La histórica pelea de los
obreros de Pilkington
“Todos adentro la…”
Por Rodolfo Torres
Todo gran conflicto obrero depara una multitud de enseñanzas: no puede
ser otro el caso de la lucha de los obreros de Pilkington.
Muchas cosas se aprendieron desde el 13 de marzo y su categórico
triunfo deja muchas conclusiones para los honestos
luchadores obreros.
Aquí van entonces algunas impresiones –desde el nuevo MAS– de esta
heroica lucha obrera que tendrá nuevos capítulos y al
servicio de la cual la regional Norte de nuestro partido se
puso incondicionalmente a disposición.
Lo primero a señalar, en estas palabras escritas sobre el
cierre de esta edición, es que los obreros de Pilkington
acaban de obtener un
triunfo en toda la línea: los 33 compañeros despedidos
han sido reincorporados, la patronal se ha comprometido a
pagar los días caídos con horas extras que pagará al 100%
(lo habitual es al 75%), y a pesar de que no se consiguió
todo el aumento reclamado por los trabajadores, el acuerdo
es $260 no remunerativos de abril a agosto más 1000 pesos
ya, 10 % al básico a partir del 1 de agosto, y seguir
discutiendo a partir del 15 de agosto los aumentos al básico,
el reconocimiento como día no laborable del 11 de junio
–día de la actividad– y el compromiso empresario de
levantar todos las causas judiciales contra los
trabajadores.
¿Por qué se ganó?
La primera cuestión a responder es por qué se ganó tan
contundentemente esta lucha. Creemos que esto se basa en
varios elementos de peso.
Un primer elemento es que los compañeros fueron capaces de
dar una respuesta a
la altura de las circunstancias: no sólo las largas
semanas que sostuvieron la pelea y la puesta en práctica de
medidas de lucha como el bloqueo del depósito. El hecho es
que los compañeros se sumaron a la tendencia que comienza a
expresarse internacionalmente de ocupaciones
de fábrica. Esta ocupación duró prácticamente una
semana y cuando finalmente quedaron fuera de la planta,
se había galvanizado
una unidad en la lucha que la patronal, la burocracia del
Vidrio y el Ministerio de Trabajo no pudieron quebrar.
Un segundo elemento es que esta decidida acción obrera se
llevó a cabo sobre la base de un
contexto político distinto al de la última coyuntura
de luchas obreras que fueron derrotadas. Esta lucha (como
también la recientemente triunfante de los obreros de
Massuh) agarra al gobierno en una situación de debilidad, con el frente único de los de arriba fracturado desde la
lucha de la patronal agraria (ver en esta edición pág. 2
y3).
Por último, hay un tercer elemento que es que tanto la
patronal de Pilkington como la burocracia del Vidrio “no
dieron pie con bola” a lo largo de todo el conflicto. Si
la primera buscó ensayar un lock-out que no fue capaz de
sostener, la “estrategia” de la burocracia del Vidrio no
pareció ser mucho más inteligente: para “ganarse” a
una parte de la base de la fábrica o al menos dividir a los
compañeros… ¡se
dedicó a romperle la cabeza a los propios compañeros!
Una nueva generación entra en escena
Lo primero que impactó es la juventud y la fuerza de los obreros de la Pilkington. Entre el 40 y el 50% de los casi 300 trabajadores
de esta multinacional japonesa de origen inglés que fabrica
en argentina parabrisas, lunetas y otros vidrios para la
industria automotriz, son obreros mayoritariamente jóvenes
(entre los 25 y 30 años), con estudios técnicos y con una
antigüedad que va entre los 2 y los 5 años.
Los compañeros mantuvieron su conflicto y sus reclamos con
una firmeza ejemplar que
explica, en última instancia, por qué tuvo que ceder la
patronal en la mesa de negociaciones.
Sin ninguna experiencia de lucha colectiva (y menos que
menos política) previa, los
compañeros aprendieron rápidamente.
Muchos sacaron conclusiones de importancia que serán
muy útiles para el futuro: que
el Ministerio de Trabajo siempre juega para las empresas;
que el sindicato del
Vidrio es una patota patronal y
que la empresa estaba “encaprichada”, es decir, que
no se trataba solamente del problema económico del reclamo
(claro que muy importantes de por sí), sino que la pelea
tuvo aspectos en cierto modo “políticos”: la empresa quiso dejar afuera a los despedidos y entre ellos a los
referentes de la lucha para mantener la relación de fuerzas
a su favor y así poder mantener las condiciones de
esclavitud y los salarios de miseria. Está claro que hoy
por hoy, fracasó rotundamente.
Lucha, negociaciones y conciencia
En esta verdadera rebelión
obrera “contra todos”,
la nueva vanguardia ensayó acciones de lucha duras y
radicales. Los compañeros le impusieron a la patronal y
al Ministerio representantes de la base que acompañan a los
delegados oficiales a todos las negociaciones. Esta joven
vanguardia obrera fue
el motor del conflicto, los que bloquearon los depósitos
por más de 5 días, los que garantizaron los paros durante
los dos meses de conflicto, los que tomaron en sus manos la
organización del fondo de huelga, la difusión, la
organización de la olla. Y, sobre todo, fueron
los que hicieron punta en ocupar la fábrica el 28/04 a la
noche desoyendo la conciliación obligatoria (algo que
no siempre se logra hacer).
Todo trabajador antes de un conflicto piensa que el
Ministerio es “imparcial” y que la negociación en este
ámbito es “justa”, que se busca una solución “ecuánime”
para el conflicto. Pero las reiteradas conciliaciones para frenar la lucha, las infinitas
puestas en escena en los ministerios, ayudan a que un sector
del activismo comience a desconfiar y sacar conclusiones
sobre el verdadero carácter del Ministerio y sus mecanismos.
Más de un conflicto fue derrotado por el pérfido
mecanismo de la conciliación. Dependerá de las
circunstancias concretas y de la relación de fuerzas si los
trabajadores la acatan o no. Pero siempre deben saber que es un mecanismo para ayudar a los patrones
y no a lo obreros. En todo conflicto es imprescindible
negociar y hay que aprender ese arte. Pero siempre haciendo
valer los intereses de nuestra clase y teniendo claro que el
punto de apoyo fundamental de la lucha no son las reuniones
en el Ministerio y las negociaciones sino las medidas de
fuerza y la asamblea obrera. En todo caso el producto de
las negociaciones son subproducto de la relación de fuerza
y no al revés. En ese contexto, una de las clásicas
trampas pro-patronales del Ministerio es nunca obligar a los
empresarios a reincorporar en forma definitiva a los
despidos: la
conciliación “suspende” los despidos, nunca
reincorpora.
En el caso de Pilkington los compañeros pagaron el error
de levantar el bloqueo a los depósitos y el paro de más de
5 días de Semana Santa, con otros 15 días de conciliación
y con otros 15 días de producción donde la patronal
recuperó en parte el stock (conciliación que fue con los
despedidos adentro). Esta equivocación por parte de los
trabajadores y estafa de parte del misterio y la patronal,
confundieron a la empresa que se envalentó y con una nueva
conciliación intentó dejar a fuera a los despedidos y
reventar el conflicto. La fuerza de los compañeros dio para
desacatar la conciliación del 28 y tomar la fabrica ante la
negativa de dejar entrar a los despedidos.
Luego se entró en un ida y vuelta de negociaciones donde más
de un compañero se confundió y otros concientemente
quisieron dar “gestos de buena voluntad” y levantar las
acciones para mejorar las negociaciones lo que hubiese sido
el principio de la derrota.
El conflicto entró en zona
de zozobra pero el haber
mantenido el centro de la lucha alrededor de la fábrica
(adentro durante la ocupación y en el piquete enfrente del
portón) fue lo determinante. Ambas medidas iban contra el
corazón de la empresa: impidieron la producción. Esto se logró por la firmeza y unidad en
la lucha que expresaron los compañeros.
Toda negociación, aunque los compañeros no lo sepan, es
el subproducto de la
relación de fuerzas concreta y real y no al revés. Si
las patronales aparecen aflojando no es por mera
“habilidad negociadora”… sino
el producto de las relaciones de fuerza reales conquistadas
en la lucha, que si favorece a los trabajadores, obliga a
los empresarios a aflojar.
Esto también debe ser bien entendido: tener buenos
negociadores es muy importante, tener un abogado
independiente de la burocracia es de fundamental
importancia, hacer prensa y tener una buena política
superestructural ayuda mucho. Pero
nunca se debe olvidar que lo que decide la pelea (y también
decidió en la Pilkington) siempre es la lucha obrera.
Prepararse para nuevos rounds de pelea
Los métodos contundentes de pelea, el contexto político
de debilidad gubernamental, sumados a las necesidades de
producción de la empresa, dieron lugar a un triunfo en toda
la línea. Sin embargo, sería peligroso dormirse ahora en los laureles. Es que de ninguna
manera se debe descartar que el razonamiento de la empresa
haya sido dejar pasar ahora este triunfo para volver a la
carga una vez pasadas las próximas elecciones… Es para
nuevos y muy duros rounds de pelea que se deben preparar los
compañeros votando entre los mejores activistas para
delegados y extendiendo la agrupación antiburocrática
“13 de marzo” formada al calor de la lucha a la
seccional y a todo el gremio.
Los obreros no tomaron totalmente el control de la planta. Esto se hizo más
necesario cuando el miércoles 29 por la noche y el
jueves 30 al medio día, es decir, en dos oportunidades,
la patota
fascista del sindicato fue a la fábrica y agredió
salvajemente a los trabajadores. Ahí era el momento
para hacer la toma más efectiva y tomar el control de
los portones, con el argumento de defender a los compañeros
y las instalaciones. Pero por la falta de una dirección
clara y decidida y la conciencia mayormente
“legalista” del conjunto hizo que se pierda esa la
oportunidad. La patronal hizo entonces el lock out y los
compañeros que quedaron adentro totalmente aislados se
fueron retirando hasta que la patronal recuperó el
control total de las instalaciones. Sin embargo la lucha
se terminó ganando dada las condiciones políticas más
de conjunto y la férrea
unidad que los compañeros supieron mantener afuera.
Nos sentimos orgullosos de haber sido la única
corriente presente el 28 a la noche y haber ayudado a
los trabajadores a
entrar al establecimiento y no caer nuevamente en una
trampa.
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