Socialismo o Barbarie, periódico Nº 164, 20/11/09
 

 

 

 

 

 

La lucha del Subte por el reconocimiento de su sindicato independiente

Es el momento de empujar para obtener el triunfo

El pasado martes 10 ocurrió un hecho singular: el paro de 24 horas de los compañeros del Subterráneo de Buenos Aires se transformó en el hecho político nacional excluyente de la jornada (esto siguió siendo así a lo largo de los días subsiguientes).

La CGT llegó a ponerse tan “nerviosa” que no tuvo mejor idea que “convocar” un acto para el viernes 20 de noviembre que tenía como destinatario central a la izquierda independiente en el movimiento obrero[1]. Tamaño despropósito alcanzó a ser evitado a tiempo por orden de Cristina K, que inteligentemente obligó a “postergar” la convocatoria cuando desde la misma izquierda ya se estaba charlando la posibilidad de llamar a una “contramarcha” que podría haber sido multitudinaria...

Corridos desde la izquierda

El paro del Subte llega en momentos donde a partir de la lucha de Kraft se ha venido poniendo sobre la palestra el hecho que la izquierda independiente viene acumulando fuerzas al interior del movimiento obrero. Con casos de enorme importancia estratégica como el mismo Subterráneo de Buenos Aires, el sindicato Capital de la Alimentación, el gremio del Neumático (se acaba de venir de una asamblea general donde la Marrón fue derrotada por sólo seis votos), y un importante etcétera. Un proceso que podría estar señalizando la eventualidad de un giro histórico en la organización de al menos una parte del movimiento obrero argentino sobre nuevas bases: antiburocráticas, clasistas e independientes.

De ahí entonces la importancia –como síntoma de un proceso de más amplio alcance– de los hechos recientes: el proceso de recomposición de la vanguardia obrera está abierto y, de seguir profundizándose, podría comenzar a arañar franjas más amplias de los trabajadores[2].

La huelga de Kraft y otras que han venido expresándose en las últimas semanas mostraron, por primera vez en mucho tiempo, al gobierno K desbordado por izquierda. No se trata todavía de un ascenso de conjunto de las luchas[3]. Pero el hecho que peleas obreras de semejante envergadura adquieran impacto y visibilidad nacional no deja de estar mostrando un elemento que no se veía desde el apogeo del Argentinazo: “La acción directa llevada a las calles y rutas es una constante desde hace bastante tiempo, la sensación térmica sugiere que recrudeció tras las elecciones. Como fuera, esas movilizaciones ‘hacen agenda’, acaso más eficaz que la oposición desde el 28 de junio. Porque, aunque ese no sea el mensaje más emitido, la mayoría de esas movilizaciones provienen de antagonistas del oficialismo ubicados a su izquierda. La coyuntura es compleja, para nada lineal o binaria. La radicalización de la protesta, la autolimitación del monopolio estatal de la fuerza, las contradicciones de esos procesos integran un universo digno de lecturas menos enardecidas y panfletarias que las dominantes”[4].

Quizás no todos recuerden que personajes como D’Elía y otros del “progresismo” K, como forma de justificar su cooptación por el oficialismo, han venido diciendo que “a la izquierda de los Kirchner sólo está la pared”. Pero ahora ha quedado evidenciada la falsedad de este aserto: a la izquierda del gobierno burgués de los Kirchner está el proceso de recomposición de la vanguardia del movimiento obrero (y la misma izquierda partidaria independiente).

Ahora es cuándo

Pero vayamos por partes: hay que definir el carácter del paro del 10/11 y la lucha que, como tal, están llevando adelante los compañeros del Subte. Hay que sacarse el sombrero: este sector, uno de los más avanzados de la vanguardia de los trabajadores en la Argentina de los últimos años, ha venido teniendo una virtud muy particular: ser capaz de colocar reivindicaciones que, con expresar sus necesidades, de alguna manera las trascienden y tienden a encarnar intereses más de conjunto de los trabajadores del país. Así fue en el caso de la lucha por la jornada laboral de 6 horas. Y así es hoy también con su lucha por el reconocimiento del nuevo sindicato que han decidido formar de manera independiente de la burocracia gangsteril de la UTA.

El contenido del reclamo de los compañeros: que los trabajadores se organicen como ellos más quieran, lo que no deja de ser una bandera universal de todos los trabajadores. Esto, concretamente, bajo la exigencia de que el sindicato que han decidido formar sea inscripto por el Ministerio de Trabajo, lo no deja de ser –insistimos– un reclamo político dirigido al gobierno nacional.

En este contexto, la lucha de los compañeros del Subterráneo abrió una cierta crisis política en el gobierno K en materia de su “política sindical”. Sí esto ahora quedó como en “stand by”, ha sido sobre la base de una serie de propuestas del Ministerio de Trabajo que implican una suerte de reconocimiento de hecho de su estatus “especial”[5]. Pero esto esperamos que no sea más que un momento transitorio: una “impasse” de unos días en la lucha. Porque seguramente los compañeros se darán cuenta de la necesidad de volver a la carga. Todavía no han logrado lo que están buscando. Y este es precisamente el momento para obtenerlo: no se lo puede dejar pasar, so pena de que se escape entre las manos un triunfo que podría marcar una bisagra histórica en la organización del movimiento obrero. Este es el momento para “apretar” hasta que se les reconozca –por la vía que sea, política o judicial– la inscripción de su sindicato.

La crisis del “unicato” sindical

Pero hay que ir más allá del Subte mismo: el reclamo que vienen sosteniendo ha puesto en crisis el llamado “modelo” sindical vigente en la Argentina: “A fines de 2008 la Corte Suprema, en un fallo calificado de ‘histórico’, determinó que ‘un sindicato simplemente inscripto’[6] puede convocar a elecciones de delegados[7]. Y agregó que para ser candidato a delegado no se requiere ser afiliado al sindicato con personería gremial. El conflicto del Subterráneo también se relaciona con este cambio sindical. Los trabajadores del sector, que no se sienten representados por la UTA, reclaman la ‘inscripción sindical’ porque en ese caso tendrían la legalidad de convocar a elección de delegados, con la ‘tutela’ o estabilidad sindical y el reconocimiento obligado de la empresa. Así las cosas, lo que está en cuestión, es un ‘modelo sindical’ estrechamente vinculado no sólo al Estado sino al gobierno y además, al propio Partido Justicialista”[8].

Rebobinando, digamos que con el modelo sindical vigente (a la medida de la CGT y el PJ) solamente puede haber un sindicato reconocido legalmente por rama de actividad. ¿Qué quiere decir esto? Que la elección de los delegados debe ser hecha en el contexto de este sindicato único de la rama; que sólo estos delegados pueden tener “fueros” (protección legal contra el despido), y que solamente estos sindicatos pueden negociar salario y condiciones en paritarias.

Sin embargo, desde el fallo de la Corte del año pasado, esto viene siendo discutido. Este cuestionamiento ha pegado un salto como subproducto de una serie de factores: el inmenso desprestigio de la burocracia sindical tradicional, la emergencia de una burocracia “con rostro humano” encarnada en la CTA (que viene reclamando por su personería), y, muy principalmente, la aparición de un proceso por las bases de desborde a las burocracias de todos los colores. También es un hecho que están jugando a favor de la quiebra del “unicato” sindical factores super estructurales o “políticos” como los recientes fallos de la Corte en materia de legislación sindical.

En fin, a partir de ahora, y formalmente, si un conjunto de trabajadores deciden formar un sindicato y logran inscribirlo, pueden postularse como delegados. Y si resultan electos, hacer valer los fueros sindicales aunque sean parte de una organización que no tiene personería gremial como tal, cuestión que podría abrir un proceso de revolucionamiento de la organización sindical del país tal cual la conocemos hasta el día de hoy[9].

Empujar para el lado de romper el monopolio de la burocracia sindical

Pero el problema para la CGT (y el gobierno “pejotista” de los K) es que lo anterior abre una “caja de Pandora”: a la burguesía sólo le sería útil esto –como mecanismo de fragmentación de la organización sindical– en caso de un extremo retroceso de la lucha de clases...

Pero ese no es el caso de la Argentina hoy donde está en curso un profundo proceso de emergencia de una nueva generación obrera. Y donde la ruptura del monopolio en la representación de la burocracia cegetista ¡apunta a liberar más y más fuerzas para la recomposición de los trabajadores!

Está claro que es este virtual asedio al monopolio de la CGT lo que puso a estos burócratas al borde del ataque de nervios. Porque el reclamo de los compañeros del Subte apunta precisamente a romper revolucionariamente con este monopolio burocrático no mediante gestiones en las “alturas” como pretende la hermana menor de la CGT, la igualmente burocrática CTA, sino mediante la lucha y la acción directa.

Volviendo a nuestro punto: si los compañeros del Subte logran su inscripción como simple sindicato (y luego su personería gremial), se habrá roto –en un sector absolutamente estratégico– el monopolio de la representación en el transporte de la archi-burocrática y gangsteril burocracia de la UTA liberándose fuerzas para un progresivo proceso de reorganización del conjunto de los trabajadores del transporte. Pruebas al canto: cualquiera que haya viajado en colectivo los últimos días habrá podido escuchar seguramente, a uno u otro chofer señalando que “si los del subte obtienen su reclamo, salimos de la UTA y nos pasamos a su nuevo sindicato”: de ahí el justificado pánico que tiene el ultra gorila Juan Belén, miembro de la UOM en la CGT.[10]

Se trataría de un precedente revolucionario en la organización del movimiento obrero argentino que podría extenderse –como un reguero de pólvora– a otros sectores y frente al cual hay que estar alertas para sumergirse de lleno.

El abrazo del oso de la CTA

Que la CTA esté beneficiándose de este proceso como subproducto de que en el centro aparezca el repudio a la CGT y que ella encarne, de alguna manera, este reclamo de libertad sindical en la medida que lo necesita para su propio reconocimiento, no hace a la CTA menos pérfida sino más. Esto es algo que a muchos sectores de la propia izquierda y de los delegados independientes del Subte lamentablemente se les escapa[11]...

Tampoco esto tiene que ver con el puntilloso seguimiento de en qué medida la CTA, por la vía de este proceso, está realmente recogiendo la maduración de un sector real que comienza a expresarse a través de ella. Como ya hemos dicho muchas veces en estas páginas, qué hacer respecto de ese proceso es algo táctico aunque de suma importancia: una ceguera sectaria en este sentido, flaco favor le haría al proceso de recomposición.

Pero lo que no es táctico es la necesidad de realizar una delimitación de principios del carácter reformista y de conciliación de clases de la CTA. Por ejemplo, en el SUTNA, Pedro Wasiejko en nada se diferencia de cualquier burocracia cegetista en su rol entregado en la lucha de clases y de complicidad con la patronal[12].

Desde ya que es una burocracia más débil y que se ve obligada a “cinturear” más en el terreno mismo de los hechos. Pero el peligro está en que, justamente, la CTA está postulándose frente a la patronal para cumplir el rol de ser una “garantía” de que en caso de “explotar” (revolucionariamente) el actual “modelo sindical” poder ser ella la que “canalice” y “contenga” todo este proceso de recomposición: de ahí el peligro que la cuestión entraña[13].

Pintándose la cara de “dirigencia sindical buena”, la CTA ya está maniobrando en la discusión en curso respecto de las experiencias independientes que tiene en su seno: donde esto es más visible hoy, es en el caso del SUTNA (o mismo del SUTEBA La Plata, donde Baradel montó una maniobra fraudulenta escandalosa de la mano del propio Tomada). Wasiejko ha sido el entregador del convenio obrero y de una y mil luchas. Sin embargo, Yasky, Baradel, y el propio Wasiejko (desafiado hoy por la Marrón) buscan “un manto de legitimidad” amparándose en un debate nacional donde todos los cañones están puestos en la CGT y en gorilas impresentables como Juan Belén.

Este peligro se combina con otro: hay una parte del activismo que, equivocadamente, está buscando un camino “intermedio” entre las posiciones independientes y la CTA. Se trata de una suerte de “apoyo crítico” a la dirección “ceteísta” sobre la base de que, al mismo tiempo, se les “pega” a los sectores más de izquierda por “sectarios” o lo que sea...

Esto es peligrosísimo (y una “agachada”): llevar agua al molino de la CTA en los actuales momentos puede terminar sirviendo al proyecto de ésta de montarse, cabalgar y hacer abortar todo el proceso de la recomposición: sólo hace falta ver cómo en oportunidad de la reciente lucha de Kraft... no atinó a mover un dedo en apoyo a su lucha.


[1] No hay que perder de vista, sin embargo, que el adjunto de la CGT, Juan Belén, sin pelos en la lengua, llegó a presentar la movida como una iniciativa “dirigida hacia los tres poderes”. Es decir, pretendía ser también un llamado de atención a los K para que no se les ocurra darle la inscripción al Subte por el temor a que eso desencadene una reacción en cadena que termine en el reconocimiento de la otra central burocrática, la CTA y la cosa vaya mucho más allá... 

[2] Esto, por ejemplo, en el caso que el Subterráneo lograra una conquista clara y no muy mediatizada de su reivindicación.

[3] Aunque en este sentido hay un claro despliegue de las peleas sobre todo en lo que hace a sectores docentes, estatales y de la salud contra las restricciones presupuestarias que también hacen parte de la coyuntura actual ya marcada por más luchas de los trabajadores.

[4] Página 12, 11-11-09.

[5] Se le reconocerán los fueros a los delegados al tiempo que se hecho atrás el descuento sindical compulsivo del 1% a cada compañero que estaba destinado a ir a parar a manos de la UTA.

[6] Sindicato simplemente inscripto se llama a la organización sindical que no tiene otro atributo legal que haber quedado registrada en el Ministerio de Trabajo como existente.

[7] Digamos que en la Argentina hay la friolera de unos 4000 sindicatos simplemente inscriptos cual “carcazas” que se podrían llenar de verdadero contenido si el Subte obtiene su reclamo!

[8] Clarín, 19-11-09.

[9] Para más elementos, informemos también que a finales del año pasado la Corte admitió la posibilidad de darle tutela sindical a un trabajador que sin ser delegado formal, ejerciera funciones como tal fallando en contra del despido arbitrario de los mismos.

[10] Éste llegó a manifestar que “la CTA es la Cuarta Internacional”... algo que no deja de ser “simpático” más allá de que evidentemente es harto inexacto por decir lo menos. Por el contrario, la CTA es, ni más ni menos, que la burocracia de recambio de la CGT.

[11] Por ejemplo: para nada está mal construir una corriente antiburocrática y de independencia de clase al interior de esta central: mas bien es una obligación. Tampoco prestarle atención privilegiada al hecho que si como subproducto de la crisis del modelo sindical, la CTA logra llenarse de contenido y por lo tanto darse una estrategia a ese respecto. Pero dar el paso político de hacer entrar experiencias de prestigio como Zanón a la misma, o subordinar a ella la extraordinaria experiencia del Subte, ya es un crimen político...

[12] Este caradura ahora ha salido a declarar que “hay gremios dónde ser candidato a secretario general, es más difícil que ser candidato a presidente de la Nación”... como si en el SUTNA los fraudes, las maniobras y las patotas no estuvieran también a la orden del día...

[13] En este sentido son los peligros que colocamos a definiciones muy sueltas de cuerpo como por ejemplo acerca de que Zanón ingresara, como tal, en la CTA... Esto más que una táctica, entraña el peligro de ceder al abrazo del oso de la misma...