Socialismo o Barbarie, periódico Nº 152, 04/06/09
 

 

 

 

 

 

General Motors se declaro en bancarrota

El ocaso de un ídolo del capitalismo mundial

Por José Luis Rojo

“Un ‘auto-apocalipsis’ ha golpeado Detroit. El año pasado, la industria automotriz tenía la capacidad para hacer anualmente 17 millones de coches. Las ventas en el 2009 escasamente llegarán a la mitad de esa cantidad. Los tres grandes constructores automotrices norteamericanos –General Motors, Ford y Chrysler- acumularon pérdidas ruinosas en las décadas de la posguerra. Las tres se están reestructurando desesperadamente. Solo Ford podría sobrevivir en su forma actual” (The Economist, 28-05-09).

Cuando arrecia la ridícula campaña mundial de que “lo peor de la crisis ya pasó”, se acaba de anunciar finalmente que General Motors, primera automotriz mundial a lo largo de prácticamente todo el siglo XX, se declaró en bancarrota[1]: un verdadero apocalipsis de la industria automotriz norteamericana.

Las consecuencias de este hecho son de toda índole: económicas, políticas, geopolíticas y hasta “simbólicas” en lo que tiene que ver con la caída de un símbolo por excelencia del capitalismo norteamericano, tan o más importante que la “Estatua de la Libertad”.

Los ejemplos de esto último son múltiples. Por ejemplo, en pleno apogeo en la década del ’50, el presidente de la empresa de aquella época, Charles E. Wilson, llegó a decir, textualmente, “lo que es bueno para General Motors es bueno para el país”: “La mayor automotriz estadounidense dictó las pautas sobre cómo una compañía debe ser dirigida, cómo un producto utilitario puede ser atractivo y de vanguardia y cómo debe ser comercializado. La automotriz ayudó a ganar una guerra, impulsó la prosperidad de EEUU y revitalizó los programas de las escuelas de negocios”[2].

En otras palabras, el quebrando de la GM no viene más que a reflejar la profundidad  de la crisis en curso y, en todo caso, la bancarrota en la que está sumida hoy parte importantísima de la economía capitalista mundial, la que sólo se está manteniendo en pie gracias a los multimillonarios rescates de la mano del Estado.

Un derrumbe de dimensiones históricas

Para tener una idea más cabal de lo que se habla cuando se alude a la quiebra de una empresa de estas dimensiones veamos algunos números. En términos directos, GM empleaba hasta hoy la friolera de 244.000 trabajadores en todo el mundo, más de la mitad de ellos en los propios EEUU. Durante 77 años, de manera ininterrumpida, desde 1932 y hasta el año pasado, fue la primera productora mundial automotriz (habiendo sido desplazada ahora por Toyota). El pasivo reconocido de la empresa alcanza la friolera de 172.000 millones de dólares y sus activos están valuados en 82.000 millones. En los últimos años ha tenido pérdidas por 90.000 millones de dólares aun a pesar de que el Estado norteamericano ya inyectó en la empresa 20.000 millones a finales del 2008 y se apresta ahora a inyectar nuevamente 30.000 millones más a manera de dar continuidad a las operaciones de al menos una parte de la misma.

En estas condiciones, la empresa ya está siendo desmembrada: su división automotriz europea (Opel y Vauxhal) estaría siendo adquirida por la autopartista canadiense (que cuenta con la participación de capitales rusos) Magna. Se dice que sólo en Europa estarían amenazados 11.000 puestos de trabajo de la GM sobre 55.000. Mientras tanto, sus plantas latinoamericanas continuarían por ahora operando “normalmente”…

En los que hace a los EEUU, ya se ha anunciado el liso y llano cierre de entre 14 y 20 plantas de aquí a finales del 2010 lo que implicaría el despido de al menos 20.000 trabajadores.

Al mismo tiempo, las jubilaciones y planes de salud de cientos de miles de ex obreros jubilados han sido puestos en riesgo o completamente degradados. Todo lo anterior, claro está, con la siniestra complicidad de la burocracia de la UAW (Unión de Trabajadores de Automotrices) una de las más poderosas del país.

Y esto lo señalamos sin hablar de las consecuencias de la quiebra de la tercera automotriz estadounidense (Ford, por ahora, estaría sobreviviendo…), la Chrysler, así como las dramáticas derivaciones que el achique de la industria automotriz norteamericana tendrá sobre toda la inmensa cadena autopartista. No casualmente, días atrás, se acaba de anunciar la quiebra de una muy importante ligada a la Ford y que viene de sufrir ocupaciones de fábrica en Gran Bretaña: Visteon.

Estatizando para rescatar la propiedad privada

Como reconoció Barack Obama, si su gobierno no hubiera salido al rescate de la empresa, las consecuencias hubieran sido más dramáticas aún. Es que estamos en presencia de la mayor bancarrota de una empresa industrial en la historia de los EEUU. Y, en consecuencia, de la mayor estatización de una empresa productiva que se haya visto en ese país.

La estatización ocurre evitando el cierre liso y llano de todas las plantas de la empresa lo que hubiera significado, de ser así, una verdadera hecatombe económico-social y seguramente política pudiendo afectar directamente los puestos de trabajo de 3.000.000 de trabajadores.

Para evitar esto, el estado yanqui vuelve a inyectar 30.000 millones de dólares, se hace cargo del 72.5% (junto con Canadá) de la propiedad de la empresa y toma a su cargo la supervisión de un operativo por el cual se van a eliminar montos siderales de deuda con los trabajadores, con accionistas individuales, se van a desprender de partes del “negocio”, se van a cerrar plantas y despedir en masa trabajadores. Todo con el objetivo de que la empresa “vuelva a ser rentable”. Una vez que ocurra esto, cuando la empresa vuelva a dar ganancia, sería nuevamente reprivatizada.

Es decir, se trata de una estatización transitoria pero para volver a poner la compañía en condiciones y, entonces, volver a entregarla en manos privadas.

En síntesis: una estafa que no tiene nombre, porque se hará sobre la sangre, el sudor y las lágrimas de los obreros de la propia GM y los llamados “contribuyentes”. Es decir de toda la población trabajadora que vía impuestos sostiene el presupuesto del Estado.

¿Ocupaciones de fábrica en los EEUU?

“Desde el 2007, EEUU ha perdido 5 millones de empleos. Más del 15% de la fuerza de trabajo está desempleada o subempleada, algo en torno a 25 millones de trabajadores. Las únicas industrias que mantienen sus puestos de trabajo son los servicios de salud y el gobierno federal. El valor de las acciones de las empresas norteamericanas ha colapsado en un 57%. La producción industrial ha caído en un 12.8% en el año que va a marzo pasado, la peor desde la 2° Guerra Mundial”[3].

El análisis de todas las derivaciones de la quiebra de GM no podemos hacerlo en esta nota. Lo iremos haciendo en las próximas ediciones. En todo caso, aquí queremos referirnos a lo central: ¿cómo reaccionaran en definitiva esas decenas de miles de obreros automotrices que están llamados a pagar la cuenta de la quiebra?

Es decir, aquellos compañeros que quedarán en la calle con indemnizaciones reducidas o lisa y llanamente sin ellas, aquellos que perderán su seguro de salud y jubilaciones. O mismo aquellos que conservando la fuente de trabajo vean reducido sideralmente su salario y agigantadas las condiciones de explotación de su trabajo.

Claro, seguramente hoy el estupor y la parálisis todavía es inmensa. Además, los trabajadores deben enfrentar la feroz y cínica campaña antiobrera que reza que ellos serían los “culpables del fracaso de GM”; o el corsé impuesto por una de las burocracias más siniestras del mundo.

Sin embargo, todo puede pasar. No está escrito en ninguna “Biblia” que miles y miles de obreros asistirán pasivamente al cierre de sus plantas. Tampoco que a nivel de las autopartistas afectadas “de rebote” por la quiebra del gigante los despidos en masas pasen sin pena ni gloria.

En todo caso, en la mismísima capital del capitalismo mundial, se está colocando materialmente la lucha por la estatización definitiva bajo control de sus trabajadores de GM, Chrysler y demás autopartistas que cierren o despidan en masa. Esto, por intermedio del único método por el cual se puede hacer frente a una situación tan brutal: la ocupación de fábrica.

De darse un proceso de ocupaciones de fábrica en los EEUU sería eventualmente el comienzo de un proceso de lucha de clases obreras en ese país como no se ve desde los años ’30 del siglo pasado. Algo que de ocurrir podría ser histórico. Un ejemplo para toda la clase obrera a nivel mundial que haría entrar el actual proceso de resistencia a la crisis que todavía se expresa de una manera muy fragmentaria en otra dimensión.


[1] Al principio del mes pasado ya se había anunciado el procedimiento de quiebra de la tercera automotriz norteamericana, la Chrysler, con lo cual, hasta ahora, la única que sigue sobreviviendo a la bancarrota capitalista mundial es la Ford y en todo caso, nadie sabe por cuanto tiempo.

[2] The Wall Street Journal Americas, 2-06-09.

[3] The Economist, 28-05-09.