Clarín
y la derecha lloran
Con
K y Grondona nada es gratis
Por
Ariel Orbuch
El deterioro de la economía K, la propia crisis del
fútbol y el escenario de división burguesa instalado a
partir del conflicto entre las patronales agrarias y el
gobierno, son la base para empezar a comprender la fractura
de un matrimonio que convivió tres décadas entre Julio
Grondona y algunos medios de comunicación –en especial
Clarín–. Relación siempre que tuvo como tercera pata al
poder político de turno.
Hace
30 años, con Grondona recién asumido en la presidencia de
la AFA, Clarín organizó el partido Argentina-Resto del
Mundo para festejar el primer aniversario de la obtención
del Mundial 78, utilizado políticamente por la dictadura de
Videla. A esos tiempos hay que remontarse para ponerle fecha
de inicio al romance.
El
millón de dólares que dejó ese evento se utilizó una década
después –interminables negociados de por medio– en la
compra del predio de la AFA en Ezeiza en el que Kristina y
todo su gabinete, junto a Grondona y Maradona, celebraron
los "nuevos tiempos" en el fútbol.
Televisión
Satelital Codificada (TSC), integrada por Clarín y Torneos
y Competencias, nació de la mano de Grondona sin licitación
en 1991 y desde entonces fueron socios con la AFA de Don
Julio en el millonario negocio de la televisación del fútbol.
El
botín que se repartieron durante estos años fue tan grande
que hasta un bizarro
menemista como Daniel Lalín, en su momento, intentó
rediscutir los términos del negocio de la televisación del
fútbol "en nombre de los clubes". Don Julio, a su
estilo, cerró la discusión, soltándole la mano al Racing
quebrado, al que recién salvó junto al poder político una
vez que Lalín quedó fuera de juego con la cabeza aturdida
por un redoblante que los hinchas le revolearon en la sede
cuando el campeonato transcurría y Racing "había
dejado de existir", como había sentenciado la síndico
Ripoll. El negocio AFA-Clarín y TyC siguió sin trabas.
Pero
en este nuevo escenario político y ante
la negativa de TSC de rediscutir la sociedad para aliviar la
crisis del fútbol, Grondona encontró en el gobierno K
un socio para romper la alianza.
Con
el grupo Clarín a la cabeza, la mayoría de los medios y
los políticos patronales, salieron a poner el grito en el
cielo en nombre del "respeto a los contratos", el
"libre juego del mercado" y demás principios que
recitan desde cuanta tribuna disponen. Ante todo defienden su derecho de propiedad sobre rentas extraordinarias
incluso cuando está en juego la salud del propio negocio al
que desangran, en este caso el fútbol.
Nuevamente,
sacaron su costado
altruista al argumentar que "es una
barbaridad" aportar fondos al fútbol cuando el país
está hundido en la pobreza. Lo que se esconde atrás de
este argumento es que la televisación del fútbol es un
negocio en el que cualquier inversión inicial se recupera
bien rápido y que el
entretenimiento de ver un partido de fútbol, en su
consideración, debe estar privado a quienes no pueden
pagar.
El
gobierno logró volcar en parte a la población trabajadora
a su favor a partir de la medida de pasar los partidos por
televisión abierta. Los hinchas-televidentes tuvieron una
razón concreta para tomar partido de una pelea en las
alturas.
Sin
embargo, en algunas fábricas aún así los compañeros no
apoyan la medida del gobierno por su experiencia de 6 años
con el kirchnerismo, en los que más allá de alguna concesión
mínima, siempre defendió los intereses de los
capitalistas.
La
transmisión de los partidos por los canales privados América
y 9 es una temprana muestra de que el gobierno no quiere
"estatizar" la televisación del fútbol. También
de que no hay contradicción entre que el
De Narváez político esté en contra de la ruptura del
contrato a Clarín pero el De Narváez patrón de América
haga negocios con su derrotado Kirchner. Está claro que
la "intervención del Estado" va a estar destinada
también a que grupos económicos afines al kirchnerismo
también puedan hacer su juego.
Una
estatización "en serio" no es compatible con
hacer negocios con medios privados. Y en el caso de Canal 7
requiere de su funcionamiento bajo control de sus
trabajadores –y los televidentes– ya que los medios estatales son oficinas gubernamentales de propaganda K y
negocios.
El
acuerdo de los K con el propio Grondona, responsable junto a
los dirigentes que lo secundan de la crisis del fútbol
argentino, reafirma que no
hay ninguna vocación de acabar con las mafias que pinchan
la pelota de un fútbol cada vez más devaluado, totalmente
orientado a proveer "materia prima" a Europa,
que convierte en mercancía a pibes que todavía no se
afeitan, con una entrada popular de 30 pesos, y sin la
posibilidad de ir a la cancha de visitante en el ascenso.
Orden garantizado por las barras bravas, fuerzas de choque
de los dirigentes y la clase política toda.
El proyecto "emancipador" del fútbol de
los K, no pasa de un ajuste de cuentas con Clarín para
abrirle el negocio a otros multimedios, y garantizar que la
pelota no se pare: la situación no está como para que en
el marco de crisis existente, encima, no haya fútbol.
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