Se
realizó la IV Reunión Internacional de la Corriente SoB
Una
crisis histórica
La
semana que pasó se realizó en Buenos Aires la IV reunión
de nuestra joven corriente internacional. Ésta contó con
la asistencia de los compañeros del PST de Honduras, del
PST de Costa Rica, de Praxis de Brasil, de SoB Bolivia, del
Agrupamiento por el Socialismo de Paraguay, del nuevo mas de
la Argentina y también de un núcleo de compañeros
chilenos que próximamente comenzarán la actividad en su país.
La compañera Flor, integrante de la tendencia CLAIRE del
NPA y miembro de SOB Internacional, nos hizo llegar su
saludo. También llegaron saludos de diversos grupos
revolucionarios de otros países.
La
discusión política más importante giró en torno a la
caracterización de la nueva situación mundial abierta por
la crisis. Respecto de la misma se insistió que en había
que comprenderla como un acontecimiento
histórico, es decir de uno que apunta a desplegar el
conjunto de las contradicciones y tendencias que contiene en
su seno a lo largo de todo
un período de tiempo. Sobre esta base, además, se
precisó que lo que se está viviendo a ojos vista es una profundización
de las tendencias depresivas de la economía mundial,
tendencias que ya han convertido a esta crisis en la más
grave desde los años 30 y que podría llegar a emular (e
incluso superar) a la vivida en esos años.
La
caracterización anterior no quita, sin embargo, que todavía
los desarrollos más “espectaculares” estén en el
terreno de la crisis económica misma con una aplicación
todavía desigual
respecto del traspaso de las tendencias de la crisis al
terreno de la lucha de clases.
Es
decir, por un lado, y sin perder el carácter verdaderamente
global de la actual crisis, su aplicación incluso en el
terreno de la economía no deja de ser todavía desigual en
algunas regiones como es por ejemplo el caso de América del
Sur (en Centroamérica la crisis ya está pegando muy duro
por la vía de la limitación de las remesas y la
“repatriación” de fuerza de trabajo).
Pero
hay otra desigualdad: la que tiene que ver con las
manifestaciones políticas y sobre todo a nivel de las
luchas de la crisis. En realidad, el hecho cierto es que las
manifestaciones políticas se viene incrementando: desde
Grecia e Islandia hasta los países del Este europeo y ahora
podría ser el caso de la reunión de crisis que se anuncia
del G-20 en Londres.
También
a nivel de la lucha de clases la dinámica parece ser
creciente: si es un hecho que no se puede desconocer que el
impacto de la crisis se aplica sobre una clase obrera que en
sí y para sí es “hija” del capitalismo neoliberal (con
todas las consecuencias que esto ha entrañado), al
calor de la crisis un proceso de recomposición de los
trabajadores en el orden mundial parece estar comenzando a
abrirse paso.
Es
que la crisis impacta sobre países que en las últimas décadas
han gozado de una enorme estabilidad social: países del
centro del mundo como los EEUU, la mayoría de los de la UE
o el caso de China. El
solo hecho de comenzar a plantearse que estas clases obreras
se están comenzando a mover da cuenta de las circunstancias
históricas de la actual crisis en curso. Esto más allá
de casos más “extremos” y radicalizados como es el
hecho de cómo en Francia se está poniendo de “moda”
que en circunstancias extremas de despidos y para asegurar
–por ahora los planteos sólo llegan hasta ahí– los
montos indemnizatorios, ya
van varios casos de que los trabajadores toman de rehenes a
gerentes o personal jerárquicos de las plantas hasta que se
les asegura la satisfacción de sus reclamos.
Es
decir, se trata de una experiencia que desde hace décadas
no se ponía en práctica
y que puede estar indicando un ciclo de aguda radicalización
de las luchas obreras como consecuencia de la continuidad y
profundización de la crisis.
En
el contexto anterior se abordaron –con más
especificidad– las situaciones de Francia, Centroamérica
y Brasil. Respecto del caso de Francia, es obvio que el
traslado de los acontecimientos al centro del mundo, sumado
a la tradición de lucha de su clase obrera y el peso del
trotskismo en ese país, requiere de parte de nuestra
corriente el ponerle atención política y práctica a los
desarrollos que se vayan dando en este país.
Por
otra parte, como está señalado, la reunión le dio gran
importancia a la discusión acerca de Centroamérica y
Brasil. Respecto de la primera región, que constituye una
cierta “unidad”, se insistió en el carácter
“desestabilizador” que tiene la abrupta reducción de
las remesas principalmente provenientes de los EEUU, así
como la situación donde en todos los países del área día
a día están retornando miles de trabajadores emigrantes
que ahora, de vuelta nuevamente en sus países de origen, no
se sabe bien a qué se van a dedicar…
Respecto
del caso de Brasil, su importancia es obvia: una
desestabilización de este país (el más estable en los últimos
años en Latinoamérica) podría llevar a una radicalización
ulterior del ciclo de las rebeliones populares de la región.
Quizás incluso esta posible desestabilización es más
posible aun hoy que en el pasado, en la medida que Brasil
depende aun más del mercado mundial y del giro de los
acontecimientos internacionales que muchos de los demás países,
y así como estos factores venían trasmitiendo
“estabilidad” en los últimos años, hoy ocurre
exactamente lo inverso: cuando
más “avanzado” es el país menos puede basarse en la
ley de las ventajas del atraso que pueda realmente
“desacoplarlo” de la dinámica de la crisis mundial.
Está
claro que los debates acerca de la situación del movimiento
trotskista mundial, el planteo de la necesidad de una
Conferencia Internacional frente a la crisis, así como dar
impulso a la propia construcción de nuestra corriente en
las actuales circunstancias creadas por la nueva situación
mundial (de corriente del Cono Sur a Latinoamericana y de ahí
a comenzar a enfocar la atención para “cruzar” el Atlántico)
fueron otros tantos de los apasionantes debates de nuestra
reunión, parte de
cuyas conclusiones se expresaron en la exitosa charla
organizada por la Librería Marxista Gallo Rojo el pasado
viernes 27 de marzo.
En el caso Argentino, por ejemplo, estas prácticas eran
comunes en el ascenso obrero de los años ’70, el más
importante en la historia del país, pero no llegó a
darse en oportunidad del Argentinazo del 2001.
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