Ni gobierno K, ni oposición reaccionaria
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La autonomía del central
La supuesta “autonomía” del Banco Central es un invento del
neoliberal Consenso de Washington (1989) para asegurarse que
las autoridades monetarias siempre estuvieran en manos de
“Chicago boys” –y sus mandaderos que son los grandes
capitalistas de las finanzas y la industria– como el propio Redrado. En Argentina esa “autonomía” recién
se aprobó en 1992, bajo Menem, y en otros países de
Latinoamérica ocurrió lo mismo en fecha parecida. De más
está decir que en
ninguno de los países desarrollados la autoridad monetaria
tiene ni por asomo la “independencia” del gobierno que
tienen los países que adoptaron ese esquema.
La autonomía del banco central es la
forma cómo se manifiesta la dependencia económica y política
al imperialismo en un tema tan delicado como lo es la
política monetaria y da una idea clara del grado de
sometimiento al mismo.
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No
pasaron diez días del año nuevo que se desató una
fuerte crisis política, institucional que incluso amenaza
con ser financiera. La crisis ha sido
disparada por el “atrincheramiento” de Martín
Redrado en el Banco Central resistiendo su remoción. O,
dicho de otro modo, por su pase –con
armas y bagajes–
a la oposición con la excusa de “la defensa de las
reservas de divisas del país”…
Más
allá de cómo termine este episodio, es el primer acto de
un año que va a estar plagado –seguramente– de crisis entre los de arriba. Y por donde
se podrán colar –hay que trabajar para ello–
las luchas y reivindicaciones de los trabajadores. Esto en
la perspectiva de una irrupción independiente de la clase
obrera, objetivo por el que tiene que trabajar la izquierda
que se considera realmente revolucionaria.
Los
hechos
Repasemos
los hechos de este verdadero sainete.
El gobierno crea por decreto el Fondo del Bicentenario, con
6.500 millones de dólares de las reservas del BCRA
destinados al pago de deuda externa. Redrado se opone a
girar el dinero aduciendo que debía “cuidar el dinero de
los argentinos” y que el Central tiene “autonomía”,
ganándose el aplauso de la oposición de derecha (y parte
de la de “izquierda”, ver en esta edición pág. 4).
Cristina responde echándolo por decreto. Redrado presenta
una medida de amparo, que una jueza anti-K
le concede en tiempo relámpago. La oposición de derecha
brama contra la remoción de Redrado y contra el Fondo del
Bicentenario, y pide que todo se trate en el Parlamento, en
sesiones extraordinarias, para voltear ambos decretos.
A
todo esto, aparecen los fondos buitres en los tribunales de
Nueva York: argumentan que todo esto demuestra que el Banco
Central no es más que una extensión (“alter ego”) del
Tesoro nacional, y por lo tanto sus reservas pueden ser
embargadas. El juez Griesa les da la razón… por unos días.
En el medio se mete Cobos, a quien la oposición le pide que
convoque al Parlamento si la presidenta no lo hace. Cobos
duda. Mientras tanto, Redrado está cada vez más agarrado
del pincel porque hasta a la oposición se le hace difícil
sostenerlo.
Cristina
pide que se reúnan comisiones parlamentarias (pero sin
abrir sesiones extraordinarias) para cumplir los pasos
legales de la remoción de Redrado. Lilita Carrió se digna
interrumpir sus sesiones de bronceado en Punta del Este y se
suma al coro opositor. Cristina cancela un viaje de Estado a
China porque teme que en su ausencia Cobos haga quién sabe
qué cosa…
Todos quieren pagar la deuda
¿Cómo
se entiende todo esto? El Fondo del Bicentenario es parte de
la política general del gobierno de “desendeudarse”,
que lo ha convertido en el gobierno más y mejor pagador de
la deuda externa de las ultimas décadas y el más cínico e
hipócrita. El “Fondo del Bicentenario de la
Independencia”… remacha
la dependencia con el capital financiero internacional y con
el imperialismo. El objetivo confeso es cumplir con los
acreedores (tenedores de bonos, los holdouts que quedaron
afuera del primer canje, el Club de París) para poder volver
a emitir deuda con tasas “normales”, no como las que
se le pagaba a Chávez.
Al
cerrar esos pagos con plata de las reservas, y no del
Presupuesto, como estaba contemplado, el
gobierno pretende evitar un súper-ajuste más duro que el
actual y, además, le quedarían unos buenos millones en la
caja fiscal para intentar una supervivencia política digna
durante 2010 y continuar con su intervención en los
mercados. Esto es, tener recursos para obras públicas,
subsidios, intendentes, gobernadores y todo eso. Ése es el
juego de los Kirchner.
El
juego de la oposición de derecha es otro. No le causa
ninguna gracia que los Kirchner “distorsionen los
mercados” vía subsidios y encima tendrán plata con que
hacer política, en
vez de tener que ajustar a lo bruto y quemarse
definitivamente. Por eso se quejan: quieren que el
gobierno pague la deuda, pero con plata del Presupuesto, que
como todo el mundo sabe no alcanza y por lo tanto debería
hacer un ajuste
fiscal clásico congelando y bajando salarios. Pero
también, como le gusta decir al oposición reaccionaria,
“sincerando la variables económicas”. Es decir, dejar
de subsidiar el transporte, la luz, el gas, y un largo etc.
y que no le sobre un centavo para hacer “populismo
electoral”. Así, mientras
los Kirchner se incineran, la oposición deshojaría
tranquila la margarita de a quién le toca la sucesión, con
las reservas del Central intactas para el que venga.
¿A
qué juega Redrado? Simple: otra rata que abandona el
zozobrante barco kirchnerista. Sus argumentos daban vergüenza
ajena: si no tuvo problemas en girarle al Tesoro 10.000
millones de dólares en 2005 (cuando las reservas eran en
total de 28.000 millones, y lo que quedaba apenas alcanzaba
para respaldar el dinero circulante), menos debía tenerlos
para remitir 6.500 sobre 48.000 millones. Pero al ponerse
como “guardián del dinero de los argentinos” y
“defensor de la autonomía de la autoridad monetaria”, sumaba
puntos como futuro ministro de Economía del opositor que
gane.
Como
se ve, está a kilómetros de “preservar los fondos del
Estado argentino”, “salvaguardar el funcionamiento de
las instituciones” o “reafirmar la soberanía”, las
paparruchas habituales de oficialistas y opositores para
consumo de los medios y de la clase media bobalicona que les
cree.
Pino se “planta” en el congreso
El
“centroizquierda” volvió a cumplir un papel lastimoso.
Al principio sus figurones defendieron por omisión a
Redrado: el reflejo anti K para hacer política es más
fuerte que todo. Luego coquetearon con la oposición por la
convocatoria a extraordinarias, después se dieron cuenta de
que no sería para discutir la “deuda ilegítima” sino
la agenda de la oposición, y ahora están casi de laderos
del gobierno. Jamás fueron consecuentes con su reclamo de
“investigar la deuda ilegítima” (algo que en su momento
defendía hasta Carrió…). Además, esa investigación no
sólo ya se hizo,
sino que hasta tiene
un fallo judicial: en el año 2000, el juez Jorge
Ballestero, hoy camarista, declaró que buena parte de la deuda externa es “ilegítima y
fraudulenta”.
La
propuesta –ahora– definitiva de “una comisión
bicameral para que investigue” ya suena a chiste de mal
gusto. Este parlamento es el que votó el uno a uno, es el
que voto y aplaudió la mega devaluación del 2001/2002, es
el que permitió pagarle 10.000 millones de dólares al FMI
en el 2005 y también el que avaló el cambio de todos los
bonos defaulteados. Pretender que este parlamento con tantos
pro-hombres de los mercados investigue la deuda externa… es
poner al zorro en el gallinero para que investigue quien se
comió los huevos…
La deuda y la gobernabilidad
El
debate entre gobierno y oposición de derecha es muy
acotado. Los dos están
de acuerdo en pagar la deuda, y sin cuestionar nada.
Cristina lo dijo con todas las letras: cualquier medida con
respecto a la ilegitimidad de la deuda debió haberla tomado
algún gobierno anterior. Ahora es caso cerrado y hay
“continuidad del Estado”: a pagar todo sin chistar.
Curiosamente, una referente de la oposición, Margarita
Stolbizer, le dio implícitamente la razón.
Lo
que están discutiendo no es, por supuesto, si hay que pagar
o no, sino cómo:
el gobierno quiere hacerlo negociando de manera que le quede margen fiscal y político; la oposición quiere que los
Kirchner hagan el trabajo
sucio del ajuste sin comprometer las reservas que después
les tocará administrar a ellos. Y si el ajuste es demasiado
brutal y los Kirchner no llegan a octubre de 2011, siempre queda
la carta de que asuma Cobos. Por eso, a pesar de que la
continuidad de Cobos en la vicepresidencia es un vodevil
digno de país bananero, la burguesía en su conjunto no se
decide a exigirle que renuncie de una vez y arme su quiosco
electoral fuera del gobierno. Macri y otros sí, ya están
hartos de verlo en la misa y en la procesión a la vez, pero
el establishment por ahora prefiere tener de fusible a ese
falluto si el gobierno de Cristina se desbarranca demasiado
rápido.
A
esto se reduce, por el momento, el “esquema
institucional” que proponen la mayoría de la burguesía y
la oposición: si el
kirchnerismo no hace el trabajo sucio del ajuste,
chantajearlo en el Parlamento con no dejarlo gobernar; si la
cosa pasa de castaño a oscuro, retroceder, o ir
improvisando algún “plan B”…
En
síntesis: ningún interés de los trabajadores está en
juego en esta pelea entre los de arriba: solo se están
“matando” para ver cómo pagar mejor la deuda, qué tipo
de ajuste administrar y quién lo debe llevar a cabo. Esto
es lo que la izquierda verdaderamente revolucionaria debería
clarificar y no salir corriendo detrás de uno u otro sector
patronal como vergonzosamente volvió a ocurrir en las últimas
semanas.
No al pago de la deuda
Hay que poner en pie un polo de clase independiente de todo sector
patronal
Si
a los Kirchner les preocupara la “soberanía”, y a la
oposición de derecha “el dinero de los argentinos”, al
centroizquierda los “intereses populares” y a todos
juntos el “futuro del país”, no tendrían más que
dejar de pagar la deuda, apoyándose, en primer lugar en el
fallo Ballesteros. Que no lo hagan demuestra que es todo Realpolitik,
o sea, es todo especulación electoral de baja estofa, es
todo demagogia, es todo defensa furiosa de la
“continuidad” de la dependencia
y de la propiedad
privada, que es sagrada.
En
esta pelea entre los que están de acuerdo en pagar la deuda, sólo la
izquierda roja, incluido el nuevo MAS, propone la única
salida viable para el interés general: el rechazo
al pago de la totalidad de la deuda, sea con reservas o
sea con plata del Presupuesto. Porque es ese dinero “de
los argentinos” el que en vez de engordar a los
acreedores, los grandes bancos que quebraron Wall Street y
los gobiernos imperialistas que quemaron cientos de miles de
millones de dólares en rescatarlos, junto con la “patria
financiera” argentina, debería ir a cubrir las necesidades populares más urgentes: salarios,
jubilaciones, salud, educación y obras públicas para dar
infraestructura y trabajo. No más sumisión al
imperialismo, y reparto clientelar a punteros y empresarios
amigos.
Pero
para dejar de pagar la deuda, no se necesita ninguna
investigación parlamentaria sino un movimiento masivo de
los trabajadores y el pueblo que apoyado en las luchas
cotidianas de los mismos, imponga
el no pago y la ruptura con el imperialismo.
Y
se necesita algo más: también, y sobre todo, que
la izquierda no sea “lamebotas” de ningún sector
patronal, sino verdaderamente independiente: sólo fiel a
los intereses de la clase obrera y la lucha por el
socialismo.