“La gente estaba para más”
El compañero José
Kanes del PST-H y de la Corriente SOB se encuentra en Buenos
Aires para participar del V Congreso del nuevo MAS. SoB
aprovecha la oportunidad para dar a conocer –de primera
mano– los hechos y las discusiones de la lucha
antigolpista. Un joven compañero protagonista de la primera
línea de la resistencia al golpe en Tegucigalpa nos cuenta
y revive uno de los procesos más profundos de la lucha de
clases del años 2009. Hechos en los cuales nuestra
corriente internacional participó con todas sus fuerzas
sosteniendo una política revolucionaria que llegó al
ejemplo concreto de producir el único retiro de una
candidatura presidencial de las elecciones fraudulentas
organizadas por los golpistas.
SoB: Contános cuáles
fueron las primeras reacciones al golpe y como fue el
proceso de la resistencia.
J.K.: Lo primero que hay que decir es que era un golpe que
aunque se veía venir no teníamos el convencimiento de que
pudiera darse, por las condiciones que se daban a nivel
internacional, porque se planteaba que la era de los golpes
de Estado habían “pasado”. Pero con lo que aconteció
aquí el 26 de junio con la aceptación de la renuncia del
jefe de la policía y también con la suspensión del cargo
del jefe del Estado Mayor Conjunto, ya pudimos ver de que se
fraguaba algo bastante fuerte, pero al momento del golpe las organizaciones populares no reaccionaron de
manera organizada, lo que más bien se dio fue una reacción
muy espontánea de la gente y de las mismas organizaciones
en llegar a casa presidencial. Desde un comienzo fueron
los partidarios de Zelaya los que coparon, lo que se denominó
el “Frente Nacional
de Resistencia contra el Golpe de Estado”, y si bien
es cierto, siempre estaban los dirigentes del movimiento
popular en cada una de las regiones, la presencia de Zelaya
a nivel político siempre se impuso como límite, al punto
que cuando se discutían líneas políticas, una simple
llamada de Zelaya, desbarataba cualquier decisión que se
tomara en los espacios de la organización. Este es un
aspecto importante que marca todo el proceso,
Zelaya siempre estuvo interviniendo a espaldas de lo que se
decidía en el Frente de Resistencia, tomando decisiones
a raíz de lo que decía Washington, de lo que decía Hugo
Chávez, decidiendo desde arriba, sin ámbitos de democracia
desde las bases, y en ese sentido no podríamos hablar de
que la Resistencia tuvo una conducción por parte de la
gente que estaba en las calles, si
tenía algún sector que tomaba decisiones, no era
precisamente el de los dirigentes populares.
SoB: ¿Cómo afectó
en la población en general la llegada de Zelaya a la
embajada de Brasil y las posteriores reuniones y
negociaciones que mantuvo directa o indirectamente con
sectores ligados al golpe?
J.K.: Nosotros
dijimos siempre que la presencia de Zelaya iba a levantar el
ánimo de la resistencia que se había venido decantando,
producto del cansancio, producto de la desesperanza, el
problema del regreso de Zelaya, fue la actitud con la que
llegó, de hecho nosotros podemos ver que el 21 de
septiembre, al día siguiente los barrios y colonias hicieron embriones de
insurrección, cinco barrios de colonias prácticamente liberaron el territorio no dejando entrar a la policía,
inclusive las maras [pandillas de delincuentes jóvenes típicas
de Centroamérica] que son enemigas como la salvatrucha
y la 18, en ese
momento se pusieron de acuerdo que, definitivamente, el
enemigo no era entre ellos sino la policía, y ese fue un
hecho bastante importante. Fue un hecho espontáneo que no
fue precisamente una idea del Frente de Resistencia, al
contrario, el Frente de Resistencia al ver eso lo que hizo
fue más bien convocar a una movilización en un solo lugar hacia la casa de la
embajada de Brasil y con eso prácticamente se cortó ese ímpetu
que tenían los pobladores en los barrios y colonias y eso
fue como una medida para que las cosas no se le salieran de
control. Eso demostró que la gente estaba para más, que no estaba de acuerdo con el proceder de
la misma conducción, inclusive con la posición de Zelaya
del pacifismo, y por supuesto que a la par del pacifismo
estaba también la idea de pactar con los golpistas.
Luego con su llegada se reinició el ciclo que se había
dado antes en las negociaciones en San José de Costa Rica,
que no habían llevado a nada dirigidas por Oscar Arias,
presenciamos la versión
hondureña en Tegucigalpa.
Es importante mencionar que Carlos H. Reyes había sido
convocado para ser parte de esa comisión. El inmediatamente
aclaró que no podía participar en esa comisión porque
consideraba que la restitución no debía ser negociada,
simplemente había que exigirla. Y por otra parte que ya
conocíamos los resultados desde antes de sentarse, y
efectivamente, podemos ver como
ese proceso termina en una claudicación del presidente
Zelaya entregando todo a cambio de nada. Ese fue otro
acierto de la candidatura independiente en saber que era con
independencia que debíamos proceder, no
estar esperando que los golpistas se volvieran buenos,
con un grupo de personas capaces de dar un golpe de Estado,
hay que tener claro que definitivamente ni siquiera puede
sentarse, mucho menos pretender llegar a un acuerdo.
SoB: ¿La dirección
de la resistencia permanentemente trató de buscar la
negociación en vez de apostar a la movilización que
derroque por la vía de los hechos al golpe?
J.K.:
Efectivamente, ahí hubo un mal proceder desde el
momento de que plantea únicamente restituir a Mel Zelaya y
luego pensar en derrocar el golpe y no como lo veíamos
nosotros que era al revés: derrotar
a los golpistas para luego instaurar en el cargo a Mel
Zelaya e impulsar los reclamos más sentido como el de la
Constituyente que iban mucho más allá del propio Zelaya, y
nos parece que ese fue un gran error, ahí le salió caro al
Frente de Resistencia Nacional el hecho de no tener
democracia de base, es decir, manejarse siempre a través
de grupos, que de manera secreta decidían una línea, pero
que en última instancia se sabía que la decisión de
Zelaya iba a ser la que iba a marcar el ritmo del juego y
eso es algo que hay que mencionarlo porque de no haber sido
así, probablemente, se hubieran creado mecanismos más
serios para poder crear una estrategia para derrocar el
golpe.
SoB: ¿Cómo impactó
cuando Zelaya entrega la Asamblea Constituyente?
J.K.:
Esa es una pregunta muy importante porque no todos
la vemos de la misma forma, hay que recordar que gran parte
de la resistencia, lo único que tenía en mente era la
restitución, y si renunciar a la Constituyente era un
precio a pagar por la restitución, a muchos le parecía,
tal vez no correcto, pero pues se podía aceptar si las
cosas salían bien, lo que nunca se puso a pensar, es que
la renuncia a la Constituyente era un hecho concreto,
mientras que la promesa era nada más una promesa que venía
de lo peor, una promesa de personas de quien no había que
confiar ni un poquito, como decía el Che Guevara. Lo
importante es que al final el acuerdo se cayó por su propio
peso y no logró enterrar la demanda de la Constituyente tal
como se había planteado, hubiese sido peor de que se
hubiera restituido a Zelaya sin la oportunidad de que la
resistencia continuara o que él pudiera haber hecho algo y
eso sí hubiera sido bastante complicado, porque las
esperanzas de las personas se hubiesen resuelto con un
simple acuerdo de llevar a Zelaya con las manos y los pies
atados para simplemente ponerle la banda presidencial al
presidente que después se eligiera.
SoB: ¿Qué rol jugó
la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular en todo este
proceso?
J.K.:
Jugó un rol clave, porque la resistencia es un fenómeno
nacional y la única instancia con presencia nacional es la
Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, lo que sí hay
que decir es que no estuvo preparada desde el principio para
asumir la totalidad de la dirección de la resistencia, cada
organización organizó desde donde estaba. En ese sentido
el papel que jugó en cada uno de los espacios se nota
cuando se ve que los sectores que mejor trabajaron, fueron
precisamente donde había organizaciones que pertenecían a
la CNRP, porque venían
recogiendo toda una experiencia que venía desde la fundación
misma de la Coordinadora que fue en el 2003. Por otra
parte hay que tomar en cuenta que otro espacio que había
surgido de la misma CNRP, como es la Candidatura
Independiente Popular, fue
el sector que tuvo la política más coherente, era el
sector que tenía una visión no solamente inmediata, como
podríamos caracterizar a la dirección de la resistencia,
que de una hora a otra se cambiaban las líneas, se
cambiaban las tácticas y hasta las estrategias. En ese
sentido a mí me parece que todo esto, vienen a ser
elementos que hacen convencernos que el papel de la
Coordinadora fue fundamental, de ahí pues, que nos preocupe
tanto el hecho que los
grupos que se sintieron afectados por el papel que jugó el
espacio de la candidatura independiente –por su carácter
de clase- ahora lo quieran disolver.
SoB: El PST, está
afincado en Tegucigalpa, y tiene mucha presencia en El
Progreso, ¿cómo se organizó en esos lugares?
J.K.:
El PST tiene mayor presencia en El Progreso, con
algunos compañeros que también hacen una labor en San
Pedro Sula que es la ciudad industrial del país, es donde
está la clase obrera de Honduras, podría decirse; y en el
caso de Honduras somos un grupo relativamente pequeño, pero
sin embargo, siempre estuvimos presentes en los espacios de
la conducción del Frente de Resistencia contra el Golpe de
Estado, aunque como grupo no pudimos asumir la dirección
porque obviamente la misma estuvo en manos de los
reformistas y “melistas”, pero siempre estuvimos
participando en las tomas de decisiones hasta cuando fue
posible, ya que nuestras propuestas que iban encaminadas a
la movilización, pero
no solamente movilizar por movilizar, sino hacer
movilizaciones en puntos estratégicos con paros laborales
que golpearan
definitivamente la economía y no estrechamente tomas de
carreteras o movilizaciones que simplemente sirviesen para
satisfacer esa necesidad natural que tenían las personas de
hacer algo ante todo lo que estaba sucediendo. De ahí pues,
nuestra propuesta de la huelga general como principal táctica para poder derrocar al
golpe militar. En ese sentido dimos la pelea en todos los
espacios, pero cuando nuestra propuesta solamente se repetía,
como para más bien volverla algo inofensivo, entonces
tuvimos que hacer el retiro correspondiente y dedicarnos más
al tema de la candidatura independiente donde estuvimos
haciendo las propuestas que mencioné anteriormente.
SoB:
¿Cómo impactó
en la población la salida de Carlos Reyes de la elección?
J.K.:
La reacción fue positiva de todos los sectores,
excepto de aquellos partidos que iban a participar a como
diera lugar, porque la elección de Carlos H. Reyes, o mejor
dicho de la candidatura independiente popular, los obligaba
o los ponía en el
banco de los acusados, es decir, tenían que tomar una
decisión, y en ese sentido era una camisa de fuerza para
todos los que estaban en la resistencia. Nosotros apelando
al mismo método democrático, lo que hicimos fue hacer una
consulta a las bases para aprovechar la oportunidad de
desarrollar asambleas en todas las ciudades, en todos los
barrios de colonias donde se necesitase o se pudiera
realizar, para politizar y para demostrar que la candidatura
independiente no era un proyecto electorero, sino más bien
que tenía como fin
demostrar que esa no era precisamente la vía no sólo para
llegar al poder, sino que también en estas condiciones del
golpe de Estado, un proceso electoral pues no cabía
mientras no fuera restituido el orden constitucional, y eso
fue lo que se demostró, precisamente fue que las
condiciones no estaban dadas para participar.
SoB: ¿Cómo fue el
día mismo de la elección, cómo se desarrolló esa
jornada?
J.K.:
Desde las semanas previas a las elecciones se fue
preparando un ambiente como de “guerra”, los hospitales
prohibieron los permisos para todos sus empleados, sacaron a
las personas que consideraban que no se iban a morir en esos
días para dejar el espacio libre para los heridos que podrían
llegar el día de las elecciones, por otra parte hasta se
cancelaron los vuelos para que la gente no saliera del país,
ese era un indicador que apuntaba que los golpistas
necesitaban la mayor cantidad de votantes en las urnas,
porque sabían de que la resistencia no iba a participar en
el proceso y que necesitaban poner a votar a los muertos. En
ese sentido habrá que decir que la conducción de la
resistencia no tuvo
una línea bien definida, la mejor evidencia de eso es
que en la capital de la República, en
Tegucigalpa, se convocó a un toque de queda popular,
mientras que en San Pedro Sula hubo movilización y también
hubo represión. El día de las elecciones San
Pedro Sula se movilizó, fue reprimido y pudo verse con
mayor claridad que estaban con la intención de boicotear el
proceso como se había discutido en momentos anteriores;
cuando se les preguntaba a los dirigentes de la Resistencia
en Tegucigalpa por qué no habían salido, simplemente se
dijo que era por evitar que hubiera represión. También hay
que referirse a cómo se dieron los hechos en las urnas. Fue
un proceso muy lento, costó mucho más que en otras
oportunidades que se realizara el proceso del sufragio,
alargaron una hora el proceso electoral con la excusa de que
había mucha gente que no había votado, cuando en realidad
lo que estaban haciendo era llevando prácticamente a la
fuerza a las personas a las urnas para que votaran.
Nosotros insistimos que hubo un máximo de 35% de
participación, y eso se evidencia por un sin fin de
irregularidades y porque la gente al día siguiente se reunió
y pudimos percatarnos que gran cantidad de personas han
hecho caravana, hubo movilizaciones, en donde la gente
estaba repudiando totalmente el proceso y que
definitivamente los sectores organizados y no organizados
habían dejado de asistir a las urnas. Yo pienso que la
discusión si hubo o no fraude está demás, porque el
proceso electoral fue esencialmente fraudulento, nunca debió
darse, y por lo tanto, discutir si hubo fraude o no, es
aceptar inconscientemente de que se pudo dar el proceso
electoral sin haber una restitución.
SoB: ¿Qué
perspectivas ves hoy para continuar la lucha?
J.K.: Hoy por hoy
derrotar a los golpistas es lo mismo que decir derrotar a la
burguesía. Entonces la cuestión pasa por elevar el nivel
de organización bajo el principio de la independencia de
clase, mediante la consolidación de una dirección capaz de
llegar hasta las últimas consecuencias. Puesto que lo que
está en juego es el futuro de los sectores oprimidos, el
futuro de la clase trabajadora. La burguesía ha dado
muestras que cuando el engaño, es decir la democracia cada
cuatro años no le sirve, echa
mano de la de su infalible fuerza militar. Por lo que
estamos un proceso de lucha sin cuartel y para eso nos
preparamos.
SoB: ¿Querés
agregar algo más?
J.K.:
Solamente decir que el pueblo de Honduras en todo
este proceso de resistencia ha demostrado de lo que está
hecho, que este proceso de organización que viene de
principios de esta década, luego con la organización de la
Coordinadora Nacional de Resistencia en el año 2003 y todo
el proceso de luchas y movilizaciones que se ha venido
dando, pues ha logrado el pueblo hondureño de adquirir esa
madurez que se requiere para enfrentar un fenómeno político
como el que hemos tenido y también nos deja ver a la par lo
mucho que le falta a las direcciones políticas en el país.
Pero también que todos estos gobiernos que se hacen llamar
“revolucionarios” en América del Sur, tienen profundas
limitaciones, al punto que consideran tener de su lado a
organismos como la OEA, que no sirven absolutamente para
nada cuando es el momento de la verdad, que a nivel de
declaraciones, que a nivel de papel, se muestran muy fuertes, pero en los hechos
concretos no son más que cascarones del imperialismo y
en eso me parece que la gran riqueza que nos ha dejado esto,
es el profundo desarrollo de conciencia que ha tenido el pueblo hondureño,
cómo se han desenmascarado, si estas direcciones que se
consideraban revolucionarias, ha puesto frente a frente los
dos polos de la sociedad. La
lucha de clases, podríamos decir en este caso, hace que
todo se clarifique, de que cada quien quede en su sitio y
que no quede el mayor espacio para la duda.