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Crisis mundial
¿En qué momento estamos?
Por
Claudio Testa
Uno
de los principales temas de falsificación mediática de los
últimos meses ha sido la propaganda de los “brotes
verdes”. No se trata de un nuevo champú, sino de
imponer, a contramano de los hechos, la idea de que la
crisis mundial pasó o que está en vías de superarse
vertiginosamente. Por éste y otros motivos, es necesario un
breve balance, en vísperas de que el final del verano en el
hemisferio norte pone, especialmente a Europa y EEUU, ante
perspectivas económicas y sociales que amenazan ser dramáticas
y de largo plazo.
La colosal intervención estatal ha
evitado (hasta ahora) una depresión... pero a
graves costos
presentes y futuros
La
primera conclusión es que –por lo menos por ahora– se
ha evitado una depresión como la de los años 30. La
alternativa de una depresión estuvo planteada en los
inicios de 2009, como señalaron también los analistas
burgueses más serios; entre ellos The Economist, que
estimaba en un 40% sus probabilidades.[1] Sobre esta
coyuntura de la crisis, se hizo en Socialismo o Barbarie
un amplio análisis que conviene tener presente.[2]
El
haber evitado (o postergado) un desenlace depresivo se debe
esencialmente a la masiva intervención de los gobiernos
de EEUU, la Unión Europea, Japón y, bajo otras formas, los
de China y otros países asiáticos. Esto ha marcado una
gran diferencia con la crisis iniciada en 1929, donde el
gobierno de EEUU (también en esos momentos epicentro de la
crisis) sostuvo una política opuesta: dejar que la crisis
operase sin barreras, con la idea de que así se
“saneaba” el sistema.
Escarmentados
con este precedente, la decisión de los gobiernos de EEUU
(con Bush y con Obama) fue, a cualquier costo, apagar
o, más bien, circunscribir, los focos financieros de
la crisis. Este procedimiento fue seguido, con variantes más
o menos importantes, por los gobiernos de Europa y Asia.
Sin
embargo, este accionar no es –ni puede ser– gratuito.
Tiene sus consecuencias, por la cuales la crisis continúa
bajo otras formas menos “espectaculares” pero no
menos graves y, sobre todo, de larga duración.
Veamos esto más en detalle.
Los tres “pisos” del edificio de
la crisis
El
editorial de un periódico europeo de esta semana se
interrogaba sobre el incomprensible milagro de que “las bolsas
de los países que más pesan en el desarrollo económico
–Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia– viven días
de auge sostenido... a pesar de que los indicadores económicos
no sólo no se rehacen sino que pierden distancia... Pese a
ser el barómetro más frecuente de cómo va a evolucionar
la economía mundial, lo que está sucediendo en las bolsas
debe tomarse, por el momento, con suma precaución”[3].
En
efecto, el cuadro que presentan esos “países que más
pesan en el desarrollo económico” podría compararse con
un edificio de tres pisos: en el de más arriba,
habitan los “mercados financieros”; en el del
medio, la producción de bienes y servicios, el consumo,
etc., y, en el inferior, el empleo y el salario.
Mientras los mercados financieros viven –no sin sobresaltos y paros cardíacos–
la borrachera de una nueva burbuja, en los dos pisos
más abajo la cosa no está para festejos.
En el segundo piso, los números de la “economía real” de EEUU y Europa
(en Asia la situación es mejor) no indican una franca
recuperación sino que, en el mejor de los casos, el
desplome se ha detenido. Como dice The Economist:
“La economía mundial ha parado su contracción. Aquí
terminan las buenas noticias”[4].
En cambio, en el piso de más abajo, el desastre empeora. Los índices
de desempleo siguen aumentando, a pesar de que la manipulación
de estadísticas laborales, especialmente en EEUU, ya puede
emular el escándalo de nuestro INDEK. Pero además el
consenso es que, incluso si se produjese una verdadera
“recuperación”, el empleo no se va a recuperar
ni de lejos en la misma medida. A esto, agreguemos que la
crisis ha dado a los capitalistas una poderosa arma de
chantaje para pagar menos salarios por más trabajo. Este es
el secreto de una extraordinaria “buena noticia” en
medio de la debacle económica de EEUU: “la productividad
del trabajo [léase superexplotación] ha aumentado un
6,4% en el segundo trimestre”, informa The
Economist
(13/08/09). Este increíble salto –aclara– no se debe a
ningún avance técnico sino a que las empresas “han
cortado muy agresivamente” con despidos a la “fuerza de
trabajo”: con menos hombres y salarios se produce un 6,4%
más de promedio.
¿“V”,
“W” o “U”? Hay crisis para rato
¿Pero
por qué se da este “desacople” entre el “auge
sostenido” de la especulación y “los indicadores económicos
[que] no sólo no se rehacen sino que pierden distancia”?
Esto
tiene que ver, en primer lugar, con el “remedio” que ya
mencionamos: la masiva intervención de los gobiernos
y también la forma en que ella se viene realizando.
A
fines de marzo de 2009, Bloomberg informaba que: “El
gobierno de EE.UU. y la Reserva Federal han gastado,
prestado o comprometido 12,8 billones de dólares,
una suma que se acerca al valor de todo lo que se produjo
en el país el año pasado... [Esta suma] “representa
42.105 dólares por cada hombre, mujer y niño en EEUU y 14
veces los 899.800 millones de dólares de moneda en
circulación. El producto interno bruto de la nación fue de
14,2 billones de dólares en 2008.”[5]
Esto
es algo sin precedentes en la historia de la economía
capitalista, de sus crisis y rescates. La forma en que lo
hizo, explica además sus desiguales consecuencias.
De lo que se puso en dinero contante y sonante, la mayor
parte (algunos calculan el 85%[6]) habría ido a parar a los
“rescates” del sector financiero. Sólo el restante 15%
habría sido destinado directamente a relanzar la demanda.
Es imposible saber a ciencia cierta las verdaderas
proporciones, entre otros motivos porque los métodos de
“contabilidad creativa”, desarrollados desde hace tiempo
por las corporaciones en EEUU, también se están aplicando
a los gastos del Estado.
Pero,
más allá de opacidad de las cifras, nadie discute que la
euforia de Wall Street (y tras él, la del resto de los
mercados financieros) tiene su principal origen en ese maná
caído no del cielo sino de la Casa Blanca.
Sin
embargo, esto presenta un pequeño problema: han comenzado
otra vez a inflarse burbujas especulativas que tienen poco o
nada que ver con el curso de la producción de bienes y su
posibilidad de consumo (“demanda solvente”, para
utilizar la jerga keynesiana).
La
principal de estas burbujas es, precisamente, esta disparada
de títulos y acciones, que ha sido bautizada como la
“Burbuja del Rescate”. Viene además acompañada, entre
otras, de una burbuja de los precios del petróleo, ya en
acción en el período 2007/08.
Acerca
de esto, Gerald Celente, del Trends Research Institute de
Nueva York, uno de los pocos economistas no marxistas que
previó la actual crisis, sostiene que “la mayor burbuja
financiera en la historia está siendo inflada a plena
vista” y que “ésta será la Madre de Todas las
Burbujas, y cuando reviente […] señalará el fin del
ciclo de boom/quiebra que ha caracterizado la actividad económica
en todo el mundo desarrollado... Dólares fantasmas,
impresos de puro aire, respaldados por nada… y que
producen casi nada… definen la «Burbuja del Rescate».
Exactamente como las otras burbujas, ésta también reventará.
Pero a diferencia de las burbujas puntocom y la de las
hipotecas, cuando estalle la «Burbuja del Rescate», ni el
presidente ni la Reserva Federal tendrán a su disposición
los arreglos fiscales o las políticas monetarias para
inflar otra”.[7] Para Celente, después de este
interregno, volverá a presentarse el peligro de Gran
Depresión.
Más
allá del tono apocalíptico de esta previsión, Celente
toca un punto crucial que está preocupando incluso a
fervientes dibujantes de “brotes verdes”, como The
Wall Street Journal. En un artículo reciente cuyo título
lo dice todo –“Después del optimismo, asoman las dudas
sobre la salud de la economía”[8]–, el Wall Street
Journal se hace el gran interrogante: ¿qué va a pasar
con el paciente cuando lo desconecten de las máquinas que
lo mantienen vivo? ¿Seguirá respirando y su corazón
latiendo? Es decir, ¿qué va a pasar cuando el Estado deje
de intervenir con “rescates”? Y responde: “una vez que
disminuya el estímulo estatal, la economía carecerá de un
gran motor como el consumo o la inversión empresarial, lo
que podría hacerla volver a su fase de contracción”.
Igual
preocupación tiene The Economist , que hace pronósticos
aún más pesimistas: “El debate [sobre el futuro de la
economía] se centra alrededor de tres escenarios: V, U y W.
Una recuperación en forma de V sería vigorosa... Una en
forma de U sería floja y engañosa. Y una en forma de W,
significaría unos pocos trimestres de crecimiento, para
volver a caer nuevamente”.[9]
La
revista inglesa concluye que “la forma más probable en
los próximos años será una U melancólica, con una
larga parte inferior, plana o de crecimiento débil”.
¿Las causas? EEUU, Europa y demás estados no pueden seguir
bancando la economía y las finanzas al infinito. Y las señales
en esos países es que la demanda (sobre todo en EEUU) no
se va a recuperar fácilmente. El fenomenal desempleo
que va a ir en aumento, la bancarrota inmobiliaria que tiene
perspectivas de profundizarse, el exceso de capacidad
instalada que desanima inversiones productivas, los temores
de los consumidores que se han volcado al ahorro saliendo
del hiperconsumo a crédito, etc., todos esos motivos, van a
contramano de una recuperación rápida y vigorosa, con
epicentro en EEUU.[10]
Algo
parecido sostiene Nouriel Roubini, otro de los pocos
economistas no marxistas que previó la crisis: “Los
efectos de la política de estímulo se disiparán a
principios del año próximo, con lo que hará falta una
mayor demanda privada para apoyar el crecimiento continuo.
Pero la demanda privada interna –y en particular el
consumo– es débil o se está reduciendo en países muy
gastadores (los EEUU, el Reino Unido, España, Irlanda,
Australia, Nueva Zelanda, etcétera), mientras que no
aumenta lo suficiente en países muy ahorradores (China,
Asia, Alemania, Japón, etc.) para compensar la reducción
de sus exportaciones netas. De modo que hay una disminución
mundial de la demanda agregada en comparación con la
saturación de capacidad de la oferta, lo que impedirá una
sólida recuperación económica mundial.”[11]
La amenaza de una
Gran Depresión se ha alejado pero no desaparecido
Las
estimaciones citadas de Gerald Celente, sobre las
consecuencias que traería el estallido de la “Burbuja del
Rescate”, nos remiten al hecho de que las medidas sin
precedentes tomadas por los principales gobiernos
capitalistas han evitado en lo inmediato una Gran
Depresión, pero eso no implica que el peligro haya
desaparecido.
En
ese sentido, el economista marxista Isaac Johsua, de la
dirección de ATTAC[12], analiza bien por qué la depresión
no es una alternativa que el capitalismo haya logrado cerrar
ya:
Estamos
hoy ante “economías que funcionan basándose en las
ayudas públicas”. Pero “el apoyo público no puede
durar indefinidamente si es masivo. En los EEUU los márgenes
de maniobra de Obama en este punto son más y más
reducidos. [...] El apoyo público deberá pues pararse o
ralentizarse significativamente y esto en unos plazos que no
son extensibles al infinito. Es entonces cuando llegará la
hora de la verdad.
“En
ese momento, de dos cosas, una. Puede suceder que lo privado
(consumo de los hogares, inversión de las empresas, etc.)
no supla a lo público, no tome el relevo. Que la espiral
descendente haya prevalecido y los remedios proyectados se
hayan utilizado prácticamente todos. Pasaremos, entonces,
de una recesión a una profunda depresión; entraremos en un
mundo nuevo.
“Pero
puede suceder que lo privado supla el apoyo público. Es difícil
de apreciar la probabilidad de un acontecimiento tal, pero
es preciso señalar que no es el caso de la situación
actual: no existe en estos momentos en los países
desarrollados una dinámica autónoma de lo privado que ande
sin las muletas públicas.
“Así,
en los EEUU, el consumo de los hogares, no se puede sostener
por sí sólo, la inversión de las empresas continúa
cayendo si bien más lentamente, la pérdida de stocks
prosigue. Por lo tanto, una recaída es posible en todo
momento, pues la crisis está siempre presente.
“De
todas formas, aunque el crecimiento vuelva, será un
crecimiento blando, caótico, y esto por algunos años. En
efecto, no se podrán explotar de nuevo a fondo los mismos
filones: bajada de los ahorros de los hogares,
endeudamiento, etc., y nada nuevo parece emerger de la
crisis, a pesar de su amplitud y violencia.
“Los
capitalistas se aferran ferozmente al mismo modelo
[neoliberal] que acaba de fallar.”[13]
Notas:
1. The Economist daba un 40% de probabilidades a la
desembocadura en una Gran Depresión en “Manning the
barricades – Who's at risk as deepening economic distress
foments social unrest”, Economist Intelligence Unit,
marzo 2009.
2. “El debate sobre las perspectivas de la crisis”, Socialismo
o Barbarie Nº 150, 30/04/09. En la web: www.socialismo-o-barbarie.org/economia/090426_a_lasperspectivasdelacrisis
3. Editorial de El Periódico, Barcelona, 26/07/09.
4. "U, V or W for recovery", The Economist,
20/08/09
5. Mark Pittman and Bob Ivry, “Financial Rescue Nears
GDP as Pledges Top $12.8 Trillion”, Bloomberg,
31/03/09.
6. Alfredo Jalife-Rahme, “En EEUU no se sabe adónde
fueron a parar los 787.000 millones de dólares del rescate
bancario”, La Jornada, 16/08/09.
7. Gerald Celente, “The «Bailout Bubble» - The
Bubble to End All Bubbles”. Trends Research Institute, 13/08/09.
8. Sudeep Reddy y David Wessel, “Después del optimismo,
asoman las dudas sobre la salud de la economía”, Wall
Street Journal, 18/08/09.
9. "U, V or W…”,
cit.
10. "U, V or W…”,
cit.
11. Nouriel Roubini, “A Phantom Recovery?”, Project
Syndicate, agosto 2009.
12.
ATTAC: Association pour la taxation des transactions
financières pour l’aide aux citoyens.
13. Isaac Johsua, “Crisis: tras los planes de
relanzamiento, la hora de la verdad”, www.socialismo-o-barbarie.org
- edición del 23/08/09.
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