Los diferentes niveles de la crisis política
El escándalo del espionaje de la Policía Metropolitana
ya se llevó puesto a dos de los jefes que sucedieron a
Palacios (Chamorro y Ontiveros, ambos cercanos a Palacios),
y mandó a prisión al mismo, que era “el mejor
candidato” para liderar la nueva fuerza policial según
Macri. La crisis política que generó el escándalo tiene
en la picota a los ministros de Educación, Narodowsky
(al cual ya le están buscando reemplazante) y al
ministro de Justicia y Seguridad, Montenegro, al cual Macri
no quiere dejar caer, pero su nombre también circula en una
lista de recambios ministeriales que el macrismo tuvo que
salir a adelantar para calmar las aguas. Tal es la crisis
que, buscando desesperadamente popularidad, Macri tuvo que
salir a apoyar el matrimonio gay, fracturando duramente su
gabinete entre “liberales” y “clericales”.
Es que desde hace muchos años que no se veía un escándalo
similar en la Ciudad de Buenos Aires.
Cientos de legisladores, empresarios, dirigentes políticos
y sindicales, activistas estatales, docentes y estudiantiles
fueron espiados por una red de agentes que integran la
estructura de la nueva Policía Metropolitana, y que, hasta
donde se sabe, tiene una base en el Ministerio de Educación.
Hasta donde se sabe, porque como se puede leer en Página 12
del domingo 1º del mes pasado, desde el macrismo dicen:
“nosotros recibimos veinte plumas [espías] y nos quieren
hacer un escándalo. La Federal tiene 400, con nombres
falsos, y no le hacen ningún cuestionamiento…”. Dista
mucho este armando de espionaje de la “policía de
proximidad”, al “servicio de la comunidad”, que quería
vender el macrismo, ¡y que comparte toda la oposición
patronal!
El proyecto de la Policía Metropolitana es crear una
mega-fuerza contravencional, que, con la excusa del
reaccionario y anticonstitucional Código Contravencional,
le permita “ordenar” las calles porteñas e ir más allá
del mismo Código. Como decíamos en una nota del periódico
SoB Nº163 publicada en Internet: “Macri quiere
institucionalizar y ampliar la labor de la UCEP, que según
un informe del Ministerio al cual pertenece esta fuerza
parapolicial, realizó 435 desalojos de personas sin techo
en 7 meses de trabajo. Quiere una fuerza propia que responda
a sus propios fiscales para reprimir a las manifestaciones
de los docentes, los trabajadores y los estudiantes en la
calle, como pidió que se haga con el acampe piquetero
frente al Ministerio de Desarrollo Social el martes 3 de
noviembre. Quiere una fuerza bien nutrida de espías y
agentes de inteligencia para realizar sus operaciones de
investigación y persecución de aquéllos que pelean contra
las políticas privatistas y reaccionarias.” Ésta es la
otra pata del escándalo: no es una policía que ayude al
vecino con sus problemas, es una fuerza parapolicial para
limpiar la ciudad para turistas y los pequeños burgueses
procesistas que votan a Macri.
Pero la crisis política tiene una raíz más profunda que
el escándalo de espionaje. La gestión Macri está en plena
crisis. La vasta mayoría de l@s trabajador@s, estudiantes y
el pueblo porteño no traga el ajuste a la educación, a la
salud, a la cultura que viene haciendo el Jefe de Gobierno.
Macri no sólo es Macri (como lo venden los progres,
administrador neoliberal de la miseria argentina), sino que
está profundizando esta misma miseria flexibilizando y
persiguiendo a los docentes, estatales (ver periódico SoB Nº163
“La pandemia PRO”). Pero así como el Jefe de Gobierno
es eficiente en ajustar y flexibilizar, no lo es en lo
absoluto a la hora de resolver los problemas específicamente
porteños (ni siquiera los que prometió en su campaña,
como la extensión del Subte). El fracaso rotundo de la
gestión PRO es el mar de fondo de la crisis política del
Gobierno de la Ciudad y está desmoronando el capital político
de Macri, que lo había planteado como uno de los pocos
candidatos opositores presidenciables.
El progresismo es cómplice
Mientras se rasga las vestiduras y se llena la boca de
discursos inservibles en el edificio de la Legislatura, el
progresismo porteño pareciera dormido mientras su principal
enemigo sufre su peor crisis política. Pareciera pero no
es. El progresismo porteño no puede sostenerse en pie, la
crisis del kirchnerismo lo ha dejado sin brújula y
fragmentado. Más aún cuando, a pesar de las acusaciones
mutuas de escuchas a los Watergate y de corrupción a lo
Collor de Mello, el gobierno nacional y el porteño han
llegado a lo largo del tiempo a sustanciales y variados
acuerdos de gestión, especialmente en materia de la Policía
Metropolitana (una vez que el macrismo dejó de reclamar los
fondos de la Federal). Compartir la administración de la
miseria argentina parece ser un vínculo más fuerte que la
pelea política-electoral. De hecho, en el marco del voto de
censura (no vinculante) al ministro Montenegro, Filmus salió
a aclarar que “Macri no tiene que renunciar, sino que debe
asumir su responsabilidad y la gestión de gobierno. No hay
que hacer con Macri lo mismo que Macri hizo con el ex Jefe
de Gobierno Aníbal Ibarra”. Claramente están más
preocupados ganarle votos a Macri que en evitar que espíe
sistemáticamente a los docentes y estudiantes, reprima a
los luchadores populares y las personas sin techo.
Especialmente cuando del otro lado de la General Paz, Scioli
está emprendiendo una brutal ofensiva policial, que tiene
como base la reinstauración de nada más y nada menos que
¡los edictos policiales de la dictadura militar!
Por su lado, la flamante bancada de Proyecto Sur, tanto
nacional como local, no ha salido a hacer ninguna declaración
particular. La gravedad política del gobierno en todo el
campo de la centroizquierda todavía se hace sentir.
¡Fuera Macri y su
policía!
La crisis política exige la renuncia de Macri y todo su
gabinete. No sólo se han mostrado incapaces de resolver los
problemas básicos del pueblo porteño, sino que los han
agravado con su política de ajuste, privatización y
flexibilización. Su respuesta es mentir mal, espiar mucho y
plantear la necesidad de reprimir a quienes damos cuenta, en
las calles, de los estragos que están haciendo en la
Ciudad. No necesitamos más policía, sino más presupuesto
para la salud, la educación, la cultura y la
infraestructura.
Los progres han demostrado en la Legislatura y en el
gobierno nacional, así como también con la burocracia
sindical y la intelectualidad, que están más cerca de
acordar con el macrismo que enfrentarlo como corresponde.
Hay que poner en pie una alternativa de izquierda,
socialista, obrera y popular, que no le ceda a la
centroizquierda, y que se apoye en la movilización y
organización de l@s trabajador@s estales, docentes y
privad@s también, de l@s estudiantes, de las mujeres que
luchan por sus derechos y tod@s los luchador@s populares.
Este es el camino que los socialistas revolucionarios del
nuevo MAS consideramos como elemental para enfrentar a la
Metropolitana, la política represiva y ajustadora de Macri
y lograr su renuncia.
• Disolución de
la Metropolitana, disolución efectiva de la UCEP, anulación
del Código Contravencional!
• Por condiciones
dignas de trabajo, efectivización de todos los contratados,
el pago en tiempo y forma a los trabajadores. Aumento
salarial ya!
• Más presupuesto
para salud, educación, cultura e infraestructura!
• Fuera Macri y
todo su gabinete. Pongamos en pie una alternativa de
izquierda, socialista, obrera y popular!