Del terremoto natural al social
Cruje el neoliberalismo autoritario en el país trasandino
¡Ayuda humanitaria sí, militarización
no!
El terremoto que
devastó parte de Chile sigue siendo
noticia. Según especialistas, el temblor de magnitud 8.8 de
la escala Richter que se abatió sobre el país trasandino,
es uno de los más graves de la serie histórica. La
destrucción en la región sur de su territorio y, sobre
todo, en la ciudad de Concepción (la segunda del país), no
deja de ser impactante y desata la inmediata solidaridad con
el pueblo hermano.
Tras el terremoto, han emergido otras “imágenes” no
menos impactantes. No se trata ya de los efectos
destructivos de la naturaleza sino de las consecuencias de
la acción humana. Es que –como ocurrió en Haití– la
primera respuesta de las autoridades del gobierno de
Bachelet (apoyado incondicionalmente por el presidente
electo Piñeira) ha sido la militarización de las zonas
afectadas por el sismo. ¡Una verdadera vergüenza!
Es decir, apareció un “rostro” contradictorio con el
que nos han venido vendiendo las usinas del neoliberalismo
capitalista acerca de Chile: un estallido social de furia e
indignación se esparció por localidades y ciudades
afectadas por el sismo a modo de reclamo por la inoperancia
de las autoridades y la situación de desabastecimiento.
Esta “fractura social” (que incluye la realización de
saqueos masivos a supermercados), no podría dejar de estar
revelando gravísimos problemas estructurales en la sociedad
chilena. Oculto tras la fachada de un modelo económico
“exitoso” lo que se puede observar es la crítica a una
situación de desigualdad social aguda. Resulta ser que en
Chile, heredero de la dictadura sangrienta de Pinochet, hay
millones de trabajadores “desheredados” condenados a una
vida miserable.
Increíblemente, en esas circunstancias, agravadas hasta
el infinito por el terremoto, la primera orden del tándem
Bachelet-Piñeira, ha sido movilizar un contingente de
15.000 soldados para “evitar saqueos” y “controlar a
las turbas”! Está claro que nada les importa la vida
humana y las necesidades de los que han perdido todo: sólo
les preocupa la defensa de la sacrosanta propiedad privada
frente a los necesitados y hambrientos.
Esta tremenda represión –se puede ver las tanquetas en
las calles de las ciudades chilenas– habla mucho también
de otra particularidad del susodicho “modelo”: su grado
de su autoritarismo. Como es sabido, en Chile, las FFAA
nunca perdieron su posición de privilegio, adoradas por las
clases medias altas y la burguesía que reivindican su
genocida accionar en la década del 70...
Esta misma clase media alta es la que, histéricamente,
está pidiendo que “los militares salgan a las calles” y
“maten a quien tengan que matar” para reestablecer el
orden...
Si el terremoto fue, evidentemente, mucho más dramático
en vidas humanas que en Haití, no deja de ser altamente
aleccionador que la respuesta capitalista en ambos casos,
haya incluido como primera medida el despliegue de un
verdadero ejército de ocupación, sean los marines yanquis
o los “carabineros” chilenos...
Llamamos entonces a la solidaridad incondicional con el
pueblo chileno frente a la catástrofe. Hagamos una campaña
conjunta de solidaridad con los pueblos haitiano y chileno.
Basta de represión. Desmilitarización de las ciudades
afectadas por el sismo. Expropiación de las cadenas de
comercialización. ¡Ayuda humanitaria sí, represión no!