La
tarea del momento es empujar por
un nuevo movimiento obrero:
Independiente,
Clasista y Revolucionario
Durante el tercer fin de semana de diciembre
el nuevo MAS realizará su V Congreso. Llevaremos adelante
esta tarea en un momento muy particular. Desde el punto de
vista objetivo, cuando la coyuntura del país sigue marcada
–entre otros elementos- por una circunstancia privilegiada
que muestra cómo la acumulación de experiencias en el
proceso de reorganización de la vanguardia obrera está
pegando un salto que puede ser de calidad. Subjetivamente,
cuando nuestro partido se viene afirmando como una de las
tendencias de la izquierda que va a “tallar” en la
experiencia de la vanguardia obrera y estudiantil de los próximos
años. Esto como parte de la Corriente Internacional
Socialismo o Barbarie que se va transformando en una
realidad y que tiene el orgullo de haber sido parte
fundamental del retiro de la candidatura independiente de
Carlos H. Reyes de las fraudulentas elecciones en Honduras.
En este marco, presentamos a continuación un extracto de un
capítulo de nuestro documento nacional para el Congreso.
Para algunas corrientes, por ejemplo la CTA y los intelectuales y
abogados que a ella adscriben (y también parte de la
vanguardia no partidaria), “no hay una recomposición”...
En todo caso, “hay una nueva vanguardia que pelea y se
organiza al margen de las direcciones tradicionales porque
éstas no dan ninguna respuesta a los reclamos inmediatos y
más concretos”. En todo caso “se recuperan algunas
tradiciones y/o métodos de lucha que habían quedado en el
olvido”
Para otros (aquí sí entra parte de la
izquierda “trotskista” más tradicional y reduccionista)
solamente se trataría de pelear “por una nueva dirección”
en los sindicatos o más en general en el movimiento obrero
y punto. Todas esas visiones tienen elementos de verdad pero
son esencialmente falsas porque no ven la totalidad:
que
lo que se está peleando (e incluye con todo el problema
decisivo de la dirección) es por un nuevo movimiento obrero
independiente, clasista y revolucionario.
Para el partido está totalmente claro que
existe un profundo proceso de recomposición que es general,
orgánico y que más allá de las idas y venidas
se está profundizando y extendiendo (otra cosa son sus
ritmos).
Atañe a todos los elementos constitutivos del
movimiento obrero. En primer lugar, hay que destacar que las
bases materiales que dieron origen al viejo movimiento
obrero no existen más. No existe más el pleno empleo,
está en parte cuestionado el trabajo estable. No existe más
el 50% de la renta nacional repartida entre los
trabajadores. No existen más aquellas condiciones de
trabajo, el sábado inglés y las categorías rígidas. No
existe más el Estado benefactor, no existe más la
jubilación masiva y digna, etcétera. También es un hecho
que las viejas generaciones obreras forjadas bajo el
peronismo y el sindicalismo peronista están cada vez más
retiradas de los lugares de trabajo y que ha entrado a
trabajar una nueva generación obrera que está forjando sus
primeras armas y experiencias en otras condiciones
totalmente distintas.
Y desde el punto de vista político más
general, tampoco existe más la Guerra Fría, no existe más
la Unión Soviética y el Muro de Berlín (a pesar de los
dichos del dinosaurio Juan Belén de la CGT y la UOM). No
existen más los aparatos mundiales que encuadraban a las
masas. En gran medida tampoco existe más el viejo
nacionalismo burgués y el peronismo como encarnación de
eso.
Es decir, todas las coordenadas sociales, sindicales, económicas y
políticas son radical (o parcialmente) nuevas y es nuevo el
contexto general: la caída del estalinismo, la crisis
económica mundial del capitalismo, el ciclo de rebeliones
populares latinoamericano.
Es verdad que en los 70 había clasismo, y que
existieron tomas efectivas de plantas y que ahora son muy
parciales e incipientes. También es verdad que en los 80
hubo otras vanguardias y que también se recuperaron
sindicatos y que hubo nuevas direcciones. Pero lo
realmente nuevo es que es otra totalidad. Es otra clase
obrera en otro mundo que se está recomponiendo en nuevas
condiciones y bajo nuevas bases. Esto es lo que está
puesto en discusión y es un proceso estratégico.
Porque la recomposición es en clave de conciliación de clases, en clave
economisista y reformista (como se expresa desde la CTA
hasta los sectores “autonomistas” y/o “antipartidos”
en diverso grado) o se va a un movimiento obrero clasista y
revolucionario como defiende el partido.
Porque en última instancia no hay otra,
aunque se trate de un proceso que en ningún caso va a ser
“puro”, que va a seguir mediado por experiencias desde
abajo pero también por contradictorios puntos de apoyo
“superestructurales” (como los fallos de la Corte), que
en ausencia –por ahora– de un ascenso de conjunto, va a
tener “alzas y bajas”, que va a tener momentos de ir con
todo para adelante y también “rodeos”, etcétera.
Pero al mismo tiempo, salvo que medie una gran
derrota y se perpetúe la burocracia tal cual la conocemos
hoy, este es un proceso abierto que, de conjunto, ha
venido yendo para adelante sin que pudiera –hasta ahora–
ser “suprimido” por el gobierno, la patronal y la
burocracia aunque lo que hagan y dejen de hacer sus
experiencias “estrella” (como el Subte, Kraft, Fate y el
Neumático, etcétera) no dejará de tener inmensa
importancia.
En síntesis: ya está instalado este
debate y ya están actuando las distintas fuerzas políticas para
llevarlo a un rumbo u a otro en un proceso que seguramente
va a tomar su tiempo de maduración pero que apunta a ser
histórico.