Desde la izquierda,
el Bicentenario de la República no tiene una óptica
común. Las conclusiones acerca del movimiento de mayo de
1810 y su relación con la situación que atraviesan las
masas trabajadoras y los sectores oprimidos en la actualidad
y las tareas que se desprenden de dicha relación política
histórica están cruzadas por importantes diferencias en
las posiciones de las distintas organizaciones que se
reclaman revolucionarias. Presentamos aquí un segundo artículo
sobre el Bicentenario de la República que complementa el
artículo de Guillermo Pessoa de SoB anterior (nº 176).
Como muchos lo marcan, las jornadas de mayo de 1810
tuvieron su impulso en las convulsiones que sacudían a países
centrales de Europa; fundamentalmente España, Francia y también Portugal.
De todas maneras no puede confundirse en forma mecánica
los choques entre estas naciones capitalistas
europeas en aquella época con un supuesto advenimiento
revolucionario y la conquista de una Primera Independencia
en el territorio rioplatense.
En este error común caen, entre otros, el Movimiento
Socialista de los Trabajadores (MST) y el maoísta Partido
Comunista Revolucionario (PCR).
El MST al analizar el desarrollo del proceso histórico de
nuestro país a partir de la semana de mayo de 1810 define:
“En 1810 la Argentina era aproximadamente, el 2% de la
economía de América Latina; un siglo después el 50% y
ahora ha retrocedido al 8%. No son casuales estos números.
De un primer envión de desarrollo luego de producida
la Primera Independencia del imperio español se ingresó
en una inexorable decadencia. Porque de hecho nuestro
desarrollo como país capitalista de su fase de acumulación
primitiva se produjo, dependiendo primero del imperialismo
inglés y luego del imperialismo yanqui” (1). Y en el
mismo artículo afirma, más adelante.” A 200 años de la
Revolución de Mayo, podemos decir que hemos
perdido esa Primera Independencia y deberemos luchar por
una Segunda y definitiva Independencia. Es parte sustancial
de la pelea por un nuevo proyecto de país, una Argentina
Socialista”
Por su parte, Otto Vargas, secretario general del PCR, en
el suplemento Hoy, titulado “Bicentenario de la Revolución
de Mayo. Por la Segunda y definitiva Independencia”
escribe: “El 25 de mayo fue la fecha donde se le otorgó
partida de nacimiento a la Nación argentina. El 25 de mayo
no fue un invento, sino una revolución. Para ser más claro
fue una insurrección popular”.
En primer lugar, cuando se habla de “independencia” es
fundamental no desligarlo del concepto del carácter de
clase de la misma. Es decir, ¿la gesta de mayo
significó la liberación nacional y social de las
masas pobres y los esclavos en nuestro país? ¿O fue el
interés de un sector de las clases dominantes por lograr
cierta autonomía en el intercambio comercial con la corona
española? De esta manera, como lo muestra Guillermo Pessoa,
refiriéndose al planteo de Milcíades Peña sobre el
desenlace del
mayo de 1810: “Este último (M. Peña) señalará que
precisamente por las características ya mencionadas de la
burguesía periférica rioplatense, el proceso no desembocó en
la independencia (tarea que con razón, ubicaba con los
presupuestos de un mercado nacional, una clase con un
proyecto autónomo y una industria desarrollada) sino una
especie de semicolonia agraria británica” (2).
La sujeción al imperialismo inglés posteriormente, no va
a ser la derrota de esta supuesta “Primera
Independencia” ni tampoco porque “fuera entregada por
los gobiernos capitalistas que se fueron sucediendo” (3),
como dice el MST. Será el eslabonamiento en la cadena de la
dependencia, producto
de la lucha por mayores mercados entre las potencias
europeas y la incapacidad y los intereses económicos de las
burguesías nativas que
signaron el surgimiento y el desarrollo de la Argentina
capitalista hasta nuestro días.
No fue una revolución
Tanto el MST como el PCR, viniendo desde vertientes
distintas y opuestas (el trotskismo y el maoísmo) y
entrelazando sus manos en la actualidad, bajo la Cruzada
sojera de la Sociedad Rural y sus socios del campo, también
coinciden en darle el carácter de revolución al movimiento
de mayo.
Para el PCR, “la revolución de 1810 no fue simplemente
el producto de la acción de una élite cívico militar.
Como en toda verdadera revolución, que enfrenta un poder
constituido, hubo sí una minoría organizada en forma
conspirativa en el llamado Partido de la Independencia, hubo
también rebelión de una parte de las fuerzas militares,
inspirada por esa minoría, y sobre la base del alzamiento
popular generalizado.
La derrota de las invasiones inglesas de 1806 y 1807, en
la que jugó un papel decisivo el pueblo de Buenos Aires en
cuyas milicias participaron también mujeres y negros, y las
nuevas fuerzas militares creadas en el curso de la defensa y
lideradas por criollos, estimularon la agitación política
y militar, y la organización clandestina de los sectores
patriotas.” (4)
Para Otto Vargas, que suscribe tal afirmación, su afán
patriotero por embellecer el 25 de mayo de 1810 lo lleva a olvidar que en “toda verdadera revolución” lo
primero que la define como tal es la expropiación de las
antiguas clases dominantes a manos de una nueva clase. Así
resultó la revolución burguesa expropiando a los señores feudales. Así la clase
obrera expropió a los patrones en la revolución
bolchevique de 1917 en Rusia. ¿Qué nuevas relaciones de
propiedad estableció el advenimiento al gobierno de la
Primera Junta con Cornelio Saavedra a la cabeza? Como Vargas
no encuentra respuestas precisas a estos interrogantes,
diluye la ausencia de una verdadera clase burguesa en mayo
de 1810 bajo el abstracto término de “poder
constituido” y
habla de un “alzamiento popular generalizado” que fue la
base para la rebelión de un sector de las fuerzas
militares, inspirado en una minoría organizada.
La participación popular en los días de mayo ha sido
magnificada por diversas corrientes nacional-populistas.
Pero por aquella época el significado de “pueblo” hacía
referencia a quienes tenían derechos políticos, los
hombres mayores de 25 años y con propiedades. Estos eran
los que estaban habilitados para votar. Los esclavos,
mestizos, los pobres, los indios y las mujeres estaban
excluidos para intervenir en los debates y tomar
resoluciones. La
milicia, efectivamente, fue integrada por estos sectores,
pero el ejercicio de la comandancia de las mismas era
privativo de hombres
pertenecientes a las clases dominantes y no existía
posibilidad alguna de que algún negro o mestizo accediera a
cargos superiores. Cuando Vargas dice que “el 25 de mayo
no fue un invento” en parte tiene razón, fue un
movimiento que tuvo su importancia histórica hecha por
personas de carne y hueso. Lo que es un invento es hablar de
“insurrección popular” o “levantamiento popular
generalizado” como él lo hace, dándole una dimensión y
un contenido muy diferente a lo real.
Segunda Independencia o Revolución
Socialista
A la hora de formular la salida política y las tareas que
se desprenden del análisis de la relación entre la gesta
de mayo de 1810 y su desarrollo con la actualidad de la
lucha de clases, hemos visto que continúa la coincidencia
entre el MST y el PCR. La Segunda Independencia será la
consigna central para la liberación nacional y social en
nuestro país. Los maoístas del PCR proponen: “Para poder
liberarse tenemos que hacer la Revolución, como en 1810,
igual que el 25 de mayo de 1810” (5).
A tal fin Guillermo Pacagnini (MST) plantea: “La Segunda
Independencia nacional es un objetivo necesario y urgente en
el cual coincidimos con muchos luchadores antiimperialistas
y que empalma con los anhelos y sentimientos antiyanquis y
liberadores de amplios sectores de nuestro pueblo. En ese
camino, el espacio por el no pago de la deuda con el que
venimos impulsando varias acciones y este mismo 25 de mayo
levantamos una tribuna de lucha en Plaza Congreso, es un
paso aún pequeño, pero muy positivo que reúne a la
izquierda y a un arco de de sectores de la tradición
peronista, nacional y popular”.
Plantear la Segunda independencia supone, y así lo
afirman MST y PCR, que en algún
momento de nuestra historia fuimos independientes. Ya
hemos visto que de ninguna manera ha sido así. Y esto
significa que la burguesía, como ya dijimos, sólo fue
encadenando cada vez más al carro de la dependencia a los
trabajadores y las masas populares. Por otro lado, el no
pago de la deuda externa sin duda es una medida necesaria, a
partir de que es uno de los mecanismos de expoliación que
el imperialismo y la banca usurera internacional utilizan
para exprimir a los países periféricos empobreciendo a los
trabajadores y sectores oprimidos. Pero plantear tal medida
como la tarea central para lograr la liberación nacional y
social significa confundir las perspectivas estratégicas
que los trabajadores deben darse. No se puede hablar en
general de los “anhelos y sentimientos antiyanquis y
liberadores de amplios sectores de nuestro pueblo”. Debe
ser el movimiento obrero quien encabece junto a los demás
sectores explotados quienes lleven adelante la tarea de
expropiar al imperialismo y la patronal y tomar en sus manos
el poder político y económico. La convocatoria al acto del
25 de mayo que realizó el MST, por ejemplo, con la cual
coinciden otras organizaciones como el Partido de los
Trabajadores Socialistas (PTS) plantea tres puntos: 1) No al
pago de la deuda externa. 2) Fuera el imperialismo 3)
Por la independencia nacional y la soberanía de
Malvinas. ¡El mismo día en que la burguesía llama a
festejar 200 años de su existencia, este “acto unitario
de la izquierda” no tuvo un solo punto sobre la necesidad
de impulsar una revolución obrera y socialista para
terminar con el sistema de explotación capitalista
imperialista! Los trabajadores deben saber que la verdadera
tradición peronista fue atar los intereses de la clase
trabajadora a los beneficios y ganancias de los patrones. Y
que fue inconsecuente a la hora de enfrentar, en las calles,
a las fuerzas
proimperialistas yanquis, como lo reclamaban los propios
trabajadores. Mucho menos se puede confiar en el
parlamentarismo de Solanas y su Proyecto Sur. No será desde
una banca en el Congreso sino con la movilización obrera,
independiente y revolucionaria, estableciendo a escala
continental férreos lazos de clase, lo que puede abrir
la posibilidad de triunfar sobre los imperialistas.
Para esto es fundamental sentar las bases para la
construcción de un verdadero partido obrero y
revolucionario, esta es la otra gran tarea en que los
luchadores deben poner manos a la obra.
(1) “Una Argentina colonial” Guillermo Pacagnini en
Alternativa Socialista nº 522 del 19/5/2010.
(2) Sobre la “revolución” y la “independencia”.
Guillermo Pessoa en SoB nº 176 del 13/5/2010.
(3)
“Una Argentina colonial” G. P.
(4) Suplemento Hoy. “Por la Segunda y definitiva
Independencia”.
(5)
Ídem.