Reino Unido
La batalla de los obreros de Visteon–Ford
Renacimiento de las luchas
Por Claudio Testa
La clase obrera del Reino Unido podría estar ingresando en un nuevo período
de actividad, debido a la crisis. Se multiplican las
acciones después de largos años de pasividad, posteriores
a la catastrófica derrota de la huelga general minera de
1984–85.
En estos momentos, la principal batalla es la de los obreros de Visteon
(fábrica “tercerizada” de Ford). El 31 de marzo,
comenzaron a ocupar sus tres plantas, primero, la de Belfast
(Irlanda del Norte), y luego las de Enfield y Basildon
(Inglaterra).
Esto ha producido conmoción. La ocupación de una fábrica
importante es algo inédito desde las derrotas de los
’80. Éstas permitieron cambiar las relaciones de fuerza
de los trabajadores con la patronal y el estado. Así, la
burguesía logró dictar leyes anti–sindicales brutales.
Hacer legalmente una huelga exige largos trámites.
Piquetes, cortes, manifestaciones y bloqueos de empresas
tienen parecidas trabas. Están expresamente prohibidas las
huelgas y acciones de solidaridad entre empresas y gremios.
¡Y ni hablemos de ocupaciones, que se castigan con años de
cárcel!
Pero, con la crisis, comenzaron algunas huelgas “salvajes”, decididas
por los trabajadores y delegados de base, que desbordaron a
los burócratas de las Trade Unions. En este mes, la novedad
mayor ha sido el retorno de las ocupaciones.
Esto aún no configura un movimiento generalizado. Pero no por eso
este cambio deja de ser impactante... y, también, de
preocupar a la burguesía.
Uno de los principales diarios de Londres alerta que lo grave es que
estos hechos se dan en medio de un giro de la mentalidad
popular. En toda Europa, dicen, “muchos de los
afectados [por la crisis] están ahora ventilando su
furia en público” contra los políticos, los
banqueros y empresarios. “Hasta hace poco, los
capitalistas eran más envidiados que odiados por sus
riquezas, ahora están en la línea de fuego... Los
trabajadores han descubierto que la «prosperidad» de los
últimos años era ilusoria”. (The Observer,
26/04/09)
Eso explica –según este diario– el inquietante beneplácito popular con
que son recibidas tanto las ocupaciones y piquetes en el
Reino Unido, como los secuestros de patrones en Francia. El
artículo que citamos, lleva un título que lo dice todo: “Marchas,
sentadas (sit–ins), violencia... los trabajadores son
ahora camaradas”.
Estallido de furia obrera por los despidos
Cómo los trabajadores ocuparon Visteon
Todo
comenzó el martes 31 de marzo en la planta de Visteon de
Belfast, Irlanda del Norte. Ese día los trabajadores fueron
a la fábrica como de costumbre. No sabían que poco después
iniciarían la más importante lucha obrera en el Reino
Unido, en lo que va del siglo XXI.
“Nuestra mayor debilidad es que no conocemos nuestro poder”
John Ramsay, obrero que está ocupando Visteon–Belfast, hace este relato:
“Comencé a trabajar aquí inmediatamente después de
salir de la secundaria. El martes 31, nos llamaron
inesperadamente a una reunión. Allí, en cinco minutos, nos
informaron brutalmente que todos estábamos despedidos. La
gente estaba desolada. Después del anuncio, fui a buscar
mis cosas para llevármelas. Pero empezamos a juntarnos y
entonces dijimos: «¡No nos vamos!».”[1]
Esta decisión reflejaba un ejemplo cercano: la ocupación por siete semanas
en Irlanda del Waterford Crystal Visitor Centre (famosa
cristalería que existe desde 1783), también por despidos,
donde se había logrado frenarlos relativamente.
El miércoles 1º, la ocupación de Visteon se extendía a las otras dos
plantas de Enfield y Basildon. Fay Bernard, obrero, y
Raymond Dixon, delegado de Enfield, contaron así la cosa:
“Sorpresivamente –recuerda Bernard–, nos llamaron a una reunión que
duró apenas 10 minutos. Allí nos dijeron que ya no teníamos
empleo y que debíamos irnos de inmediato. No teníamos la
menor idea de que iba a pasar esto. Nos dijeron, además,
que no iban a dar indemnizaciones por despidos... y a muchos
ni siquiera les pagaban la última semana de trabajo.
“La forma en que nos trataron los patrones fue un shock para
nosotros, pero al mismo tiempo la gente se puso furiosa. Yo
he trabajado aquí desde hace 18 años. Y hay gente que está
desde hace 25, 35, hasta 40 años...
“Al principio volví a mi casa. Pero nos enteramos, al otro día, que los
de Belfast habían ocupado la planta. Entonces, pensamos que
nosotros también debíamos luchar... ¡La ocupación es
fantástica! ¡Siento que me da una especie de poder!”
Dixon, el delegado, agrega: “Nuestra mayor debilidad es que no conocemos
nuestro poder. En el momento que nos despidieron, no teníamos
ningún plan. Pero sabíamos que había que hacer algo.
Volvimos un grupo a la planta al otro día. Encontramos una
puerta abierta. Era una oportunidad que se abría para tomar
la fábrica y la tomamos. ¡No tenemos nada que perder! ¡Qué
más nos pueden hacer!”
Una lucha que puede ser un test de serias consecuencias
Dada la actual situación, lo de Visteon ha rebalsado los marcos de un
conflicto “sindical” aislado. Todo el mundo, gobierno y
patrones, por un lado, y trabajadores, por el otro, lo están
viendo como un test, cuyos resultados pueden tener serias
consecuencias. Es que en él se sintetiza la situación de
centenares de miles de trabajadores que han perdido su
empleo o están por perderlo. Como dijo un trabajador de
Visteon–Basildon, “esta batalla no es nuestra: es de
todos”.
En ese sentido, un burócrata sindical advierte que “si la ocupación es
exitosa, va a dar ánimos para hacer otras... Si los
obreros de Visteon ganan, veremos un gran crecimiento
de este tipo de cosas”. (The
Observer, cit.) Viceversa,
también gobierno, patrones y trabajadores se dan cuenta
que, si derrotan a Visteon, va a ser más fácil seguir
despidiendo.
En esa situación, los obreros de Visteon se han orientado correctamente a
sacar “hacia fuera” su lucha, demandando la solidaridad
obrera y popular.
Ha habido una respuesta importante en ese sentido, sobre todo en Irlanda del
Norte. Los sindicatos de la Irish Congress of Trade Unions
hicieron marchas, piquetes y concentraciones de protesta en
Belfast. El viernes 17, se realizó una marcha junto con
trabajadores de otras empresas, mientras los buses
paraban en solidaridad, una medida prohibida por la
legislación anti–sindical.
Una de las acciones de los obreros de Visteon ha sido organizar ruidosos
piquetes ante los salones de venta de Ford, que traban sus
ya escasas ventas. También se ha propuesto otra medida que
podría darle jaque mate a la patronal: que los trabajadores
de las plantas de armado de Ford y Vauxhall se nieguen a
tocar autopartes provenientes de Visteon. Esto paralizaría
la producción.
Todo indica que los obreros de las otras plantas de Ford estarían
dispuestos a solidarizarse así. Es que saben, además, que
los despidos no se van detener en Visteon.
Pero aquí entra a tallar un problema de las luchas de los trabajadores,
tanto en el Reino Unido como en resto del mundo: los burócratas
sindicales que siempre “patean en contra”,
aunque, como en este caso, se presenten “apoyando”.
Los obreros de Visteon y Ford pertenecen al sindicato Unite, el más grande
del Reino Unido. Su burocracia actúa con perfidia:
de palabra, apoya; pero, de hecho, cava la fosa. Hace la
maniobra usual de los burócratas británicos: no sacar un
milímetro “los pies del plato” de la legislación
antisindical. Como allí casi todo está prohibido,
empezando por las ocupaciones de fábrica y terminando con
las medidas de solidaridad (como el propuesto boicot a las
autopartes de Visteon), es imposible ganar pelea alguna,
si se respetan esas “reglas de juego”.
Enarbolando su cretinismo legalista, los canallas que dirigen Unite
convencieron a los obreros de Enfield y Basildon que
acataran las órdenes judiciales de salir de las plantas,
reemplazando la ocupación por piquetes y barricadas en sus
puertas. Estos siguen impidiendo que las plantas trabajen
y/o sean desmontadas, pero la desocupación ha debilitado
la posición de los trabajadores.
En cambio, en Belfast, los obreros rechazaron las intimaciones y siguen
en la planta. Reflejando una situación distinta a la de
Inglaterra, un obrero comentó: “he venido trabajar
durante años en medio de disturbios y tiroteos, y no me voy
a ir por una intimación judicial”.
Batalla por la ruptura de los trabajadores con el podrido Labour Party
Esto deriva, en última instancia a un problema político: es insostenible y
suicida que los trabajadores sigan apoyando políticamente
al Partido Laborista, que hoy gobierna con Gordon Brown.
Esta crisis ha puesto al rojo vivo el escándalo de que, por ejemplo, los
sindicatos británicos aporten oficialmente sumas
millonarias al Labour Party, que desde el gobierno ahorca a
los trabajadores. Unite, el sindicato al que pertenece
Visteon, ha aportado 13 millones de libras esterlinas (19
millones de dólares) de cotización al Labour desde que está
Brown. Los activistas de Visteon exigen a Unite que intime a
Brown a arreglar el conflicto a su favor o cortar ya toda
contribución. Por supuesto, los burócratas se hacen los
distraídos.
La crisis y, sobre todo, las luchas obreras que va a desatar, exigen a la
clase trabajadora del Reino Unido a dotarse de una
herramienta política propia, de clase. El Labour Party
no sólo es hoy un partido enteramente burgués, sino que ya
ni siquiera es “reformista”. Es neoliberal y
reaccionario hasta los tuétanos.
1.– Citas de este artículo fueron tomadas de los
periódicos Socialist Worker (del SWP) y The
Socialist (del SP).
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