Seis meses de Obama
Continuidad
y cambios en la política exterior
Por Claudio Testa
El gobierno de Obama pretende conjugar una continuidad
en lo esencial de los objetivos estratégicos del
imperialismo yanqui, con un cambio de tácticas y modales
que tienen que ver con su pérdida de hegemonía mundial...
y sus intentos de recuperarla.
Esto pone a la política exterior de Obama en una red
de contradicciones... pero hasta ahora la resultante
de esas tensiones no ha sido muy “progresista” que
digamos.
La principal de esas resultantes es una escalada
y extensión de las guerras coloniales emprendidas
bajo la anterior administración. Con un número de tropas mayor
que en las épocas de Bush, el “pacifista” Obama no
sólo mantiene la ocupación de Iraq, sino que redobla
la guerra en Afganistán y la extiende a Pakistán.
Tiene razón Tom Engelhardt, un agudo analista
estadounidense, cuando traza el paralelo entre la actual
orientación de Obama en la nueva guerra de Af-Pak (Afganistán-Pakistán),
con la de los presidentes demócratas Kennedy y Jhonson en
los 60, de “escalada” de la guerra de Vietnam, extendiéndola
a Camboya y Laos. Claro que, como Obama es “progre”, ya
no se habla de la “guerra contra el terror” y el
“choque de civilizaciones”, ni de “cruzada” contra
el Islam, como hacía el bestia de Bush.
Esta escalada se complementa con una farsa “progre”:
la supuesta retirada de Iraq. Los yanquis se
retiran... de las ciudades a sus bases en el mismo país.
Asimismo, más de 100.000 militares y “contratistas”
privados se quedarán como “asesores” y otras etiquetas
para disimular lo que sigue siendo una ocupación colonial.
Y los que salgan, no irán a EEUU sino a Afganistán-Pakistán.
La opereta de la “retirada de Iraq” ilustra bien las
diferencias entre el tosco Bush y el fino progresista Obama.
Es que la colonización de la región mal llamada “Medio
Oriente” –que abarca desde Palestina a Pakistán y desde
el Mar Arábigo hasta la frontera sur de Rusia–, no es un
capricho de tal o cual presidente, sino una política de
estado del imperialismo yanqui, que se viene aplicando desde
hace décadas. Esto lo explican bien los teóricos del
imperialismo yanqui, como Zbigniew Brzezinski (antiguo
asesor de Carter y hoy de Obama): el ejercicio del poder en
el centro de la masa continental euroasiática es
considerada la clave del dominio mundial.[3]
Asimismo, esto está relacionado con el sostén incondicional
de EEUU al Estado de Israel, cualesquiera sean las
salvajadas de los colonizadores sionistas.
Pero la continuidad de esta línea, ahora con Obama, pone
al imperialismo yanqui y su gobierno ante contradicciones
y tensiones más difíciles de resolver que
10 años atrás, cuando EEUU aparecía como la única
superpotencia indiscutida.
En primer lugar, la escalada de Af-Pak tiene todas las
probabilidades de terminar en el pantano de una guerra
interminable e imposible de ganar, como la de
Vietnam-Camboya-Laos.
En segundo lugar, las contradicciones saltan no sólo en
ese “centro de gravedad” de la política imperialista.
Para concentrarse en la guerra de Af-Pak, Obama debe
tranquilizar los otros frentes y tratar de recomponer en
forma amigable los destrozos dejados por Bush. Pero los
problemas se multiplican.
América Latina, por ejemplo, es una de esas áreas que
marcó el retroceso de EEUU en el siglo XXI. En la
Conferencia de Trinidad-Tobago, Obama hizo un admirable show
como “buen vecino”... ¡y ahora lo de Honduras amenaza
con tirarle todo abajo!
Los tradicionales aliados europeos de EEUU en la OTAN
aplauden en general la “nueva” política de Obama,
incluyendo su escalada de Af-Pak. En contraste con el
“unilateralismo” de Bush en su primera presidencia,
Obama implementa negociaciones y consensos. Todos lo alaban
por eso... Sin embargo, no implica que envíen más tropas,
como exige Obama. Europa imperialista sólo participa a
cuentagotas en la guerra de Af-Pak: aunque sus dirigentes no
lo digan abiertamente, hay una opinión generalizada de que
es imposible ganarla. Y con la crisis y las amenazas de
estallidos sociales en Europa, no está el horno para
bollos.
La “nueva guerra fría” con el Kremlin es otra
herencia de Bush. Obama viaja a Moscú, hace mil discursos y
promesas, dice que Rusia “debe ser una gran potencia” y
hasta obtiene algunos acuerdos, como el abastecimiento de
sus tropas en Afganistán usando el espacio aéreo ruso.
Pero días después, su vicepresidente Joe Biden viaja a
Ucrania y Georgia, y provocativamente proclama su ingreso a
la OTAN y anuncia que rearmarán a los georgianos... El
Kremlin, naturalmente, puso el grito en el cielo: Obama hizo
bellos discursos, pero a continuación EEUU cierra el cerco
alrededor de Rusia.
Semanas antes de estos incidentes, el showman de la
Casa Blanca protagonizó una comedia parecida. Desde El
Cairo, dio un solemne discurso al mundo árabe e islámico,
tratando de cerrar las heridas creadas o agravadas por Bush.
Pero también aquí las contradicciones en su propio campo
generan problemas insolubles. Punto fundamental para
mejorar la imagen de EEUU es la cuestión palestina. Para
eso, Obama trata de reflotar la farsa de los “dos
estados” y hasta derrama alguna lágrima por los
sufrimientos palestinos. Aquí, los encargados de “escupir
el asado” fueron las bestias que hoy gobiernan Israel:
como EEUU no puede prescindir de ellos (y, además, el lobby
israelí es todopoderoso en Washington), le han contestado a
Obama redoblando la extensión de los asentamientos y la
“limpieza étnica” de palestinos.
En estos días, Obama está en grandes tratativas con el
gobierno de Pekín. Ha proclamado que el siglo XXI va a ser moldeado
por la alianza EEUU-China. Pero hay un pequeño problema
para la armonía de ese joven matrimonio. EEUU quiere que
China siga bancando sus colosales déficits, le exporte
menos y le compre más. China, por el contrario, pretende
que EEUU vaya pagando, pero no con dólares que amenazan
devaluarse por los incontrolados déficits, endeudamiento y
emisión. China exige que EEUU haga el gran ajuste y que el
dólar vaya siendo reemplazado por una moneda mundial cuya
emisión Washington no controle.
Para finalizar, digamos que en este panorama el corto
“progresismo” de Obama no ha alcanzado ni siquiera a
cumplir con mínimas promesas, a las que se dio un bombo
internacional desmesurado.
El cierre de Guantánamo, por ejemplo, ha derivado en otra
farsa como la “retirada de Iraq”. Guantánamo y los
ilegales tribunales militares siguen funcionando como de
costumbre.
Las solemnes condenas de Obama a las torturas de la era
Bush, acabó en lo mismo. El ex vicepresidente de Bush, Dick
Cheney, salió a atacar a Obama en defensa de la tortura.
Cheney expresó no sólo la opinión de la derecha
conservadora sino también la del Pentágono. El
“progre” de la Casa Blanca retrocedió con la cola
entre las piernas. El resultado es que no se va a
enjuiciar a nadie, y que las fotos y documentos de las
atrocidades en Iraq, Afganistán y otros escenarios de la
“guerra contra el terrorismo” seguirán ocultos.
Notas:
1.- Tom Engelhardt, “El inconsciente imperial”,
en www.socialismo-o-barbarie.org , edición del 15/03/09.
2.- Ver Michael Schwartz, “Colonizando Iraq-La
doctrina Obama”, en www.socialismo-o-barbarie.org ,
edición del 19/07/09.
3.-
Zbigniew Brzezinski, “The Grand Chessboard: American
Primacy and Its Geostrategic Imperatives”, New York:
Basic Books, 1997.
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