En
el marco de una fuerte ofensiva clerical y del gobierno
contra los derechos de las mujeres y las minorías sexuales,
Las Rojas y Carne Clasista participaron de las marchas del
Orgullo lésbico, gay, travesti, transexual, transgénero,
bisexual e intersex en la Ciudad de Buenos Aires el pasado 7
y en La Plata el pasado 14.
Conformando como cada año, la “ContraMarcha”
(el Bloque de la izquierda y el activismo independiente
dentro de la Marcha del Orgullo), Carne
Clasista y Las Rojas, junto con compañeros y compañeras
del ¡Ya Basta!, junto con muchas otras agrupaciones lgtb,
feministas y partidos de izquierda, como ALITT, MAL, Jóvenes
por la Diversidad, Pan y Rosas, Izquierda Socialista, La
Revuelta, marchamos en la Ciudad de Buenos Aires llevando
consignas propias, diferenciándonos de la convocatoria
oficialista que tenía como eje central la exigencia de “Matrimonio
ya” para las parejas no heterosexuales. La
ContraMarcha, como históricamente se denominó, nace con el
espíritu del Argentinazo “contra” la autoproclamación
de los representantes LGBT y la política asimilacionista de
las organizaciones reformistas del movimiento. Estas
organizaciones están lideradas por el reformismo más clásico
de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) que acompaña la
pelea por el matrimonio, pero su propuesta es por la “Unión
Civil a nivel nacional”
y la FALGBT (Federación Argentina lesbianas, gays,
bisexuales y trans) que aglutina a varios grupos que fueron
cooptados por la política de derechos humanos del gobierno
K durante la “reabsorción” del Argentinazo, y que
encabeza junto al INADI la campaña por el matrimonio.
La
ContraMarcha, más heterogénea y mucho más
numerosa y dinámica este año, denunció la ofensiva
del gobierno y la
Iglesia contra
los derechos de las minorías sexuales y las mujeres,
levantando consignas contra la represión, por trabajo
genuino para las travestis en situación de prostitución,
una educación sexual para la libertad sexual y el placer
sin injerencia de la Iglesia, el desmantelamiento de las
redes de trata y el derecho al aborto libre, legal, seguro y
gratuito, la libertad a Romina Tejerina, entre otras
reivindicaciones que expresaban la solidaridad con otras
luchas populares y de trabajadores.
Esta Marcha nos encuentra en medio de una fuerte crisis
que atraviesa la sociedad capitalista
y patriarcal, marcada por
la polarización social donde los trabajadores y los
sectores populares comienzan a ofrecer una dura
resistencia al
ataque de las patronales que quieren descargar los costos de
la crisis sobre ellos, mientras que recrudecen los elementos
reaccionarios
como la represión hacia las minorías sexuales, la
violencia de género y la pérdida de algunas conquistas
históricas del movimiento lgtb en varios países del mundo.
A la cabeza de esta ofensiva reaccionaria en nuestro país
viene estando la Iglesia como lo hizo en el último
Encuentro nacional de Mujeres, tratando de impedir que las
compañeras realizaran los talleres sobre el derecho al
aborto, o también pronunciándose contra la homosexualidad
como “enfermedad” o las “aberraciones” como los
matrimonios de gays y lesbianas. Con neofascistas como Monseñor
Aguer y Bergoglio de portavoces y el total amparo del
gobierno, la Iglesia emprendió la santa cruzada en pos de
la “santa familia heterosexual y monógama”.
Matrimonio lgbt o la “diversidad de lo mismo”
En estas últimas semanas, la Federación Argentina
LGBT que viene trabajando con el INADI de la kirchnerista
María José Lubertino, salió a dar una pelea mediática
por el derecho al matrimonio de las personas no heterosexuales, al tiempo que un
sector del progresismo (parte del kirchnerismo, la
centroizquierda y el sojero PS) empezaron a dar el debate
parlamentario. Aunque no todos sean K, sirven a los fines
políticos de jugar de fachada “progre” del kirchnerismo.
Aún así, mientras se instala el “circo progre”, la
propia Cristina K está
contra el derecho al
aborto y
contra las familias
no heterosexuales, el
Estado continúa reprimiendo a las minorías sexuales y a
trabajadoras y luchadores populares (como en Terrabusi), y
condena a travestis y mujeres a la situación de prostitución.
Esta situación contradictoria se resolvió, estando a días
Cristina de encontrarse con el Papa cuando el oficialismo
junto con el radicalismo, decidieron no dar quórum, con lo
cual el debate parlamentario se encuentra frenado. Hasta
Macri ha salido a darle lecciones de “progresismo” al
los K, al apoyar públicamente a la primera pareja gay que
se casará en la Ciudad de Buenos Aires…
Lo que terminó prosperando, fue la presentación
judicial de una pareja gay (integrantes de la FALGBT, y
dirigentes internacionales de la lucha contra el VIH-Sida)
cuyo amparo avalado por la jueza Seijas, autorizó el pedido
de la pareja para celebrar el matrimonio en un Registro
Civil de la Ciudad de Buenos Aires. Esta pareja sería la
primera en Latinoamérica y estaría habilitada con todos
los beneficios para acceder a la adopción, herencia, pensión,
obra social, etc.
Superar
la falsa dicotomía “a favor o en contra” del
matrimonio: ¡el problema es la familia!
Desde Carne
Clasista y Las Rojas, aunque reivindicamos que
cualquiera se pueda casar si lo desea, ejerciendo un
elemental derecho
democrático para
acceder a beneficios como la obra social, posibilidad de
adoptar y darle un marco legal a las familias no
heterosexuales ya existentes, etc., en modo alguno creemos
que estas reivindicaciones solamente puedan pelearse bajo la
forma de asimilación
al modelo de
familia burguesa
monogámica y heteronormativa. La familia sigue siendo tanto
para heterosexuales como minorías sexuales, y muy
especialmente para las mujeres, el signo claro de la opresión
sexual y la esclavitud
doméstica. También es la correa de transmisión de los valores
patriarcales más retrógrados que son la fuente de
sufrimientos e infelicidad para gays, lesbianas, travestis,
transexuales, bisexuales e intersex que deben esconderse,
vivir con culpas sus deseos y sentimientos o que se ven
expulsados tempranamente de sus hogares como la mayoría de
las niñas travestis.
Si las minorías sexuales tienen un contenido potencialmente
revolucionario o al menos contestatario, tiene que ver con
que sus orientaciones sexuales y sus identidades de género
diversas, abren el campo para la experiencia de
distintos tipos de vínculos sexuales y afectivos más
libres y genuinos al estar desentendidos del lastre
familiar, la “propiedad privada” del otro/a, la
monogamia forzosa y la sexualidad acotada a la reproducción.
Pero todo ese potencial cuestionador pretender ser entregado
bajo la búsqueda de aceptación y “normalización”
por los sectores acomodados del movimiento, reproduciendo el
viejo modelo familiar (ya que de “nuevas familias” no
tienen nada) convalidando además, el reaccionario orden
existente como único.
Creemos que hay muchas formas (como las uniones
libres) de pelear por la necesaria igualdad de derechos,
por el derecho a que nuestras parejas puedan acceder a
nuestra obra social o a tantas otras justas reivindicaciones
que hagan plenos nuestros proyectos de vida, y que en todo
caso, debiera debatirse
de cara al conjunto de la comunidad lgbttti. No como hacen
las organizaciones reformistas e inconsecuentes, como la
FALGBT, a través de los golpes mediáticos y el “lobby”
parlamentario, apoyándose en “figurones” de los
partidos patronales que jamás llamarán a movilizar, y apoyándose
en el empresariado “rosa” que lucra y mercantiliza
nuestras sexualidades, que ya debe estar ansioso por
explotar el negocio de las glamorosas “bodas gays”1.
Como en Stonewall: salir del closet, tomar las calles para conquistar
nuestros derechos!!
A seis años de gestión K y otros tantos del INADI
y la FALGBT, todos los sectores que miraban con esperanza el
“progresismo K” (el feminismo inclusive que esperó la
despenalización del aborto del ex ministro Ginés) ya
pueden sacar
conclusiones: propaganda “progre”, pero en concreto…¡¡nada!!
Es a través de la vía jurídica donde se dan avances (la vía
menos política), y tienen más de agenda gobiernos en
necesidad de apoyo popular que de conquista lograda por la
lucha por abajo (como pasó en
Uruguay). Éste no es un planteo “exquisito” o
ultra, ya que estamos presenciando cómo en
los Estados Unidos se van perdiendo, estado por estado,
todos los derechos al matrimonio por basarse políticamente en el
lobby lgbt y en el partido Demócrata y no en la fuerza
del propio movimiento. Por otro lado, y al igual que Uruguay,
estas concesiones son como
moneda de cambio para no dar
ningún derecho sustancial a las mujeres, como el derecho al aborto,
pretendiendo enfrentar así a dos luchas hermanas.
Ante esta situación, y dado que toda conquista en
el capitalismo está amenazada, máxime cuando ésta no fue producto
de la lucha
del movimiento, se impone
salir a las calles apoyándonos en lo poco o mucho
conseguido hasta ahora, y mediante la movilización,
defender lo conseguido hasta ahora y arrancarle al
Estado y al gobierno todos nuestros derechos.2
Como elemento de balance respecto del Bloque de
izquierda o ContraMarcha, hay que destacar que el amplio
arco político de la convocatoria tuvo su repercusión en
muchos/as compañeros/as que participan de las Marchas pero
no se sienten representados con la política oficial y que
se acercaron y marcharon con nosotros/as. Sobre estos
elementos de “desborde” de las expectativas y del
impulso del activismo, tanto como ocurrió en el Encuentro
de Mujeres como en la marcha de La Plata en el escrache al
archi-reaccionario Aguer en momentos donde daba su
Conferencia de Prensa, habrá que apoyarse y jugarse a
impulsar con todo la necesidad de la organización
y la construcción de las alianzas
con otros sectores de explotados/as y oprimidas/os.
Sin depositar ninguna confianza en el parlamento
burgués, ni en el gobierno, ni los autoproclamados
“representantes” de la comunidad LGBTI, tomemos la lucha
en nuestras manos y como en la revuelta de Stonewall.
Notas:
1. Otro de los problemas es el legalismo de las organizaciones como la FALGBT y la CHA cuando por
ejemplo, creen que la represión hacia los lgbt se terminará
con derogar los Códigos
Contravencionales o de Faltas. Creen que la sociedad
puede cambiarse desde las leyes o que ingenuamente la opresión
hacia las minorías es sólo una “batalla cultural” por
cuestión de “desconocimiento
que genera prejuicio; el prejuicio, discriminación y la
discriminación genera que el Estado legitime la
desigualdad” (María Rachid, FALGBT). Esta opresión
es estructural y
necesaria para el funcionamiento del capitalismo, de eso se
encarga (y muy bien) el gobierno de Cristina K de la mano de
la Iglesia.
2. También es necesario dar el más amplio debate
hacia el conjunto
de la sociedad, ya que con el caso puntual del matrimonio
“todo el mundo está hablando de eso”, y
mayoritariamente se ve como “algo bueno que quieran
casarse”, pero no se ven las contradicciones y los
problemas que esta “normalización” acarrea, ni la claudicación
a banderas históricas del movimiento en pos de esta
aceptación, ni formas alternativas y superadoras de acceder
a esos derechos negados por esta sociedad.