General
Motors se declaro en bancarrota
El ocaso de un
ídolo del capitalismo mundial
Por
José Luis Rojo
“Un ‘auto-apocalipsis’
ha golpeado Detroit. El año pasado, la industria automotriz
tenía la capacidad para hacer anualmente 17 millones de
coches. Las ventas en el 2009 escasamente llegarán a la
mitad de esa cantidad. Los tres grandes constructores
automotrices norteamericanos –General Motors, Ford y
Chrysler- acumularon pérdidas ruinosas en las décadas de
la posguerra. Las tres se están reestructurando desesperadamente.
Solo Ford podría sobrevivir en su forma actual” (The
Economist, 28-05-09).
Cuando
arrecia la ridícula campaña mundial de que “lo peor de
la crisis ya pasó”, se acaba de anunciar finalmente que
General Motors, primera automotriz mundial a lo largo de prácticamente
todo el siglo XX, se
declaró en bancarrota:
un verdadero apocalipsis
de la industria automotriz norteamericana.
Las
consecuencias de este hecho son de toda índole: económicas,
políticas, geopolíticas y hasta “simbólicas” en lo
que tiene que ver con la caída
de un símbolo por excelencia del capitalismo
norteamericano, tan o más importante que la “Estatua de
la Libertad”.
Los
ejemplos de esto último son múltiples. Por ejemplo, en
pleno apogeo en la década del ’50, el presidente de la
empresa de aquella época, Charles E. Wilson, llegó a
decir, textualmente, “lo
que es bueno para General Motors es bueno para el país”:
“La mayor automotriz estadounidense dictó las pautas
sobre cómo una compañía debe ser dirigida, cómo un
producto utilitario puede ser atractivo y de vanguardia y cómo
debe ser comercializado. La automotriz ayudó a ganar una
guerra, impulsó la prosperidad de EEUU y revitalizó los
programas de las escuelas de negocios”.
En
otras palabras, el quebrando de la GM no viene más que a
reflejar la profundidad
de la crisis en curso y, en todo caso, la bancarrota en la que
está sumida hoy parte importantísima de la economía
capitalista mundial,
la
que sólo se está manteniendo en pie gracias a los
multimillonarios rescates de la mano del Estado.
Un derrumbe de dimensiones históricas
Para
tener una idea más cabal de lo que se habla cuando se alude
a la quiebra de una empresa de estas dimensiones veamos
algunos números. En términos directos, GM empleaba hasta
hoy la friolera de 244.000 trabajadores en todo el mundo, más
de la mitad de ellos en los propios EEUU. Durante 77 años,
de manera ininterrumpida, desde 1932 y hasta el año pasado,
fue la primera productora mundial automotriz (habiendo sido
desplazada ahora por Toyota). El pasivo reconocido de la
empresa alcanza la friolera de 172.000 millones de dólares
y sus activos están valuados en 82.000 millones. En los últimos
años ha tenido pérdidas por 90.000 millones de dólares
aun a pesar de que el Estado norteamericano ya inyectó en
la empresa 20.000 millones a finales del 2008 y se apresta
ahora a inyectar nuevamente 30.000 millones más a manera de
dar continuidad a las operaciones de al menos una parte de
la misma.
En
estas condiciones, la empresa ya está siendo desmembrada:
su división automotriz europea (Opel y Vauxhal) estaría
siendo adquirida por la autopartista canadiense (que cuenta
con la participación de capitales rusos) Magna. Se dice que
sólo en Europa estarían
amenazados 11.000 puestos de trabajo de la GM sobre 55.000. Mientras
tanto, sus plantas latinoamericanas continuarían por ahora
operando “normalmente”…
En
los que hace a los EEUU, ya se ha anunciado el liso y llano
cierre de entre 14 y 20 plantas de aquí a finales del 2010
lo que implicaría el despido de al menos 20.000 trabajadores.
Al
mismo tiempo, las jubilaciones y planes de salud de cientos
de miles de ex obreros jubilados han sido puestos en riesgo
o completamente degradados. Todo lo anterior, claro está,
con la siniestra
complicidad de la burocracia de la UAW (Unión de
Trabajadores de Automotrices) una de las más poderosas del
país.
Y
esto lo señalamos sin hablar de las consecuencias de la
quiebra de la tercera automotriz estadounidense (Ford, por
ahora, estaría sobreviviendo…), la Chrysler, así como
las dramáticas derivaciones que el achique de la industria
automotriz norteamericana tendrá sobre toda
la inmensa cadena autopartista. No casualmente, días
atrás, se acaba de anunciar la quiebra de una muy
importante ligada a la Ford y que viene de sufrir
ocupaciones de fábrica en Gran Bretaña: Visteon.
Estatizando para rescatar la propiedad privada
Como
reconoció Barack Obama, si su gobierno no hubiera salido al
rescate de la empresa, las consecuencias hubieran sido más
dramáticas aún. Es que estamos en presencia de la
mayor bancarrota de una empresa industrial en la historia de
los EEUU. Y, en consecuencia, de
la mayor estatización de una empresa productiva que se haya
visto en ese país.
La
estatización ocurre evitando el cierre liso y llano de
todas las plantas de la empresa lo que hubiera significado,
de ser así, una verdadera hecatombe económico-social y seguramente política
pudiendo afectar directamente los puestos de trabajo de
3.000.000 de trabajadores.
Para
evitar esto, el estado yanqui vuelve a inyectar 30.000
millones de dólares, se hace cargo del 72.5% (junto con
Canadá) de la propiedad de la empresa y toma a su cargo la
supervisión de un operativo por el cual se van a eliminar
montos siderales de deuda con los trabajadores, con
accionistas individuales, se van a desprender de partes del
“negocio”, se van
a cerrar plantas y despedir en masa trabajadores. Todo
con el objetivo de que la empresa “vuelva a ser
rentable”. Una vez que ocurra esto, cuando la empresa
vuelva a dar ganancia, sería
nuevamente reprivatizada.
Es
decir, se trata de una estatización
transitoria pero para volver a poner la compañía en
condiciones y, entonces, volver a entregarla en manos
privadas.
En
síntesis: una estafa
que no tiene nombre, porque se hará sobre la sangre, el
sudor y las lágrimas de los obreros de la propia GM y los
llamados “contribuyentes”. Es decir de toda la
población trabajadora que vía impuestos sostiene el
presupuesto del Estado.
¿Ocupaciones de fábrica en los
EEUU?
“Desde el 2007, EEUU ha perdido 5 millones de empleos. Más
del 15% de la fuerza de trabajo está desempleada o
subempleada, algo en torno a 25 millones de trabajadores.
Las únicas industrias que mantienen sus puestos de trabajo
son los servicios de salud y el gobierno federal. El valor
de las acciones de las empresas norteamericanas ha colapsado
en un 57%. La producción industrial ha caído en un 12.8%
en el año que va a marzo pasado, la peor desde la 2°
Guerra Mundial”.
El
análisis de todas las derivaciones de la quiebra de GM no
podemos hacerlo en esta nota. Lo iremos haciendo en las próximas
ediciones. En todo caso, aquí queremos referirnos a lo
central: ¿cómo
reaccionaran en definitiva esas decenas de miles de obreros
automotrices que están llamados a pagar la cuenta de la
quiebra?
Es
decir, aquellos compañeros que quedarán en la calle con
indemnizaciones reducidas o lisa y llanamente sin ellas,
aquellos que perderán su seguro de salud y jubilaciones. O
mismo aquellos que conservando la fuente de trabajo vean
reducido sideralmente su salario y agigantadas las
condiciones de explotación de su trabajo.
Claro,
seguramente hoy el estupor y la parálisis todavía es
inmensa. Además, los trabajadores deben enfrentar la feroz
y cínica campaña antiobrera que reza que ellos serían los
“culpables del fracaso de GM”; o el corsé impuesto por
una de las burocracias más siniestras del mundo.
Sin
embargo, todo puede pasar. No está escrito en ninguna
“Biblia” que miles y miles de obreros asistirán
pasivamente al cierre de sus plantas. Tampoco que a nivel de
las autopartistas afectadas “de rebote” por la quiebra
del gigante los despidos en masas pasen sin pena ni gloria.
En
todo caso, en la mismísima capital del capitalismo mundial,
se está colocando materialmente la lucha por la estatización
definitiva bajo control de sus trabajadores de GM, Chrysler
y demás autopartistas que cierren o despidan en masa. Esto,
por intermedio del único método por el cual se puede hacer
frente a una situación tan brutal: la
ocupación de fábrica.
De
darse un proceso de ocupaciones de fábrica en los EEUU sería
eventualmente el comienzo de un proceso de lucha de clases
obreras en ese país como no se ve desde los años ’30 del
siglo pasado. Algo que de ocurrir podría ser histórico.
Un ejemplo para toda la clase obrera a nivel mundial que haría
entrar el actual proceso de resistencia a la crisis que
todavía se expresa de una manera muy fragmentaria en otra
dimensión.
Al principio del mes pasado ya se había anunciado el
procedimiento de quiebra de la tercera automotriz
norteamericana, la Chrysler, con lo cual, hasta ahora,
la única que sigue sobreviviendo a la bancarrota
capitalista mundial es la Ford y en todo caso, nadie
sabe por cuanto tiempo.
The Wall Street Journal Americas, 2-06-09.
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