Socialismo o Barbarie, periódico Nº 170, 18/02/10
 

 

 

 

 

 

Apropósito de la compra de dólares por parte de los Kirchner

La corrupción es producto del capitalismo

Por Oscar Alba

La denuncia por enriquecimiento ilícito hecha por la oposición política ha puesto la cuestión de la corrupción nuevamente sobre el tapete. De aquí la necesidad de tratar de entender las causas y raíces del fenómeno de la misma en la dirigencia política y sus alrededores.

Muchas veces se nos ha presentado y se nos presenta a través de los medios y de la propia educación, el ejemplo de los viejos políticos de hace cuarenta o cincuenta años que morían pobres o en un cuartucho de mala muerte (cosa bastante discutible) frente a la vida de abundancia, mansiones millonarias y suculentas cuentas bancarias de ex presidentes, senadores, diputados y funcionarios contemporáneos. De esta manera, la corrupción sería un virus que se fue desarrollando en la política hasta “enfermarla” y convertirse en un mal casi incurable. Semejante justificación de la corruptela actual necesita de otros argumentos para convencer y ocultar el verdadero origen de este “mal” para taladrar la conciencia de los trabajadores.

Un argumento tan falso como repugnante es que la corrupción es un “mal criollo” o sea, un problema de nuestra identidad nacional con la cual nacemos y no tenemos más remedio que convivir con ella hasta nuestros últimos días. Cuando la Coalición Cívica denuncia al matrimonio Kirchner por la compra de millones de dólares pareciera que en este país son los únicos que andan en negocios “non sanctos”. Pero a poco de hecha tal denuncia se conoció una lista (que hasta ahora nadie desmintió) de personalidades y empresas que habían comprado, al igual que los K, una cantidad nada despreciable de la moneda yanqui. Esta lista fue publicada en el diario Miradas del Sur el 7 de febrero, y está extraída de los registros del Banco Central y están declaradas como tenencias en el exterior. La lista presenta las cifras compradas en 2008 y 2009 en pesos argentinos. Allí se puede ver, entre otras empresas, que Molinos Río de la Plata S.A. compró $ 481.478.560 (2008) y $ 47.610.950(2009), Siderar SAIC, $182.199.760 (2008), Roggio SA, $ 8.967.920(2008) y $ 2.258.560 (2009), Robert Bosh Arg. Industrial S.A. $ 7.555.925 (2008), Tinelli Marcelo Luis, $ 5.855.575 (2008) y $ 4.176.090 (2009), ACINDAR Ind. Arg. De Aceros S.A, $ 66. 926.858 (2008) y $ 38.525.996 (2009), Los Grobo Agrop. S.A, $ 28.756.400 (2008) y $10.187.895 (2009), Techint Comp. Tec.Internac. S.A. $ 22.455.850 (2008) y 420.541.600(2009), Industrias Rurales S.R.L. $ 754.212 (2008) y $ 340.560 (2009) y Finexcor S.R.L. $ 4.707.780 (2008). La lista es larguísima y estos son sólo algunos ejemplos de los que compraron dólares y los mandaron al exterior. O sea que no sólo los Kirchner hacen pingües negocios para engordar sus finanzas. ¿Y cómo hicieron para enriquecerse a tal punto? ¿Están sufriendo acaso del “mal criollo” de la corrupción? De ninguna manera. Sus abultadas cuentas bancarias en el exterior gozan de buena salud en las cajas de seguridad de bancos nada “nacionales” y cuentan con socios transnacionales.

¿Es solo un problema de los países subdesarrollados?

Otro argumento tan falso y repudiable como el del “mal criollo” es el que dice que  la corrupción política es un problema de los países subdesarrollados.

En Estados Unidos, el Ministerio de Defensa tiene en el Pentágono una verdadera escuela de prácticas corruptas. La otra cara de las medallas que ostentan los generalotes del imperialismo yanqui es el jugoso botín que dejan las campañas y guerras contra los pueblos.

“Una auditoría realizada en 2003, sobre las operaciones de la Fuerza Aérea y la Marina destinadas a mantener la zona de exclusión aérea en el sur de Iraq, detectó, por ejemplo, 3.395 dólares gastados en trajes de sumo (¿alguien se ha dado cuenta de cómo es un traje de sumo? ¿cómo es posible que un taparrabos valga tanto?), 3.766 dólares para la adquisición de coches por control remoto y 18.890 dólares para la compra de una piedra de río con la que adornar una playa artificial.” (1)

Esto nos permite ver cómo se manejan los soldados de Obama. En la misma nota referida, el autor habla sobre cómo corren los dólares en la Guerra de Iraq: “Ahí están, por ejemplo, los 998.798 dólares (686.000 euros) que el Pentágono pagó a la empresa de Carolina del Norte C&D Distributors para que llevara a Iraq dos piezas cilíndricas metálicas de ésas que se colocan dentro de los grifos (en EEUU se llaman ‘washers’, en español, no tengo ni idea) que costaban 19 centavos de dólar (ó 13 centavos de euro). La misma empresa cobró 455.000 dólares (312.775 euros) por llevar a Iraq tres destornilladores valorados, cada uno, en 1,31 dólares (90 céntimos)”.

La llegada de Obama al gobierno no ha mejorado mucho las cosas. Comenzando por mantener en el cargo como secretario de Defensa al republicano Robert Gates, que desarrolló bajo sus alas un verdadero nido de ratas “lobbystas” en el área de la seguridad nacional. Gates fue directivo de Science Aplicattions International Corporations que en el 2005 declaró ganancias de 7,5 millones de dólares. La SAIC fue una de las principales empresas encargadas de la recolección de inteligencia en Iraq durante su reconstrucción al servicio del Pentágono.

Pero no sólo en el terreno militar, trabajan los “lobbystas”.  La salud, por ejemplo,  resulta un buen negocio para los mismos. “El grupo de intereses de la “industria de salud” gastó más que cualquier otro sector económico en cabildeo federal. Su “inversión” de 478,5 millones de dólares les garantizó la corona por tercer año consecutivo, por encima del sector financiero, aseguradoras y propiedad inmobiliaria, que desembolsó 453,5 millones de dólares. (…) Los grupos pro israelíes, las empresas de transformación de alimentos y la industria del petróleo y gas fueron quienes más aumentaron el porcentaje de sus gastos en cabildeo entre 2007 y 2008”. (2)

Y para reafirmar la falsedad de  quienes hablan de la corrupción como un mal de los países subdesarrollados hay que recordar el escándalo que estalló en Inglaterra alrededor de los sueldos de los parlamentarios británicos. En este sentido, ni los laboristas gobernantes en ese momento, ni los conservadores de la oposición mantuvieron diferencias al defender sus lujos y privilegios. Los gastos excesivos se realizaron fundamentalmente alrededor de trabajos de mantenimiento del Palacio de Westminster donde se encuentra el Parlamento y derivó en jugosas partidas de libras esterlinas a los bolsillos de congresales y empresas contratistas.

De esta manera queda claro que la corrupción no es un “mal criollo” ni tampoco producto del subdesarrollo de los países periféricos. Sus raíces se encuentran en las entrañas del sistema capitalista en su conjunto y en su existencia como sistema político, económico y social que está basado en la apropiación, explotación y rapiña por parte de los capitalistas de la fuerza de trabajo de los trabajadores y de la riqueza que provienen de los recursos naturales.

La corrupción nació como mecanismo inherente a al capitalismo, más allá de que se nos quieran presentar ejemplos de funcionarios que no se enriquecieron y otros que sí lo hicieron. La cuestión es que unos y otros defendieron los intereses de los capitalistas y sus métodos de enriquecimiento. De ahí que los llamados a la “transparencia” en las actividades políticas y el fin del “enriquecimiento ilícito” por parte de políticos y escribas del régimen actual no son más que hipócritas voces para engañar a los obreros y los sectores populares. Sólo demoliendo hasta los cimientos este putrefacto sistema podremos establecer un régimen político y social que eche nuevas bases que permitan poner en manos de los trabajadores todas las riquezas de la producción y la naturaleza.


Nota:

1- Pablo Pardo. Corresponsal en Washington de El Mundo, Madrid, 17/12/09

2- Lobbystas compraron  el congreso de EEUU. Lindsay Renick Mayer. Projet Censores, 07/10/09. Edición de www,socialismo-o-barbarie.org 11/10/09.