos motivos
¡estaban en contra de un acto de lucha porque la
crisis la paguen los capitalistas! ¿Cómo explican su
“inexplicable” actitud? Diciendo que “¡no entienden
las diferencias!”.
Es decir, el PTS diluía
su programa en pos de la “unidad” con los sectores
que apoyan a la Sociedad Rural y a las patronales
campestres. Realiza un acto aislado y frío el día anterior
(nada del otro mundo) que buscó debilitar el acto del lunes
y pretendía ridículamente que todas las demás
agrupaciones fuéramos a la rastra y bajemos nuestras
posiciones políticas… para aparecer como las campeonas de
la “unidad”…
La verdadera unidad consiste en presentar con honestidad
las posiciones políticas, no disfrazarlas para utilizar a
otras agrupaciones en pos de intereses de mini secta. Un
verdadero gesto unitario hubiera sido
presentar sus verdaderas posiciones políticas de
cara a las mujeres trabajadoras.
Sin embargo toda esta movida les fracasó: su acto fue débil
y en la marcha del lunes 9 su representación fue pobre y no
cumplieron ningún papel destacable: la
autoproclamación basada en el oportunismo les jugó en
contra.
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