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Honduras: momentos decisivos
Por una gran movilización
antifascista continental
“Javier Hall, diputado liberal: «Conozco a Micheletti desde hace más
de 60 años y sé que hay sólo dos formas de que ceda; o
pierde el apoyo de los empresarios y las fuerzas armadas o
lo sacan por la fuerza». Después de casi tres meses de
dictadura, la primera opción le parece cada vez más
improbable; la
segunda le da miedo” (Página 12, 23-9-09).
Se acercan horas decisivas para Honduras y para el conjunto
de la situación política latinoamericana y mundial. La creciente polarización entre una heroica resistencia popular que se
extiende y consolida, por un lado, y el gobierno golpista de
Roberto Micheletti con el apoyo de la gran patronal, por el
otro, alcanza niveles de tensión inéditos. Como siempre,
en esta edición incluimos una completa cobertura de
nuestros compañeros del PST y del dirigente del nuevo MAS
Roberto Sáenz desde Honduras.
El literal asedio a la embajada
de Brasil donde está refugiado Mel Zelaya, el
endurecimiento de la represión por parte del régimen
–que ya ha costado un número de muertos a la lucha
popular que no es posible confirmar, pero que serían entre
5 y 10–, el aumento del aislamiento internacional de los
gorilas y, sobre todo, el renovado empuje de la movilización
popular, ponen sobre
la mesa la posibilidad de un desenlace de la crisis política
en el que las masas explotadas y oprimidas hondureñas sean
las protagonistas. Es decir, que “saquen por la
fuerza” a los gorilas y planteen de esa manera un
escenario que “les da miedo” a todos los actores de la
“institucionalidad” democrático-burguesa regional y
mundial.
Lo que está en juego en Honduras
ya es mucho más
que el desplazamiento o reposición de un gobierno
“populista” o “afín a Chávez” en la región, que
el triunfo o el fracaso de una operación reaccionaria. En
este momento, hacia dónde se inclinará la balanza de la
relación de fuerzas en el plano regional e incluso
internacional depende en gran medida del desenlace al que
nos estamos acercando en el país centroamericano. Todas las
fuerzas de la izquierda revolucionaria y socialista, pero
también todas las organizaciones que se reivindiquen
populares o simplemente democráticas tienen el deber de
poner en pie de manera inmediata una campaña
de solidaridad concreta con el heroico pueblo hondureño,
y de repudio y boicot efectivo al gobierno asesino de
Micheletti.
¡El punto de partida puede y debe ser una gran Jornada Antifascista
Continental de apoyo a la resistencia hondureña y contra el
golpe!
La burguesía quiere salida
negociada o represión, pero…
Es cierto que los golpistas
sufren de un aislamiento
internacional cada vez más abrumador. Hasta la propia
ONU –que jamás se ha caracterizado por mover un dedo a
favor de la lucha de los pueblos; más bien al contrario–
se ha visto obligada a declarar que la farsa electoral que
preparaba el régimen gorila no ofrece ninguna garantía y
carece de legitimidad. Varios presidentes latinoamericanos
–Lula, Cristina Kirchner, Tabaré Vázquez– exigieron en
la Asamblea General de la ONU en Nueva York la restitución
de Zelaya. Pero lo
que aterra a esos gobiernos y al de EE.UU. es que la
resistencia contraataque y patee definitivamente el tablero
de las “instituciones”. Es el mismo pavor que
embarga a los políticos burgueses como el arriba citado.
Por eso insisten con una salida negociada, el Acuerdo de San José de Costa Rica, que
restituiría a un Zelaya ya muy “domesticado”. Ésa es
la apuesta del conjunto de la “comunidad internacional”,
es decir, de la diplomacia burguesa e imperialista, que
entiende que no hay margen para aventuras tan reaccionarias
–tan “bushistas”– como la que encabezan Micheletti y
la fracción mayoritaria de la burguesía hondureña.[i]
Una de las paradojas de la crisis
de Honduras es que esta salida tan conveniente para el
establishment internacional tiene un gran obstáculo: el brutal
curso derechista de la burguesía hondureña y su gobierno.
Micheletti no abrió una negociación real, sino que sólo
buscó ganar tiempo mientras la presión del movimiento de
masas se lo permitiera. Y cuando la movilización popular
pegó un salto, la reacción del gobierno fue acudir a la
represión salvaje. Ya hay varios
muertos, toque de queda y militarización total del centro
de Tegucigalpa. La “comunidad internacional” asiste atónita
a la violación de la
norma más elemental del propio derecho internacional burgués:
el respeto a la extraterritorialidad de las embajadas. No es
posible descartar del todo que la vía represiva logre
imponerse, pero una cosa es clara: será sobre a costa de un
verdadero baño de
sangre contra el pueblo hondureño.
¡Hay
que redoblar los esfuerzos para aislar al gobierno de
Micheletti y empujar junto al pueblo hondureño para
voltearlo y evitar que consume una masacre gorila!
… la resistencia apunta al
levantamiento revolucionario
Precisamente, ésa es
la
única salida que realmente expresa el sentimiento, la
voluntad y la lucha de las abnegadas, sufridas y combativas
masas hondureñas: ¡Fuera ya el asesino Micheletti! ¡Huelga
general para derrotar al régimen! ¡Cárcel y castigo
ejemplar para todos los golpistas y sus cómplices,
empezando por la gran patronal!
Pero para cumplir con todas estas
tareas, es evidente que no
basta con la mera restitución de Zelaya. ¡No son
Zelaya ni la “comunidad internacional”, empezando por
las pusilánimes medidas de Obama[ii],
los que jaquean al régimen, los que sostienen en
los hechos los derechos democráticos de la población,
los que le ponen el pecho a las balas de los gorilas y su ejército,
los que enfrentan las medidas represivas, los que defienden
a los medios de comunicación antigolpistas! Quien
protagonizó y protagoniza esa lucha ejemplar es el
movimiento de masas hondureño, mediante la organización
del Frente Nacional
de Resistencia Popular, hoy la única institución realmente
democrática y de masas existente en Honduras. Es por
eso que no se trata ya de devolver a Zelaya un mandato que,
por otra parte, caduca en dos meses, sino de sentar
las bases para una transformación política y social
profunda del país a caballo de una victoria contundente
de los trabajadores y los sectores populares. Tarea que sólo
puede empezar una Asamblea
Constituyente, convocada por un gobierno provisional del
Frente Nacional de Resistencia Popular, que barra todo
rastro de la infame rosca gorilas-patrones-medios
golpistas-ejército.
Desde estas páginas venimos señalando
hace tiempo que tanto la situación política mundial como
la latinoamericana e incluso la argentina se caracterizan
por acumular tensiones y mediaciones que, si bien incluyen a
veces elementos reaccionarios, no terminan de definir su
signo. Pues bien, esas tensiones y contradicciones, en el
caso de Honduras, no
pueden sostenerse mucho más tiempo. El ala más de
derecha de la burguesía y un heroico y combativo movimiento
de masas se acercan a
una prueba de fuerza que puede ser decisiva. Si eso
ocurre, sería el primer enfrentamiento directo entre las
masas y un régimen burgués en varios años. Justamente,
los transcurridos desde las últimas rebeliones populares y
en los que se establecieron diversos gobiernos de “mediación
centroizquierdista”.
No hace falta extenderse sobre el
enorme impacto que tendrá sobre América latina, y más allá,
el desenlace de la crisis hondureña. Tanto la consolidación
de una salida ultrarreaccionaria y represiva como un
resonante triunfo de las masas contra el golpismo pueden
cambiar toda la dinámica política de la región (aunque,
claro está, pueden darse todo tipo de variantes
intermedias, incluso que contemplen la vuelta pactada de
Zelaya).
[i]
“En las últimas horas, Micheletti recibió el apoyo
incondicional de la cúpula empresarial y los militares,
sus dos pilares fundamentales. «El diálogo (…)
siempre debe enmarcarse en la legalidad, y lo que sucedió
el 28 de junio [el golpe] estuvo dentro de la legalidad»,
dijo Amílcar Bulnes, presidente del Consejo Hondureño
de la Empresa Privada” (Página12,
24-9-09). Por otra parte, no es nada seguro que este
apoyo sea tan unánime en las Fuerzas Armadas como en la
patronal.
[ii]
Tuvieron que pasar más de dos meses para que el
gobierno yanqui se decidiera a… retirarle la visa a
Micheletti. Hipócritamente, Obama se quejó en la ONU
de que Latinoamérica, que siempre rechazó la
intervención yanqui en la región, ahora le pedía que
intercediera. ¡Vaya cinismo: como si fuera equiparable
la “diplomacia de las cañoneras” a lo largo de todo
el siglo XX, incluyendo la organización de decenas de
golpes de Estado, con el esfuerzo que le demandaría a
Obama levantar el teléfono y decirles a los golpistas
hondureños, sencillamente, que Estados Unidos no los
reconoce como gobierno!
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