En
el contexto de un nuevo lock out de la Mesa de Enlace
Las
luchas obreras dicen presente
“Las últimas elecciones no han cerrado nada. Más bien
han abierto un proceso donde estará en juego un intento de
normalización conservadora del país que habrá que ver si
es exitoso o no. Proceso, que a nuestro modo de ver, no
dejará de ser convulsivo y nos permitimos incluso dudar que
tenga el éxito asegurado”.
Después
de las elecciones del 28 de junio se ha abierto una coyuntura política de transición. Esto es lo que se está
viviendo en las alturas con las idas y venidas de
oficialismo y oposición en el Congreso en materia de
retenciones agrarias.
Según reconoce el oligárquico diario La Nación, la
llamada “emergencia económica” votada por “error”
unánimemente en el Parlamento y luego vetada por Cristina, representaba
ni más ni menos que la friolera de un agujero fiscal de
3.000 millones de dólares. Lo anterior sólo para
beneficiar a un puñado de ricachones del campo lo que sumarían
presión al ajuste
económico inconfesado que la administración
kirchnerista se ha visto obligada a poner en marcha. Ajuste
económico que no sólo está significando un claro
deterioro del salario real, sino que en provincias como Córdoba
(¿será el caso también de Buenos Aires?) está planteada
la eventualidad que Juan Schiaretti –amiguísimo de los
campestres– pase a pagar los sueldos, como en el 2001, en “patacones”…
Entre la reacción y la rebelión
Este
carácter de transición de la coyuntura nacional tiene que
ver con varios procesos internacionales que están dando el
contexto a los acontecimientos políticos del país.
Una
crisis económica mundial dónde si bien parece haberse
frenado –sólo por ahora– una eventual dinámica de
depresión económica mundial por la vía de los sin
precedentes rescates estatales, inevitablemente
tendrá nuevos desdoblamientos (ver en esta edición Crisis mundial: ¿En qué momento estamos? Pág. 12 y ss)
En
este sentido, alcanza con sólo señalar que un funcionario
de la Reserva Federal de los EEUU (es el Banco Central de
ese país) acaba de reconocer que el índice de desocupación
ya alcanza el 16% de la población económicamente activa
del país: ¡un índice
que es una bomba de tiempo social nada más y nada menos en
la principal economía del mundo!
Una
situación política internacional marcada por la tendencia
–por así decirlo– a la
“bushización” de Barack Obama con las consecuencias
de todo orden que podría tener este “desenlace” por
ejemplo para el objetivo de relegitimación internacional de
los EEUU.
Una
situación latinoamericana reaccionaria
marcada por el golpe de Estado en Honduras, pero que al
mismo tiempo por el “ambiente” en que el mismo golpe ha
tenido lugar, tiende
a fomentar una fuerte y radicalizada resistencia popular
–en primer lugar, en el propio país centroamericano– y
a desarrollar elementos de fuerte polarización política.
Es
dentro de este contexto que hay una pelea abierta por cuales
serán las tendencias que finalmente prevalecerán: si serán
las más reaccionarias; o si el ensayo de reacción pueda
significar un “pasarse de rosca” de los sectores
dominantes que de lugar a una respuesta contundente, obrera
y popular, que ponga
a la hora del día nuevas jornadas revolucionarias en la
región. Es precisamente en este sentido que el destino
del continente se sigue jugando en Honduras más allá de
los vaivenes de su propia coyuntura.
Emerge una dura resistencia obrera al ajuste
Este
nuevo round entre los de arriba con la declaración del séptimo
lock out de la patronal agrario es otra muestra de que todavía
no se puede anticipar exactamente hasta dónde avanzará la
tendencia a la normalización conservadora del país: la
propia pelea por el “modelo de país” todavía no está
saldada.
Sin
embargo, lo fundamental está en otro lado: a
nivel de las peleas que logre dar la clase obrera.
Porque en la dinámica política de un país nunca se puede
tratar sólo ni esencialmente de las peleas entre los de
arriba: la clave está
siempre en la lucha entre los capitalistas como un todo y la
clase trabajadora cómo tal.
Porque
precisamente a nivel del movimiento obrero, la novedad de
esta coyuntura pos-electoral con elementos reaccionarios
está marcada por una
serie de duras luchas obreras. El punto más
representativo en los últimos días ha venido siendo la
pelea de los petroleros privados en Santa Cruz y, sobre
todo, la que sigue en curso en Kraft-Terrabussi luego del fiasco
de la “conciliación obligatoria”, pero la lista es
larga: diario Crónica con la planta de los gráficos
cerrada sine die, la textil Alcoyana ocupada por sus
trabajadores, Mahle, Paraná Metal, portuarios y un largo
etcétera.
El
dato más novedoso de la coyuntura es que a pesar de las
burocracias de todos los colores, las
luchas obreras están diciendo presente y esto, de manera
creciente. No hay tarea más importante para la
izquierda revolucionaria que
jugarse a que las mismas se resuelvan exitosamente.
Despertar obrero en el SMATA y la UOM
Es
en el contexto señalado que se debe insertar entonces el ciclo de duras luchas obreras que está recorriendo importantes
sectores de trabajadores. Este escenario no deja de ser contradictorio. La burocracia sindical –tanto de la CGT como sus
hermanos gemelos de la CTA– ha buscado fervorosamente el
acuerdo casi sin chistar con el gobierno K y los
empresarios: se trata de unas paritarias caracterizadas por tratar de hacerles el
favor a los capitalistas en materia de caída del salario
real.
Prácticamente
sin excepción, los aumentos están por detrás
del nivel de inflación real. Es decir, el uso del chantaje
de “cambiar salarios por empleo” que ha venido siendo el punto
central de la estrategia del gobierno de Cristina K en
materia “laboral” (lo que no está excluyendo una cierta
escalada de despidos y/o intentos de cierres de empresas
como son los casos de Alcoyana o Mahle).
Esto
ha ocurrido a nivel de grandes gremios industriales como la
UOM, el SMATA (y lo mismo está ocurriendo en estos momentos
en el neumático donde Pedro Wasiejko acaba de firmar la
paritaria por un escaso 16.5%, acorralando a los compañeros
de Fate para que estos no puedan salir a luchar so pena de
una ola de despidos sobre su cabeza).
Pero
lo más interesante es que esto no ha ocurrido sin que se
desaten profundas objeciones entre la base obrera de estos
gremios estratégicos. Es
el caso de la UOM y el SMATA (los principales gremios
industriales del país), donde las manifestaciones de
descontento han sido las más importantes en años.
En
la UOM, Caló se vio obligado a convocar a paros y
movilizaciones, después de 14 años sin convocar ni una
sola marcha. Medidas controladas en un gremio ampliamente
precarizado y que viene de muy atrás, pero que no por ello
han dejado de ser significativas. En la UOM Córdoba los
trabajadores repudiaron
el miserable acuerdo apaleando al secretario general de la
seccional y se llegó a intentar incendiar la sede del
sindicato…
En
el caso del SMATA, el proceso ha sido categóricamente más
profundo y ha tenido
elementos de desborde tanto en Córdoba, como en Rosario y
la zona Norte del Gran Buenos Aires.
Luego
de la importante marcha de noviembre del año pasado,
Manrique y Pigniarelli (los sucesores del “Gordo” Rodríguez),
no convocaron a más medidas de fuerza de conjunto y
terminaron acordando un porcentaje que causó amplio descontento entre las bases obreras. En General
Motors de Rosario, la burocracia perdió la asamblea: el 70%
rechazó el aumento por insuficiente. En el caso de
Volkwaguen y Ford en Pacheco, sólo se logró imponer tal
acuerdo con intimidación
a las bases y apaleos a las corrientes de izquierda que como
el nuevo MAS cometimos el “pecado” de señalar que el
aumento era insuficiente.
Demás
está decir la importancia del proceso de acumulación
por abajo que se viene dando en el SMATA (con una histórica
burocracia que aparece debilitada y en crisis y la
emergencia de una nueva generación obrera) para
el proceso en curso de recomposición de la vanguardia
obrera.
Provocación en
Kraft-Terrabussi
Pero
detengámonos ahora en el caso de Kraft. Además de que se
trata de una pelea que está abierta y donde al momento del
cierre de esta edición los compañeros se están
movilizando al Ministerio de Trabajo en repudio porque la
patronal no está acatando la conciliación, su caso es
ampliamente representativo a nivel del movimiento obrero de
la coyuntura política que se está viviendo en el país. Se
trata de una lisa y llana provocación
patronal, de un ataque sin precedentes en esa importante
planta, seguida de
una no menos importante respuesta de los trabajadores que
llegaron a ocupar las instalaciones por varios días.
No
se puede calificar menos que de provocación
al despido en masa y “con causa” de 150 trabajadores a
la cabeza de los cuales está toda la Comisión Interna y el
conjunto de los delegados, reconocidos o no.
Es
decir, la provocación patronal apunta directamente a descabezar la dirección de la fábrica que está al frente de la
misma desde hace más de una década, y con la cual tenemos
grandes diferencias (se trata de una fábrica dirigida por
la CCC),
está claro que tampoco puede ser asimilada mecánicamente a
la dirección del
gremio de la Alimentación (Rodolfo Daer, dirigente de la
CGT bajo el menemismo).
La
provocación apunta contra
el proceso de recomposición en la fábrica que se ha
venido dando en los últimos años pasando incluso por
encima de la misma interna: la repetida reinstalación de
despedidos,
la práctica de saltar el cerco desacatando medidas
arbitrarias de la patronal, la elección de nuevos delegados
no reconocidos por la empresa, etc.
Es
decir, este brutal ataque apunta contra
las “anormalidades” en la planta que Kraft no logró
acallar desde que desembarcó en la planta a comienzos del
siglo XXI y que coincidió justamente con el proceso del
Argentinazo y la recomposición en curso de la vanguardia
obrera.
Porque
todos sabemos que en los ’90 Terrabussi fue la paz de los cementerios. Los compañeros entraban y salían en
lapsos de semanas, no había efectividad para nadie, el
salario horario no llegaba a un peso a lo largo de casi toda
una década. Esa es la cruda verdad de la super explotación
en una de las plantas alimenticias más importantes del país;
eso es lo que la patronal quiere reestablecer.
Se trata del proceso de normalización conservadora que venimos
denunciando en estas páginas a nivel de las relaciones
directas entre los capitalistas y los obreros.
Jugarse en las luchas para que triunfen
Las
luchas en curso son la vía para que la clase obrera
intervenga en la coyuntura nacional. Lo que se vive está
marcado por una durísima pelea por recursos y política en
las alturas. La Mesa de Enlace del “campo” y la oposición
política buscan
forzar un giro completo de la situación hacia la derecha.
No les es tan fácil. Por ejemplo, Macri acaba de tener que
retroceder con el nombramiento de Fino Palacios al frente de
la policía de la Capital Federal. Esto también es una
muestra de que hay un
conjunto de tendencias contradictorias y una pelea que está
abierta.
Para
que la clase obrera diga presente en esta coyuntura e
“inclinar la cancha” hacia su lado debe
poner sobre la mesa sus propios intereses. Esto pasa por
impulsar aumentos de salario acorde con la canasta familiar;
por salir a duras luchas contra los despidos llegando a la
ocupación de fábrica (cómo fue meses atrás el caso de
Pilkington); por la estatización bajo control obrero de
toda empresa que suspenda o despida (el caso de Massuh o
mismo la reciente expropiación de Zanon); por enfrentar la
tendencia de las patronales, el gobierno y la propia
burocracia a barrer con las direcciones combativas (caso del
Suteba de La Plata); por defender el derecho de los
trabajadores a organizarse como ellos quieran (el caso del
Subterráneo de Buenos Aires). Esto, la más de las veces,
pasando por arriba de las burocracias sindicales de todos
los colores apuntando a la tendencia al desborde y la organización desde abajo.
En
esta tarea estamos comprometidos desde el Nuevo MAS. Y por
esto llamamos a todos los compañeros obreros y estudiantes
que así lo deseen a organizarse en nuestras filas. En las
filas de una organización socialista revolucionaria que se
viene fortaleciendo para aportar en la lucha estratégica
por la recomposición y el poder de la clase obrera.
[1] SoB periódico de balance de las últimas elecciones.
[2]
Se trata de los impuestos a las exportaciones de granos,
principalmente soja.
[3]
Parte de este ajuste económico estilo K que se está
poniendo en marcha es el intento de “normalizar” la
situación de la deuda externa volviendo a tender
puentes con el FMI y “haciendo honor” a las
obligaciones de los que quedaron fuera del canje
organizado por Néstor K.
[4]
Debe estar claro que entre ellos –K y campestres- sólo
se trata de una pugna por distintos modelos
capitalistas, nada que tenga que ver con los intereses
directos de los explotados y oprimidos del país. En
este sentido volvemos a remitir al texto “La rebelión
de las 4 por 4” de reciente edición por Antídoto-Gallo
Rojo.
[5]
El asesinato a quemarropa por un prefecto a una joven
integrante de la Villa 31 de Retiro va en este
sentido… lo mismo que la dura respuesta de los
“villeros” por la misma desencadenada inmediatamente
después. Y en este mismo sentido va la reciente
renuncia de Fino Palacios, candidato de Macri a dirigir
la nueva policía capitalina y que venía con proyectos
de regimentar las luchas populares en la ciudad.
[6]
Incluso ha habido triunfos como la expropiación
definitiva de Zanon más allá de los límites que la
misma cooperativización pero no estatización tiene.
[7]
No tenemos claro el detalle del acuerdo de los
petroleros de Santa Cruz.
[8]
¡Ahora sería el momento que esta corriente haga valer
su “política de alianza” haciendo llegar el apoyo
de Bussi, Biolcatti, De Angelis y demás “espadas”
de la Mesa de Enlace de las patronales agrarias a las
que tan gustosamente como vergonzosamente vienen
apoyando desde el año pasado!
[9]
Hay compañeros que ya habían sido despedidos tres o
cuatro veces y hasta 5 veces y todavía estaban
trabajando gracias a
las exitosas peleas por su reincorporación.
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