El triunfo obrero logrado sobre el gobierno de Isabel Perón,
echando abajo el plan económico de Celestino Rodrigo,
profundizó la crisis política y económica, debilitando
seriamente al gobierno y el régimen. La homologación de
los convenios colectivos de trabajo impuesta por la huelga
general de julio de 1975 demostró que los trabajadores no
iban a tolerar fácilmente que la crisis económica del país
cayera sobre sus espaldas.
El gobierno de Isabel,
luego del Rodrigazo, se vio obligado a reestructurar
su gabinete y urgido de llevar adelante el ajuste, volvió a
la carga ubicando a Emilio Mondelli, como nuevo ministro de
Economía luego de un breve período de Antonio Cafiero al
frente de dicho Ministerio.
La
situación económica se deterioraba día a día. “La
situación previa a la asunción de Mondelli como ministro
de Economía mostraba ya las consecuencias del deterioro que
se había manifestado desde principios de 1975 y se había
acentuado a partir del fracaso del plan de ajuste de shock
elaborado por el ministro Rodrigo en junio de 1975. En el último
trimestre de 1975 se había evidenciado una fuerte caída en
la actividad de la industria (-7%) cuyas causas se fundaban
en la fuerte disminución de la demanda interna (fruto de la
erosión de los salarios reales a causa de la alta inflación)
y de la dificultad para importar materias primas e insumos
intermedios. También en este trimestre se evidenció una
importante disminución en la actividad de la construcción
(-26,3% respecto del mismo trimestre de 1974)”. (1)
En
diciembre de 1975 se acelera el aumento de precios
minoristas y la inflación llega a límites increíbles. Según
Marongiu, la inflación de los dos primeros meses de 1976,
en este sector, alcanzó el 637% para todo el año. Por otro
lado los compromisos para el pago de la deuda externa que
vencían en marzo y abril del año entrante chocaban
con un fuerte déficit de tesorería.
Mondelli
entonces, echó mano a la receta de medidas que ya había
intentado Rodrigo hasta que los trabajadores derrumbaron su
proyecto. En ese sentido, la base del Plan Mondelli se
asentaba en el alza de las tarifas de servicios públicos y
los combustibles, liberación de precios, mercado único de
cambio, una “tregua” social por seis meses y un paupérrimo
aumento salarial del 12% que finalmente, y por la presión
de la respuesta obrera terminó siendo del 20%, mientras que
recurría al FMI por nuevos créditos y préstamos.
Crisis política e institucional
En la
situación política, producto de la huelga general
triunfante contra al Plan Rodrigo, había cambiado la
ubicación de las fuerzas sociales. La patronal en su mayoría
comprendió que el gobierno peronista ya no le garantizaba
controlar al movimiento obrero y veía con temor cómo
amplias franjas de vanguardia se iban radicalizando en sus
posiciones políticas. Las Coordinadoras fabriles se habían
mantenido en su mayoría aglutinando al activismo en las
grandes fábricas como Ford, Mercedes Benz, Grafa (textil) y
otras. En cuanto al régimen parlamentario, el Congreso,
acompañando el ritmo de la crisis, va a quedar prácticamente
paralizado. Las bandas fascistas seguían operando, a pesar
de que López Rega, principal referente del ala fascistoide
del gobierno, tuvo que renunciar como ministro de Bienestar
Social y salir del país. La guerrilla se lanzaba a una
alocada y desesperada actividad, lo que era también usado
como excusa por la burguesía para reclamar “orden”. Las
estadísticas contabilizaban que desde la muerte de Perón
en julio del 74 hasta fines de 1975, la violencia política
había provocado 503 muertes, de las cuales 457 eran de
militantes obreros y populares.
La
burocracia sindical se acercó nuevamente al gobierno de
Isabel, no sin dejar de reclamar su cuota de poder político
en las decisiones en las alturas. Es en este marco en el que
los rumores de golpe se hacían cada vez más notorios. El
18 de diciembre de 1975, el brigadier Jesús Orlando
Capellini encabeza un intento de golpe contra el gobierno.
Hay paros en muchas fábricas y el brigadier golpista depone
su actitud.
El 16
de febrero de 1976 la Asociación Permanente de Entidades
Gremiales Empresarias (APEGE) declaró un “lockout”
patronal reclamando una rectificación total de la política
económica. Esta asociación patronal estaba presidida nada
menos que por José Alfredo Martínez de Hoz, quien luego
será ministro de Economía de la dictadura militar. Los
trabajadores, por su parte, continuaban luchando ante la
inflación, fundamentalmente, por aumento de salario y
contra los despidos en varias empresas. En febrero del 76,
poco antes del anuncio del nuevo plan económico, los 600
obreros de la fábrica Aguila Saint salieron al paro y se
movilizaron por la reincorporación de 32 compañeros
despedidos. De la misma manera lo habían hecho los
trabajadores de la textil Guilford de la sureña ciudad de
Comodoro Rivadavia ante el despido de 80 compañeros durante
un conflicto
por aumento salarial. Durante la dura pelea los obreros
echaron a la Comisión Interna que respondía a la
burocracia textil y eligieron una nueva conducción. El
conflicto se desarrolló a nivel provincial hasta que fue
convocado un paro general en solidaridad con los textiles.
En ese mismo mes los trabajadores de la Sanidad de Capital
Federal, Provincia de Bs. As., Santa Fe y Córdoba pararon
durante 10 días en demanda de un aumento salarial. Los
metalúrgicos de SOMISA comenzaron un quite de colaboración
por la misma demanda. Y en Mendoza, el 29 de febrero del 76
pararon los trabajadores del transporte por un aumento
salarial de 600 mil pesos viejos.
Plan Mondelli y respuesta obrera
El 5 de
marzo Eduardo Mondelli anuncia su plan económico y el
contorno de luchas se extiende en rechazo a dicho plan. Los
trabajadores de Mercedes Benz realizan una asamblea y
resuelven ir al paro. En Córdoba, “la
Mesa de Gremios en Lucha realiza el 11 un paro con abandono
de tareas, con el siguiente planteo: ‘Contra
el plan Mondelli, el gobierno, su política; contra el golpe
de estado y la inmediata libertad de Rafael Flores,
dirigente del Caucho, Luján y Pedro Flores, de Perkins, y
demás desaparecidos’”
(Clarín, 12-3-76,
subrayado nuestro) (2)
Para entonces, Ricardo Balbín, principal dirigente del
partido radical, siguiendo la tradición golpista y
antiobrera de los radicales, va a llamar a terminar con la
“guerrilla fabril”, tal como mencionaba al duro
activismo de aquellos años. Poco después,
y en vísperas del golpe militar, al ser consultado públicamente
sobre qué propuesta tenía ante la crisis política, Balbín
va a responder que “no tenía soluciones” en un claro
guiño golpista hacia las Fuerzas Armadas.
Los trabajadores van a multiplicarse en la lucha contra
el plan. Saldrán al paro los trabajadores de las grandes fábricas
dirigidos por las nuevas direcciones combativas y clasistas.
No obstante, a diferencia del Rodrigazo, el movimiento de
los trabajadores había sufrido, además de las bajas
producidas por la Triple A, la ida de las fábricas de
valiosos activistas y dirigentes orientados por la guerrilla
montonera que en enero del 76 planteó formar una CGT en la
clandestinidad. Esta medida política irresponsable y ajena
al conjunto de los trabajadores, en ese momento, provocó el
debilitamiento del activismo en varios lugares de trabajo.
Opuesta fue la política del Partido Socialista de los
Trabajadores, que siendo también blanco de la represión
del gobierno y de los ataques de las bandas fascistas planteó,
ante el nuevo plan del gobierno y la actitud de la burguesía:
“Para los socialistas no cabe ninguna actitud de espera.
Nosotros impulsaremos con todas nuestras fuerzas la
movilización del movimiento obrero para que el plan
antiobrero y proimperialista sea aplastado por los
trabajadores y el pueblo”. La burocracia sindical ahora más
cercana a Isabel, no va a enfrentar a Mondelli como había
hecho con Rodrigo y tratará de negociar un nuevo plan, y un
sector como el de Victorio Calabró, burócrata de la UOM y
gobernador de la Provincia de Buenos Aires terminó inclinándose
hacia el golpismo. De todas maneras, la lucha contra el Plan
Mondelli volvió a demostrar que el gobierno de Isabel no
podía dominar al movimiento obrero y la burguesía y los
militares comprendieron que no podían dejar madurar la
radicalización política y la perspectiva de una nueva
dirección obrera clasista. “El último fin de semana
previo al golpe encuentra a varios sectores de la producción
dispuestos a vencer la ‘parálisis gubernativa’ y actuar
en consecuencia. Jorge Aguado, de CARBAP (Confederación de
Asociaciones Rurales de Buenos Aires y la Pampa) exalta la
‘acción gremial cívica’, eufemismo para alentar el desabastecimiento, y la solidaridad
contra la ‘insurgencia fabril’”. (3)
El 24 de marzo las Fuerzas Armadas derrocan a Isabel
Perón y ponen fin a una etapa de la lucha de clases en el
país. Pero la clase trabajadora, en quien cae el mayor peso
de la represión junto a las organizaciones de la izquierda
revolucionaria, va a pelear aún en defensa de las
conquistas laborales que los militares vienen a quitar.
“En el mismo mes de marzo los trabajadores de IKA
Renault-Córdoba inician el trabajo a reglamento y en el mes
de abril la sección Pintura de la General Motors de
Barracas inicia medidas de fuerza, ante lo cual efectivos
militares ocupan la planta y secuestran a tres trabajadores.
Entonces el resto de los trabajadores paraliza totalmente la
fábrica y logra que los trabajadores sean liberados. En el
mes de mayo comienzan paros rotativos de quince minutos en
Mercedes Benz y se continuarán en la Chrysler de Monte
Chingolo”. (4) En otras fábricas también se toman
medidas contra la represalia que las patronales emprenden
contra los trabajadores una vez producido el golpe. Y
durante octubre y diciembre de ese año y enero de 1977, los
trabajadores de Luz y Fuerza van a protagonizar una de las
luchas más importantes durante el gobierno militar. En
medio de persecuciones, arrestos y secuestros, los obreros
pelearon por 200 compañeros despedidos y el recorte de
conquistas obreras. En febrero es secuestrado el secretario
general del gremio, Oscar Smith y, poco después los
trabajadores serán derrotados. Así la dictadura militar
inclinaba la balanza a favor de los capitalistas.
El heroísmo
de los trabajadores que lucharon en sus lugares de trabajo
contra el Plan Mondelli y luego contra las medidas de Videla
y Martínez de Hoz, demuestran a las nuevas camadas de
activistas el potencial que anida en las filas obreras y son
el punto de apoyo fundamental para avanzar hacia una nueva
dirección política y sindical.
(1)
“Políticas de shock en la agonía del Estado peronista:
el Rodrigazo y el Mondelliazo” Federico Marongiu. U.B.A.,
Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA)
Julio 2006.
(2)
Citado en “Las verdaderas razones del golpe”, G. Pessoa,
SoB Nº 74, 10/03/06
(3) G
Pessoa, op. cit.
(4)
“El golpe, la resistencia obrera y algunas conclusiones
políticas”, O. Alba.