Valencia, 23 de mayo.– En diciembre de 2007, el Consejo
Europeo encargó a una docena de personalidades un diagnóstico
sobre los desafíos de Europa. Se trataba entonces de frenar
el declive institucional. Casi dos años y medio después,
con la UE sumida en la peor de sus crisis, el llamado
“Grupo de Reflexión”, presidido por Felipe González,
dio a conocer sus conclusiones... aquí algunas de ellas:
“Nuestras conclusiones no son tranquilizadoras ni para
la Unión ni para los ciudadanos”, advierte el documento:
“Crisis económica global, estados yendo a salvar a sus
bancos, envejecimiento de las poblaciones que amenazan la
competitividad de nuestras economías y la sostenibilidad de
nuestro modelo social, presiones a la baja en costes y
salarios, desafíos por el cambio climático, creciente
dependencia energética, cambio hacia el Este en la
distribución global de la producción y el ahorro...”
“Por primera vez en la reciente historia de Europa
existe el temor generalizado de que los niños de hoy tendrán
una situación menos acomodada que la generación de sus
padres.”
“Hoy –añade el informe– vivimos en una época de
inseguridad.”
Los desafíos actuales, sostiene el informe, exigen que el
“modelo social de mercado” sea “redefinido y adaptado
al contexto cambiante”. Es cierto que ese modelo “ayudó
a transformar Europa, después de la II Guerra Mundial, en
un área de poderosas industrias y servicios con un fuerte
potencial de creación de empleo, que a su vez permitió un
justo sistema de protección social”. Pero durante las últimas
dos décadas, Europa ha perdido terreno frente a sus
principales competidores en lo relativo al crecimiento, la
generación de empleo y la posibilidad de mejorar sus estándares
de vida. Por otra parte, el consenso entre la dimensión
social y el mercado se ha visto “desprestigiado en la
medida en que las desigualdades han aumentado.” Para
muchos europeos la exclusión y las deficientes condiciones
de trabajo son todavía una realidad.
“Con un
crecimiento más lento que sus principales competidores, la
parte europea está inevitablemente declinando”. Y se prevé
que en 2030 “Asia esté en la vanguardia del desarrollo
científico y tecnológico.”
Pero el desafío más inquietante es la relación entre
Europa y sus ciudadanos. Hasta ahora se habría
caracterizado por “un consenso pasivo”. Ahora la situación
pueda cambiar. El “consenso” y la “pasividad” se
pueden ir al diablo: “los europeos cada vez demandan más
a la Unión Europea, son muy críticos con sus resultados y
expresan dudas sobre la legitimidad del proyecto europeo.”
(Tesis para refundación de Europa, Felipe González,
15/05/10)
En España, el fin
de la “plata dulce” y la explotación del trabajo
inmigrante
Mientras se encargaba este informe España vivía, en un
estado de “felicidad colectiva”, una mezcla de alcohol,
cocaína y fiesta rocambolesca amasada con dinero fácil,
ladrillos pegados de prisa y sudor obrero, en buena parte
extranjero.
La octava economía mundial construía unas 450.000
viviendas al año, más que la suma de toda Europa junta.
Los cuatro años precedentes a julio del 2008 fueron de una
euforia sin precedentes.
Se requería de ingentes cantidades de trabajadores para
la construcción, ejércitos de empobrecidos llegaron de
diversos sitios, Portugal, Argentina, Polonia, Rumania,
Ecuador, etc. De África Subsahariana vinieron decenas de
miles en pateras navegando por el Atlántico... cuarenta o
cincuenta africanos apretados en un bote de madera de 15
metros de eslora con un motor fuera de borda.
A medida que morían de sed en el trayecto los arrojaban
al mar... historias de desamparados bebiéndose su propio orín,
para no perecer, estremecieron al más incauto, 3.000
murieron al año durante los últimos 6 años. Los había
que huían de la guerra y el relato era este: “...En el
Congo llegan a tu aldea, para reclutar soldados entre los niños,
y obreros esclavos entre los jóvenes y adultos aptos para
las minas de oro o diamantes. Para el que no quiere ir, la
opción es simple... manga larga o manga corta... y el brazo
tembloroso, extendido en una mesa muerto de miedo observando
el frío acero del machete...” También los que huían del
hambre y la sequía, son parte de este contingente. El
calentamiento global está desertificando sin pausa grandes
extensiones de tierras cultivables y la opción es de
hierro.
Recuerdo que hace cuatro años volví a Argentina a ver a
mi familia. El primer comentario de unos vecinos fue:
“Che... se les está llenando de negros Europa.” En esos
años, un “humorista”,
un tal Pettinato, hacía las delicias de la sociedad celeste
y blanca con esos chistes racistas repugnantes.
Pero la realidad es que el flujo inmigrante africano ha
sido y es el más numeroso. Fue el soporte de mano de obra
poco calificada, pero decisiva para la construcción de
infraestructuras, recogida de hortalizas en el sur, y todo
aquel trabajo que requiriera gran esfuerzo físico.
De fontaneros a empresarios
La fiebre del ladrillo dio dinero, para todos los
gustos... Los trabajadores desocupados, producto de la
reconversión industrial con la entrada de España a Europa,
fueron absorbidos por la construcción y las actividades
industriales colaterales. Hay pueblos enteros de España que
se especializaron sólo en hacer puertas; sí... muchas
puertas. Un piso normal tiene ocho puertas. Multiplicadlo
por 450.000 al año y tendréis a mucha gente entretenida
con eso.
Albañiles, fontaneros, electricistas, aparejadores
hicieron su agosto... pero al precio de entrar en la
tercerización total.
La patronal desde años venía tercerizando dentro de la
industria y también fuera de ella muchos servicios,
mantenimiento, etc. Algunos procesos productivos los hacían
subcontratas de especialistas que deambulaban por distintas
empresas.
En la construcción, este concepto de contrato de obra y
servicio se llevó hasta el final. Se contrata a un “autónomo”
más algunos empleados para hacer la instalación eléctrica
de una obra. Cuando finaliza la obra, fin de contrato, todos
a la calle.
Conocí un montador polaco que, al cuarto mes de trabajar
en Valencia, se independizó, alquiló un piso grande, lo
llenó de camas, unas encima de otras, tipo cuartel, compró
un utilitario grande, se fue a Polonia y se trajo a seis
parientes y vecinos, y los puso a trabajar para él en la
obra. Les pagaba 600 euros. El polaco dejó de trabajar y se
convirtió en su capataz... y el sueño de ser rico a la
vuelta de la esquina.
Si tú eras un constructor, estimulabas a los que
contratabas para que a su vez contrataran cuadrillas y luego
seguía el juego. Hubo obra pública que se hizo con 5 y 6 líneas
de subcontratación... salario medio de un oficial unos
1.800 euros, oficial soldador, 3.700, chofer de transporte
de hormigón 4.200. Pero al final de la cadena estaban los
que en base a esas entradas, se endeudaban más y más.
Finalmente, perderían hasta las ganas de comer... la nueva
gleba del sistema bancario.
La España del “ladrillo feliz”
En otras latitudes entrar a un banco a pedir un préstamo
es algo impensable, en la España del “ladrillo feliz”
tan común, como ir a comprar el pan.
Si habías conseguido un piso usado, de 80.000 euros, el
comercial del banco te vendería un paquete muy atractivo,
que te haría saltar de alegría y todos los sueños de tu
vida hechos realidad... te acordarías siempre de él... y
después de la crisis también de su madre.
El mecanismo era muy simple: se elevaba la tasación del
piso en forma artificial. Con eso además pagabas la
remodelación del piso y si también en vez de 25 años de
cuota la llevamos a 30 años, tenías un cero kilómetro en
su puerta... ¡Sea feliz, velamos por usted! Así, de a
poco, todo el mundo fue subiendo al autobús de la ilusión
del “hazte rico ya”.
Efectivamente, era como un autobús. Los promotores y la
burguesía en general iban sentados y con los cinturones
puestos. Los partidos políticos y las cajas de ahorro también,
Los sindicatos, presente, dijeron en la cita: con un manto
de olvido miraron al costado a los centenares de muertos en
accidente de trabajo.
Pero en ese autobús iban de pie las decenas de miles
subcontratistas y proveedores, los deudores esperanzados y
por último los inmigrantes viajaban colgados de la puerta.
El autobús iba a toda marcha por la avenida. Y pasó lo
impensado: se cruzó un camión, el autobús frenó de golpe
y se fueron al suelo todos los que iban de pie. Los más
perjudicados, los que iban colgados del pasamanos, los últimos
en subir... los inmigrantes. ¡Cinco millones de
trabajadores aptos dejaron de producir! ¡Desde julio del
2008 estamos en esta caída y no para!
A dos años y medio, se han agotado los seguros de
desempleo. Cada cual sobrevive como puede. Ha crecido el
trabajo en negro y la caída del salario. Donde ayer
trabajaban 10 hoy sólo lo hacen 5. Aumentó mucho la
productividad en términos de sudor obrero.
¡Pero no alcanza! ¡La burguesía quiere más! No hay
posibilidades en el corto plazo de reactivar el mercado
interno, no hay crédito, los privados están sobre
endeudados.
Hay que exportar, dicen. ¿Pero adónde? Los salarios
europeos y españoles son altos en relación a los de China
y la India. Si el mercado mundial de materias primas cotiza
en Chicago, el mercado de salarios y condiciones laborales
cotiza en Pekín.
Son las reglas del capitalismo, las del FMI. Para
sobrevivir en Europa, EEUU y Japón, el capitalismo deberá
ajustar los mecanismos de apropiación de plusvalía y
explotación del hombre por el hombre a las cotas de Nueva
Delhi y los suburbios de Shanghai. ¡Arroz con palitos es el
futuro de la clase trabajadora europea, si no logra
autodeterminarse en la lucha por el dominio y control de las
fuerzas productivas, de Europa y el mundo, para abolir la
propiedad privada, la anarquía de producción, la
irracionalidad del consumo y la destrucción del medio
ambiente.
La gente empieza a sentir que estamos al fin de una época.
¡Se acabó el Tiempo Feliz en Europa!