En el reanimado debate alrededor del
Bicentenario de la República surgen en la izquierda algunas
concepciones políticas que hacen a determinadas estrategias
y tareas propuestas para el movimiento obrero. En este
sentido es interesante analizar las palabras de Jorge
Altamira en el acto del Partido Obrero por el Bicentenario
el 20 de mayo pasado.
Altamira comienza a discursear
resaltando que “somos el único partido –de derecha, de
centro, de centro izquierda o de izquierda– que al
levantar una tribuna en el 200º aniversario de la Revolución
de Mayo hemos tomado la decisión de politizar el
Bicentenario, de partidizar el Bicentenario y de transformar
el Bicentenario en un instrumento de la lucha política
corriente contra las clases explotadoras y contra su
gobierno.” Fueron numerosos las declaraciones y artículos
que se escribieron sobre el tema. No es casual que la
pedantería que caracteriza a Jorge Altamira le provoque
cierta ceguera ante hechos de la realidad. Pero la cuestión
aquí sólo comienza. A renglón seguido, Altamira inquiere:
“¿Quién puede explicar que la burguesía argentina y sus
políticos no canten “feliz cumpleaños” para ellos
mismos?” Y rápidamente responde: “Y la razón es que en
torno a 1810, por esas fechas, se desarrollaba en el mundo
un proceso de crisis y revoluciones como el que se
desarrolla en la actualidad y ellos no quieren que el
pueblo, los trabajadores y la clase obrera se den cuenta de
que la situación histórica que los parió a ellos, la
situación histórica que los habilitó a crear y dominar
una nación, vuelve ahora con creces contra ellos…”.
La situación a inicios de la década
de 1800 a nivel internacional, estaba signada por el
advenimiento de una nueva clase dominante, la burguesía,
que desde Europa, buscaba expandir y consolidar su poder político
y económico. Tal estado de cosas provocaba distintos
movimientos: guerras, ocupaciones, etc. La invasión de la
Francia napoleónica a la España monárquica, la
independencia de las colonias norteamericanas de Inglaterra,
la revolución de los esclavos en Haití y procesos como el
de mayo de 1810 en nuestro territorio, en donde las clases
criollas buscaban alejarse de la corona española para
cobijar sus intereses a la sombra de Inglaterra. Es decir,
la situación mundial era de expansión del joven
capitalismo. El momento actual, por el contrario, está
signado por la más grande crisis económica del capitalismo
desde el crack financiero de 1929. Un capitalismo decrépito
que siente crujir su columna vertebral: los países
centrales imperialistas.
Una caprichosa analogía
Pero aquí no terminan los dislates
del señor Altamira. En su afán por explicar la similitud
de los procesos históricos hace una amalgama de roles y
actores sociales. Altamira, por ejemplo, hace una analogía
–y así lo dice– que es incorrecta; confunde lo que fue
una verdadera revolución en Haití, donde los esclavos
negros tomaron el poder, con la resistencia a las invasiones
inglesas en Buenos Aires que no perseguía entronizar a ningún
sector explotado en el poder.
A la hora de plantear las tareas
actuales en nuestro país, Altamira nos dice que los
explotados van a derrocar a la burguesía argentina, “como
en su momento los patriotas derrocaron al virrey y al
sistema colonial” para instaurar “en lugar de un régimen
de explotación, un régimen de sujeción y un régimen de
humillación, un gobierno de los trabajadores y una sociedad
socialista”. Como ya lo hemos dicho, a los “patriotas”
de los que habla Altamira no les interesaba una real
independencia nacional, sino conseguir mejores
condiciones para desarrollar sus intereses, cuando por el
contrario la tarea de construir una sociedad socialista,
tarea estratégica de los trabajadores, tiene en la proa la
lucha por la independencia política de la clase obrera como condición
fundamental para afrontar las tareas de liberación nacional
y social.
El máximo dirigente de PO nos dice
en su discurso: “Argentina a vos te parieron dos
levantamientos populares que se destacaron por la
heroicidad, por el vigor de las masas explotadas y por la
cobardía, la pusilanimidad, la mediocridad y la traición
de las clases dominantes, que huyeron ante la invasión y
los que se quedaron colaborando con los invasores. Este
clase que nos gobierna tiene su bautismo de nacimiento en la
colaboración política con la humillación del territorio
nacional por parte de Inglaterra, éstos: Arcor, Nestlé,
como decía Pitrola, Terrabusi, todos estos son el producto
de la traición a los intereses nacionales”. Esta cita
extensa que tomamos define la confusión política del
discursante. Una cuestión primera es que Altamira, al igual
que otras organizaciones de izquierda nos quieren vender el
mito de la “participación popular”(1).
No hubo levantamientos populares
generalizados en las jornadas de mayo de 1810 y durante la
resistencia a las invasiones inglesas. Pero lo más serio es
su argumento alrededor de la supuesta perfidia y “la
traición y la colaboración de las clases dirigentes”
para que los ingleses humillaran el territorio nacional. Lo
cual –siempre según Altamira– tendría como producto a
las actuales patronales de Arcor, Nestlé y Terrabusi, entre
otras. La burguesía nacional, ayer y hoy, lo que nunca
traicionó fueron sus intereses de clase. ¿O Altamira
piensa que las clases dominantes podían defender los
“intereses nacionales” poniendo en riesgo sus ganancias
enfrentando a las potencias imperialistas? Nunca dudaron, en
este sentido, en colgarse de las faldas de los monopolios y
las multinacionales, promoviendo gobiernos entreguistas,
verdaderos felpudos del imperialismo. Nuestro diestro orador
luego concluye: “Entonces el 25 de mayo de 1810 es la
clase de los estancieros y de la clase de los comerciantes
que usufructúan el levantamiento popular como ha ocurrido
tantas veces”, volviendo al mito de los levantamientos
populares.
Un ingenioso descubrimiento tan falaz como estéril
Hacia el final de su discurso plantea
“poner el patriotismo al servicio de la revolución”. Y
en una nueva martingala lingüística nos dice que
“tenemos que apropiarnos de la Argentina expulsando al
capitalismo y llevando al poder a los trabajadores. Este es
el patriotismo que reivindica el Partido Obrero”.
Si hablamos de patriotismo es bueno
recordar a Trotsky refiriéndose a la cuestión en momento
de cumplirse 90 años del Manifiesto Comunista: “12º-
‘Los trabajadores no tienen patria’ estas palabras del
Manifiesto han sido evaluadas más de una vez por filisteos
como un escarnio agitativo. En realidad proveyeron al
proletariado con la única instrucción imaginable en el
problema de la ‘patria’ capitalista.” (2)
En
momentos en que la burguesía y el gobierno kichnerista
aprovechan el Bicentenario para diluir las contradicciones
entre las clases y tratan de insuflar el pecho de los
obreros de un reaccionario “patriotismo” de conciliación
de clases, debemos decirles a éstos que no hay “patria
obrera” ni “patria revolucionaria”, que las tareas
“nacionales” por acabar con la dependencia del país del
imperialismo -en un país semicolonial como el nuestro- solo
pueden ser parte de una misma y única lucha comandada por
la clase obrera para terminar con el imperialismo y la
burguesía en nuestro país, Latinoamérica y el mundo como
un todo. La palabrería de Altamira no hace más que aportar
confusión a la conciencia política de los obreros (3).
“Poner el patriotismo al servicio de la revolución”, en
la etapa actual, es una frase realmente indigna e impropia
de quien se dice dirigente revolucionario.
Ahora bien, a esta altura del
discurso, la combinación entre la verborragia altamirista y
su alquimia conceptual engendran un novedoso descubrimiento:
el gen histórico de los obreros.
Según su discurso la burguesía no
puede “avivar a los obreros de ahora. No hay que decirle
al obrero argentino, no hay que decirle que él lleva en su
gen, que no es un gen biológico, que él lleva en su gen
nacional, en su gen histórico los elementos para orientarlo
hacia la revolución socialista y hacia el gobierno de los
explotados”. Para Altamira estos elementos que orientarán,
entre otras cosas, a los obreros hacia la revolución, son
las acciones de Mariano Moreno y los “patriotas” de mayo
de 1810.
En cuanto al famoso gen nacional del
obrero argentino y más allá de las disquisiciones
seudo-cientificistas expuestas, decimos con claridad que la
clase obrera tiene, a través de varias generaciones,
experiencias propias de grandes luchas como la Semana Trágica
de enero de 1919, la huelga general del 7 y 8 de enero de
1936, la Resistencia Peronista en la década del 50, el
Cordobazo de mayo de 1969, las luchas con ocupaciones de fábricas
de los años 70, el Rodrigazo de 1975 y la heroica
resistencia a la dictadura genocida de Videla. ¡El
microscopio político de Altamira descubre genes impensados
pero es inútil y estrecho para abarcar la tradición de
lucha de la clase obrera en nuestro país! Y esta tradición
debe ser recuperada por la nueva generación de
trabajadores. Porque la burguesía de lo que se ha
preocupado es de borrarla de la memoria de la clase obrera.
Liquidando una generación de luchadores y poniendo por
delante de las narices de los trabajadores los valores de la
“patria” y los “intereses nacionales” mientras sigue
pagando la deuda externa a los pulpos internacionales y abre
las puertas para que rapiñen los recursos naturales del país.
En este sentido las parrafadas que
provienen del púlpito altamirista con sus invocaciones
patrioteriles, lejos de marcar a fuego las verdaderas
intenciones burguesas, revelan un acentuado populismo
oportunista a la hora de orientar las tareas estratégicas
de la clase obrera y no hacen más que sembrar confusión en
las filas de su vanguardia.
Notas:
1- En SoB nº 177 del 27/05/10
citamos al dirigente Otto Vargas del Partido Comunista
Revolucionario:
“la revolución de 1810 no fue simplemente el producto de
la acción de una élite cívico militar. Como en toda
verdadera revolución, que enfrenta un poder constituido,
hubo sí una minoría organizada en forma conspirativa en el
llamado Partido de la Independencia, hubo también rebelión
de una parte de las fuerzas militares, inspirada por esa
minoría, y sobre la base del alzamiento popular
generalizado. La derrota de las invasiones inglesas de 1806
y 1807, en la que jugó un papel decisivo el pueblo de
Buenos Aires en cuyas milicias participaron también mujeres
y negros, y las nuevas fuerzas militares creadas en el curso
de la defensa y lideradas por criollos, estimularon la
agitación política y militar, y la organización
clandestina de los sectores patriotas.”
2-
León Trotsky. Escritos. Tomo IX. 1937-1938.
3-
En el diario Página12 del 25 de mayo, salió una encuesta
de 10 preguntas a distintos dirigentes políticos. Al
preguntar qué “Marcha y canción preferida”, mientras
Giustiniani del PS se inclinó por la Internacional,
Altamira en su “patriotismo” eligió El Himno
Nacional...