¡Todos adentro!
Cuando
cerrábamos esta edición no estaba aún definido el
desenlace del conflicto de los trabajadores de Kraft (ex
Terrabusi). Está claro que del signo que tenga el balance
de esta extraordinaria lucha depende, en buena medida, el
escenario político próximo. Por eso, en estos momentos, de
lo que se trata, es de ir hasta el final: hay condiciones
para lograr la reincorporación de todos y cada uno de los
compañeros despedidos y “suspendidos”.
Suprimir los “brotes izquierdistas” en el movimiento obrero
En primer lugar, respecto del contexto de la lucha, se
verifica una evaluación en la que veníamos
insistiendo desde estas páginas: una acumulación de
tensiones que no excluye elementos reaccionarios, pero
tampoco de polarización social y política. Es
decir, cuando hicimos el balance de las elecciones del
pasado 28 de junio insistíamos que los de arriba comenzarían
a ensayar una proceso de “normalización conservadora”
del país pero cuyo resultado no estaba cantado.
Precisamente, uno de los elementos centrales que seguía
dejando “abierta” la coyuntura era que seguían dadas
las condiciones para que asomara la respuesta obrera sobre
todo en el caso de despidos masivos en el núcleo central de
la clase trabajadora.
Y bastó una sola gran pelea de la clase obrera industrial
(la de Kraft-Terrabusi, que ha sido noticia mundial) para
que cambiaran las reglas de juego de un escenario ocupado
excluyentemente por las peleas de los de arriba
(campo-gobierno o medios-gobierno).
Como
el resultado de la lucha, insistimos, no está todavía
decidido, quizás es prematuro afirmar que los Kirchner (y
la patronal norteamericana) actuaron como aprendices de
brujo que no saben controlar las fuerzas que desatan: la
patronal por despedir impunemente (comisión interna y
delegados incluidos); el gobierno K por “dejar correr”
para congraciarse con los capitalistas...
Sin embargo, a esta altura parece evidente que el tiro les
ha salido por la culata. Porque hay condiciones para que los
trabajadores de Kraft ganen esta pelea. Y de ocurrir
esto, se habrá instalado en la coyuntura política nacional
un nuevo actor que hasta hace un tiempo venía relativamente
ausente [1]: los trabajadores ocupados, en particular los de
la industria, y muy en particular la vanguardia y el
activismo independiente. Que, como voceros preocupados
de la burguesía se encargan de alertar, no son otra cosa
que el emergente de profundos cambios en el movimiento
obrero argentino. Cambios que incluyen una renovación
generacional, la aparición de nuevas tradiciones de
lucha, el deterioro y desprestigio tremendos de la
burocracia sindical, y la estratégica presencia de la
izquierda “roja” en el seno de grandes establecimientos.
Un caso testigo
En este marco, hay que decir que tanto el conjunto de la
patronal como el gobierno –cada uno con sus métodos– apostaron
a derrotar a los trabajadores y a su dirección
independiente desde el inicio del conflicto. Así lo
muestra la prepotencia salvaje de la empresa, con la
complicidad directa o encubierta del Ministerio de Trabajo,
desde el anuncio de los despidos en masa hasta la represión
del viernes 25 de septiembre.
En esta cruzada contra los obreros y contra las
direcciones combativas, la unanimidad burguesa parecía
monolítica. Moyano, Daer y el conjunto de la burocracia
sindical dieron vía libre a la represión al denunciar
que todo se trataba de “la intransigencia de los
zurdos”. Los grandes medios ponían sus inestimables
esfuerzos al servicio de demonizar a los trabajadores con la
excusa de los cortes. La oposición burguesa también pedía
mano dura. Y cuando intervino la embajada yanqui, la cosa no
dio para más. Así, el gobierno nacional, por boca
del ministro del Interior Aníbal Fernández, emplazó a
Scioli a “tomar medidas”. Casi inmediatamente llegó la
represión.
Es muy instructivo repasar cómo funcionó la “cadena
de mandos” de las sacrosantas “instituciones”
burguesas a la hora de intentar reventar a los obreros
en lucha. Kraft se quejó a la embajada yanqui, la embajada
levantó el teléfono para reclamar al gobierno nacional, éste
exigió al gobierno de la Provincia que actúe, el Ejecutivo
bonaerense hizo las gestiones ante la Justicia, y finalmente
el “brazo armado de la ley” entró a palazos, gases y
balas de goma a sacar a los compañeros de la planta [2].
Algo que demuestra, por si hacía falta, que desde el
minuto uno el conflicto era político, involucraba al
gobierno y excedía totalmente los marcos de una mera
confrontación “corporativa” entre obreros y patrones [3].
Sin embargo, más importante que lo anterior, es la
actuación conjunta de empresarios-gobierno-burocracia
sindical cuando de lo que se trata es de intentar suprimir
un estratégico proceso que viene de años atrás y
que no logran derrotar. Se trata de la emergencia de
direcciones independientes en sectores de importancia de la
clase trabajadora, direcciones que están cuestionando el
monopolio de la representación de los trabajadores por
parte de la burocracia sindical y que podría estar sentando
las semillas de un nuevo movimiento obrero. De ahí que
el caso de Kraft actué también como testigo para
experiencias importantísimas como la de la Seccional San
Fernando del Neumático, entre otras.
Represión y crisis política
La represión causó un repudio generalizado transformando
la lucha de Kraft en el más importante hecho político de
la coyuntura nacional. La reacción de la vanguardia
obrera, el activismo estudiantil y las fuerzas de izquierda
fue instantánea en solidaridad con los compañeros y ganó
las calles. La marcha del lunes 28 a Plaza de Mayo fue muy
importante y condensó el repudio social a la represión y
la solidaridad con los obreros. Además, la base de
Terrabusi dio otra lección de lucha al no permitir la
normalización de la producción ese lunes. En pocas
horas, el escenario había mutado.
El problema de fondo para el gobierno y la patronal fue,
sencillamente, que no hay margen político como para
reprimir a obreros salvajemente a la vista y paciencia de
toda la población (ese día los canales de noticias
transmitieron casi en cadena todo el tiempo desde la entrada
a la fábrica). Y cada balazo de goma, cada palazo, cada
cartucho de gas, era una herida por la que el gobierno
sangraba políticamente. Salvando las evidentes diferencias
de contexto y magnitud, por un momento, el fantasma de
Kosteki y Santillán sobrevoló la escena política [4].
Las imágenes de la represión y de la respuesta en
repudio recorrieron el país y generaron una cierta
crisis política en el gobierno que, por primera vez en años,
se veía “corrido por la izquierda”, política y
socialmente. Ya no eran los oligarcones del campo en sus
4x4, ni los pulpos mediáticos, ni una oposición de derecha
con ánimos destituyentes: era la protesta social de un
destacamento importante de la clase obrera industrial del país.
De la crisis a la negociación
El intento de hacer de Terrabusi un “caso testigo” de
derrota obrera manu militari parece haber fracasado, al
menos por el momento. De modo que, asustado y
obligado por la sangría política de la represión, el
gobierno en 24 horas pasó de ordenar palos y gases a abrir
un canal de negociación vía el Ministerio de Trabajo.
Una semana después y ante la persistencia de los elementos
de crisis y la inclaudicable lucha de los trabajadores de
Kraft y de las organizaciones que los venimos acompañando,
el gobierno decidió jugar otra carta y mandó a la
burocracia a reubicarse. Esta, obediente, se reubicó:
Moyano y Daer pasaron de despotricar contra “la izquierda
irresponsable”, a recibir a la comisión interna, a
repudiar la represión y a pedir la reincorporación de los
despedidos. Por supuesto, como todo es para cuidar la
imagen, se cuidaron bien de anunciar la menor medida
concreta...
Pero no hay que alimentar falsas expectativas en la
negociación (o en la vía legal). Lo primero que hay que
tener en claro es que la lucha impuso la negociación, y que
a pesar de las palabras, las poses del gobierno y el cambio
de política, toda la actuación del gobierno de Kirchner
fue con K de Kraft. El objetivo de la “tregua” a la que
se llamó el día 28 fue para resolver el conflicto de una
manera a la vez políticamente digerible para el gobierno y
razonable para la empresa.
Si dejamos de lado la “disconformidad” de Trabajo por
las reiteradas violaciones de la ley por parte de Kraft
(como mucho, recibiría multas), para el gobierno, los que
deberían hacer “concesiones” y mostrar “flexibilidad
en los reclamos”, son los obreros. Sin embargo, ha venido
siendo la propia intransigencia y soberbia de la Kraft la
que, hasta ahora, no le ha facilitado políticamente las
cosas a Tomada y los Kirchner: la empresa,
sencillamente, no quiere ceder en nada sustancial y no
concibe otra solución que no sea la satisfacción del 100
por ciento de sus objetivos.
Para ello cuenta con el respaldo del conjunto de la
patronal, empezando por la UIA, de casi toda la oposición
y, en particular, de los medios gusanos. Al respecto, fue
revelador leer la prensa el domingo 4. El domingo es el día
que los diarios reservan para sus editoriales más fuertes y
“sesudos” (es un decir). Pues bien, el clamor unánime
de todos (los de derecha, los de “centro” y hasta los
“progres”) era una furiosa campaña macartista contra
las posiciones de la izquierda roja en el movimiento obrero,
contra la vanguardia y el activismo, y contra la burocracia
sindical y el gobierno por ser “incapaces de frenarlos”.
En todo caso, desde el punto de vista de los trabajadores,
la negociación sólo puede tener un resultado: la
incondicional reincorporación de todos los compañeros,
en primer lugar, de aquellos que más se han jugado en la
lucha: los que enfrentaron abiertamente a la patronal
garantizando la permanencia y “ocupación” de la planta [5].
Todos adentro es el grito de guerra para un triunfo que puede ser histórico
La lucha de los trabajadores de Kraft todavía no ha
terminado. Mientras continúa la negociación, hay que poner
en marcha nuevas medidas de lucha, no sólo afuera, sino
también adentro de la planta. Está cantado: la empresa
y el Ministerio van a pretender dejar afuera compañeros con
la excusa que sea: ¡todos adentro debe ser el grito de
guerra para ganar la lucha!
Este grito de guerra es, en primer lugar, por la
incondicional reincorporación de todos los despedidos y
suspendidos y sus familias. Pero de la mano de esto, está
en juego también el futuro de cada uno de los que aún no
han sido despedidos: la empresa ya mostró lo que vendrá
con la nuevas “normas para la sana convivencia” (ver
aparte). Con esto buscan implementar –a corto o mediano
plazo– centenares de nuevos despidos y condiciones de
trabajo más duras. Estos verdaderos esclavistas quieren
lograr que menos trabajadores produzcan cada vez más por
salarios siempre miserables. La patronal, que tanto ha
cacareado que tenía a la policía en la planta para
“cuidar al personal”, trata a cada compañero como
“sospechoso”: poco falta para que los encargados
verifiquen si cuando los trabajadores van al baño en
realidad hacen pis...
Por esto, no hay que dejarlos avanzar. Somos conscientes
de las dificultades que hay hoy para realizar medidas de
lucha dentro de la planta. El cortar los accesos a los
portones e impedir el traslado de los productos seguramente
le acarreará grandes problemas a la empresa. Pero hay
que estar dispuestos a volver a salir al paro adentro si es
que la empresa pretende dejar compañeros afuera.
Es muy importante redoblar el
esfuerzo en este momento crucial: concurrir con todo a todas
las marchas, a los cortes, al Encuentro Nacional de Mujeres
en Tucumán, etc. Creemos que es muy positivo que se gane a
la opinión pública a favor de los trabajadores, y que se
continúen realizando acciones de apoyo de distintos
sectores de la comunidad, como por ejemplo los estudiantes.
Pero lo más importante de todo –en estos momentos– es
demostrarle a la empresa que hay disposición de volver a
paralizar la planta en el caso que quiera hacer la jugarreta
de dejar compañeros afuera. Con el impacto político
que ha logrado la lucha de Kratf hay condiciones para lograr
un enorme triunfo que marque una bisagra histórica en la
reorganización independiente de la vanguardia obrera.
Notas:
1-
Decimos
“relativamente” porque, entre otras, el año pasado
estuvo la enorme lucha del Neumático, la que sin embargo no
logró tener el impacto político de la de Kraft, entre
otras cosas por responsabilidad de Pedro Wasiejko.
2- Esta secuencia no es una metáfora ni una hipótesis conspirativa. Por el
contrario; como suele suceder, las crisis son reveladoras
de mecanismos habitualmente ocultos, y un dato del
conflicto desde el momento de la represión es la manera
increíblemente desembozada en que operan todos los actores.
Nadie se molesta en negar las reuniones, las presiones y los
lobbies; todo el mundo las acepta como parte “natural”
de la política burguesa. Y lo son; sólo que normalmente
tratan de que no se note tanto…
3- Lamentablemente, como señalamos en otras oportunidades, no fue ésta
la ubicación de las corrientes con peso en la fábrica: el
PCR y el PTS. Increíblemente las dos tardaron largas
semanas en identificar la responsabilidad en los
acontecimientos del gobierno K.
4- No se trata de una analogía apresurada, siempre que no se la fuerce más
allá de lo debido. Una de las marcas de la gestión
Kirchner había sido no reprimir al estilo Duhalde. Y no
justamente por afinidad emocional ni demagogias por el
estilo, sino como clara conciencia de los límites políticos
que había impuesto el Argentinazo en ese terreno (ver nota
5). Hubo, por supuesto, represión violenta de varios
conflictos bajo los dos Kirchner (recordar Las Heras o
Casino, por ejemplo). Pero en este caso, el conflicto venia
ocupando –crecientemente– el centro de la arena
política nacional. Y la decisión de reprimir fue para el
gobierno de Cristina un mensaje a la patronal de que se
disponía a hacer los deberes. Sobre esa decisión se
vio luego obligado a retroceder a la línea
“negociadora” habitual...
5- A nuestro modo de ver está claro que
de ninguna
manera la represión hubiera tenido la repercusión que tuvo
si no hubiera sido porque un grupo de compañeros
garantizaron la permanencia dentro de la planta aun cuando
ésta no logró ser, en ningún momento, una ocupación
hecha y derecha; como nuestros lectores saben ésta ha
venido siendo una polémica que tenemos con los compañeros
del PTS.