El 65%
dijo no a los golpistas
“La
abstención se situó entre el 65 y el 70%. Está clarísimo
que hay un rechazo a la legitimación del golpe, el pueblo
ha dado un golpe al golpe de Estado... La abstención llegó
hasta el 80% en zonas como San Pedro Sula. La prolongación
de más de una hora no fue porque estuvieran llenas las
filas en los colegios, sino porque estaban desesperados
porque la gente fuese a votar”(RDH-HN, 01-12-09).
El
pasado domingo 29 se realizaron las elecciones en Honduras.
El régimen gorila salió a decir que la participación habría
llegado en torno “al 62% del padrón”... Sin embargo, la
propia compañía contratada por el Tribunal Supremo
Electoral de los golpistas para organizar el escrutinio
(“Hagamos Democracia”) informó una asistencia del
47%”... Esto sólo se puede calificar de fraude masivo.
Porque la realidad es que la participación siquiera llegó
a esa cifra: lo que se vivió fue una jornada donde el
rechazo fue de masas: mayormente los centros electorales
lucieron, literalmente, “desiertos”.
Según nuestros compañeros del PST H, la verdad es que la
abstención alcanzó una cifra en torno al 65% del padrón.
Incluso hubo regiones de gran tradición de lucha –como El
Progreso, ex sede del Consejo General de Huelga de los
sindicatos bananeros en 1954– donde la abstención habría
alcanzado la friolera del 80%.
En estas condiciones, lo que el régimen golpista busca
jugar a su favor es el hecho cierto de que el rechazo fue más
bien pasivo amén del abierto apoyo del gobierno de
Barack Obama que presentó la elección como “un paso
adelante”.
Sin embargo, siempre tiene alguna consecuencia esconder la
tierra bajo la alfombra. Es decir, el régimen golpista logró
que las elecciones se llevaran adelante en un clima general
de “tranquilidad”. oero la legitimidad de Pepe Lobo
quedó muy cuestionada en la medida que la participación
fue realmente baja.
La composición de la abstención
Tres
componentes principales tuvo el pueblo “abstencionista”.
En primer lugar, es un hecho que la abstención viene siendo
importante en Honduras desde hace años.
Este es, en todo caso, un reflejo pasivo (y a la vez
“despolitizado”) de que algo en el régimen hondureño
de democracia de ricos nunca anduvo bien.
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El
Congreso le dice no a Zelaya
Pocos
días después de las elecciones ocurrió lo que ya se
sabía: el Congreso se reunió solo para rechazar
masivamente la reinstalación de Mel Zelaya. Desde
estas páginas ya hemos ido analizando
pormenorizadamente la bajísima estatura de Zelaya
incluso como dirigente burgués. Estaba claro desde un
principio que el famoso acuerdo “Gaymuras-San José”
era una mera mascarada para llegar a las elecciones y
vender la cosa internacionalmente; un poco como para
cubrirle la retaguardia a Obama. Un acuerdo cuyos
“cartuchos” solo se pretendía que sirvieran para
engañar, confundir y desmovilizar aún más a una
resistencia que ya venía en baja dadas las continuas
“agachadas” de Zelaya.
Sin
embargo, no siempre se puede “maniobrar” a la
historia. Es decir, aunque la Resistencia esté en un
“bajón” profundo, la carencia de legitimidad real
de Pepe Lobo, en algún momento se va a “cobrar la
cuenta”... |
Es
que, en realidad, el régimen fue montado en las condiciones
donde Honduras, en la década de los ‘80, fue el
“portaviones insumergible” de los yanquis para sostener
la lucha contrainsurgente en Nicaragua. Que un régimen
armado hasta los dientes adquiera el mote de
“democracia” al tiempo que es una plataforma para
invadir un país que vive una revolución. Y que, al mismo
tiempo, lleve adelante una represión “quirúrgica” que
hace desaparecer a 150 de los mejores luchadores del país,
es evidente que alguna “falla” de origen debe
tener...
Y
ni hablar cuando nos referimos a Honduras, la llamada “República
bananera”, dónde la dominación burguesa tuvo siempre tantos
componentes “oligárquicos” y de exclusión política y
social.
El segundo componente lo constituyó la vanguardia de
masas de la Resistencia. Está claro que si bien el
“melismo” nunca fue consecuente con su llamado al
“boicot” y que la dirección del Frente Nacional de la
Resistencia no fue capaz de organizar un rechazo activo
digno de tal nombre, la mayor parte de la base popular de
la resistencia no fue a votar.
Esto es lógico porque las elecciones terminaron siendo
vistas masivamente, y sobre todo por los sectores más
activos de la resistencia, como lo que fueron: un burdo
operativo de legitimación de los golpistas.
Pero, a la vez, se destacó un tercer componente entre los
“abstencionistas”. Este lo constituyeron parte
fundamental de la base social del Partido Liberal (que
tiene rasgos que lo asemejan al PJ de la Argentina). Estos,
asqueados por el comportamiento de dirigentes como el mismo
Micheletti y Elvin Santos (candidato presidencial del PL y
ex vicepresidente de Zelaya), los rechazaron por la vía
de una masiva abstención.
Por esta razón, los liberales perdieron por lejos
con Pepe Lobo del Partido Nacional. E, incluso, peligran
quedar muy en minoría en el parlamento golpista.
Es el
momento de poner en pie un polo de independencia de clase
Un párrafo aparte merece el Partido Unificación Democrática
de Cesar Han. No contento con presentarse a las elecciones
fraudulentas de los gorilas, llegó a declarar que las
elecciones eran una “fiesta cívica”: “Estas
elecciones son una fiesta cívica. A todos los que hemos
estado en la resistencia, les digo que necesitamos tener
mayoría de diputados y alcaldías desde donde podamos
impulsar el proyecto de una Asamblea Constituyente para
lanzar reformas sociales en Honduras”.
Pero este vergonzoso comportamiento se cobró su
respuesta. Evidentemente nadie vio en la participación
en estas elecciones fraudulentas y legitimadoras de los
golpistas un “canal” para “impulsar el proyecto de una
Asamblea Constituyente”... Unificación Democrática no
llegó a alcanzar el 2% de los votos, la más baja
participación electoral de su historia. Y el clima interno
es que diversos sectores están de alguna manera planteándose
otra perspectiva rompiendo
por izquierda con esta formación traidora.
En esas condiciones, desde el Frente Nacional de
Resistencia se está montando toda una ofensiva contra la
Coordinadora Nacional y la Independiente.
Juan
Barahona, uno de los principales dirigentes “melistas”
del Frente Nacional acaba de plantear dos cosas. Por un
lado, que la Coordinadora (que se está reactivando) debería
“disolverse”. Está clarísimo que lo que se busca con
esto es que no haya ningún sector del movimiento de masas
hondureño que mantenga su independencia de todo sector
burgués.
Para completar la “obra” en el plano digamos “político”
su segundo planteo es que a partir de ahora se debería
conformar un “nuevo partido” con la confluencia de los
sectores liberales descontentos y/o “melistas”, las
rupturas de la UD disolviéndose a tal efecto el espacio de
la Independiente.
Desde los compañeros del PST H (apoyados por la corriente
SoB) la posición es evidentemente la opuesta.
Por un lado, más que nunca, hay que “reflotar” la
Coordinadora Nacional mas aún cuando se ha demostrado
palmariamente la bancarrota del “melismo” que ni
siquiera logró su reinstalación entregando todas las
reivindicaciones de la lucha. Pero incluso
independientemente de esto, siempre el Frente Nacional tuvo
la estrategia –cual abrazo del oso– de operar para
que no hubiera en el país una expresión organizativa de
lucha independiente de los explotados y oprimidos.
Por otra parte, la discusión al interior de la
Independiente es justamente la opuesta a la que plantea
Barahona: es un momento histórico quizás único donde con
el prestigio ganado de haber sido el único sector que no se
prestó al circo electoral de los golpistas se
tiene la autoridad de llamar a un reagrupamiento
independiente y de clase a su alrededor.
Esto se apoya en elementos que venían de antes del golpe
y que el mismo golpe, evidentemente, se han potenciado. Porque el rechazo al tradicional bipartidismo burgués
del país es muy sentido (este elemento también hace al
componente abstencionista), Y, precisamente, desde un ángulo
de clase, la candidatura independiente pretendía venir a
resolver este problema.
De lo que se trata ahora es de dar un paso adelante: nuclear
en torno a un perfil de clase a sectores representativos de
los explotados y oprimidos pero excluyendo cualquier
representación política burguesa tal cual los Liberales en
desgracia. Esto debería tomar la forma no de una
estructura meramente electoral sino algo así como un
movimiento político de los trabajadores.
Las perspectivas de aquí en más
“Lo de Honduras es una vergüenza, lo de Honduras es
bochornoso, y es bochornoso lo que ha sucedido en EEUU con
el gobierno de Obama, sobre las expectativas que Obama había
despertado, que están siendo defraudadas en América Latina
y el mundo entero” (Reportaje a Eduardo Galeano hecho por
Telesur).
Pocos días después de las elecciones ocurrió lo que ya
se sabía: el
congreso se reunió para rechazar masivamente la reinstalación
de Mel Zelaya.
Desde estas páginas hemos ido analizando
pormenorizadamente la bajísima estatura de Zelaya, incluso
como dirigente burgués. Estaba claro desde un principio que
el famoso acuerdo “Guaymuras –San José–“ era una
mera mascarada
para llegar a las elecciones y vender la cosa
internacionalmente: un poco como para cubrirle la
retaguardia a Obama. Un
acuerdo cuyos “cartuchos” sólo se pretendía que
sirvieran para engañar, confundir y desmovilizar aún más
a una resistencia que ya venía en baja dadas las continuas
agachadas de Zelaya.
En este sentido el “acuerdo” cumplió cabalmente su
papel, más allá de los manotazos del gorila Micheletti, en
su impunidad y torpeza, evidentemente fueran difíciles de
vender más allá de las fronteras de la propia Honduras.
Sin embargo, no siempre se puede maniobrar a la historia.
Es decir, aunque la resistencia esté en un bajón profundo
la carencia de legitimidad de Pepe Lobos es un hierro
candente llamado a tener las más diversas consecuencias. En
todo caso la tarea inmediata es reagrupar fuerzas desde la
izquierda independiente, preparándose para las nuevas y
agudas crisis que están por llegar.
Al parecer, sólo en aquellos lugares donde el
Partido Nacional movilizó su aparato electoral esto fue
distinto.
Fue del 21.46% en 1981, 15.95% en 1985, 24.09% en 1989,
35.19% en 1993, el 28% en 1997, el 33.73% en 2001 y el
44.62% en 2005.
Esta es la razón por la cual en estos momentos se ha
puesto en marcha –a todo trapo– una negociación
tras bambalinas auspiciada por el gobierno de los EEUU
para “dibujar” un reparto de la representación en
el Congreso más “equilibrado” que incluso
contemplaría las necesidades de la pata legitimadora
por la “izquierda” de las elecciones: el Partido
Unificación Democrática.