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Ni pelea en las alturas, ni pelea entre pobres
El
cierre de Papelera Quilmes es un ataque de
la clase patronal
contra los trabajadores
Después
de 50 años de contaminación del ambiente por parte de
Massuh sin que nadie lo molestara, un juez ordena la
clausura de la empresa en una causa iniciada en 2005 por
contaminación. Sólo que ahora la clausura le cae a
Papelera Quilmes, la nueva empresa que se formó por
intervención del Estado luego de una larga lucha de los
trabajadores en defensa de su fuente de trabajo. La
justicia le había dado a Massuh un plazo hasta el año 2013
para hacer las obras de saneamiento, pero se niega a darle
ningún plazo a Papelera Quilmes. Aduce que después de
que le dieron ese plazo, Massuh no inició ninguna obra, y
el juez “no cree” que el fideicomiso estatal que está
manejando la planta las vaya a hacer.
Al
conocerse esta decisión judicial, los medios lanzaron una
campaña rabiosa: hay que obligar al gobierno a
“cumplir” las decisiones de “la justicia”.
Recordando que la semiestatización de la fábrica fue una
de las banderas publicitarias de la campaña electoral K y
de la afirmación en su puesto del “polémico secretario
de Comercio Moreno”, como le dicen los diarios, a primera
vista esta clausura aparece como parte de la pelea de la
oposición de derecha con el gobierno K. Pero quedarse en
eso sería superficial. El cierre se evitó en el mes de
mayo porque los trabajadores se quedaron a vivir en la
puerta de la fábrica, movilizándose continuamente, manteniéndose
con un fondo de huelga reunido gracias a la solidaridad de
su clase y levantando el reclamo de estatización bajo
control obrero. El hecho de que el gobierno estaba
necesitado de votos obreros fue una condición favorable que
ayudó a ganar esa lucha. Pero a pesar de que el gobierno se
lo haya apropiado en la propaganda, a pesar de que el
control obrero no se haya hecho efectivo, a pesar de que el
contrato que firmaron con Papelera Quilmes sea desfavorable,
a pesar, en suma, de todas las limitaciones reales que tuvo
esta lucha, la reapertura de la fábrica fue
un triunfo de los trabajadores. En primer lugar, un
triunfo objetivo: donde había 400 desocupados, volvió a
haber 400 obreros cobrando un salario. Y también un triunfo
en la conciencia: si se pelea, se puede ganar. Recordemos
que ésta, junto con la de Pilkington, fue una de las que se
ganaron en un período en que tantas luchas obreras
terminaron en derrotas. Esta clausura es parte del ataque
masivo que las patronales en general han lanzado para
aplastar a los trabajadores, como en Terrabusi, Crónica,
SIAT y los montones de empresas donde está habiendo
despidos masivos, suspensiones y persecución a los
activistas, con la complicidad por acción u omisión del
gobierno K.
¿Ecología contra el trabajo o ecología contra el
capital?
Como
ya dijimos, esta clausura no es producto de la lucha de un
barrio pobre contra una empresa que lo contamina, sino al
revés, producto de un ataque del capitalismo a los
trabajadores. De hecho, en las reuniones que han tenido los
trabajadores con los vecinos, estos últimos se manifestaron
en contra del cierre, diciendo que ellos vieron todos los días
la pelea que los trabajadores dieron cuando la fábrica se
cerraba a fin de año, y que los vecinos se solidarizaban
con esa pelea, además de que muchos trabajadores de la
empresa viven en el barrio. Pero la excusa para esta
clausura es una causa por contaminación iniciada
por algunos vecinos de ese barrio, y si el juez sigue
adelante y la lucha se endurece, seguramente la cuestión
ecológica va a ser una bandera que van a agitar cada vez más
los que piden “que la justicia actúe”, o sea represión
y desalojo. Así que no está de más hacer un aparte con
este tema.
La
razón por la que Massuh no hizo las obras a las que se había
comprometido, es la misma de todas las empresas
contaminantes: la patronal no quiere resignar parte de sus
ganancias para evitar los daños al ambiente. Pero
justamente, en la situación actual de la empresa,
administrada por el Estado como resultado de una lucha de
los trabajadores, es más
fácil lograr esa inversión, no más difícil como dice
el juez. Como el Estado es el que administra el dinero,
tranquilamente puede realizar las obras y cobrárselas a
Massuh, descontándoselo directamente de ese 30% de los
ingresos de la fábrica que le paga como arrendamiento. En
vez de esta sencilla medida, favorable a los trabajadores y
a los vecinos porque protegería los puestos de trabajo a la
vez que soluciona el problema ecológico, el juez decide la
clausura, favorable a las patronales papeleras, porque
elimina del mercado a un competidor, y a las patronales en
general, porque asesta un golpe a trabajadores que vienen de
ganar una importante pelea contra la quiebra.
Los
vecinos que no quieren que la fábrica se cierre, empezando
por las corrientes de izquierda que militan en el barrio,
pueden jugar un gran papel impulsando un pronunciamiento de
los vecinos en apoyo a los trabajadores y rechazando la
clausura, frente a la justicia, los medios, etc. Adherimos a la propuesta del PO de formar una comisión conjunta de
trabajadores y vecinos para resolver el problema de la
contaminación, pero nos parece que,
en esta situación de ataque masivo a la clase trabajadora,
hay que poner en primer término la defensa de la fuente de
trabajo, llamando a los vecinos a pronunciarse en contra de
cualquier intento de cierre y en apoyo a las medidas de
lucha que tomen los trabajadores en este sentido. Así
se podría encarar la cuestión de la contaminación sin
llevar agua al molino de los que quieren cerrar la fábrica,
que es lo que lamentablemente hicieron los que iniciaron el
juicio.
¡Más que nunca, estatización bajo control obrero!
En
la conferencia de prensa que dieron los delegados y el
intendente de Quilmes, éste dijo que la compañera
Presidenta los apoya, que el compañero Néstor los apoya,
que hay un fondo del gobierno para invertir en obras en la
zona y que le piden al juez un plazo. Todo muy lindo. Pero
la compañera Cristina y el compañero Néstor no parecen un
apoyo muy firme que digamos hoy por hoy. De hecho, el compañero
Aníbal Fernández, lo primero que dijo cuando asumió fue
que “no vamos a ayudar a tontas y a locas”, y los
trabajadores de Massuh son parte de las tontas y las locas a
las que se refiere, porque Fernández estaba hablando
justamente contra los proyectos estatistas de Moreno.
Tampoco hubo muchos compañeros presidentes o ministros
defendiendo a los trabajadores de Terrabusi, más bien hubo
compañeros policías reprimiéndolos; y ni hablar de los
trabajadores de Crónica, que fueron expulsados por compañeros
patovicas del Congreso cuando fueron a denunciar 150
despidos en un diario del gobierno K, en el lugar donde los
compañeros diputados K debatían la Ley de medios. Con
compañeros como estos, quién necesita enemigos...
Para
enfrentar esta causa judicial, y los otros intentos de
cierre que van a llover sobre la empresa motorizados por
sectores patronales y políticos, los trabajadores tienen
que tomar en sus manos la defensa de la fábrica. En este
sentido, el papel de la interna es francamente lamentable:
en todos estos días desde que llegó la clausura no
llamaron a una sola asamblea. Los trabajadores se
enteraron de todo cuando ya tenían al juzgado en la puerta,
y aún en ese momento la interna minimizó la situación
diciendo que el juez iba a dar un plazo para las obras.
Ahora ya está claro que no lo quiere dar, y no hay que
perder tiempo. Con los delegados a la cabeza o con la cabeza
de los delegados, hay que hacer asamblea, poner al tanto a
todos los trabajadores, formar una comisión amplia de compañeros
que organice la resistencia a cualquier intento de cierre y
no dejar la fábrica nunca sin una importante presencia de
compañeros adentro. Y en cuanto a la contaminación, si
Massuh no cumplió sus compromisos, basta de Massuh, es ridículo
seguir pagándole después de este desastre: que el Estado
expropie la fábrica de una vez y la administren los
trabajadores.
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