Como el tero
Una
situación curiosa ha venido ocurriendo en las últimas
semanas. Desde hace un tiempo el gobierno K viene ensayando
un discurso “progresista”, el que tuvo su punto
culminante en la jornada del 24 de marzo pasado. Se cantó
contra la Ernestina de Noble, contra Clarín y en defensa de
“un proyecto nacional y popular”. También se acusó a
la oposición de ser “de derecha y destituyente”.
Programas como “6, 7 y 8” –en Canal 7– se emiten
diariamente y con un formato periodístico moderno y dinámico
se baja línea pro-K diariamente defendiendo “la mierda
oficialista”.
Pero
mientras la escenificación va hacia la “izquierda”…
los testarudos hechos de la gestión gubernamental van hacia
la derecha. Es muy poco “nacional y popular” estar
enfrascados en una durísima pelea con la oposición no por
alguna medida “progresista” a favor del “pueblo”…
sino
para pagarles los bonos basura a los fondos buitres!
Apoyando el monopolio nuclear de los EEUU
Como
si lo anterior fuera poco, ahora acaba de realizarse la
reunión de Cristina con Obama. ¿Fue Cristina a verlo a
Obama con el reclamo por su complicidad con el golpe en
Honduras? ¿O porque ahora Obama impulse el reconocimiento
del presidente emanado del fraude de las últimas
elecciones, Pepe Lobo, por estar dejando que bajo sus
narices esté actuando una verdadera Triple A hondureña?
Nada más lejos que ello. Lo que fue a hacer Cristina a la
“Cumbre de Seguridad Nuclear” en Washington fue a mostrarse
como una de las más “lamebotas” del imperio en materia
de asegurarle a EEUU la continuidad de su monopolio en
materia nuclear. Nos explicamos. El hecho es que Barack
Obama acaba de encabezar una cumbre en Washintong con el
objetivo que el monopolio de las armas nucleares –sólo
compartido relativamente con otros pocos países–, uno de
los elementos principales de la supremacía militar del
imperialismo yanqui, siga
incólume.
Esto
ocurre en momentos en que continúa en desarrollo la crisis
económica mundial del capitalismo más importante desde los
años 30, al tiempo que dadas las dificultades de EEUU en el
terreno de Iraq y Afganistán, su
hegemonía política internacional viene muy deteriorada.
Como
es sabido, con otros modales que Bush, pero con una línea
de continuidad esencial, el presidente de color Obama vino
justamente a
restaurar el prestigio y la autoridad perdida en la última
década por Estados Unidos.
Esto
tiene, obviamente, un costado sensible en lo que hace a que el
amo del Norte pueda seguir garantizando su monopolio
relativo y su real supremacía mundial en el terreno militar
en general y nuclear en particular. A estos efectos,
organizaciones terroristas antipopulares como Al Qaeda, le
vienen haciendo el juego a sus designios desde el atentado
de las Torres gemelas en el 2001.
Y
es un hecho, entonces, que sobre la base del chantaje de
“no exponerse a atentados nucleares” Obama monta la
cumbre como para hacer ratificar –por todos los países
que tienen algún desarrollo en materia de tecnología
nuclear–
que su monopolio armamentista no va a ser cuestionado.
Relaciones
carnales K[1]
Ahí
es donde entra a jugar Cristina, no casualmente sentada al
lado de Obama durante la cumbre. Tan lamebotas fue su
actitud que se diferenció incluso del neoliberal presidente
del Brasil, Lula, el que sin embargo no dejó de cuestionar
el hecho que la política nuclear de Obama, sus ataques a Irán
y Corea del Norte, y un largo etcétera, ¡no
son más que una excusa para subordinar militarmente a la
gran mayoría de los países del mundo!
En
fin: las relaciones carnales de la Argentina K con los EEUU
en materia nuclear no parecen ser la expresión de un
“proyecto nacional y popular de independencia
nacional”… sino del proceso de normalización K que
cierra con el retorno a las fuentes: subordinación
en materia de deuda externa, subordinación en materia
nuclear, subordinación en materia del modelo de desarrollo
económico (cuya matriz estructural no ha cambiado respecto
de los 90).
Es
verdad, la oposición patronal está a la derecha de los K, pero
los K no dejan de ser un mero neoliberalismo con rostro
humano: ponen el grito en un lado… y los huevos en el
otro.
[1]
Como es conocido, como “relaciones carnales” definió
la relación de la Argentina con los EEUU el ministro de
Relaciones Exteriores de Menem Guido di Tella.