¿Qué está pasando?
A continuación, publicamos un texto de nuestros compañeros del PST ante
la nueva coyuntura reaccionaria que se ha abierto en
Honduras a raíz de la brutal escalada de asesinatos
selectivos de dirigentes de la Resistencia. Como es sabido
por nuestros lectores, entre los varios compañeros y compañeras
asesinados en las últimas semanas se encuentra Manuel
Flores Arguijo, dirigente del sindicato docente de
Tegucigalpa y ex miembro del PST (luego integrante del PSOCA),
asesinado a quemarropa el martes 23 de marzo cuando estaba
dando clases en su escuela.
Pero lo escandaloso del caso –por si faltaba algo– es que el gobierno
de Barack Obama viene impulsando oficialmente la readmisión
de Honduras en la OEA en medio de esta realidad,
convenientemente ocultada. En este mismo marco, el
fraudulento gobierno de Porfirio Lobo acaba de lograr el
reconocimiento oficial por parte de Daniel Ortega,
presidente de Nicaragua y dirigente del Frente Sandinista de
Liberación Nacional… Se trata de un escándalo sobre
otro: se están dando pasos en reconocer un gobierno que no
sólo se origina en un golpe de Estado, sino que está
alentando –o al menos ocultando– la represión y
asesinando dirigentes.
Desde nuestra corriente Socialismo o Barbarie Internacional estamos
impulsando una campaña por detener a la “Triple A”
hondureña, por el esclarecimiento de estos asesinatos y el
castigo a sus autores materiales e intelectuales, así como
por el no reconocimiento de un gobierno que, surgido de
elecciones tramposas, pretende presentarse como “democrático”
y pide la “readmisión en la comunidad internacional”.
Todo mientras es cómplice de una escalada de asesinatos
que, al mejor estilo de la década del 80 en ese país,
pretende descabezar a la flor y nata del movimiento de la
resistencia, al tiempo que está organizando una escalada
del ejército contra los campesinos de la zona del Aguán.
El régimen se
consolida
El cada vez mayor reconocimiento internacional logrado por
el gobierno de Pepe Lobo le ha permitido ganar legitimidad
internacional. A medida que va pasando el tiempo se va
rompiendo el aislamiento que tuvo el régimen golpista en el
gobierno de Micheletti.
Lo anterior le permite contar nuevamente con el apoyo del
FMI y otros organismos de financiamiento internacional que
se traduce en una política articulada con el imperialismo
alrededor del modelo neoliberal y en el marco del llamado
"Plan de País".
En el plano nacional, algunos sectores han firmado una
especie de tregua tácita con el gobierno, como es el caso
de las organizaciones campesinas que en el marco del
conflicto del Aguán le dan un respaldo político al
gobierno (en contra de los cuestionamientos de la ultra
derecha) que se suma a la política de apoyo brindada por UD
con su incorporación al gobierno así como el de un sector
magisterial.
Otro factor clave íntimamente ligado al anterior es la
desmovilización de la resistencia. Las movilizaciones de
fin de mes han sido asimiladas por el gobierno en la medida
que se trata de marchas pacíficas sin organización y que
se convocan por un simple llamado radial.
Estas movilizaciones no cuestionan el orden vigente como sí
lo hacían las del primer mes del golpe de Estado, son
marchas de oposición que además no están articuladas
nacionalmente y tampoco confrontan a la policía.
Lo anterior no quiere decir que la resistencia como sujeto
social haya desaparecido. Las marchas en la capital son
numerosas y en algunos casos combativas, como la del 25 de
marzo que luego de estar en la Universidad Autónoma se
dirigió al Ministerio Público.
Tampoco ha desaparecido una amplia vanguardia que
participa en las actividades cotidianas del Frente Nacional.
Actividades saturadas de reuniones de todo tipo en cualquier
lugar del país para definir estrategias y planes que muchas
veces sólo quedan en el papel. Sin embargo, estas marchas y
actividades mantienen a media máquina la resistencia sin
articular un verdadero plan de lucha.
La estrategia central sigue siendo resistir hasta llegar a
las próximas elecciones y participar en las mismas.
Ofensiva contra la clase trabajadora
La consolidación del régimen se traduce en la aprobación
del duro paquetazo económico que busca recuperar las
ganancias de la burguesía golpista y fortalecer los
recursos del Estado mediante un golpe directo a la clase
obrera y al pueblo en general con el alza de impuestos. Este
paquetazo se suma al dado con los planes de arbitrio de las
municipalidades y los constantes aumentos al combustible.
Acompañando estos golpes económicos hay una ofensiva
contra los sindicatos cuya máxima expresión ha sido el
encarcelamiento y proceso contra la Junta Directiva del
Sitraunah [Sindicato de la Universidad Autónoma], además
del asesinato de varios directivos sindicales en los últimos
meses, y el asesinato y persecución de periodistas
independientes o críticos.
En este contexto, la represión tiene un objetivo
absolutamente claro: golpear a la clase y sus dirigentes
(gremiales, sindicales y políticos) como forma de impedir
que la resistencia tome un marcado carácter de
independencia de clase combinando la lucha por la
Constituyente con el conjunto de demandas populares.
Cooptación del oportunismo
La otra cara de este política es la continuación del
intento de cooptación de los dirigentes de la Resistencia
para asimilarlos al régimen, mediante la repartición de
cargos en el gobierno.
Tal el caso del Partido Unificación Democrática con César
Han en el INA, Marvin Ponce en la Junta Directiva del
Congreso Nacional y Martín Pineda.
El reconocimiento de Pepe Lobo a Mel Zelaya como
presidente cuando autorizó su salida del país y la
ratificación y nombramiento de Jorge Arturo Reina como
embajador en la ONU y muy posiblemente ante los países que
integran el ALBA, son parte de la misma política.
Esto coloca a los dirigentes del Frente en una contradicción,
dado que mantienen una estrecha alianza con los liberales
melistas que están reconociendo poco a poco al régimen. En
una reunión del Frente en la capital, Rasel Tomé,
recientemente llegado al país de Dominicana y vocero
directo de Mel Zelaya, planteó que había que ir
contemplando el reconocimiento de Pepe Lobo, para no ser
responsabilizados por el gobierno ante la crisis económica
y falta de recursos. La discusión fue cortada y no se
analizó.
Todo indica que el gobierno se juega a tratar de enamorar
a la dirigencia liberal mientras golpea duro al movimiento
popular y en especial su ala izquierda.
¿Quién gobierna?
La escalada represiva en el gobierno de Pepe plantea el
interrogante si es éste quién está gobernando y tomando
las decisiones, el ala michelettista o los militares.
Descartamos que sean los militares como dirección política,
aunque es evidente que debido al carácter más represivo
del régimen surgido del golpe de Estado, el rol de las
Fuerzas Armadas y todos sus organismos legales o
paramilitares juegan un rol determinante y de primera fila.
Sin embargo, consideramos que no estamos ante una dictadura
o un régimen militar tal cual fueron los de la década de
los 70 y 80 en Latinoamérica. Las Fuerzas Armadas juegan su
papel en el actual régimen pero no toman las decisiones.
El régimen surgido del golpe de Estado tiene una serie de
características muy inestables y que no terminan de
asentarse. Se trata de un régimen del conjunto de la
burguesía y el imperialismo (con todas sus instituciones)
que, para quitar un presidente burgués, tuvo que romper
violenta y militarmente su propio orden democrático burgués,
poniendo en precario todo el orden burgués vigente.
Su intento de "democratizarse" vía las
elecciones de noviembre no logra legitimar y
"normalizar" el régimen debido a la masiva
Resistencia popular, que no fue más allá por la dirección
burguesa del melismo.
Debido a lo anterior, todas las fuerzas burguesas, que
tienen diferentes tácticas para hacerle frente a la crisis,
se mantienen unidas debido fundamentalmente al rol del
imperialismo norteamericano que es el gran árbitro entre
esas facciones.
De tal manera que en los meses que van del gobierno de
Pepe hemos visto cómo el imperialismo presiona para que se
cumplan los acuerdos de San José y Tegucigalpa negociando
permanentemente: reconocimiento de Mel como presidente
constitucional tras asumir Pepe y su inmediata salida del país;
amnistía y procesamiento de los militares involucrados en
el golpe acompañados de sobreseimiento definitivo; retiro
del general Romeo Vásquez como Jefe del Estado Mayor
Conjunto y su nombramiento como gerente general de la estratégica
Hondutel; retiro de Micheletti como presidente del Partido
Liberal sin ningún tipo de deducción de responsabilidades;
y sobre todo denuncias de corrupción y un manto de silencio
e impunidad frente a la misma para mantener el botín de los
golpistas.
En este ajedrez, que refleja las enormes dificultades de
la burguesía para seguir gobernando como hasta ahora, cada
facción burguesa tiene cuotas de poder y autonomía que
buscan incrementar para convertirse en hegemónicas, sin que
lo hayan logrado hasta ahora.
Por detrás de ellos los grandes empresarios y políticos
(los Facussé, Ferrari, Callejas, Nazar y otros) apoyan a
uno y a otro según los vaivenes de sus intereses y de la
lucha de clases.
En este contexto, no podemos afirmar claramente que es la
facción de Pepe Lobo en el poder quien impulsa la represión
selectiva o si son los grupos de extrema derecha (vinculados
a la derecha colombiana, venezolana y cubana) que actúan
por su propia cuenta. Nos parece que en todo caso se trata
de políticas que el gobierno de Pepe tolera y encubre,
independientemente que de la orden o no, mientras se
consolida y negocia cuotas de poder.
En la medida que la represión va dirigida contra la clase
obrera y los sectores populares y de izquierda se mantiene
en el marco de un acuerdo general de la burguesía en su búsqueda
de recuperar la gobernabilidad, recuperar sus ganancias y
desmovilizar la resistencia.
La situación no se ha cerrado. No todo está resuelto
Creemos que si bien hay una consolidación del régimen y
una desmovilización de la resistencia con incremento de la
represión selectiva hacia la clase obrera y el movimiento
popular y la izquierda, la situación abierta con el golpe
no se ha cerrado.
Las diferentes coyunturas que se van dando responden a la
correlación de fuerzas y de alianzas de las clases
enfrentadas, pero no podemos hablar de derrota todavía. Las
contradicciones del frente burgués en medio de una profunda
crisis económica lo vuelven inestable y lo obligan a
derrotar a la clase y en particular a la resistencia.
Ésta, por su parte, con la profunda crisis en la dirección
que no le garantiza ningún triunfo, aún mantiene su
disposición de lucha (más débil que en los meses
posteriores al golpe) y con la obligación de hacerle frente
a la ofensiva represiva y económica del gobierno.
Esto genera sumas tensiones entre la dirigencia que por
todos los medios busca mantener la unidad con el liberalismo
melista y una base que exige movilización y posiciones más
claras, pero que no rebasa a sus dirigentes.
En esta lucha hay dos sectores claramente identificados:
el melismo liberal y la Coordinadora Nacional junto con
otros dirigentes que buscan la independencia de la dirección
liberal. Entre medio hay una amplia gama de grupos y
corrientes populares y de izquierda oportunista que
privilegian la unidad policlasista a la independencia de
clase.
Nuestra política y orientaciones
En este contexto, el CC considera que hay que hacer un
ajuste a nuestra política para la coyuntura poniendo como
eje los aspectos democráticos contra la escalada represiva,
en primer lugar; entrelazados con los ejes económicos
derivados del paquetazo.
Este debe ser el eje ordenador de toda nuestra política
general y sectorial, buscando como siempre los más amplios
acuerdos que apunten a la movilización. Para ello peleamos
por la más amplia democracia e independencia del movimiento
obrero y popular.
Desde los sectores en los que estamos ubicados, debemos
politizar nuestra periferia, en particular la Juventud
Socialista, para poder llegar en mejor relación de fuerzas
a los espacios unitarios de la Coordinadora y el Frente
(recordemos que los espacios unitarios están en ambas
organizaciones) de cara al Conversatorio del 10 de abril próximo.
En esta pelea política debemos ser muy firmes políticamente
pero amplios en el debate, para evitar caer en el
oportunismo y el sectarismo. Por eso, cada equipo debe
discutir muy detenidamente hacia quiénes va a orientar su
actividad política y la forma de hacerlo. No basta con ir a
plantar bandera. Es necesario buscar la claridad política y
la unidad de acción para movilizar.