Llegué
a Atenas días antes de la huelga general del jueves 20. Al
salir del metro que viene del aeropuerto, me sorprendieron
los edificios en ruinas en pleno centro de la ciudad, frente
a los hoteles donde vienen los turistas. Se ve que la crisis
no ha comenzado recientemente. Hay
edificios que tienen mucho tiempo abandonados.
En la guía
turística se habla de “la tradicional industria griega
del cuero”. Pero sólo vi unas pocas tiendas que vendían
cuero a precios prohibitivos, en primer lugar para los
griegos.
En las
zapaterías, no se ven productos griegos. Por el contrario,
allí y en las tiendas hay muchísimas ventas de zapatos y
ropa china, como en cualquier ciudad latinoamericana.
Un compañero
militante me lo confirmó luego: “La industria y la
agricultura griegas han sido destruidas con la integración
a la Unión Europea y, sobre todo, a la ‘eurozona’, es
decir, con haber renunciado a tener moneda propia y adoptar
el euro.”
Sólo
quedó, entonces, el turismo. Pero esto, por supuesto, ya
antes de la debacle, no alcanzaba para dar trabajo al pueblo
griego. Y ahora, en estos tiempos de rebelión, huelgas y
manifestaciones, el turismo se vuelve escaso. El gobierno
dice estar muy preocupado y, desde arriba, aprovechan esto
para culpar a las protestas de los trabajadores y la
juventud contra el ajuste.
El hecho
es que los precios de los vuelos a Atenas y el alojamiento
en los hoteles han disminuido notablemente. Pero los aviones
no van colmados. En Atenas, cuando caminas por la calle, los
meseros de los cafés y restaurantes tratan de atraerte de
todos los modos posibles: “¿De dónde eres? ¡Tenemos muy
buena comida!”... Pero las mesas siguen vacías...
Parece
un país latinoamericano. En algunas calles turísticas,
unas pocas tiendas conocidas internacionalmente. Algo mas
allá, te encuentras con pequeñas tiendas de artículos
religiosos junto a bazares chinos llenos de artículos de plástico,
ferreterías sucias y muchas cantinas con los famosos
sandwiches a la griega, que los trabajadores consumen rápidamente.
Lo mismo que en Caracas, los artículos electrónicos son
hasta más caros que en París.
Inmigrantes
de Blangadesh, frecuentan otra calle del centro. Los
inmigrantes venden ropa, medias y zapatos en el suelo. En
esa calle no circulan mujeres. Sólo inmigrantes varones, en
su mayoría jóvenes.
En el
metro no hay caras alegres. Se ve que algo anda mal. Los
pasajeros no van vestidos como en los barrios de París. Más
bien parecen latinoamericanos.
Entré a
una tiendita a comprar agua. El vendedor pakistaní me
advirtió que tuviera cuidado con mi bolso, que me lo podían
arrancar. Pero yo me sentía mucho más segura que en las
calles de Caracas.
Pregunté
con mi pobre inglés cómo se presentaría la huelga general
del 20 de mayo. “¡Nothing!”, ¡nada! No habrá
transportes, ni bancos, ni museos, nada de nada, me
respondieron. Y así fue.
Caminando
se encuentran muchas pintas en las paredes, sobre todo en el
barrio universitario, el famoso barrio Exarjeia. Es un lugar
tradicional de luchas. Aquí, en noviembre de 1973, en el
Politécnico, se inició un levantamiento contra la
dictadura militar que gobernaba Grecia. La rebelión se
extendió y en la represión murieron unos 25 civiles. Pero,
a partir de allí, la dictadura comenzó a desmoronarse.
En
diciembre de 2008, también en Exarjeia, comenzó el
estallido de protestas por el asesinato por la policía del
estudiante Alexandros Grigorópoulos, que se extendió luego
en Atenas y en todo el país. De alguna manera, ese
estallido del 2008 fue un síntoma de que detrás de la
fachada de cartón de la “euro-prosperidad”, las cosas
iban muy mal. Un profundo descontento ya embargaba a la
sociedad griega, especialmente a la juventud, condenada al
desempleo masivo o a trabajos precarios, con precios más
altos que en Alemania y salarios latinoamericanos.
Pero, de
todos modos, en Exarjeia se nota un poco más de alegría
que en las otras calles por las que caminé. Los jóvenes
conversan y beben café en los bares. Me topé con muchos
locales políticos, del Partido Comunista, de los
anarquistas, y muchos trotskistas también.
La huelga del jueves
20
Fue, en
efecto, total. Fue un paro mucho más general que el
anterior, pero la movilización fue menor.
En la
manifestación habrían unas 80 mil personas (la prensa
burguesa y el gobierno reconoce sólo 20 mil). De todos
modos, las manifestaciones fueron menores que en la huelga
general del 5 de mayo, que habían superado de lejos las
200.000 personas.
Otra
diferencia es que ahora estas movilizaciones fueron pacíficas.
Sólo 36 personas fueron arrestadas por la policía. Por un
lado, el gobierno dio orden de evitar provocaciones y
represión. Políticamente eso se le vuelve en contra, y
además los desórdenes son de consecuencias muy graves para
la industria del turismo. Por el otro, los medios y el
gobierno hicieron una gran campaña contra los activistas y
manifestantes, aprovechando el no aclarado incidente del
incendio a la sucursal de un banco, donde murieron tres
empleados.
Los
camaradas griegos me explicaron que también era menor la
gente en la calle porque no estaban los cortejos de
estudiantes tan grandes como el 5 de mayo, por el calendario
universitario.
Manifesté
con el “escuadrón” de la extrema izquierda e
inmigrantes, que de todos modos era bastante grande. Hablé
con un senegalés sobre los problemas de los “sin
papeles”. Es la misma situación que en toda Europa:
arrestos de trabajadores, expulsiones. Había mucha gente, más
de 10 mil en este “escuadrón” de izquierda.
Encabezando
los cortejos de los diferentes partidos de izquierda
marchaba un cordón de jóvenes armados con palos. La policía
los seguía desde las aceras, pero sin intervenir como en
otras ocasiones. La concentración empezó a mediados de la
mañana y terminó hacia las cuatro de la tarde.
Estuve
con los compañeros de la OKDE (Organización de Comunistas
Internacionalistas de Grecia), que me explicaron que para
ellos la situación era muy dura. Como estudiantes y
trabajadores precarios, la explotación en las empresas es
terrible. Desde hace mucho tiempo, el Estado ha acabado con
las conquistas obreras de los años 70.
Pero
todo eso se ha agravado en los últimos dos años. El nivel
de vida del pueblo en general ha disminuido un 50% en ese
período. Esto ya ha sido un enorme shock para la clase
trabajadora y el pueblo. El desempleo es una humillación
que ha golpeado terriblemente en la cabeza de los
trabajadores. ¡A eso ahora le quieren agregar las medidas
de ajuste impuestas por la Unión Europea y el FMI! Pero se
está creando un clima social peligroso. ¡Mucha gente pasa
hambre y siente que ya no tiene nada que perder!
Las
medidas actuales están provocando una enorme crisis política
del Estado. Esto se suma a los innumerables escándalos de
corrupción que venían golpeando los políticos burgueses y
sus partidos.
Al
parecer, los mayores aparatos sindicales no controlan tanto
al movimiento obrero como en Francia y otros países de
Europa. Los burócratas sindicales son más débiles, y eso
hace que haya más democracia sindical. Además muchos
trabajadores ya no creen en los viejos sindicatos. Al mismo
tiempo, nuevas secciones sindicales han surgido entre los
trabajadores precarios, de la educación, etc. La burocracia
sindical dirige sobre todo el sector público y no tiene política
alguna para organizar a los trabajadores precarios.
La
jornada del 5 de mayo habría sido un momento de cambio
cualitativo en la movilización. Fue la mayor en 30 años,
por su carácter político y por la combatividad de los
trabajadores, que soportaron toneladas de gas lacrimógeno.
Según
los compañeros, todo indica que la burocracia sindical
tiene muchas dificultades para parar el ascenso de las
luchas. Por eso, promete que continuará la lucha. El
gobierno reacciona con la represión. Pero esto también lo
debilita. Además, necesita crear un “clima de paz” para
que por lo menos el turismo funcione.
Estiman
que es necesario prepararse para una rebelión general, como
fue en América Latina el Caracazo. Sería un “Atenazo”,
que está en las tradiciones griegas. Ya pasó en 1936 y en
1973.
Todo
esto, además, se mezcla con un sentimiento de opresión
nacional, por la brutal intervención exterior en el manejo
de la economía. La UE, los gobiernos de Alemania y Francia,
y el FMI dictan las medidas del plan de ajuste al gobierno
griego, al estilo de lo que vimos tantas veces en nuestros
países latinoamericanos.
Por eso,
en estos días ha golpeado una noticia. El histórico puerto
de Atenas, el Pireo, de donde parten los barcos desde hace más
de 2.500 años, sigue siendo uno de los más importantes del
mundo. Ahora será entregado totalmente a capitales chinos.
El gobierno de Pekín ya se había apoderado de parte de la
administración del puerto hace un año. Ahora el Pireo va a
ser algo parecido a lo del Canal de Panamá cuando estaba
totalmente en manos de los gringos. (“The Chinese
connection”, Athens News, 24/05/10)
Me fui
muy triste de dejar Atenas. El clima social me recuerda los
años de lucha en América Latina.