El pasado 12 de
enero ocurrió un terrible terremoto de 7.3 grados en la
escala de Richter que desoló a la Republica de Haití,
destruyendo la ya frágil infraestructura del país caribeño.
Se calculan más de 200 mil muertos, varias decenas de miles
de heridos y unas 2 millones de personas perdieron sus
viviendas y carecen de atención médica, de alimentos y de
agua. La catástrofe humanitaria recién está dando sus
primeros pasos, se teme que en los próximos días se
desaten epidemias que elevarian el número de víctimas.
Denunciamos que la
naturaleza sólo ha sido la catalizadora de un desastre que
no encuentra sus causas en las profundidades de las placas
tectónicas, sino en los siglos de explotación y opresión
por parte del imperialismo sobre la nación haitiana.
Expoliación que dejó a un heroico pueblo, que supo ser la
avanzada de la independencia latinoamericana, en la mayor de
las fragilidades y desamparo. Que hoy, una vez más, está
pagando con la vida de sus hijos.
Denunciamos que el
imperialismo yanqui está aprovechando la desgracia del
pueblo haitiano para desarrollar una invasión enmascarada
por los discursos de “ayuda humanitaria”, con la
complicidad de la ONU, la OEA y el silencio cómplice de los
gobiernos latinoamericanos.
Alzamos nuestra voz
para alertar que tras esta mascarada se esconde una avanzada
del imperialismo yanqui que tiene como objetivo reforzar las
cadenas que sujetan a la población de Haití y profundizar
su control sobre Latinoamérica.
Haití: 200 años de
expoliación colonial e imperialista
No es lástima lo
que merece este pueblo heroico, que se organizó para
expulsar a los colonos franceses, logró la abolición de la
esclavitud, llevó adelante una revolución política y
social que hizo temblar de miedo a Europa y a las oligarquías
criollas, y en 1804 se liberó del yugo esclavista, racista
y colonial derrotando a las fuerzas de Napoleón, convirtiéndose
en la primer república negra del mundo y la primer nación
independiente en toda América Latina.
El desastre
humanitario que vive en estos momento Haití sólo puede
comprenderse partiendo de la historia de devastación
imperialista, que ha generado durante siglos la destrucción
de la economía haitiana, el desastre social y cultural de
un pueblo sumergido en la pobreza a fuerza de saqueos,
atropellos y asesinatos. Haití era, ya antes del terremoto,
uno de los países más pobres con un 80% de su población
sumergida en la pobreza, con el 75% de la gente sin acceso
al agua potable. ¿Cómo comprender, sino es por la política
imperialista hacia la isla, que el 49% de los niños
haitianos no tenía acceso a la escuela cuando aún el sismo
no las había borrado del mapa?
Inmediatamente después
de la revolución antiesclavista haitiana, Francia le impuso
una indemnización por lo que actualmente equivaldría a
21.000 millones de dólares en resarcimiento por la pérdida
de su colonia, condenando así a la naciente nación a la
dependencia económica eterna. Y desde entonces la política
del imperialismo ha sido saquear al país y someter a su
pueblo a las peores condiciones de barbarie por medio de las
dictaduras más brutales, o con su arma preferida: las
invasiones.
A partir del siglo
XX EEUU tomó la posta dejada por la decadente Francia. Éste
inicio su saga de atropellos en 1915 con su primera invasión
que se prolongó durante 19 años, y se repitieron en 1994,
2004.
Pero entre ocupación
y ocupación, EEUU sostuvo su dominio por medio de un sinnúmero
de gobiernos dictatoriales a su servicio, llegando al récord
de 160 golpes de estados en la nación caribeña. En 1957 se
instauró durante 30 años la sangrienta dictadura de la
dinastía de los Duvalier, que sería finalmente derrotada
en 1986 por una rebelión popular. Pero antes de que esto
ocurriera, Papa Doc y Baby Doc descuartizaron la economía
haitiana gobernando mediante asesinatos y represión;
originaron el 40% de la deuda externa del pequeño país;
privatizaron las compañías del Estado incluyendo bancos,
molinos, fábricas, la compañía estatal de teléfono y un
largo etcétera, todo en beneficio de los gobiernos yanquis
y las empresas multinacionales. La dinastía asesina
Duvalier destruyó la economía agrícola abriéndole el
mercado alimenticio a EEUU de par en par. Esto produjo una
emigración campesina masiva hacia Puerto Príncipe
en búsqueda de trabajo, donde prontamente la
desocupación los llevó a asentarse en las colinas de la
capital haitiana creando las chabolas, esas precarias chozas
que no lograron resistir el sismo del 12 de enero pasado.
¡Así es como los
capitalistas e imperialistas fueron construyendo la
arquitectura del desastre! De un país en ruinas, frágil y
vulnerable como la chozas de las colinas de Cité Soleil en
Puerto Príncipe. Porque con construcciones antisísmicas no
hay miles de muertos, así quedó demostrado en Petión
Ville, el barrio más rico de la capital haitiana, donde los
empresarios y sus familias no sufrieron ni un rasguño.
Y
si aún cabe la pregunta… ¿es de esperar que el
gobierno yanqui y demás países imperialistas ayuden a Haití?
¿Cómo esperar ayuda de un país que en 1991 derrocó a Arístide,
primer presidente electo, por haber propuesto aumentar el
salario a 3 dólares diarios presionado por los trabajadores
de las maquilas? Las empresas multinacionales
norteamericanas pusieron el grito en el cielo y el gobierno
yanqui salió inmediatamente en su defensa financiando el
golpe de Estado que sacó a Arístide del gobierno y asesinó
a cientos de trabajadores y dio pie a la ocupación de 1994.
Y nuevamente en 2004
EEUU, junto a Canadá y Francia invadió una vez más Haití.
Así desde el 2004 se ha orquestado una ocupación a través
de la ONU con la excusa de establecer en Haití una “misión
de estabilización” conocida como MINUSTAH.
Pero demasiado
desprestigio internacional pesaba ya sobre Estados Unidos
que además necesitaba tropas disponibles para invadir Iraq
y Afganistán. La ONU resolvió que la sucia tarea sería
comandada por Brasil junto a tropas de los gobiernos
“progresistas” de Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay,
Paraguay y Ecuador. Las tropas latinoamericanas de la
MINUSTAH han cumplido con las expectativas de la ONU y los
intereses de las empresas super explotadoras, reprimiendo
durante el 2007, 2008 y 2009 las protestas que se han
generado por parte de los trabajadores y estudiantes
en reclamo por aumento salarial y contra la ocupación.
El saldo de las represiones se escriben al igual que
MINUSTAH, con sangre: cientos de heridos y decenas de
muertos.
¿Qué tipo de ayuda
representa la resolución de la ONU de aumentar tras el
terremoto el contingente militar de la MINUSTAH a 9.000
militares y 3.800 policías? ¿Qué tipo de garantía de los
derechos humanos son los Cascos azules que violan a mujeres
y niñas? ¿Qué tipo de ayuda humanitaria son 20.000
marines de Obama en Haití? ¡Ninguna ayuda se puede esperar
de los países imperialistas y sus organismos
internacionales artífices del desastre!
El terremoto ha
dejado en evidencia nuevamente el coraje y la valentía de
este pueblo mayoritariamente negro, que aún en uno de los
capítulos más tristes de su historia, muestra su
solidaridad y grandeza en las condiciones más adversas e
inhumanas.
La catástrofe en
Haití se llama, hace 206 años: imperialismo.
La invasión yanqui
obstaculiza la ayuda humanitaria
Pero el imperialismo
no deja de estrujar a Haití, utilizando la catástrofe
humanitaria para implementar una invasión en regla sobre la
asolada isla. Barack Obama, por medio de un llamado telefónico,
le comunicó al presidente René Preval que la IV Flota ya
estaba rumbo hacia Haití para tomar control de la situación.
En 10 días llegaron un portaviones, un convoy de buques de
guerra, 33 aviones y un total de 20.000 marines de infantería
que tomaron control de los barrios pobres y de todas las
instalaciones del país. El Estado y el gobierno haitiano
han sido usurpados, una vez más, por el poder colonial
yanqui. Las tropas de ocupación imperialistas tomaron por
asalto el aeropuerto, todas las terminales portuarias, se
han hecho cargo del control de las fronteras, han
implementado un cerco naval a la isla y como gesto simbólico
se han instalado en la Casa de Gobierno en Puerto Príncipe.
Desde la Casa Blanca
se trata de vender que los marines van con la finalidad de
garantizar que la ayuda humanitaria pueda ser distribuida,
pero la población azorada ve, en medio de su sufrimiento,
que los que llegan no son médicos, enfermeros, cirujanos,
ingenieros o socorristas que portan medicinas, agua y
comida. Son batallones pertrechados hasta los dientes de
fusiles y granadas con la función de mantener el orden
imperialista en medio del infierno. Las mismas
organizaciones de ayuda humanitaria denuncian que la ocupación
militar lejos de ser una ayuda es un verdadero escollo para
su labor. Desde el momento que EEUU tomó control del
aeropuerto como base aérea propia, dificultó sistemáticamente
el arribo de los aviones ajenos a las fuerzas armadas
yanquis, lo que ocasionó que cientos de toneladas de
alimentos, medicinas o insumos indispensables no pudiesen
llegar al país. Los médicos denuncian que los marines no
les permiten circular libremente por las calles y trasladar
a los heridos, lo que está causando que se sumen cientos de
muertes y mutilados a la lista de la catástrofe.
Las dimensiones del
desastre hacen que toda ayuda sea necesaria y bienvenida,
pero hay que ser claros, ¡20.000 marines no es ayuda
humanitaria!, es una nueva acción de política colonial del
imperialismo yanqui. La hipocresía de Obama no tiene límites,
mientras despliega un gasto multimillonario en tropas y
pertrechos militares de ocupación, se niega a atender en
los hospitales dentro de EEUU a los heridos de urgencia con
el argumento de que: “no saben quién va a pagar las
cuentas de la atención médica”. Mientras los médicos
clamaban por la imperiosa urgencia de traslado de miles de
heridos en estado crítico, el portavoz del Comando de
Transporte de EEUU declaró que los “heridos deberán
quedarse en Haití”.
Se necesitarán
20 mil millones
de dólares para reconstruir de la devastación del
terremoto a Haití. Mientras tanto en
EEUU se acaba de votar el presupuesto militar para el
2010 de 636 mil millones de dólares. Esta cifra
escalofriante nos da la pauta de que se gastarán por mes 53
mil millones de dólares en invasiones… lo suficiente para
reconstruir Haití dos veces por mes.
Pero la acción
imperialista no sólo es un obstáculo en la atención a las
víctimas, es un repugnante crimen que lesiona la condición
humana. Al amparo de las tropas de ocupación se ha
desarrollado y multiplicado toda una red de tráfico, robo y
apropiación de niños. En la primera semana posterior al
terremoto partieron vuelos hacia Holanda, Francia y EEUU con
109, 53 y 120 niños supuestamente huérfanos, para ser
adoptados. El escándalo salió a la luz cuando fueron
detenidos en la frontera con República Dominicana 10
ciudadanos norteamericanos que trasladaban 33 niños sin
papeles que habían sido robados de sus familias con destino
final en EEUU.
Una afrenta contra
el pueblo de Haití
Una amenaza contra
Latinoamérica
La ocupación
militar yanqui, cuyos objetivos bien lejos de los discursos
de ayuda humanitaria, cumple el doble objetivo de mantener a
raya a la población hastiada y desesperada, para evitar que
se desate una rebelión que barra con un régimen colonial
que devela su peor rostro a la luz de la catástrofe
natural; al tiempo que es un paso más de la estrategia de
avanzada yanqui sobre el conjunto de América Latina. Esta
avanzada se suma a la reactivación de la IV Flota, la
instalación de 7 bases militares en territorio colombiano,
el golpe militar en Honduras y ahora pega un salto con la
invasión en Haití.
EEUU no fijó sus
ojos en Haití al día siguiente del terremoto, el
capitalismo yanqui considera desde su consolidación como
nación imperialista, a los trabajadores haitianos, sus
territorios y sus riquezas naturales, como de su exclusiva
propiedad y para servicio y usufructo propio. Haití no es
un territorio pobre, en su historia ha sido la más
importante y más rica colonia francesa durante el siglo
XVIII, principal productora de azúcar, el oro blanco que
enriquecía las metrópolis a costa del sufrimiento de los
esclavos negros. En sus subsuelos hay reservas de petróleo
y uranio que los EEUU la cuentan como de su reserva estratégica;
pero además es fuente de una riqueza que el imperialismo no
ha dejado de explotar ni un solo día desde hace siglos:
fuerza, energía, brazos, nervios y cerebro de trabajadores
que las empresas capitalistas exprimen a más no poder bajo
el régimen de maquilas por salarios miserables. No es
casualidad que mientras el Cité Soleil sigue bajo los
escombros, sin agua ni energía eléctrica, las maquilas
textiles y electrónicas, bajo la vigilancia de las tropas
de ocupación, a pocos días ya estén nuevamente en
funcionamiento extenuando a los hambrientos trabajadores al
tiempo que rinden tributo a las casas matrices yanquis.
Pero al mismo tiempo
la ocupación de Haití hace parte de una avanzada del
imperialismo norteamericano que amenaza a Latinoamérica en
su conjunto. EEUU ha utilizado de manera repugnante el
sufrimiento del pueblo haitiano para justificar su
despliegue militar en la región. Es que al comienzo del
siglo XXI, al calor del empantanamiento de su aventura
colonial en Medio Oriente, y del ciclo de rebeliones que
protagonizaron varios pueblos en Latinoamérica cuestionando
en las calles al capitalismo neoliberal, e imponiendo de
esta manera relaciones de fuerzas más favorables para la
lucha antiimperialista, EEUU perdió influencia sobre la
región que considera su patio trasero.
La permanencia de
las tropas yanquis en Haití, utilizando a este país como
“portaaviones insumergible”, es por un lado un ataque a
los elementales derechos del pueblo haitiano, al tiempo que
es una amenaza en ciernes contra todos los países de América
Latina y el Caribe. Esto hace a un plan estratégico del
gobierno de Obama de “asegurar la supremacía
norteamericana en el siglo XXI”, plan al que se le agrega
la instalación de bases militares en Colombia, que se suman
a las ya existentes en El Salvador, Honduras, Costa Rica,
Perú, Paraguay, Cuba y Puerto Rico, y el apoyo renovado a
los empresarios y militares golpistas como en junio pasado
en Honduras.
Pongamos en pie una
gran movilización latinoamericana antiimperialista contra
la ocupación y de solidaridad con el pueblo de Haití
Los jóvenes
estudiantes y trabajadores no nos quedaremos impávidos
frente a semejante barbarie capitalista, ni a la amenaza del
imperialismo yanqui. Denunciamos los discursos racistas que
presentan al pueblo de Haití como “genéticamente” bárbaro
y atrasado que no puede organizarse ni gobernarse por sí
mismo, al cual los marines vienen a salvar cumpliendo una
misión humanitaria y civilizadora. Reivindicamos a este
pueblo que es la heroica víctima de siglos de opresión
imperialista que lo explotó y desoló dejándolo inerme
frente a los avatares de la naturaleza. Los marines yanquis,
lejos de revertir esto, están para asegurar y consolidar
las cadenas que ellos han forjado durante años. Por esto
declaramos que una de las más importantes tareas de ayuda
humanitaria con el pueblo haitiano que tenemos por delante
los jóvenes, estudiantes y trabajadores latinoamericanos,
es salir a luchar contra la invasión imperialista y por el
retiro inmediato de las fuerzas de ocupación yanquis.
Denunciamos a la MINUSTAH como personal auxiliar del
imperialismo en territorio haitiano y responsable de
realizar el trabajo sucio desde 2004 hasta la fecha, y
exigimos a los gobiernos latinoamericanos de Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú
y Uruguay, el retiro inmediato de sus tropas.
Desde esta declaración
hacemos un llamamos a todos los jóvenes y luchadores
antiimperialistas, anticapitalistas y socialistas de
Latinoamérica a poner en pie, desde nuestras
organizaciones, sindicales, sociales, culturales y políticas,
una campaña unitaria de solidaridad con el pueblo de Haití
y contra la ocupación y amenaza imperialista.
• Fuera las tropas
yanquis de Haití!
• Retiro inmediato
de la MINUSTAH!
• 20.000 marines
no son ayuda humanitaria!
• Coordinemos la
solidaridad con el pueblo de Haití!