El 24 de febrero Grecia vivió una extraordinaria jornada
de huelga general. No fue un paro “dominguero” de 24
horas, allí la cosa fue en serio. Más de tres
millones de huelguistas, tanto del sector público como del
privado, paralizaron totalmente la actividad de las
empresas, bancos, oficinas y servicios. Es una cifra
apabullante considerando que Grecia tiene 10 millones
escasos de habitantes.
Pero la jornada de lucha no fue pasiva. En Atenas, con
menos de tres millones y medio de habitantes, hubo
manifestaciones estimados en más de 50.000 personas, que
desafiaron la dura represión policial tradicional en
Grecia. En proporción a sus habitantes, es como hacer en
Buenos Aires una movilización de más de 200.000.
"La crisis, que la paguen los ricos"
y "el pueblo es más importante que los
mercados" fueron las consignas más repetidas por
los manifestantes.
¿Después de la huelga general, qué?
Como se puede leer en el recuadro, al realizar una huelga
general, las masas obreras griegas han desbordado esa
frontera, de allí la preocupación que ha cundido en la
Unión Europea. Y sobre todo de los capitalistas germanos,
ya que son los principales acreedores de Grecia, que está
al borde del default de su deuda externa, como Argentina en
el 2001. Es por eso que en la TV y la prensa europea,
especialmente en Alemania, se ha desatado una campaña
repugnante patriotera y racista contra los griegos,
vagos que no quiere trabajar ni hacer sacrificios para
recuperar su país de la crisis. ¡Como si los banqueros
germanos y del resto de la UE hicieran “sacrificio”
alguno, aparte de ir a cobrar los billones de euros que el
BCE y los estados les han regalado para que no vayan a la
quiebra!
Haber traspasado ese límite de no hacer huelgas
generales, no es sin embargo un mérito de los burócratas
de la Confederación General Griega del Trabajo (GSEE), que hicieron
hasta lo imposible para eludir una huelga general.
Intentaron dividir la medida de lucha haciéndola en dos
días distintos, uno para el sector privado y otro para
los trabajadores del sector público organizados en el
sindicato ADEDY. (Un relato de estos chanchullos puede
leerse en la anterior edición Socialismo o Barbarie.)
Por supuesto, los burócratas de la GSEE van a redoblar
sus artimañas, para que el “desborde” del 24 de febrero
sea contenido y las cosas vuelvan a “normalidad”. Para
eso, lo primero es que esta huelga general de 24 horas no
tenga continuidad alguna: que no sea el primer paso de
un plan de lucha del conjunto del movimiento obrero y
las masas estudiantiles y populares, con medidas cada vez más
contundentes. Al mismo tiempo, en las manifestaciones de
Atenas empezó a escucharse la consigna de huelga general
indefinida. La brecha entre los burócratas, la
vanguardia obrera y las masas trabajadoras no se cerrado
sino ampliado con el paro de 24 horas.
Es que, además, es evidente que los trabajadores, tanto
del sector público como del privado, no van a lograr
nada si “paran la moto”. A los dos días de la
huelga general, los amos y acreedores de Grecia –el FMI,
la Comisión Europea y el Banco Central Europeo– dieron su
veredicto: el salvaje plan de austeridad del gobierno griego
es “insuficiente” y exigen “medidas
adicionales de reajuste presupuestario”.1
¡Esa es su respuesta! ¡La crisis pone al rojo vivo las
contradicciones de clase! ¡Y, en lo concreto, la necesidad
de un plan de lucha, con medidas escalonadas y
cada vez más duras!
Un
desafío que no es “sindical” sino político
Los trabajadores griegos están frente a un desafío que
no es “sindical” sino político. En Grecia, como en todo
el mundo, la crisis ha hecho aun más ilusoria la distinción
entre luchas “sindicales” y políticas, una “separación”
con la cual se confunde interesadamente a millones de
trabajadores.
En el caso de Grecia, el carácter político del
combate emprendido por la clase trabajadora es aun más
candente. Es que el partido que está en el gobierno –el
PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico)– es al mismo
tiempo, el partido de la mayoría de los burócratas
sindicales que dirigen la Confederación General Griega del
Trabajo.
¡Si en Europa (y en todo el mundo) los burócratas suelen
ser entregadores cualquiera sea el que gobierne, en Grecia
tienen un doble motivo para traicionar! Esta es una
contradicción inmensa para que los trabajadores puedan
defenderse del ajuste salvaje. El combate contra los planes
antiobreros del gobierno del PASOK no puede ser conducida...
por el PASOK!
La gran mayoría de los trabajadores y los sectores
populares votaron al PASOK en octubre del año pasado,
hartos del corrupto y represivo gobierno de derecha, que ya
había comenzado a aplicar los ajustes. Tenían esperanzas
en el “reformismo” socialdemócrata. Pero, una vez en el
gobierno, los “socialistas panhelénicos” no sólo
empeoraron las medidas, sino que continuaron con el método
de moler a palos al que proteste. Esto es lo que sucedió en
diciembre pasado, al cumplirse el primer aniversario de la
rebelión de Atenas por el asesinato del estudiante
Alexandros Grigorópoulos: la policía del gobierno
“socialista” se dedicó a apalear manifestantes.
Necesidad
de una alternativa independiente
Según el corresponsal del Times de Londres, los
manifestantes del 24 de febrero se unieron en un solo grito
al pasar frente al parlamento: “¡traidores!”.
La desilusión con el PASOK quizás podría abrir en
Grecia posibilidades distintas a la jaula de la alternancia
bipartidista de tantos países europeos: una calesita donde
los partidos de derecha (PP en España, conservadores en
Gran Bretaña, etc.) se alternan con los de “izquierda”
(PSOE, laboristas, etc.) para aplicar las mismas políticas
dictadas por el capital financiero. Es decir, el desarrollo
de alternativas políticas realmente independientes de la
burguesía griega y el capital europeo.
Aunque no sea lo mismo, estrechamente ligada a este
proceso político está igualmente la necesidad de que la
vanguardia obrera griega vaya construyendo una
dirección de alternativa a la burocracia, capaz
de encabezar las luchas y desbordar los frenos y límites
que desde la cúpula de la GSEE y los sindicatos se
pretenden imponer para no ir más allá del 24 de febrero.
El hecho es que, a diferencia de otros países europeos,
en Grecia parece haber más “materia prima” para avanzar
en ambos procesos.
En primer lugar, el “bipartidismo” griego es más
limitado y débil. A la izquierda del PASOK hay una
franja política de significativas dimensiones, tanto
electorales como en materia de militancia (lo que es
más importante).
Es verdad que las dos principales corrientes de esa franja
a la izquierda del PASOK, el KKE (Partido Comunista Griego)
y la Synaspismós y su frente electoral SYRIZA, no son
garantía alguna. El KKE ha evitado la bancarrota de otros
PCs europeos que, después del Muro de Berlín, pensaron que
su gran negocio sería hacerse socialdemócratas. El KKE dio
marcha atrás a tiempo, pero para cultivar un
“izquierdismo” y ultrasectarismo ridículo (una reedición
del “tercer período” stalinista en el siglo XXI).
Synaspismós (con su SYRIZA) es algo parecido a Die Linke de
Alemania, pero más “rojo” (como corresponde al termómetro
político helénico).
Pero el mismo peso electoral del KKE y Synaspismós-SYRIZA
(que en octubre obtuvieron el 7,54% y el 4,60%
respectivamente) indica un sector a la izquierda que no se
asimila a la trampa bipartidista ni al cuento del “voto útil
para que no gane la derecha”.
También, a los afectos de la lucha de clases, es un
factor importante que el trotskismo –representado por una
diversidad de corrientes– tenga un peso significativo
en la vanguardia. En momentos en que las cosas no se están
decidiendo en las trampas de las urnas sino en el terreno de
las movilizaciones, este es un factor no menor para las
perspectivas que se abren en Grecia.
Notas:
1.- “El FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión
Europea piden más ajuste - Afirman que el plan de
austeridad no es suficiente”, en www.socialismo-o-barbarie.org,
edición del 28/02/10.