Estamos
afuera… por ahora
Vivan
las mujeres luchadoras
Voy a contar cómo fue el
conflicto. Todo empezó con la gripe A; cuando nos enteramos de que teníamos
compañeros con gripe A fuimos a visitarlos y ahí nos enteramos que no sólo
ellos estaban con gripe sino todo el grupo familiar. Entonces nos pusimos
todos a pensar: es una fábrica alimenticia, tiene un jardín maternal,
había compañeras embarazadas y era ilógico que trabajemos sin medida mínimas
de higiene, el departamento médico deja mucho que desear. Hicimos una
asamblea general y planteamos esto ante los directivos.
En esa asamblea se decidió
parar la planta; también se pidió una audiencia de urgencia al
Ministerio de Trabajo, y ese mismo día a las 9 enviaron un fax obligando
a la fábrica a cerrar sus puertas para poner en condiciones la planta.
Ese día nos retiramos a la mañana
con la palabra del jefe del turno noche que el lunes que la planta iba a
estar en condiciones. Cuando volvimos la fábrica estaba igual que el
viernes, tanto las líneas de trabajo como los baños. Ahí se siguió con
el paro y se les planteó a los gerentes que ellos habían dado la palabra
de entregar la fábrica en condiciones. Nos contestaron que no tenían
personal para hacer esa limpieza general, supuestamente había ido Salud y
les dijeron que estaban en condiciones, pero a las tres de la mañana
Salud dijo lo contrario.
Se siguió con el paro, asamblea
permanente y se hizo una marcha al Ministerio, que dictaminó una
conciliación obligatoria exigiendo a la fábrica que la pusiera en
condiciones en tres días, con la planta cerrada. Pero la empresa igual
nos hizo ir a trabajar y luego, como venganza, nos acusó de robarnos el
papel higiénico y detergente. Hicimos asamblea nuevamente en la puerta y,
con mucha rabia por la forma de mentir constante que tienen, se decidió
seguir con la planta parada y ahí empezó el gran conflicto. (...)
Entonces despidieron a 160 compañeros.
Se hace un paro general con apoyo del sindicato, y se va a las oficinas de
HQ, el edificio frente a la planta donde está el personal jerárquico.
Planteamos que era algo injusto estos despidos por un pedido de
salubridad, de higiene, un poco de jabón y lavandina, eso es lo que se
les pedía. Con toda la bronca, una parte de los despedidos decidimos
quedarnos en planta. En esa semana que estuvimos dormíamos en el piso, en
los baños, nos acomodábamos en cualquier rinconcito. Nos negaron la
entrada al comedor porque éramos despedidos.
Hasta ese momento era un
conflicto de los despedidos contra la patronal. Pero al ver lo injusto de
las medidas de la empresa los compañeros comenzaron a donarnos vales de
comida. Ahí nos dimos cuenta de que no estábamos solos. Así estuvimos
durante una semana en la fábrica, luego pedimos una audiencia al
Ministerio, que obligó a la empresa a que volver a tomarnos y
restituirnos a nuestro puesto de trabajo.
La empresa nos trató como si
tuviéramos sarna, nos aislaron en un quincho fuera de planta, los compañeros
de planta tenían terminantemente prohibido hablar con nosotros. El
pretexto era que nos dictaban un curso de capacitación de ocho horas de
higiene y seguridad. La ironía es que a nosotros nos echaron por exigir
eso. (...)
El sindicato se pasó del lado
de la empresa, empezó el verso de los jefes diciendo que nosotros amenazábamos.
Con los sectores que no venían a las asambleas íbamos a la línea a
comentarles por qué hacíamos todo esto. Estuvimos tres semanas dentro de
la planta sin salir. Yo a mis hijas las vi una sola vez un sábado que se
hizo un festival, fue muy triste. (...)
Después dijeron que iban a
pedir el desalojo y pusieron la policía del lado de afuera. Esa situación
nos dio mucho miedo. Así que se resolvió que saliéramos, y lo hicimos
con mucha rabia y dolor. Cuando volvimos el lunes nos encontramos con la
policía, gendarmes, toda una comisaría adentro. Un grupo de los
despedidos logró entrar por otro lado, se cambiaron y fueron a hacer una
asamblea general en el comedor. Allí entró la policía y apuntó uno por
uno a los despedidos que allí estaban y los quisieron hacer salir, pero
el resto de los compañeros se enfrentó con la policía y no les importó
ni los palos ni los gases que tiraron en el comedor, hasta que lograron
hacer salir a la policía del comedor. (...)
Los que quedamos afuera teníamos
desesperación porque recibíamos mensajitos de que los estaban
reprimiendo. También reprimieron a los que estábamos afuera. Como se había
quedado que los despedidos teníamos que entrar, nos las ingeniamos para
ingresar a la planta.
Después vinieron con los asueto
y comenzaron a provocarnos, con la complicidad del sindicato, hasta el día
de la represión. Ese día vimos movimiento de patrulleros y nos enteramos
de que había orden de desalojo. La empresa hizo salir al personal jerárquico;
el resto que se jodiera. Los compañeros del turno noche se querían
quedar pero nosotros decidimos que no para que no tomaran represalias
contra ellos. Mientras estábamos negociando empezaron a reprimir afuera y
después nos agarraron a nosotros y vinieron con los palos, los golpes,
los gases, etc. (...) Bueno seguimos la lucha afuera... por ahora.