Es el momento de empujar para obtener el triunfo
El pasado martes 10 ocurrió un hecho singular: el paro de
24 horas de los compañeros del Subterráneo de Buenos Aires
se transformó en el hecho político nacional excluyente
de la jornada (esto siguió siendo así a lo largo de
los días subsiguientes).
La
CGT llegó a ponerse tan “nerviosa” que no tuvo mejor
idea que “convocar” un acto para el viernes 20 de
noviembre que tenía como destinatario central a la
izquierda independiente en el movimiento obrero.
Tamaño despropósito alcanzó a ser evitado a tiempo por
orden de Cristina K, que inteligentemente obligó a
“postergar” la convocatoria cuando desde la misma
izquierda ya se estaba charlando la posibilidad de llamar a
una “contramarcha” que podría haber sido
multitudinaria...
Corridos desde la izquierda
El
paro del Subte llega en momentos donde a partir de la lucha
de Kraft se ha venido poniendo sobre la palestra el hecho
que la izquierda independiente viene acumulando fuerzas
al interior del movimiento obrero. Con casos de enorme
importancia estratégica como el mismo Subterráneo de
Buenos Aires, el sindicato Capital de la Alimentación, el
gremio del Neumático (se acaba de venir de una asamblea
general donde la Marrón fue derrotada por sólo seis
votos), y un importante etcétera. Un proceso que podría
estar señalizando la eventualidad de un giro histórico
en la organización de al menos una parte del movimiento
obrero argentino sobre nuevas bases: antiburocráticas,
clasistas e independientes.
De
ahí entonces la importancia –como síntoma de un proceso
de más amplio alcance– de los hechos recientes: el
proceso de recomposición de la vanguardia obrera está
abierto y, de seguir profundizándose, podría comenzar a
arañar franjas más amplias de los trabajadores.
La huelga de Kraft y otras que han venido expresándose en
las últimas semanas mostraron, por primera vez en mucho
tiempo, al gobierno K desbordado por izquierda. No se
trata todavía de un ascenso de conjunto de las luchas. Pero el hecho que peleas
obreras de semejante envergadura adquieran impacto y
visibilidad nacional no deja de estar mostrando un elemento
que no se veía desde el apogeo del Argentinazo: “La
acción directa llevada a las calles y rutas es una
constante desde hace bastante tiempo, la sensación térmica
sugiere que recrudeció tras las elecciones. Como fuera,
esas movilizaciones ‘hacen agenda’, acaso más
eficaz que la oposición desde el 28 de junio. Porque,
aunque ese no sea el mensaje más emitido, la mayoría de
esas movilizaciones provienen de antagonistas del
oficialismo ubicados a su izquierda. La coyuntura es compleja,
para nada lineal o binaria. La radicalización de la
protesta, la autolimitación del monopolio estatal de la
fuerza, las contradicciones de esos procesos integran un
universo digno de lecturas menos enardecidas y panfletarias
que las dominantes”.
Quizás no todos recuerden que personajes como D’Elía y
otros del “progresismo” K, como forma de justificar su
cooptación por el oficialismo, han venido diciendo que “a
la izquierda de los Kirchner sólo está la pared”. Pero
ahora ha quedado evidenciada la falsedad de este aserto: a
la izquierda del gobierno burgués de los Kirchner está el
proceso de recomposición de la vanguardia del movimiento
obrero (y la misma izquierda partidaria independiente).
Ahora es cuándo
Pero vayamos por partes: hay que definir el carácter del
paro del 10/11 y la lucha que, como tal, están llevando
adelante los compañeros del Subte. Hay que sacarse el
sombrero: este sector, uno de los más avanzados de la
vanguardia de los trabajadores en la Argentina de los últimos
años, ha venido teniendo una virtud muy particular: ser
capaz de colocar reivindicaciones que, con expresar sus
necesidades, de alguna manera las trascienden y tienden a
encarnar intereses más de conjunto de los trabajadores del
país. Así fue en el caso de la lucha por la jornada
laboral de 6 horas. Y así es hoy también con su lucha por
el reconocimiento del nuevo sindicato que han decidido
formar de manera independiente de la burocracia gangsteril
de la UTA.
El contenido del reclamo de los compañeros: que los
trabajadores se organicen como ellos más quieran, lo
que no deja de ser una bandera universal de todos los
trabajadores. Esto, concretamente, bajo la exigencia de que
el sindicato que han decidido formar sea inscripto por el
Ministerio de Trabajo, lo no deja de ser
–insistimos– un reclamo político dirigido al gobierno
nacional.
En este contexto, la lucha de los compañeros del Subterráneo
abrió una cierta crisis política en el gobierno K
en materia de su “política sindical”. Sí esto ahora
quedó como en “stand by”, ha sido sobre la base de una
serie de propuestas del Ministerio de Trabajo que implican
una suerte de reconocimiento de hecho de su estatus
“especial”.
Pero esto esperamos que no sea más que un momento
transitorio: una “impasse” de unos días en la lucha.
Porque seguramente los compañeros se darán cuenta de la
necesidad de volver a la carga. Todavía no han logrado lo
que están buscando. Y este es precisamente el momento para
obtenerlo: no se lo puede dejar pasar, so pena de que se
escape entre las manos un triunfo que podría marcar una
bisagra histórica en la organización del movimiento
obrero. Este es el momento para “apretar” hasta
que se les reconozca –por la vía que sea, política o
judicial– la inscripción de su sindicato.
La crisis del “unicato” sindical
Pero hay que ir más allá del Subte mismo: el reclamo que
vienen sosteniendo ha puesto en crisis el llamado
“modelo” sindical vigente en la Argentina: “A
fines de 2008 la Corte Suprema, en un fallo calificado de
‘histórico’, determinó que ‘un sindicato
simplemente inscripto’
puede convocar a elecciones de delegados.
Y agregó que para ser candidato a delegado no se
requiere ser afiliado al sindicato con personería gremial.
El conflicto del Subterráneo también se relaciona con este
cambio sindical. Los trabajadores del sector, que no se
sienten representados por la UTA, reclaman la
‘inscripción sindical’ porque en ese caso tendrían la
legalidad de convocar a elección de delegados, con la
‘tutela’ o estabilidad sindical y el reconocimiento
obligado de la empresa. Así las cosas, lo que está en
cuestión, es un ‘modelo sindical’ estrechamente
vinculado no sólo al Estado sino al gobierno y además, al
propio Partido Justicialista”.
Rebobinando,
digamos que con el modelo sindical vigente (a la medida de
la CGT y el PJ) solamente puede haber un sindicato
reconocido legalmente por rama de actividad. ¿Qué quiere
decir esto? Que la elección de los delegados debe ser hecha
en el contexto de este sindicato único de la rama; que sólo
estos delegados pueden tener “fueros” (protección legal
contra el despido), y que solamente estos sindicatos pueden
negociar salario y condiciones en paritarias.
Sin embargo, desde el fallo de la Corte del año pasado,
esto viene siendo discutido. Este cuestionamiento ha
pegado un salto como subproducto de una serie de
factores: el inmenso desprestigio de la burocracia sindical
tradicional, la emergencia de una burocracia “con rostro
humano” encarnada en la CTA (que viene reclamando por su
personería), y, muy principalmente, la aparición de un
proceso por las bases de desborde a las burocracias de todos
los colores. También es un hecho que están jugando a
favor de la quiebra del “unicato” sindical factores
super estructurales o “políticos” como los recientes
fallos de la Corte en materia de legislación sindical.
En fin, a partir de ahora, y formalmente, si un conjunto
de trabajadores deciden formar un sindicato y logran
inscribirlo, pueden postularse como delegados. Y si resultan
electos, hacer valer los fueros sindicales aunque sean parte
de una organización que no tiene personería gremial como
tal, cuestión que podría abrir un proceso de
revolucionamiento de la organización sindical del país tal
cual la conocemos hasta el día de hoy.
Empujar para el lado de romper el monopolio de la burocracia sindical
Pero el problema para la CGT (y el gobierno
“pejotista” de los K) es que lo anterior abre una
“caja de Pandora”: a la burguesía sólo le sería útil
esto –como mecanismo de fragmentación de la organización
sindical– en caso de un extremo retroceso de la lucha
de clases...
Pero
ese no es el caso de la Argentina hoy donde está en curso
un profundo proceso de emergencia de una nueva generación
obrera. Y donde la ruptura del monopolio en la representación
de la burocracia cegetista ¡apunta a liberar más y más
fuerzas para la recomposición de los trabajadores!
Está claro que es este virtual asedio al monopolio de la
CGT lo que puso a estos burócratas al borde del ataque
de nervios. Porque el reclamo de los compañeros del
Subte apunta precisamente a romper revolucionariamente con
este monopolio burocrático no mediante gestiones en las
“alturas” como pretende la hermana menor de la CGT, la
igualmente burocrática CTA, sino mediante la lucha y la
acción directa.
Volviendo a nuestro punto: si los compañeros del Subte
logran su inscripción como simple sindicato (y luego su
personería gremial), se habrá roto –en un sector
absolutamente estratégico– el monopolio de la
representación en el transporte de la archi-burocrática y
gangsteril burocracia de la UTA liberándose fuerzas para un
progresivo proceso de reorganización del conjunto de los
trabajadores del transporte. Pruebas al canto:
cualquiera que haya viajado en colectivo los últimos días
habrá podido escuchar seguramente, a uno u otro chofer señalando
que “si los del subte obtienen su reclamo, salimos de
la UTA y nos pasamos a su nuevo sindicato”: de ahí el
justificado pánico que tiene el ultra gorila Juan Belén,
miembro de la UOM en la CGT.
Se trataría
de un precedente revolucionario en la organización del
movimiento obrero argentino que podría extenderse –como
un reguero de pólvora– a otros sectores y frente al cual
hay que estar alertas para sumergirse de lleno.
El abrazo del oso de la CTA
Que la CTA esté beneficiándose de este proceso como
subproducto de que en el centro aparezca el repudio a la CGT
y que ella encarne, de alguna manera, este reclamo de
libertad sindical en la medida que lo necesita para su
propio reconocimiento, no hace a la CTA menos pérfida
sino más. Esto es algo que a muchos sectores de la
propia izquierda y de los delegados independientes del Subte
lamentablemente se les escapa...
Tampoco esto tiene que ver con el puntilloso
seguimiento de en qué medida la CTA, por la vía de
este proceso, está realmente recogiendo la maduración de
un sector real que comienza a expresarse a través de ella.
Como ya hemos dicho muchas veces en estas páginas, qué
hacer respecto de ese proceso es algo táctico aunque de
suma importancia: una ceguera sectaria en este sentido,
flaco favor le haría al proceso de recomposición.
Pero lo que no es táctico es la necesidad de realizar una
delimitación de principios del carácter reformista y de
conciliación de clases de la CTA. Por ejemplo, en el
SUTNA, Pedro Wasiejko en nada se diferencia de cualquier
burocracia cegetista en su rol entregado en la lucha de
clases y de complicidad con la patronal.
Desde ya que es una burocracia más débil y que se ve
obligada a “cinturear” más en el terreno mismo de los
hechos. Pero el peligro está en que, justamente, la CTA está
postulándose frente a la patronal para cumplir el rol de
ser una “garantía” de que en caso de “explotar”
(revolucionariamente) el actual “modelo sindical” poder
ser ella la que “canalice” y “contenga” todo este
proceso de recomposición: de ahí el peligro que la cuestión
entraña.
Pintándose la cara de “dirigencia sindical buena”, la
CTA ya está maniobrando en la discusión en curso respecto
de las experiencias independientes que tiene en su seno:
donde esto es más visible hoy, es en el caso del SUTNA (o
mismo del SUTEBA La Plata, donde Baradel montó una maniobra
fraudulenta escandalosa de la mano del propio Tomada).
Wasiejko ha sido el entregador del convenio obrero y de una
y mil luchas. Sin embargo, Yasky, Baradel, y el propio
Wasiejko (desafiado hoy por la Marrón) buscan “un
manto de legitimidad” amparándose en un debate nacional
donde todos los cañones están puestos en la CGT y en
gorilas impresentables como Juan Belén.
Este peligro se combina con otro: hay una parte del
activismo que, equivocadamente, está buscando un camino
“intermedio” entre las posiciones independientes y
la CTA. Se trata de una suerte de “apoyo crítico”
a la dirección “ceteísta” sobre la base de que, al
mismo tiempo, se les “pega” a los sectores más de
izquierda por “sectarios” o lo que sea...
Esto
es peligrosísimo (y una “agachada”): llevar agua al
molino de la CTA en los actuales momentos puede terminar
sirviendo al proyecto de ésta de montarse, cabalgar y hacer
abortar todo el proceso de la recomposición: sólo hace
falta ver cómo en oportunidad de la reciente lucha de Kraft...
no atinó a mover un dedo en apoyo a su lucha.
No hay que perder de vista, sin embargo, que el adjunto
de la CGT, Juan Belén, sin pelos en la lengua, llegó a
presentar la movida como una iniciativa “dirigida
hacia los tres poderes”. Es decir, pretendía ser
también un llamado de atención a los K para que no se
les ocurra darle la inscripción al Subte por el temor a
que eso desencadene una reacción en cadena que termine
en el reconocimiento de la otra central burocrática, la
CTA y la cosa vaya mucho más allá...
Esto, por ejemplo, en el caso que el Subterráneo lograra
una conquista clara y no muy mediatizada de su
reivindicación.
Aunque en este sentido hay un claro despliegue de las
peleas sobre todo en lo que hace a sectores docentes,
estatales y de la salud contra las restricciones
presupuestarias que también hacen parte de la
coyuntura actual ya marcada por más luchas de los
trabajadores.
Se le reconocerán los fueros a los delegados al tiempo
que se hecho atrás el descuento sindical compulsivo del
1% a cada compañero que estaba destinado a ir a parar a
manos de la UTA.
Sindicato simplemente inscripto se llama a la organización
sindical que no tiene otro atributo legal que haber
quedado registrada en el Ministerio de Trabajo como
existente.
Digamos que en la Argentina hay la friolera de unos
4000 sindicatos simplemente inscriptos cual
“carcazas” que se podrían llenar de verdadero
contenido si el Subte obtiene su reclamo!
Para más elementos, informemos también que a finales
del año pasado la Corte admitió la posibilidad de
darle tutela sindical a un trabajador que sin ser
delegado formal, ejerciera funciones como tal fallando
en contra del despido arbitrario de los mismos.
Éste llegó a manifestar que “la CTA es la Cuarta
Internacional”... algo que no deja de ser “simpático”
más allá de que evidentemente es harto inexacto por
decir lo menos. Por el contrario, la CTA es, ni más
ni menos, que la burocracia de recambio de la CGT.
Por ejemplo: para nada está mal construir una corriente
antiburocrática y de independencia de clase al interior
de esta central: mas bien es una obligación. Tampoco
prestarle atención privilegiada al hecho que si como
subproducto de la crisis del modelo sindical, la CTA
logra llenarse de contenido y por lo tanto darse una
estrategia a ese respecto. Pero dar el paso político
de hacer entrar experiencias de prestigio como Zanón a
la misma, o subordinar a ella la extraordinaria
experiencia del Subte, ya es un crimen político...
Este caradura ahora ha salido a declarar que “hay
gremios dónde ser candidato a secretario general, es más
difícil que ser candidato a presidente de la Nación”...
como si en el SUTNA los fraudes, las maniobras y las
patotas no estuvieran también a la orden del día...
En este sentido son los peligros que colocamos a
definiciones muy sueltas de cuerpo como por ejemplo
acerca de que Zanón ingresara, como tal, en la CTA...
Esto más que una táctica, entraña el peligro de ceder
al abrazo del oso de la misma...