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Gripe porcina
“La culpa no es del
chancho...”
Como si fuera poco la crisis y los centenares
de millones de despidos que los capitalistas producen para
“solucionarla”, tenemos ahora otra calamidad mundial: la
gripe porcina.
A una variedad de virus de la gripe se le habría
ocurrido mutar en los pulmones de un cerdo. De allí se habría
transmitido a humanos y, toses mediante, comenzó la
epidemia, que hoy ya es pandemia. Es decir, epidemia
que se extiende a muchos países.
La nacionalidad del cerdo en cuestión es materia de debate internacional.
EEUU dice que era mexicano. México dicen que era yanqui...
y probablemente sea así. Laurie
Garrett,
especialista estadounidense en epidemias, informó que “no
fue en México, sino en EEUU, donde se detectó, en
septiembre del año pasado, el primer caso, en un niño de
10 años de edad en Texas”. (La Jornada, 28/04/09) Sin
embargo, fue al otro lado de la frontera, en México,
donde se trasformó en epidemia.
¿Por qué?
Esto tiene que ver con algo común a todas
las pandemias: qué grados de vulnerabilidad
tienen la población y los sectores sociales a los que
alcanza. Dicho de otro modo: la gripe, como otras
enfermedades, pueden tener origen natural, pero su
generalización y sus consecuencias son siempre sociales.
En México, hay casi 30.000 escuelas sin agua potable.
(La Jornada, 29/04/09) ¿Qué higiene
puede haber para los chicos que concurren? En las últimas
décadas, a medida que el “Tratado de Libre Comercio”
con EEUU arrasaba con los empleos y la producción nacional
de alimentos, avanzaron la pobreza y la desnutrición.
¿Qué nivel de defensas naturales hay?
El origen, desarrollo y consecuencias
de epidemias y pandemias siempre han estado relacionados
con la situación social. Así se ha visto, de
diferentes formas, en las principales pandemias del siglo
pasado: como la de gripe del 1918-19, al finalizar la
Primera Guerra Mundial, las de cólera que se han repetido
regionalmente en América Latina y África, y, por último,
la de HIV.
Los orígenes y alcances de la pandemia de
gripe de 1918-19, no pueden desvincularse de las atroces
condiciones de alimentación y sanidad en que quedó gran
parte de la humanidad después de la carnicería
imperialista de 1914-18. Las recurrentes epidemias de cólera
(como la última de los 90), atacan regiones, países y
sectores sociales empobrecidos y desnutridos, sin agua
potable y cloacas. El HIV, aunque ha llegado a todas partes,
ha arrasado ante todo a los países africanos más pobres.
La
muerte es un buen negocio
Pero mientras millones están preocupados, otros
descorchan champagne. Los mercaderes de la muerte
–los laboratorios farmacéuticos– ya han anunciado que
pronto van a tener los antivirales y vacunas para contener
la nueva pandemia. Por eso, en los últimos días, cuando
las bolsas siguen cayendo, las acciones de Glaxo Smith-Kline,
Roche, Gilead y otras subieron notablemente. ¡Piensan
repetir el negocio criminal de los retrovirales para el HIV!
Si
la crisis de la gripe porcina se agravase, está planteada
la lucha para desbaratar este negocio de la muerte,
exigiendo la distribución absolutamente gratuita de
los medicamentos, su producción por el estado y el desconocimiento
de las patentes de los laboratorios criminales.
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