Ante la multiplicación de las
quiebras y cierres de empresas
¿Hacia una ola mundial de
ocupaciones de fabrica?
Por
Roberto Sáenz
Hace un par de semanas escribimos en estas mismas páginas
un largo artículo sobre la crisis mundial dedicado específicamente
a analizar el impacto de la misma sobre el empleo y los
posibles escenarios de respuesta de los trabajadores. En ese
artículo marcábamos que, frente al escenario de catástrofe
económico–social mundial que está significando la crisis
(más que nada todavía en los países centrales), la
respuesta obrera venía todavía siendo desigual.
Para explicar esta realidad señalábamos varios factores
que van desde que tradicionalmente le es muy difícil a la
clase obrera luchar en condiciones de desempleo de masas y
que cuando se derrumba el mundo bajo los pies se tarda un
poco en encontrar los puntos de apoyo para la acción; así
como el siniestro rol de las burocracias sindicales de todos
los matices.
Sin
embargo, en las últimas semanas se está comenzando a
manifestar un hecho de enorme importancia: no en uno ni
en dos sino en varios países, se están comenzando a dar
experiencias de ocupaciones de fábrica (no como expresión
generalizada pero sí con cierta regularidad), que al mismo
tiempo colocan la demanda de la estatización del lugar de
trabajo bajo control de los trabajadores.
¿Qué
es lo que está por detrás de esta tendencia que podría
generalizarse mundialmente? El hecho que llegado un punto,
cuando ya no se puede creer más en el verso de que “la
crisis es pasajera”, cuando ya no funciona más el “a mí
no me va a tocar”, cuando el conjunto de los trabajadores
de una fábrica se encuentran entre la espada y pared de
perder su puesto de trabajo o, simplemente, su indemnización,
se termina ocupando la planta. Está el ejemplo de la
ocupación de la autopartista Visteon en Inglaterra,
acontecimiento que no había ocurrido en décadas en ese país
y que, de salir victorioso, podría significar un punto de
inflexión de tremenda importancia en una nación donde la
clase obrera sigue todavía sometida a las condiciones y
legislación antiobrera de la “Dama de Hierro” (Margaret
Tatcher). Más conocidos han sido los casos de secuestro de
patrones en Francia, práctica que se está generalizando en
dicho país y que según las encuestas tienen el mayoritario
beneplácito de la población.
Demás
está decir que incluso en los EEUU, donde al momento y
producto del “efecto Obama” todavía no hay grandes
luchas, y cuando la General Motors acaba de anunciar que
cerrará todas sus plantas por el verano boreal, y 15 de
ellas de manera definitiva dejando en la calle la friolera
de 20.000 obreros, no habría que descartar que se retome
la experiencia de ocupación de inmensas plantas que jalonó
la lucha obrera de ese país en la década del ‘30 del
siglo pasado.
En todo caso, queremos destacar en estas páginas cómo en la
Argentina, donde recién se están comenzando a ver los
primeros síntomas del impacto de la crisis, se están dando
en estos momentos varias experiencias en este sentido.
Es el caso de la papelera Massuh, donde si más bien lo que
hay es un cerco obrero a la planta más que una ocupación
lisa y llana, cada vez está cobrando más fuerza en la
conciencia de los compañeros la compresión de que la única
salida de fondo es la estatización bajo su control. También
se ha dado el caso de la ocupación de la autopartista Malhe
en Rosario (así como de otras plantas agroindustriales en
esta provincia), el caso de CIVE en Córdoba (fábrica del
vidrio), así como la Pilkington (también del vidrio) en la
zona norte del gran Buenos Aires y donde al momento del
cierre de esta edición acaba de llegar una enorme patota
armada de la burocracia para retomar el control de la
situación y echar a las corrientes de la izquierda que como
el nuevo MAS en primer lugar, venimos apoyando su lucha.
En
todo caso, de seguir profundizándose la crisis mundial y
nacional, es muy factible que se viva una verdadera ola
internacional de ocupaciones de fábrica que va a poner
al rojo vivo no sólo la lucha contra la patronal, los
gobiernos y las fuerzas represivas del Estado, sino también
contra las burocracias sindicales. Para esta durísima
lucha de clases incrementada es que los socialistas
revolucionarios debemos prepararnos.
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