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El debate en la
izquierda
Al igual que en el conflicto
campo-gobierno, varios sectores de la izquierda capitulan
ante la disputa interburguesa. Fuerzas como el PC, tanto los
de Capital que apoyaron a Heller como los de provincia que
integraron Nuevo Encuentro, son fervorosos defensores de la
Ley de Medios K. Otros, como el Frente Popular Darío
Santillán plantean el “apoyo crítico”, al igual que
antes levantaban “retenciones sí, exijamos redistribución”,
lo cual los ubica en el terreno K.
En cambio, el PO, nuevamente se
desliza a quedar pegado a la derecha. “Repudiamos los
escraches y juicios éticos contra los periodistas de Clarín”,
publicó en Prensa Obrera en una nota firmada por su comité
editorial. Al igual que la derecha, califica a los afiches K
y la iniciativa de Madres de Plaza de Mayo contra el
“periodismo en dictadura” como “fascistas”…
El escenario político, por
ahora, está copado por la disputa interburguesa, y la pelea
por la Ley de Medios no es la excepción. Al no estar los
trabajadores en el centro de la escena, no es fácil tallar
con una posición independiente de ambos bandos patronales.
Al enfrentarse con Clarín y la
derecha, el gobierno intenta robarnos las banderas para
bastardearlas. Pero a los tramposos gobiernos como los de
los K, no se los puede enfrentar sumándose a la derecha en
calificarlos como fascistas, sino denunciando de manera
implacable que las regulaciones establecidas son enteramente
en el marco capitalista y ajenas a los intereses de los
trabajadores. Que buscan cambiar algunas cosas para
legitimar de conjunto la comunicación de la burguesía.
Ya en el conflicto gobierno-campo
el PO se deslizó a quedar pegado con la derecha al
calificar inicialmente como “pueblada” el levantamiento
y argumentar que “no hay movilizaciones masivas de
derecha”. Ya antes había marchado con Blumberg.
Más que nunca, Ni con Clarín,
ni con los K: con los trabajadores y el pueblo.
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La ofensiva del kirchnerismo, a
caballo de la Ley de Medios, le permitió hacer pie en un
sector de la vanguardia y el progresismo, en general, y de
trabajadores de los medios [1] y estudiantes de comunicación,
en particular.
En este terreno, al igual que en
Derechos Humanos, el gobierno usurpa banderas que no le son
propias. El cuestionamiento a los medios de comunicación
cobró fuerza con el argentinazo. “Nos mean y la prensa
dice que llueve” fue el grafitti que ganó paredes con el
levantamiento popular, como expresión específica del Que
se vayan todos. El kirchnerismo, como hijo burgués del
2001, se apropia de ese cuestionamiento, pero no para
realizar ese “que se vayan todos”, sino para se queden
todos –estableciendo algunos límites- y afirmándose en
el mercado de medios, a través de sus empresarios amigos,
del “sistema público” que escupe propaganda K, y las
asociaciones civiles de fundaciones privadas, iglesia,
burocracia sindical y funcionarios de la universidad. Como
en otros terrenos, los K impulsan regulaciones sin salirse
de la política de medios neoliberal del menemismo.
Argentinazo y medios
En su profundidad, la rebelión
popular del 19 y 20 de diciembre fue un mazazo para los
medios de comunicación, que en los ’90 gozaban de
prestigio, como ámbito de “denuncia” de la corrupción.
Con el argentinazo proliferaron los escraches no sólo a los
más burdos neoliberales como Hadad, sino también a
empresas del grupo Clarín [2], como el diario y TN. También
se desnudó a sectores progresistas. Fue un golpe para
muchos, la sociedad entre el fundador de Página/12
Sokolowicz con Hadad. Jorge Lanata, en su programa Día D,
perdió los estribos cuando integrantes de las asambleas
populares se salían de los límites de su agenda y terminó
desenmascarado. “El programa es mío”, sentenció al
aire para tapiar el debate: también a él el argentinazo le
sacó la careta.
Los sectores populares y de
trabajadores disputaron el micrófono enfrentando la
censura. También en Día D, los trabajadores desocupados
del FTC obtuvieron el derecho a réplica que Lanata negaba
ante acusaciones de D’Elía contra la organización. Un
piquete frente a los estudios, consiguió derecho a
responder.
Roberto Lucena, padre de Diego
Lucena asesinado a la salida de un boliche, le dio una clase
de periodismo al inefable Luis Majul cuando el periodista se
solidarizó ante su entrevistado por la muerte del hijo pero
le recriminó haber prendido fuego el boliche y varios
patrulleros en las movilizaciones por justicia. “Si estoy
sentado en este programa no es porque vos me invitaste sino
por nuestra lucha, por haber hecho lo que hicimos, ya que el
resto de los padres de los chicos a los que matan en los
boliches o la policía con el gatillo fácil no son noticia
para ustedes”, se plantó Lucena.
Despedidos de El Gráfico
intentaron romper la censura a su conflicto contra TyC
irrumpiendo en el programa de Hadad, quien prefirió que
“Después de Hora” terminara antes de hora, a que le
impongan un cambio en los contenidos de esa noche.
El cuestionamiento también surgió
desde adentro, desde los propios trabajadores de los medios.
En el 2000 los trabajadores de Clarín y Olé nos
organizamos para enfrentar el plan de despidos que puso en
marcha la empresa. Echamos a los dos delegados (de la UTPBA)
que respondían a la patronal y elegimos una interna propia.
Tal fue la fuerza de la irrupción que le impusimos al
sindicato que reconozca como delegados a trabajadores no
afiliados y a quienes la empresa tenía bajo contratos o
como factureros. Con la complicidad de la UTPBA, la empresa
echó a 117 trabajadores, entre ellos los 10 de la interna y
quienes habían conformado la junta electoral. “Clarín,
periodismo de la infantería”, fue la campaña de denuncia
de los trabajadores, denunciando la presencia de las fuerzas
de represión para garantizar la entrada de los carneros al
diario, que incluía filmaciones de servicios de las
asambleas en la calle desde los balcones vecinos.
La lucha contra los multimedios
también tuvo entre sus protagonistas a sectores
independientes. El documental “La crisis causó dos nuevas
muertes” desnuda el encubrimiento de Clarín al gobierno
de Duhalde por el asesinato de Maxy y Darío. Así tituló
el diario la masacre. El trabajo de Damián Finvarb y
Patricio Escobar fue parte de un movimiento más general que
se agrupó en DOCA y con su lucha consiguió arrancarle
presupuesto al Instituto de Cine para realizaciones
independientes.
Este movimiento, a su vez, es
parte de las rebeliones populares latinoamericanas. También
es muy conocido el documental de realizadores irlandeses
“La Revolución no será Transmitida”, en la que
muestran el activo papel de los multimedios venezolanos en
el golpe de estado del 2002 contra el gobierno de Chávez. A
su vez, y como parte del proceso antiglobalización que
irrumpió en el centro del mundo, surgió Indymedia.
Ley de medios y disputa interburguesa
Montado en los límites del
argentinazo, el kirchnersimo llegó para reabsorberlo. De
golpe, los k aparecen enfrentados a Clarín, cuando
extendieron 10 años más las licencias de los canales
otorgadas por Menem (entre ellas las del 13), cuando
permitieron que Multicanal de Clarín se apoderara de
Cablevisión, cuando con Duhalde aprobaron la llamada Ley
Clarín (de Preservación de Bienes y Patrimonios
Culturales) que evitó que los acreedores extranjeros de
Clarín se alzaron con el grupo, por entonces tapado de
deuda.
La irrupción de un movimiento
social conservador con la “rebelión de las cuatro por
cuatro” envalentona a Clarín, las patronales de medios en
general y toda la oposición de derecha, para impedir
cualquier límite a su poder político y sus negocios.
Despotricar contra Clarín
refresca la cara “progre” del gobierno. Como ya se
explicó en otra nota [3] Clarín seguramente se tendría
que desprender de Canal 13, aunque podría conservar diez
licencias. El ataque contra el “monopolio” sólo le pone
límites pero en absoluto va en una dinámica
anticapitalista. Rara concepción de la lucha contra los
monopolios y de derechos humanos de un gobierno que permite
a una apropiadora de menores de hijos de desaparecido operar
“sólo” 10 medios de comunicación.
Otro de los puntos vistos con
simpatía por muchos es el que deja al estado el 33 por
ciento de las licencias y otro 33 para las asociaciones
civiles. Como también dijimos en sob[4], el estado
gestionado por los K no es garantía de pluralidad…. para
los trabajadores y la izquierda. Y si se alzara la derecha
con el gobierno, volveríamos al estilo ATC, “ahora también
competimos” de Sofovich durante el menemismo.
En relación a las asociaciones
civiles, cuesta creer que los trabajadores del subte a los
que les niegan el derecho democrático a tener su sindicato,
tengan voz en el nuevo mapa de medios; también los
estudiantes universitarios a los que el régimen
universitario les impone su democracia en asambleas
universitarias con represión policial. El modelo es la
radio de las Madres, en la que Hebe censura toda posición
crítica a los K con su mano de hierro estalinista. Por supuesto, también habrá lugar para las fundaciones privadas
con las que los grupos económicos evaden impuestos, la
burocracia sindical, las autoridades universitarias de la
LES y la iglesia. Un lugarcito siempre es guardado para
medios independientes, dispuestos a licuar su libertad de
opinión.
Para garantizar la libertad de
expresión de la inmensa mayoría, de los trabajadores y el
pueblo, hay que retomar el “Que se vayan los multimedios,
que se vayan todos”, desde abajo, con una política
independiente, logrando que los medios de comunicación
pasen a manos de los trabajadores mismos.
Notas:
1 Los trabajadores del diario Crítica,
hoy en lucha por salarios adeudados y en defensa de la
fuente de trabajo, votaron en asamblea a fines del año
pasado el apoyo a la ley K.
2 Hoy es de sentido común la crítica
a Clarín pero hasta antes del argentinazo el diario siempre
tuvo la habilidad de ser visto por grandes sectores de la
sociedad como un medio objetivo.
3 Debate por la Ley de Medios,
Dos pesos pesados y un ausente, Marcelo Yunes sob 159.
4 Medios oficialistas,
“6-7-8” una “verdad” a medida de los K, Sergio
Revelli, sob 175.