Para
entender el significado de este nuevo plan del gobierno, y
la política que debemos tener las organizaciones sociales
independientes del Estado, lo primero es determinar en qué
relación de fuerzas está el movimiento de desocupados con
respecto al gobierno. Cuando, en medio del Argentinazo, el
Estado comenzó a repartir planes sociales, lo hizo para
contener una gran rebelión popular. En ese momento, desde
el nuevo MAS y la FTC consideramos que, aunque utilizáramos
los planes para paliar el hambre y extender el número de
gente organizada, la pelea a dar era por trabajo
genuino. Intentamos que esa extendida y combativa
vanguardia se hiciera parte estructural del movimiento
obrero, fortaleciéndolo, aminorando a su vez el costado
reaccionario de dependencia respecto del Estado que trae
siempre consigo la asistencia social.
El
movimiento de desocupados en general no
adoptó el programa de trabajo genuino. Sin embargo,
mientras duró la situación de movilización general contra
un Estado nacional en crisis, y en los barrios populares la
relación de fuerzas favorable con respecto a los punteros
de un aparato peronista desarmado, ese “costado
reaccionario” de los planes se relativizó. Se pudieron
construir grandes organizaciones independientes que, además
de ser un factor de desestabilización constante para el régimen
burgués, lograron algo muy progresivo: en vez de que los
grupos de desocupados fueran utilizados como rompehuelgas
–como es usual durante los períodos de desempleo
extendido– veíamos a los desocupados actuando en
apoyo de las luchas obreras;
éste
fue quizás el aspecto más revolucionario del movimiento.
¿Cuál es la situación ahora?
El
movimiento ha sufrido un retroceso general, en su composición
de masas, por un lado, y también en la ubicación relativa
de su vanguardia. Su base se achicó mucho, ya que muchos
compañeros encontraron empleo. El lugar que ocupaba como
vanguardia del enfrentamiento contra el Estado también se
debilitó: el Estado burgués se recompuso y el gobierno K
cooptó a buena parte del movimiento. Y no sólo por la
base: organizaciones enteras (entre ellas una de las más
“simbólica” del movimiento piquetero, el MTD) se
dedicaron a llevar adelante las políticas K, y varios de
sus dirigentes se hicieron funcionarios. La normalización
también llegó a los barrios populares, donde han vuelto a
imponerse las redes clientelares de los punteros del PJ y
donde las organizaciones piqueteras han quedado aisladas
incluso de las nuevas luchas barriales por la luz,
inundaciones, etc. Por supuesto, los movimientos participan,
pero en general estas nuevas luchas no están organizadas ni
dirigidas por ellos. Junto con todo esto, el
aumento del empleo hizo que el centro de la lucha obrera
“se corriera” al movimiento obrero ocupado.
En
esta situación, aquel “costado reaccionario” de los
planes se potencia objetivamente.
Entendámonos: siempre
la intención de los gobiernos con la asistencia social es
usarla para contener y cooptar, pero a veces puede y a veces
no. Y ahora sí puede. Las fuerzas que se oponían a esa
cooptación han desaparecido o se han debilitado mucho. Como
relación de los desocupados con el régimen, a los planes sólo
les queda ese “costado reaccionario”, que más que un
costado ahora lo es todo.
El
plan Argentina Trabaja no está hecho para contener una
rebelión, sino para armar un aparato electoral. No tiene el
doble carácter de “concesión-trampa” que tienen
siempre los logros reivindicativos dentro del sistema: son reclutamiento clientelar desde el inicio, y no vemos en el horizonte
–al menos cercano, en las actuales circunstancias económicas-
ningún nuevo proceso de ascenso en la lucha de los
desocupados que pueda cuestionar ese carácter en los
hechos.
¿Los planes “son lo que hay”?
Para
muchos compañeros, lo que hay es la asistencia social. Pero
el hecho de que los movimientos luchen por “lo que hay”
es una muestra más de su retroceso: en su época de ascenso
no lucharon por “lo que hay”. No había nada: lucharon
para que hubiera algo, y lograron asistencia social para los
desocupados. Ahora “hay” (o sea, el régimen impone) el
plan Argentina Trabaja, y los piqueteros luchan para tener
ese plan. Cuesta imaginar un programa más defensivo y
derrotista.
Por
supuesto, no nos referimos a cada compañero que agarra ese
plan para comer.
Lo
derrotista es levantar como programa de lucha la entrada de
los piqueteros independientes al aparato electoral del PJ.
Habría
que hacer lo contrario: ¡luchar
por lo que no hay: trabajo para todos! Luchemos por
entrar a las obras públicas, enfrentemos a la burocracia de
la UOCRA y del ferrocarril que manejan de forma clientelar
la bolsa de trabajo –lo que afecta no sólo a los
piqueteros sino a cualquiera que quiera trabajar sin ser
parte del aparato propatronal de matones–, denunciemos la
discriminación política en los puestos de trabajo, no en el aparato peronista. Demostremos
que esta discriminación es lo mismo que la persecución
dentro de las empresas a los activistas gremiales antiburocráticos.
Hagamos una gran movilización de mujeres desocupadas
denunciando la discriminación de género del gobierno de
Cristina, que para las mujeres sólo tiene subsidios
miserables a la madre ama de casa, pero no mueve un dedo
para que la relativa reactivación del empleo llegue también
a las mujeres. Ayudemos con todo al movimiento obrero
ocupado para que la nueva vanguardia luchadora se
fortalezca, porque sólo un nuevo movimiento obrero, libre
de las cadenas de la burocracia peronista y de toda ideología
de conciliación de clases, podrá solucionar la desocupación
luchando por el reparto de las horas de trabajo sin afectar
el salario. ¡Todo lo
anterior bajo las banderas de la unidad de clase, de la
unidad de trabajadores ocupados y desocupados!
Y
este programa no está más lejos de realizarse que la
entrada en el nuevo plan para “luchar después por el pase
a planta municipal”: si las patronales y la burocracia no
quieren piqueteros en las empresas, menos que menos los va a
querer el gobierno en su aparato electoral, y ni hablar en
la planta permanente. En el mejor de los casos, si la lucha
por este plan triunfa,
lo que se logrará es algunos de estos planes por un corto
tiempo, sin darles
trabajo a los compañeros para que no se junten con el resto
de la gente que el municipio maneja. Y en dos meses
volvemos a la situación “pre triunfo”, sin plan, sin
relación con el resto de la gente del municipio que nos
permita luchar con ellos, sin nada. Francamente, poniéndose
como gran objetivo “triunfos” como éste, no es de extrañarse
que las movilizaciones piqueteras pierdan entusiasmo.
Un peligro todavía mayor
Decíamos
antes que el apoyo de los desocupados a las luchas obreras
es revolucionario. Pues bien, el Argentina Trabaja significa
un retroceso reaccionario también en este aspecto, porque
ya están metiendo gente de ese plan a trabajar en
hospitales, escuelas y municipios, con la intención de
empujar a la baja el salario de los estatales y municipales,
y echarlos o amenazarlos con el despido, contando con el
trabajo carnero de la gente del plan en caso de huelga de la
planta permanente. Y esto se da en un año en el cual todos
prevemos fuertes luchas de estatales. En varios hospitales y
escuelas, los administrativos ya manejan dos
nóminas de personal, los empleados y los del plan.
En
vez de refrendar de
hecho este plan luchando para entrar en él, denunciemos
junto con los estatales este plan de carneraje organizado.
Denunciemos que son opuestos
por el vértice los planes sociales arrancados al
gobierno por organizaciones independientes en el marco de un
ascenso de luchas y esta reorganización del aparato
municipal K hecha de arriba para abajo en el marco de la
normalización burguesa.
Lo
que el nuevo MAS y la FTC veníamos diciendo durante todo el
Argentinazo, que la salida para los desocupados pasa por la
unidad con el movimiento obrero ocupado, hoy se hace más
definitivo que nunca. También dijimos que incluso entre los
movimientos independientes dirigidos por corrientes del
“trotskismo” (caso PO y el MST) se había cometido el gravísimo
error de no haber centrado nunca el programa de la lucha
en lograr puestos de trabajo asalariados. Qué paradoja
realmente: un movimiento de desocupados que nunca terminó de luchar realmente…
por puestos de trabajo.
Esto
hoy se está pagando en el debilitamiento de los movimientos
y en los callejones
sin salida que significan estos planes como el Argentina
Trabaja. Hay que apostar al desarrollo de la nueva
vanguardia obrera que sepa unir en sus luchas y programa la
resolución de todos los problemas sociales al tiempo que se
coloca realmente en el centro del programa de los
movimientos desocupados el reclamo de verdaderas obras públicas y trabajo genuino.