Mientras
se pelean por los votos y discuten por las
“estatizaciones” de Chávez, se preparan para el 29
El ajuste que viene
En
momentos en que la campaña electoral reflejaba la discusión
dentro de la clase capitalista (y de la corporación política
burguesa) respecto del escenario post 28 de junio, las
“nacionalizaciones” de Chávez y el conflicto con
Techint cambiaron un poco el clima. La Unión Industrial
Argentina cerró filas detrás de los Rocca y le pidió al
gobierno argentino que vete el ingreso de Venezuela al
Mercosur. Poco faltó para que reclamara la ruptura de
relaciones diplomáticas con el “bandido internacional”
Chávez...
En
nota aparte en esta edición damos cuenta del nivel de
exageración e histeria de la burguesía y la prensa
argentinas al respecto. En todo caso, no hay que marearse
por las declaraciones altisonantes de uno y otro lado. Esto
incluye a Cristina Kirchner, que defendió el derecho
soberano de Venezuela a tomar esas decisiones… siempre
que pague la indemnización correspondiente, como en
Sidor, y criticó a Techint por depositar la primera cuota
de esa indemnización (400 millones de dólares sobre un
total de casi 2.000 millones) en el exterior.
Tal
vez el conflicto crezca. Pareciera que ahora Techint no se
conforma con que Cristina les gestione ante Chávez jugosos
precios por sus nacionalizaciones, y quiere que el gobierno
le oficie de policía
internacional de sus inversiones y propiedades. Pero lo
más probable es que la relación entre la gran patronal
argentina y los Kirchner vuelva adonde estaba hasta hace
poco. Es decir, negociando
el esquema institucional y la estrategia económica a partir
del 29 de junio.
A hacer el trabajo sucio
Los
escenarios de máxima están casi descartados. Los Kirchner
no van a ganar la elección por un margen que les permita
hacer lo que les parezca. Tampoco parece avecinarse una
derrota tan catastrófica que prácticamente fuerce la
salida del actual gobierno. Si bien a parte de la patronal
(los ruralistas) le encantaría “rajar” ya mismo a los
K, los sectores más poderosos de la clase capitalista
argentina (nucleados en AEA) parecen haberse convencido de
que sería jugar con fuego. Después de juguetear con la
idea de una “transición” sin los Kirchner (como
deslizaron Macri y De Narváez), ven más razonable otro
esquema.
Los Kirchner van a salir debilitados de la elección. En el mejor de los casos como primera minoría, sin
mucho margen, y seguramente sin quórum propio en el
Parlamento. De esta manera, todos los
pasos políticos y económicos a seguir demandarán del
“consenso” que, dicen, tanta alergia le produce al
actual gobierno.
Dicho
en criollo: los
coletazos de la crisis internacional, pero también las dificultades
bien argentinas que devienen del agotamiento
del “modelo” económico kirchnerista, exigirán bien
pronto una serie de ajustes
profundos, en primer lugar en cuentas fiscales que dan
signos de estar exhaustas. Ese ajuste no es otro que el
que propugnan –en voz baja claro– los candidatos de la
oposición de derecha. A saber: vuelta
a pedir crédito al FMI, devaluación, más plata para los
“productores”-exportadores del campo, recesión, caída
del salario real... e incluso despidos en mayor cantidad que
lo que hemos visto hasta ahora.
¿Hasta donde llegará el “progresismo” K?
Ahora
bien, ¿quién va a encabezar ese ajuste? Para la gran
patronal, dejar eso en manos de la oposición, forzando la
salida de los Kirchner, generaría demasiadas complicaciones
juntas: económicas, políticas, institucionales... Mejor,
entonces, obligar a la actual gestión a continuar hasta el
2011; eso sí,
asumiendo la responsabilidad de todo el trabajo sucio del
ajuste. Para ello contará con el “respaldo
institucional” (léase votación parlamentaria de paquetes
de ajuste) necesario. ¿Que eso significará la licuación
definitiva de los Kirchner como proyecto y como alternativa
electoral? Sin duda, y justamente por eso es que la burguesía
les pedirá que hagan el sacrificio
(como lo hizo Duhalde) de poner por delante de sus
aspiraciones políticas las necesidades de la clase que en
definitiva representan: los capitalistas. Esto es, quemarse
hasta el final y dejarle el campo orégano a los
paladines de la oposición.
Está
por verse cuánto de este plan están dispuestos a llevar
adelante los Kirchner. Aunque por supuesto sus márgenes de
maniobra van a depender del resultado de la elección. Y
hasta ahora no viene muy bien barajada para el gobierno, más
allá de todo el circo de las candidaturas que se impugnan,
se levantan, reaparecen, que si asumen, que si no, que no se
sabe...
Por
estos carriles transitaba la trastienda de la campaña
electoral cuando apareció el “cuco” Chávez. A la
patronal argentina le da pánico que el venezolano les
sugiera a los Kirchner un camino alternativo al de un ajuste
que todos dan inevitable como hecho de la naturaleza. Ese
camino sería un “giro populista”. Aun de darse (algo
que parece altamente improbable, que no fueron capaces de
hacer siquiera en los momentos más álgidos de la lucha con
el “campo”), ese giro sería al estilo Kirchner, hecho
más de anuncios que de hechos. Pero todavía así,
genera ataques de alergia en la burguesía y los grandes
medios de falsificación.
Sin
embargo, repetimos, lo más probable es que lo que
presenciemos sea un ajuste estilo K, en todo caso en más cómodas
cuotas y con cortinas de humo aquí o allá.
Una campaña a tiza y carbón. Por el Frente de Izquierda y por un gran partido socialista
revolucionario en nuestro país
En este marco, las responsabilidades de la izquierda
revolucionaria no son menores. El Frente de Izquierda y los
Trabajadores, Anticapitalista y Socialista, que conformamos
el Nuevo MAS, el PTS e IS, tiene la tarea de pelear la
cabeza de cientos de miles de compañeros alrededor de una
alternativa de independencia de clase, contra todas las
opciones patronales. Esta tarea se manifiesta en el
campo de las elecciones, así
como en el incondicional apoyo a las luchas obreras que
siguen surgiendo desde abajo y tienden a desbordar a los
dirigentes siguiendo la estela dejada por Pilkintong y
Massuh.
Pero todo esto se hará más candente aun después
del 28 de junio. La necesidad de que los trabajadores se
planten en la palestra nacional de una manera independiente,
se pondrá al rojo
vivo en el escenario económico y social que se viene.
Todas las fracciones de la clase capitalista están
de acuerdo en que los trabajadores sean los que paguen la
crisis. En ese
sentido, las diferencias que hay entre el actual gobierno y
la oposición de derecha sólo se manifiestan en la mayor o menor brutalidad con que piensan
implementar el ajuste.
En ese sentido, el Frente cumple un importante rol a
nivel de la amplia vanguardia obrera y estudiantil en estas
elecciones al defender
un programa de independencia de clase de todas las
fracciones patronales, esto con la bandera principal de
que la crisis la
paguen los capitalistas y preparar a lo mejor de la nueva
generación obrera que emerge para las durísimas luchas que
se avecinan.
En lo inmediato, nuestros esfuerzos de campaña
deben centrarse en extender la presencia y agitación del
Frente en fábricas, barrios, colegios y universidades,
difundiendo nuestro perfil de clase e independiente, y apuntando
a hacer una fuerte acción de cierre de campaña.
¡Manos a la
obra! ¡Que no haya un solo compañero de la nueva
vanguardia obrera y estudiantil que no conozca las
posiciones del Frente! ¡A ganar compañeros para el nuevo
MAS en la perspectiva de luchar juntos por un gran partido
socialista revolucionario en nuestro país!
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