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Habla Martín Camacho (SoB Bolivia)
De la
masacre de Pando al referéndum
Después del referéndum revocatorio el gobierno sale
fortalecido y plantea ir a elecciones para votar la
Constituyente. Había temas de fondo que no se habían
discutido todavía: la cuestión de las autonomías, la
reelección del gobierno y concretar seriamente la cuestión
de la expropiación, de la confiscación de tierras, todo
eso no había quedado totalmente claro en la Constituyente.
Allí empiezan los conflictos con la derecha, en la
Medialuna toman las oficinas públicas, los peajes, los
aeropuertos. Empiezan las agresiones, en Santa Cruz sobre
todo, incendian varias oficinas, cortan el suministro de gas
a Argentina y a Brasil por varios días. El gobierno no
reprime, incluso cuando hacen volar un gasoducto, estaba
confiscada la oficina de tierras, un lugar clave en Santa
Cruz y en Beni. Eso cada día era mayor, hasta que en Pando,
cerca de la frontera con Brasil, iba a haber un congreso
campesino y lo frenan desde la prefectura de Pando con una
masacre. Hubo alrededor de 15 muertos, pero el río se llevó
a varios más. Eso fue el 11 de septiembre. El prefecto que
organizó la masacre hoy está preso y algunos de la
Juventud Cruceñista también, pero los movimientos sociales
están siempre alertas por si los quieren liberar.
En ese momento comienzan a actuar los países de la región,
Bachelet, Lula, el Unasur. En los diarios se hablaba de
guerra civil. Los campesinos empiezan a cercar y avanzar
hacia Santa Cruz, del otro lado también estaban armándose
y llamaban a la población a hacer barricadas, y mientras
tanto había una reunión con los prefectos en Cochabamba
para controlar esa situación. Allí el gobierno retoma la
dirección de los movimientos campesinos y van para atrás.
Un grupo estaba disconforme, siguieron un día más en el
corte. Hay acuerdo para que se discuta lo de la
Constituyente en el Congreso. De ahí sale una marcha desde
Oruro a La Paz, más de 200 kilómetros, con todos los
movimientos campesinos. Tardaron una semana, llegan a la Paz
200.000 personas. La COB se mete de lleno y marchó todos
los días junto con la Federación de Mineros. Van a la
plaza principal, donde estaba sesionando el Congreso, era
una fiesta, había oradores, cantantes, júbilo, y al otro día
sale el pacto con la derecha.
Eso dejó mal a la derecha por no haber concretado su
proyecto de dividir al país, creían que más gente se
sumaría a su proyecto de avasallar. El 25 de enero se
aprueba el referéndum. Había dos preguntas: una, si el
latifundio era de 5.000 hectáreas o de 10.000, sin
retroactividad, y la otra pregunta era si aceptaba la
Constituyente o no. La primera pregunta, la de las hectáreas,
ganó por un 80%, en Beni, que es ganadero, la abstención
fue del 50%, en ningún lado ganó en este punto la derecha.
En la otra, el gobierno saca el 62%, contra el 67% que había
sacado antes. La clase media gira un poco a la derecha en
las ciudades, pero no hay alternativa, los partidos de
derecha son cualquier cosa. El gobierno habla de que se
rompe el empate, lo de las dos Bolivias. Hay un ministerio más,
el de las autonomías, hay toda una pelea durísima por los
estatutos autonómicos para que la plata de las regalías
del gas no vaya a la capital sino que se distribuya directo
a los municipios sin pasar por el Estado central. Hoy la
situación está menos tensa. Pero Bolivia es Bolivia.
En cuanto a la actividad nuestra, desde el año pasado
estaba teniendo reuniones con jóvenes trabajadores de El
Alto, de 16, 18 años. El dirigente de estos chicos me llamó
para que los formara políticamente, plantean una cuestión
de independencia del gobierno. Este año empezamos a hacer
cosas que nunca antes habíamos hecho en Bolivia, que es
pegar carteles, en El Alto y en La Paz. El año pasado tenía
charlas más teóricas, ya ahora son organizativas, fuimos a
pegar carteles en Huanuni, en la puerta de la mina, vendimos
periódicos, en ese sentido es un avance. También fue un
avance entrar a la universidad.
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