Socialismo o Barbarie, periódico Nº 171, 04/03/10
 

 

 

 

 

 

Grecia

Impresionante huelga general

Por Claudio Testa

El 24 de febrero Grecia vivió una extraordinaria jornada de huelga general. No fue un paro “dominguero” de 24 horas, allí la cosa fue en serio. Más de tres millones de huelguistas, tanto del sector público como del privado, paralizaron totalmente la actividad de las empresas, bancos, oficinas y servicios. Es una cifra apabullante considerando que Grecia tiene 10 millones escasos de habitantes.

Pero la jornada de lucha no fue pasiva. En Atenas, con menos de tres millones y medio de habitantes, hubo manifestaciones estimados en más de 50.000 personas, que desafiaron la dura represión policial tradicional en Grecia. En proporción a sus habitantes, es como hacer en Buenos Aires una movilización de más de 200.000.

"La crisis, que la paguen los ricos" y "el pueblo es más importante que los mercados" fueron las consignas más repetidas por los manifestantes.

¿Después de la huelga general, qué?

Como se puede leer en el recuadro, al realizar una huelga general, las masas obreras griegas han desbordado esa frontera, de allí la preocupación que ha cundido en la Unión Europea. Y sobre todo de los capitalistas germanos, ya que son los principales acreedores de Grecia, que está al borde del default de su deuda externa, como Argentina en el 2001. Es por eso que en la TV y la prensa europea, especialmente en Alemania, se ha desatado una campaña repugnante patriotera y racista contra los griegos, vagos que no quiere trabajar ni hacer sacrificios para recuperar su país de la crisis. ¡Como si los banqueros germanos y del resto de la UE hicieran “sacrificio” alguno, aparte de ir a cobrar los billones de euros que el BCE y los estados les han regalado para que no vayan a la quiebra!

Haber traspasado ese límite de no hacer huelgas generales, no es sin embargo un mérito de los burócratas de la Confederación General Griega del Trabajo (GSEE), que hicieron hasta lo imposible para eludir una huelga general. Intentaron dividir la medida de lucha haciéndola en dos días distintos, uno para el sector privado y otro para los trabajadores del sector público organizados en el sindicato ADEDY. (Un relato de estos chanchullos puede leerse en la anterior edición Socialismo o Barbarie.)

Por supuesto, los burócratas de la GSEE van a redoblar sus artimañas, para que el “desborde” del 24 de febrero sea contenido y las cosas vuelvan a “normalidad”. Para eso, lo primero es que esta huelga general de 24 horas no tenga continuidad alguna: que no sea el primer paso de un plan de lucha del conjunto del movimiento obrero y las masas estudiantiles y populares, con medidas cada vez más contundentes. Al mismo tiempo, en las manifestaciones de Atenas empezó a escucharse la consigna de huelga general indefinida. La brecha entre los burócratas, la vanguardia obrera y las masas trabajadoras no se cerrado sino ampliado con el paro de 24 horas.

Es que, además, es evidente que los trabajadores, tanto del sector público como del privado, no van a lograr nada si “paran la moto”. A los dos días de la huelga general, los amos y acreedores de Grecia –el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo– dieron su veredicto: el salvaje plan de austeridad del gobierno griego es “insuficiente” y exigen “medidas adicionales de reajuste presupuestario”.1 ¡Esa es su respuesta! ¡La crisis pone al rojo vivo las contradicciones de clase! ¡Y, en lo concreto, la necesidad de un plan de lucha, con medidas escalonadas y cada vez más duras!

Un desafío que no es “sindical” sino político

Los trabajadores griegos están frente a un desafío que no es “sindical” sino político. En Grecia, como en todo el mundo, la crisis ha hecho aun más ilusoria la distinción entre luchas “sindicales” y políticas, una “separación” con la cual se confunde interesadamente a millones de trabajadores.

En el caso de Grecia, el carácter político del combate emprendido por la clase trabajadora es aun más candente. Es que el partido que está en el gobierno –el PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico)– es al mismo tiempo, el partido de la mayoría de los burócratas sindicales que dirigen la Confederación General Griega del Trabajo.

¡Si en Europa (y en todo el mundo) los burócratas suelen ser entregadores cualquiera sea el que gobierne, en Grecia tienen un doble motivo para traicionar! Esta es una contradicción inmensa para que los trabajadores puedan defenderse del ajuste salvaje. El combate contra los planes antiobreros del gobierno del PASOK no puede ser conducida... por el PASOK!

La gran mayoría de los trabajadores y los sectores populares votaron al PASOK en octubre del año pasado, hartos del corrupto y represivo gobierno de derecha, que ya había comenzado a aplicar los ajustes. Tenían esperanzas en el “reformismo” socialdemócrata. Pero, una vez en el gobierno, los “socialistas panhelénicos” no sólo empeoraron las medidas, sino que continuaron con el método de moler a palos al que proteste. Esto es lo que sucedió en diciembre pasado, al cumplirse el primer aniversario de la rebelión de Atenas por el asesinato del estudiante Alexandros Grigorópoulos: la policía del gobierno “socialista” se dedicó a apalear manifestantes.

Necesidad de una alternativa independiente

Según el corresponsal del Times de Londres, los manifestantes del 24 de febrero se unieron en un solo grito al pasar frente al parlamento: “¡traidores!”.

La desilusión con el PASOK quizás podría abrir en Grecia posibilidades distintas a la jaula de la alternancia bipartidista de tantos países europeos: una calesita donde los partidos de derecha (PP en España, conservadores en Gran Bretaña, etc.) se alternan con los de “izquierda” (PSOE, laboristas, etc.) para aplicar las mismas políticas dictadas por el capital financiero. Es decir, el desarrollo de alternativas políticas realmente independientes de la burguesía griega y el capital europeo.

Aunque no sea lo mismo, estrechamente ligada a este proceso político está igualmente la necesidad de que la vanguardia obrera griega vaya construyendo una dirección de alternativa a la burocracia, capaz de encabezar las luchas y desbordar los frenos y límites que desde la cúpula de la GSEE y los sindicatos se pretenden imponer para no ir más allá del 24 de febrero.

El hecho es que, a diferencia de otros países europeos, en Grecia parece haber más “materia prima” para avanzar en ambos procesos.

En primer lugar, el “bipartidismo” griego es más limitado y débil. A la izquierda del PASOK hay una franja política de significativas dimensiones, tanto electorales como en materia de militancia (lo que es más importante).

Es verdad que las dos principales corrientes de esa franja a la izquierda del PASOK, el KKE (Partido Comunista Griego) y la Synaspismós y su frente electoral SYRIZA, no son garantía alguna. El KKE ha evitado la bancarrota de otros PCs europeos que, después del Muro de Berlín, pensaron que su gran negocio sería hacerse socialdemócratas. El KKE dio marcha atrás a tiempo, pero para cultivar un “izquierdismo” y ultrasectarismo ridículo (una reedición del “tercer período” stalinista en el siglo XXI). Synaspismós (con su SYRIZA) es algo parecido a Die Linke de Alemania, pero más “rojo” (como corresponde al termómetro político helénico).

Pero el mismo peso electoral del KKE y Synaspismós-SYRIZA (que en octubre obtuvieron el 7,54% y el 4,60% respectivamente) indica un sector a la izquierda que no se asimila a la trampa bipartidista ni al cuento del “voto útil para que no gane la derecha”.

También, a los afectos de la lucha de clases, es un factor importante que el trotskismo –representado por una diversidad de corrientes– tenga un peso significativo en la vanguardia. En momentos en que las cosas no se están decidiendo en las trampas de las urnas sino en el terreno de las movilizaciones, este es un factor no menor para las perspectivas que se abren en Grecia.


Notas:

1.- “El FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea piden más ajuste - Afirman que el plan de austeridad no es suficiente”, en www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 28/02/10.