Socialismo o Barbarie, periódico Nº 169, 04/02/10
 

 

 

 

 

 

Francia

Murió Daniel Bensaïd (1946-2010)

Por Roberto Ramírez

El 12 de enero, falleció en Francia Daniel Bensaïd. Fue uno de los intelectuales marxistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, pero también un militante y dirigente político de primera magnitud, tanto en su país natal como a nivel internacional.

Durante casi toda su vida política, Daniel Bensaïd perteneció a la corriente del trotskismo encabezada por Ernest Mandel (1923-1995). En la década del 60, Bensaïd, por aquel entonces estudiante universitario, se adhirió a la JCR (Juventud Comunista Revolucionaria).

En 1968, el Mayo Francés marcó un hito en un proceso de radicalización que tendría dimensiones internacionales, tanto para Europa como para América Latina, EEUU y otros países y regiones.

En el Mayo Francés, la JCR y sus cuadros, entre ellos Daniel Bensaïd, tuvieron un rol muy destacado. Ese hecho, junto con la radicalización generalizada que se vivía en Francia e internacionalmente, motivó una ola de adhesiones al trotskismo en sectores de la vanguardia. Posteriormente esto llevaría en Francia a la constitución de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), de la cual Bensaïd fue desde el principio uno de sus principales líderes.

Asimismo, Bensaïd también jugó un papel dirigente en la corriente internacional orientada por Ernest Mandel, también conocida como el SU (Secretariado Unificado) de la IV Internacional. Esta fue y sigue siendo la corriente trotskista más fuerte en Europa continental, pero también, en ciertos momentos, tuvo influencia en algunos países de América Latina.

Bensaïd, en la IV Internacional del SU, fue durante un cierto tiempo responsable del trabajo en América Latina. Desde esa posición, fue uno de los protagonistas en la dura lucha política desatada en el trotskismo latinoamericano y mundial acerca de la guerrilla guevarista.

La corriente de Ernest Mandel apoyó la estrategia y la táctica guerrillerista, al punto que en Argentina reconoció como sección oficial de la IV Internacional (SU) al PRT-ERP de Santucho, el que terminó rompiendo con el trotskismo y defendiendo una “V Internacional” integrada por representantes estalinistas “no oficiales” como Cuba y Vietnam, entre otros.

Esta línea de apoyo al guerrillerismo guevarista –que traería desastrosas consecuencias políticas y humanas- fue enfrentada por la tendencia de Nahuel Moreno, que se convertiría en la principal corriente trotskista latinoamericana.

Pero esa “anécdota” fue sólo una de las tantas adaptaciones de la corriente “mandelista” a fenómenos “impactantes” y sobre todo a direcciones burocráticas que eran consideradas progresivas y capaces de evolucionar hacia posiciones socialistas revolucionarias.

Así desde Tito y Mao hasta Gorbachov y Yeltsin, pasando por Fidel Castro, el eurocomunismo, los jefes militares del MFA en la Revolución Portuguesa, y los sandinistas de Nicaragua, todos en algún momento focalizaron sus esperanzas…

La caída del Muro de Berlín en 1989, el fin de la URSS en 1991 y la restauración capitalista en todos los (supuestos) “estados obreros”, abrieron una nueva época. Desde la década pasada, Daniel Bensaïd se distinguió tratando de dar una respuesta teórica, desde el terreno del marxismo, a la caracterización del nuevo período histórico abierto y sus tendencias contradictorias.

Es su mérito no haber seguido el camino de las “abjuraciones” o del pasaje al idiotismo posmoderno y/o autonomista, que afectaron masivamente a la intelectualidad “de izquierda” europea y latinoamericana. Para dar un ejemplo, su actitud contrasta, con la de renegados del Mayo Francés, hoy totalmente al servicio de la burguesía, como Daniel Cohn-Bendit.

Su obra está llena de agudos conceptos, como el de “la discordancia de los tiempos”: El colapso de las dictaduras burocráticas (...) era necesario para limpiar el panorama de las ruinas acumuladas y hacer posible un nuevo comienzo. En la medida en que se inscribió en el contexto de la contrarreforma liberal, significó también, en el corto plazo, un deterioro del equilibrio de fuerzas en detrimento del movimiento obrero (...) Este hecho presentó así consecuencias contradictorias: en el corto plazo, abrió camino a una ofensiva imperialista; en el mediano plazo, preparó el terreno para una reorganización de una izquierda libre de la carga del stalinismo.” (Bensaïd, “Carta a Alex Callinicos”)

Sin embargo, Bensaïd no desarrolló ningún tipo de balance crítico del trotskismo de posguerra, ni una explicación de cómo era posible que de la noche a la mañana los “estados obreros” se tornaran capitalistas (lo que hubiera implicado poner en tela de juicio a su maestro Ernest Mandel, fallecido en 1995).

La apreciación equilibrada y dialéctica –que acabamos de citar- del ciclo histórico post Muro de Berlín, se pierde en la desmesura de un pesimismo que no ve en la realidad mayores puntos de apoyo para una acción política revolucionaria independiente y de clase.

Esto, en el terreno político, se expresa en orientaciones de un oportunismo que ya carece de los límites y referencias de clase que, en última instancia, conservaba Ernest Mandel.

Para ilustrar esto con un ejemplo, fue un “salto cualitativo” pasar de la adaptación a Mao, Fidel o el Che Guevara a la adaptación a Lula y al PT.

Durante los años previos a la subida de Lula en el 2003, la “IV Internacional del SU” tenía en Brasil una fuerte sección, que era una corriente interna del PT. El SU desarrolló las más delirantes teorías sobre el carácter transicional y de “doble poder” del “presupuesto participativo”, que aplicaba el PT de Porto Alegre (conducido en parte por la sección del SU, Democracia Socialista).

El triste final fue que en el 2003 los “trotskistas” de Democracia Socialista terminaron como ministros, diputados y funcionarios del gobierno burgués social-liberal de Lula. El SU perdió así su mayor organización después de la LCR francesa.

El fallecimiento del compañero Bensaïd se produce en medio de un principio de crisis, en Francia, de otro producto de esta lamentable deriva oportunista: la orientación impresa al NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) que reemplazó a la LCR. Esto se corresponde con la concepción también teorizada por Bensaïd de “partidos amplios anticapitalistas” que no tienen programa socialista ni fronteras de clase. No vamos a extendernos sobre este hecho que venimos analizando desde hace tiempo, tanto en el periódico, como en la revista Socialismo o Barbarie.[1] La orientación absolutamente electoralista, de búsqueda a toda costa de acuerdos electoreros a su derecha sin principios ni límites de clase, de no intervención con una política independiente en las luchas del movimiento obrero y estudiantil, de no denunciar ni combatir a la podrida burocracia de la CGT, FO, CFDT & Cía., ha generado una crisis política que ha dejado en minoría al equipo de dirección del que formaba parte Bensaïd.

Por supuesto, no corresponde aquí hacer pronósticos. Pero anotemos que lo sucedido en Brasil con el PT (y luego con la primera experiencia de “partido amplio”, el PSoL, que fue degenerando vertiginosamente) hace temer que lo del NPA no tenga precisamente un curso feliz.


1.- Ver de Ramate Keita, “Mi experiencia con el Nuevo Partido Anticapitalista”, SoB revista Nº 22.