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La danza de las paritarias
La
“empleabilidad” es el nuevo techo salarial
Por Manuel Rodríguez
La discusión paritaria este año no tiene como hito la foto de Cristina,
Yasky y Moyano celebrando el techo salarial. Lo que ronda
hoy en día en todas las negociaciones paritarias, las que
se cerraron, las que se postergaron y la que se están
desarrollando es la “empleabilidad”, esto es, el
mantenimiento de los puestos de trabajando sacrificando
condiciones de empleo y salario.
Algunos gremios, como docentes (CTERA y universitarios), bancarios,
estatales y comercio, cerraron las paritarias antes de las
elecciones. Se trata en general del 15% y el 19%, en cuotas,
y en la mayoría de los casos no remunerativos. Pero la tónica
más general antes de las elecciones no fue ésta, sino que
la mayoría de las conducciones gremiales negociaron con las
patronales sumas no remunerativas para discutir paritarias
luego de las elecciones. Es el caso de la Carne, del SMATA,
Vidrio, UTA, Luz y Fuerza, UOM y camioneros entre otros.
Porque no sólo estaba la incertidumbre sobre la situación
política nacional luego de las elecciones (que terminó con
la derrota de los Kirchner), sino también los efectos de la
crisis económica mundial, cuyos costos las patronales y sus
gobiernos pretenden hacer pagar al conjunto de los
trabajadores. Es por eso que desde mediados de julio hasta
agosto todos estos gremios, en los cuales hubo sumas fijas
no remunerativas, junto con otros como el SUTNA, vuelven a
entrar en discusión paritaria.
Empleabilidad
Las patronales y el Estado han creado esta vez no un techo al aumento
salarial, sino un techo al costo laboral, camuflado bajo el
término “empleabilidad”. Con la necesidad que tiene la
patronal de descargar sobre los trabajadores el peso de la
crisis, “mantener la empleabilidad” significa que para
mantener los trabajadores su puestos de trabajo deben
aceptar menos aumentos de salario, en cuotas y no
remunerativos (como sucedió en la primera tanda de
paritarias) y/o reducciones directamente a los salarios
(como propone Techint en Siderca), reducciones en la jornada
de trabajo y consecuentemente en el sueldo (como propone el
Ministerio de Trabajo de Santa Fe, una de las provincias,
junto con Córdoba, económicamente más golpeadas),
flexibilización de las condiciones de trabajo (como en
Telefónicos).
Más allá de la negociación paritaria, el gobierno nacional ha
instalado un subsidio de 600 pesos a las patronales por cada
puesto de trabajo que no recorten (que las patronales
computan como 600 pesos no remunerativos al salario). Se
trata de otra forma de subsidio a las ganancias de los
capitalistas, y es especialmente utilizada en las
autopartistas. Este plan (Repro, Programa
de Recuperación Productiva), según el diario Página 12
del 27 de junio, alcanza a más de 90.000 trabajadores y le
insume al Estado más de 240 millones de pesos. El Repro es
sólo una medida limitada, temporal, que los Kirchner
diagramaron para “evitar que la sangre llegue al río”,
que los trabajadores salgan a luchar masivamente contra los
despidos, porque todavía la clase obrera no está dispuesta
a dejar que ataquen a los grandes núcleos de trabajadores
efectivos de las principales empresas (no así con los
contratados y tercerizados, que suman junto a las
suspensiones, más de 200.000 trabajadores). Es que allí
están los ejemplos de Massuh y de General Motors de
Rosario, donde tuvo que salir el Estado nacional no ya con
600 pesos mensuales, sino que la lucha de los obreros de
ambas fábricas logró arrancarle una millonaria intervención
en cada empresa para mantener las fuentes de trabajo. Fueron
estas luchas, de resultados dispares y triunfos parciales,
las que marcan toda la dimensión del “problema social del
empleo”, esto es, la decisión de la base obrera para
luchar duramente por sus puestos de trabajo.
Ni
el gobierno puede permitir, ni todas las patronales pueden
soportar, que el ejemplo del cierre de C&A, que dejó a
1.100 empleados en la calle, sea el mecanismo básico de
ajuste, la forma en la que paguen la crisis los
trabajadores. Dicho zarpazo produciría, de repetirse en
varias de las grandes empresas del país, y que es lo que la
oposición patronal viene promoviendo solapadamente, un
ascenso obrero muy difícil de encauzar bajo este gobierno y
bajo las condiciones actuales del capitalismo argentino. Ya
el intento de recortar los salarios en Siderca, por parte
del grupo Techint, produjo una movilización obrera en
Campana, cosa que hacía tiempo que no se veía.
El
enemigo de adentro
Si
la patronal dice que por culpa de la crisis no puede
sacrificar algo de las extraordinarias ganancias que tuvo (y
muchos sectores todavía tienen) durante el crecimiento K, y
el Estado la juega de promover la “empleabilidad”, de
“desflexibilizar el empleo”, mientras son cientos de
miles los despedidos y suspendidos en el país, todo esto
puede correr porque los trabajadores tenemos un enemigo
dentro de nuestras filas: la burocracia sindical.
Moyano,
Yasky, las direcciones de la CTA y de la CGT vienen asegurándole
al gobierno de los Kirchner los techos salariales y la paz
social. Están más preocupados en mantener el control sobre
los fondos que manejan las Obras Sociales y el apoyo a los
diferentes armados electorales de una u otra variante
patronal, que en organizar y preparar al conjunto de la
clase obrera argentina para enfrentar la crisis económica
mundial y terminar de una vez por todas con las condiciones
neoliberales de superexplotación, flexibilización laboral
y miseria salarial.
Estos burócratas no han salido en estos últimos años, a luchar, más
que en los discursos y en medidas aisladas, por ningún
reclamo obrero, ya sea por salario o por condiciones de
trabajo. Es más, han salido a enfrentar a las luchas
independientes, como en el caso de las luchas de FATE y de
los SUTEBAs combativos, por parte de la CTA, y del Subte y
Pilkington, por parte de la CGT.
Sólo se puede confiar en la base obrera organizada en asambleas y en los
Cuerpos de Delegados y delegados y activistas combativos e
independientes de la burocracia que han surgido al calor del
proceso de recomposición de la clase obrera luego del
Argentinazo, de diciembre del 2001.
Así como Yasky y toda la dirección de la CTERA a principios de año
hicieron de los docentes uno de los primeros gremios en
firmar las paritarias e intentar marcar un precedente
favorable al gobierno K, hoy Moyano pretende hacer lo mismo
para todas las paritarias que están por venir, o que se
reanudarán en las próximas semanas. Ya cerró el 17%, de
julio a julio, en 3 cuotas (7 ahora, 5 en noviembre y 5 en
marzo), cuando sólo la inflación del año pasado fue del
25% y la que va del año según el gobierno es del 3%.
A la política de que la crisis la paguen los trabajadores que tienen las
patronales, el gobierno K y las burocracias dirigentes de la
CTA y CGT (con la “empleabilidad” y los aumentos no
remunerativos y en cuotas), hay que oponerle la lucha obrera
desde las bases, con paritarios electos en asamblea, la
coordinación de los sectores en lucha y el desborde de las
conducciones burocráticas y sus cuerpos orgánicos.
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