Justicia para Ana María Martínez y
nuestros compañeros
del PST asesinados!
En este 24 de marzo, a 34 años
del golpe genocida, desde el Nuevo MAS queremos reafirmar
nuestro reconocimiento y nuestro compromiso militante hacia
nuestros compañeros asesinados del PST.
Ellos fueron un núcleo
esencialmente de compañeros obreros y estudiantes muy jóvenes.
Algunos dirigentes de sus lugares de trabajo o estudio, o
importantes cuadros partidarios, como el “cabezón”
Villabrille, dirigente de la Juventud Socialista de
Avanzada; otros, abnegados militantes de base. Algunos compañeros
tenían una acumulación de experiencia política y otros
recién empezaban a militar.
Todos fueron expresión de una
vanguardia que avanzó mucho más del sindicalismo, del
clasismo “apolítico”, del frentepopulismo del PC y de
las garras burguesas del peronismo que asfixiaban a la clase
obrera y aun a elementos muy combativos de ella. Ellos
avanzaron hacia la comprensión del marxismo como ciencia y
como praxis y se pusieron a militar con devoción.
Ana María culmina esa lista de
compañeros asesinados que ya creíamos terminada en ese período
de comienzos del 82. Porque la dictadura ya estaba tambaleándose,
la burguesía estaba discutiendo su salida
“amortiguada”, sin caídas bruscas y precisando planes
con los partidos patronales y la Iglesia de otorgarse una
“autoamnistía” y una salida “elegante”.
Hasta que la movilización del
30 de marzo y la posterior Guerra de Malvinas aceleró el
proceso.
En medio de él, cuando ya se
respiraba “otro aire”, los milicos la secuestran un 4 de
febrero de 1982. Como signo político de que se resistían a
dejar el poder.
El PST salió a hacer una
fuerte campaña llamando a la unidad de acción a todos los
organismos y los partidos por la aparición con vida de Ana
María. Enrique Broquen (abogado del partido y reconocida
figura de los derechos humanos) firmó el hábeas corpus
reclamando por ella y dirigió una carta pública
concretando este llamado. Participamos de la marcha de los
jueves de las Madres en Plaza de Mayo; junto a su compañero,
recorrimos despachos y oficinas de figuras políticas,
sindicales y de derechos humanos.
Los medios de comunicación,
comprometidos hasta los tuétanos con el Proceso, tuvieron
que salir a denunciar el secuestro y sacarnos “en tapa”.
Hasta funcionarios del gobierno yanqui intervinieron. Ellos,
que avalaron la masacre, salieron “horrorizados” a
denunciar este “desborde” militar. Los mismos, que meses
más tarde, festejarían el triunfo militar del imperialismo
inglés.
Haciendo asco a las lágrimas
de “cocodrilo” de los hipócritas, nosotros nos seguimos
jugando a la movilización y a aprovechar esas fisuras
abiertas por el agrietamiento del régimen militar. Apreciábamos
que por las circunstancias excepcionales que atravesaba el
país había posibilidades de salvar su vida. Creíamos que
esta vez podíamos ganar.
Perdimos. Su cuerpo acribillado
apareció 8 días después.
Perdimos la batalla por su
aparición con vida pero no perdimos la pelea por el castigo
a los asesinos de Ana María y el resto de los compañeros.
Porque esa pelea está en
curso. Está en las luchas de la nueva generación obrera
que ha despuntado, en la rebeldía de los jóvenes
estudiantes. Y no está circunscripta solamente a la
exigencia de castigo a los autores materiales de los crímenes
de la dictadura, sino que es por el triunfo de nuestra clase
contra todo el sistema explotador capitalista.
Eso es lo que entendieron
nuestros compañeros. Y esto es lo que entiende el Nuevo MAS
es la pelea definitiva en la cual comprometemos nuestro
esfuerzo y honramos a nuestros compañeros.
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