La denuncia por enriquecimiento ilícito hecha por la
oposición política ha puesto la cuestión de la corrupción
nuevamente sobre el tapete. De aquí la necesidad de tratar
de entender las causas y raíces del fenómeno de la misma
en la dirigencia política y sus alrededores.
Muchas veces se nos ha presentado y se nos presenta a través
de los medios y de la propia educación, el ejemplo de los
viejos políticos de hace cuarenta o cincuenta años que morían
pobres o en un cuartucho de mala muerte (cosa bastante
discutible) frente a la vida de abundancia, mansiones
millonarias y suculentas cuentas bancarias de ex
presidentes, senadores, diputados y funcionarios contemporáneos.
De esta manera, la corrupción sería un virus que se fue
desarrollando en la política hasta “enfermarla” y
convertirse en un mal casi incurable. Semejante justificación
de la corruptela actual necesita de otros argumentos para
convencer y ocultar el verdadero origen de este “mal”
para taladrar la conciencia de los trabajadores.
Un argumento tan falso como repugnante es que la corrupción
es un “mal criollo” o sea, un problema de nuestra
identidad nacional con la cual nacemos y no tenemos más
remedio que convivir con ella hasta nuestros últimos días.
Cuando la Coalición Cívica denuncia al matrimonio Kirchner
por la compra de millones de dólares pareciera que en este
país son los únicos que andan en negocios “non sanctos”.
Pero a poco de hecha tal denuncia se conoció una lista (que
hasta ahora nadie desmintió) de personalidades y empresas
que habían comprado, al igual que los K, una cantidad nada
despreciable de la moneda yanqui. Esta lista fue publicada
en el diario Miradas del Sur el 7 de febrero, y está extraída
de los registros del Banco Central y están declaradas como
tenencias en el exterior. La lista presenta las cifras
compradas en 2008 y 2009 en pesos argentinos. Allí se puede
ver, entre otras empresas, que Molinos Río de la Plata S.A.
compró $ 481.478.560 (2008) y $ 47.610.950(2009), Siderar
SAIC, $182.199.760 (2008), Roggio SA, $ 8.967.920(2008) y $
2.258.560 (2009), Robert Bosh Arg. Industrial S.A. $
7.555.925 (2008), Tinelli Marcelo Luis, $ 5.855.575 (2008) y
$ 4.176.090 (2009), ACINDAR Ind. Arg. De Aceros S.A, $ 66.
926.858 (2008) y $ 38.525.996 (2009), Los Grobo Agrop. S.A,
$ 28.756.400 (2008) y $10.187.895 (2009), Techint Comp.
Tec.Internac. S.A. $ 22.455.850 (2008) y 420.541.600(2009),
Industrias Rurales S.R.L. $ 754.212 (2008) y $ 340.560
(2009) y Finexcor S.R.L. $ 4.707.780 (2008). La lista es
larguísima y estos son sólo algunos ejemplos de los que
compraron dólares y los mandaron al exterior. O sea que no
sólo los Kirchner hacen pingües negocios para engordar sus
finanzas. ¿Y cómo hicieron para enriquecerse a tal punto?
¿Están sufriendo acaso del “mal criollo” de la
corrupción? De ninguna manera. Sus abultadas cuentas
bancarias en el exterior gozan de buena salud en las cajas
de seguridad de bancos nada “nacionales” y cuentan con
socios transnacionales.
¿Es solo un
problema de los países subdesarrollados?
Otro argumento tan falso y repudiable como el del “mal
criollo” es el que dice que
la corrupción política es un problema de los países
subdesarrollados.
En Estados Unidos, el Ministerio de Defensa tiene en el
Pentágono una verdadera escuela de prácticas corruptas. La
otra cara de las medallas que ostentan los generalotes del
imperialismo yanqui es el jugoso botín que dejan las campañas
y guerras contra los pueblos.
“Una auditoría realizada en 2003, sobre las operaciones
de la Fuerza Aérea y la Marina destinadas a mantener la
zona de exclusión aérea en el sur de Iraq, detectó, por
ejemplo, 3.395 dólares gastados en trajes de sumo (¿alguien
se ha dado cuenta de cómo es un traje de sumo? ¿cómo es
posible que un taparrabos valga tanto?), 3.766 dólares para
la adquisición de coches por control remoto y 18.890 dólares
para la compra de una piedra de río con la que adornar una
playa artificial.” (1)
Esto nos permite ver cómo se manejan los soldados de
Obama. En la misma nota referida, el autor habla sobre cómo
corren los dólares en la Guerra de Iraq: “Ahí están,
por ejemplo, los 998.798 dólares (686.000 euros) que el
Pentágono pagó a la empresa de Carolina del Norte C&D
Distributors para que llevara a Iraq dos piezas cilíndricas
metálicas de ésas que se colocan dentro de los grifos (en
EEUU se llaman ‘washers’, en español, no tengo ni idea)
que costaban 19 centavos de dólar (ó 13 centavos de euro).
La misma empresa cobró 455.000 dólares (312.775 euros) por
llevar a Iraq tres destornilladores valorados, cada uno, en
1,31 dólares (90 céntimos)”.
La llegada de Obama al gobierno no ha mejorado mucho las
cosas. Comenzando por mantener en el cargo como secretario
de Defensa al republicano Robert Gates, que desarrolló bajo
sus alas un verdadero nido de ratas “lobbystas” en el área
de la seguridad nacional. Gates fue directivo de Science
Aplicattions International Corporations que en el 2005
declaró ganancias de 7,5 millones de dólares. La SAIC fue
una de las principales empresas encargadas de la recolección
de inteligencia en Iraq durante su reconstrucción al
servicio del Pentágono.
Pero no sólo en el terreno militar, trabajan los “lobbystas”.
La salud, por ejemplo,
resulta un buen negocio para los mismos. “El grupo
de intereses de la “industria de salud” gastó más que
cualquier otro sector económico en cabildeo federal. Su
“inversión” de 478,5 millones de dólares les garantizó
la corona por tercer año consecutivo, por encima del sector
financiero, aseguradoras y propiedad inmobiliaria, que
desembolsó 453,5 millones de dólares. (…) Los grupos pro
israelíes, las empresas de transformación de alimentos y
la industria del petróleo y gas fueron quienes más
aumentaron el porcentaje de sus gastos en cabildeo entre
2007 y 2008”. (2)
Y para reafirmar la falsedad de quienes hablan de la corrupción como un mal de los países
subdesarrollados hay que recordar el escándalo que estalló
en Inglaterra alrededor de los sueldos de los parlamentarios
británicos. En este sentido, ni los laboristas gobernantes
en ese momento, ni los conservadores de la oposición
mantuvieron diferencias al defender sus lujos y privilegios.
Los gastos excesivos se realizaron fundamentalmente
alrededor de trabajos de mantenimiento del Palacio de
Westminster donde se encuentra el Parlamento y derivó en
jugosas partidas de libras esterlinas a los bolsillos de
congresales y empresas contratistas.
De esta manera queda claro que la corrupción no es un
“mal criollo” ni tampoco producto del subdesarrollo de
los países periféricos. Sus raíces se encuentran en las
entrañas del sistema capitalista en su conjunto y en su
existencia como sistema político, económico y social que
está basado en la apropiación, explotación y rapiña por
parte de los capitalistas de la fuerza de trabajo de los
trabajadores y de la riqueza que provienen de los recursos
naturales.
La corrupción nació como mecanismo inherente a al
capitalismo, más allá de que se nos quieran presentar
ejemplos de funcionarios que no se enriquecieron y otros que
sí lo hicieron. La cuestión es que unos y otros
defendieron los intereses de los capitalistas y sus métodos
de enriquecimiento. De ahí que los llamados a la
“transparencia” en las actividades políticas y el fin
del “enriquecimiento ilícito” por parte de políticos y
escribas del régimen actual no son más que hipócritas
voces para engañar a los obreros y los sectores populares.
Sólo demoliendo hasta los cimientos este putrefacto sistema
podremos establecer un régimen político y social que eche
nuevas bases que permitan poner en manos de los trabajadores
todas las riquezas de la producción y la naturaleza.
Nota:
1- Pablo Pardo. Corresponsal en Washington de El Mundo,
Madrid, 17/12/09
2- Lobbystas compraron
el congreso de EEUU. Lindsay Renick Mayer. Projet
Censores, 07/10/09. Edición de www,socialismo-o-barbarie.org
11/10/09.