El
chiquero político de cada día
“El
nuevo Congreso que comienza a funcionar mañana será el
mayor trampolín y escala previa para las elecciones
presidenciales de 2011. Ya no quedan dudas de que tanto el
oficialismo como la oposición utilizarán ese escenario
como piedra angular para proyectar cualquier esquema de
poder con vistas a la sucesión o continuidad de Cristina
Kirchner” (La Nación, 28-02-10).
El
lunes 1° de marzo Cristina K inauguró las sesiones
ordinarias del Congreso. No se trató más que de un nuevo
round entre gobierno y oposición en la asfixiante pugna que
vienen llevando adelante desde hace meses. Intuitivamente
amplios sectores de los explotados se dan cuenta que no se
está jugando realmente ninguna partida a favor de los
intereses populares, de
ahí su apatía respecto de las cotidianas peleas entre
Cristina, Cobos, Macri, Carrió, De Narváez y un largo etcétera.
La
pelea a dentelladas que se está observando simplemente
tiene que ver con la imposición de una u otra “agenda”
(la de los K o la de la oposición) para que los
trabajadores paguemos la crisis que viene desde el norte del
mundo, al tiempo que se preparan para el recambio
presidencial en el 2011 si es que éste no procede antes…
“Poniendo
estaba la gansa”
La
pugna que se concentra hoy en la cuestión de las reservas
del Banco Central no tiene que ver con que unos quieran pagar la deuda y otros no.
Tanto los Kirchner como la oposición quieren pagar. La
pelea se reduce a la forma
en que afrontar estos pagos. Si el gobierno pretende
hacerlo con parte de las reservas, la oposición quiere
“preservarlas” hasta el próximo gobierno al tiempo que
le exige a Cristina –sotto
voce– que lleve adelante un ajuste económico en
regla.
Como
el gobierno no quiere terminar de incendiarse del todo con
un ajuste explícito (la inflación es su forma
“disimulada” para hacerles pagar la crisis a los
trabajadores), de ahí que hayan buscado la vuelta a cómo
hacerse de las susodichas reservas del Central: anular el
anterior DNU emitido a comienzos del año... sólo para
reemplazarlo inmediatamente por otros dos al mismo efecto.
Se
pretende así entregar 4.500 millones de dólares a los
usureros internacionales que han mantenido bonos de la deuda
externa argentina en default (adquiridos a precios de ganga
del 10% de su valor nominal y que, canje mediante, obtendrían
aproximadamente la friolera del 50%, pingüe negocio como se
ve), al tiempo que se destinan otros 2.000 millones a
afrontar los pagos con los organismos internacionales (los
tan denostados por los K FMI y Banco mundial).
Repetimos:
no es el pago de la deuda lo que objeta la oposición sino
las “formas” mediante las cuales el gobierno pretende
hacer frente a las “obligaciones externas”.
En
lo inmediato, el anuncio de los nuevos DNUs –en plena
inauguración de las sesiones parlamentarias del 2010–
parece haber desatado un nuevo capítulo en la crisis política
en curso entre los de arriba. Sin embargo, no hay que
excluir que la oposición (en primer lugar, los radicales,
que son los que más cuentan) dejen pasar estos pagos y sólo
cacareen para profundizar los costos políticos del gobierno
(no hay que olvidar que los famosos “mercados”
festejaron la medida de los K con un aumento de la Bolsa).
De la
plaza al palacio
Pero
hay más cosas en juego en esta crisis que el pago de la
deuda externa. Se trata de un determinado tipo de
“procesamiento” de los conflictos que están buscando
imponer los capitalistas por intermedio de una cierta
recuperación –aún muy limitada por cierto– de la
“legitimidad” de las instituciones de la
“democracia”.
Es
que la Argentina de hoy no es exactamente igual que la del
2001. A principios de la década, cuando el “Que se vayan
todos”, lo que se expresaba era el hecho de que tanto
oficialismo como oposición patronal estaban completamente
desprestigiados a los ojos populares. Ese fue un factor
–sobre el trasfondo de una crisis económica más dramática
que la actual– que determinó que
la oposición
terminara siendo “la calle”:
los cortes de ruta, los piquetes, las asambleas populares,
las fábricas recuperadas, las huelgas docentes, etcétera.
La
situación, hoy por hoy, no es igual, al menos no todavía.
Porque la realidad es que a lo largo de los últimos años
la
burguesía se ha esforzado –y, hasta cierto punto,
logrado– “institucionalizar” la vida política del país
encauzando los conflictos por la vía de las instituciones
de la democracia de los ricos.
Esto
es: volver a la normalidad de que la “mediación” de las
diversas pugnas se “ventilan” mediante las instituciones
mismas y nunca en las acciones de lucha directas de los
explotados y oprimidos.
La
sede de los “reclamos” debe ser así el Congreso
Nacional o la “Justicia”, instituciones monopolizadas
por el personal político y administrativo de los de arriba,
que son los que imponen, al mismo tiempo, su propia y
tramposa “agenda”. Una agenda que nada
de nada tiene que ver con las necesidades de los
trabajadores y los sectores populares:
“federalismo”, “republicanismo”, “el respeto de
los procedimientos institucionales” y abstracciones por el
estilo.
La
mismísima Ley de reforma política del gobierno K viene a
colaborar con este objetivo: busca
volver a poner en pie el tradicional bipartidismo al tiempo
que, reaccionariamente, excluye a las fuerzas “menores”
sobre todo las de la izquierda roja.
Una
pelea de procedimientos que ningún mortal puede comprender
Esta
misma “institucionalización” de la vida del país
(repetimos, en la que no está en juego ningún interés
favorable a los trabajadores) es la que transforma la vida
política nacional en
un acontecimiento “incomprensible” por las amplias masas.
Este
es un efecto –concientemente impulsado– de la permanente
querella de procedimientos entre oficialismo y oposición:
que DNU sí, que DNU no; que presidencia de las Cámaras,
pero no mayoría en las comisiones; que reconocimiento de la
nueva presidenta del Banco Central, que no; que recurso de
amparo, o apelaciones en la Justicia; que quórum propio en
las Cámaras, que no… y así hasta el aburrimiento.
Se
trata de toda una serie de procedimientos institucionales
que han adquirido una importancia inusitada para dirimir sus
peleas en la vitrina de los medios de comunicación. Una
serie de procedimientos que, convenientemente, ningún
mortal puede entender, pero que acaparan –día y noche–
prácticamente toda la vida política nacional buscando
la vía de desplazar la eventualidad de la acción directa
en las calles.
Hay
que recordar que incluso, en las circunstancias del año
2008, la Mesa de Enlace de los patrones del campo cortó
rutas y movilizó decenas de miles de personas de las clases
medias altas del campo y la ciudad en defensa de sus egoístas
intereses de “productores” capitalistas. Sin embargo,
como ha reconocido el propio Biolcati (presidente de la
Sociedad Rural), hay bastante consenso en que apelar a esos
métodos “no es lo mejor en este momento”. Tanto los K
como la oposición buscan dirimir sus disputas en el ámbito
de las instituciones
dejando
a las masas populares como pasivos (tele) espectadores del
inentendible teatro de la política patronal.
El
Congreso Nacional como cueva de bandidos
En
el contexto anterior, nada mejor que apelar a la definición
de Lenin acerca del significado del parlamento patronal: una
verdadera cueva de bandidos.
El
hecho es que el parlamento de la democracia de los ricos
aparece –y es vendido- ante los ojos de la población,
como la “representación de la soberanía popular” en la
medida que senadores y diputados son electos mediante el
voto secreto.
Pero
esto esconde dos redondas falsedades. Por un lado, las
elecciones con voto universal bajo el capitalismo siempre
han sido un mecanismo tramposo en la medida que las mismas
son monopolizadas por los grandes aparatos burgueses que son
los que cuentan con fondos multimillonarios para hacer campaña
y con el control absoluto de los medios de comunicación
para vender sus eslóganes.
Junto
con lo anterior, hay otro elemento: la
inexistencia de la revocatoria de los mandatos. Los
candidatos hacen campaña prometiendo una cosa. Pero cuando
se apoltronan en sus bancas hacen otra burlando sus
“mandatos” sin que nadie pueda cuestionarlos.
En
realidad, los legisladores no son los “representantes
naturales” de la masa de los votantes sino de una
y otra fracción patronal a la que responden (que son las
que les dan de comer).
Así,
el Congreso es lo contrario a lo que nos inculcan en la
escuela: es la
institución por excelencia del engaño y la burla al
mandato popular: ¡un chiquero donde los bandidos
representantes de los de arriba arreglan sus chanchullos!
Esto
no quiere decir que en la tradición de la izquierda
revolucionaria no haya que tener parlamentarios. Al
contrario: estos son importantísimos como herramienta para
salir de la marginalidad política haciendo lo contrario a
los políticos patronales: ¡para
denunciar que lo que se hace en el Congreso Nacional es
burlar las necesidades, intereses y voluntad de los
trabajadores! De ahí que mediante la reforma política
se pretenda asegurar bajo siete llaves que no haya
representantes de la izquierda independiente en el Congreso.
Pero
hacer esto es lo opuesto de “institucionalizar el
conflicto social” como pretenden Solanas y el resto de la
centroizquierda. Por el contrario, el objetivo de la
izquierda revolucionaria debe ser
desatarle
las manos a las masas de la “ciega” y atrasada confianza
en las instituciones e impulsar la acción directa en las fábricas
y las calles.
Lucha
salarial e impulso de un sindicalismo clasista
Como
ya hemos señalado, los K han preferido el mecanismo de
ajustar la economía por la vía inflacionaria. ¿Qué significa esto? Sencillo: en lugar de hacer un
ajuste económico ortodoxo que “revalorice” el peso,
salde los pagos de la deuda externa achicando los gastos y
haga escalar el desempleo, prefieren pagar deuda con
reservas, aumentar la cantidad de moneda circulando,
mantener el peso devaluado contra el dólar y que los
empresarios se hagan la “América” vía la demarcación
de los precios: “La
mayoría de los economistas estiman que la inflación este año
va a superar –con mucha probabilidad– el 20%, y señalaron
que se debe estar atentos a que no aumente la frecuencia de
negociación de los contratos como las negociaciones
salariales, porque ese es un primer indicio de una situación
que se puede complicar más”.
Todo
empresario sabe que siempre los precios irán por el
ascensor y los salarios por la escalera. Esto por la
sencilla razón que para aumentarlos dan una orden y punto,
mientras que los salarios están atados a todo un
procedimiento “administrativo” (las paritarias) que,
para colmo, está en manos de burócratas sindicales
funcionales a los K.
Burócratas
que, como CTERA, SUTEBA y UTE en el gremio docente, acaban
de garantizar no sólo aumentos por detrás de la inflación…
sino paz social para
todo el presente año!
Sin
embargo, el ajuste inflacionario no puede dejar de tener
eventualmente graves problemas para los de arriba en materia
de “estabilidad social”: la demarcación de los precios es un aguijón permanente para los
trabajadores que a la hora de hacer las compras, atenderse
la salud o mandar a los chicos al colegio, se dan cuenta que
no hay dinero que alcance.
Este
aguijón es el que a pesar de los servicios prestados por la
CGT y la CTA, eventualmente podría hacer irrupción en las próximas semanas y meses
en conflictos de magnitud ante la escalada inflacionaria.
Para
ese escenario hay que prepararse tratando de imponer
aumentos por encima de la inflación, la votación de
paritarios en asambleas para controlar las negociaciones, la
revisión periódica de los acuerdos (por ejemplo, una vez
cada tantos meses) que signifique una cláusula gatillo de
aumentos contra la inflación.
En
fin: de una u otra manera la lucha salarial podría
convertirse en el elemento más dinámico para hacer
estallar los planes de ajuste tanto de oficialismo como de
oposición (así como el monopolio de la vida política
solamente para sus asfixiantes peleas en las alturas), al
tiempo que servir de punto de apoyo para desbordar a los “dirigentes” de la CGT y la CTA apostando
al desarrollo del sindicalismo clasista que está emergiendo
en múltiples lugares de trabajo y sindicatos.
Esa
ha sido una de las más grandes contribuciones del
kirchnerismo al orden de cosas capitalista existente en
el país a pesar de todos sus discursos de
“barricada”…
[3]
Cláusula gatillo que no puede ser la trampa que se
acaba de firmar en algunos casos por la burocracia
docente y que es lo opuesto a la misma: el obtener
aumentos escalonados.